Mi prima Verónica siempre me llamó la atención, era una de esas chicas que podemos llamarlas espectaculares, buenas tetas, buen cuerpo, excelentes nalgas y cuando íbamos a la playa podía contemplar sin recato alguno como se le marcaba aquella abultada concha que tenía, por demás bastante provista de vellos que en ocasiones se les escapaban por los laterales de su entrepiernas.
Muchas veces me le insinuaba para tratar de llegar a algo con ella, pero siempre se burlaba de mí, diciéndome cosas que me ofendían. Tenía que conformarme haciéndome pajas cuando la espiaba en su cuarto en ocasiones totalmente desnuda cuando se cambiaba de ropas… ya lo que tenía en mi cabeza era una obsesión por follarme a mi prima.
En una oportunidad, mientras se vestía, estando aún totalmente desnuda, entré abruptamente en su cuarto con mi verga en la mano a follármela a lo que diera lugar, pero lo único que conseguí fue una golpiza y un fuerte castigo de mi padre, pues la chica comenzó a gritar como una loca y de inmediato mi padre acudió a ver que sucedía, sorprendiéndome con la verga en la mano frente a ella.
En otra ocasión esperé a que se quedase dormida y como siempre lo hacía muy ligerita de ropas, pensé que era mi oportunidad, nada más me abalancé sobre ella, ni tiempo me dio a encontrar su coñito, nuevamente sus gritos atrajeron a mi padre y ya podrán imaginarse los resultados.
Muchos fueron los intentos durante todos éstos años por lograr mi objetivo, porque nada más que de verla la verga se me pone tiesa y tengo que terminar haciéndome una paja.
Evitando problemas con el resto de la familia, al cumplir los 18 años, mi padre le arrendó un apartamento para ella sola, no muy lejos de nuestra casa y allá se fue a vivir. Las oportunidades, de esta forma, se ponían cada vez más lejanas e imposibles, solo las vi un poco más cercanas cuando estando un día de visita en mi casa, depositó su llavero en la mesa junto a la puerta de entrada y con una idea que rápida me cruzó por la mente, lo llevé hasta la esquina y pedí al cerrajero me hiciera una copia de sus llaves.
Sabiendo que estaba para la Universidad me introduje en su casa a esperar a que llegase y sorprenderla, pero el sorprendido resulté ser yo, pues vino con un amigo y se pasaron casi toda la tarde follando encima de mí, ya que me había ocultado debajo de su cama. Al retirarse el chico salí de mi escondite y al verme Verónica de inmediato fue a mi casa con las quejas, provocando una nueva paliza y un nuevo castigo.
Cambió su apartamento por otro del que nunca me comunicaron la dirección… ahora mi interés estaba concentrado en averiguar donde vivía para continuar con mis fallidos intentos, hasta que no lograra follármela mi obsesión no finalizaría, ahora con más edad se había puesto mucho mas apetitosa, todas sus partes habían alcanzado mayor volumen y eso me excitaba todavía más.
Llegué hasta pagar a algunos chicos de la Universidad que la conocían por tal de que me localizaran su dirección. Una tarde se acercó a mi uno de ellos diciéndome que sabía donde podría encontrarla sin equivocación alguna, ya que en otras oportunidades las direcciones que me habían dado eran falsas.
Esa noche fui directamente a la dirección que me habían dado, cuando llegué la puerta estaba ligeramente entreabierta, con mucho cuidado entré cerciorándome de que allí no había nadie más, allí estaba Verónica sobre su lecho totalmente desnuda exponiendo todos sus encantos, mi verga de inmediato se endureció, por lo que tuve que liberarla de su encierro, con ella en la mano comprendí que esa era la oportunidad esperada, si no lo lograba tendría que despedirme para siempre de mi idea de follármela.
Desesperadamente me lancé sobre ella y separando sus piernas de una sola estocada se la introduje hasta el fondo, la sujeté fuertemente por la cintura para que no se fuese a salir y con movimientos rápidos y desenfrenados logré follármela, estaba descargando todo mi semen en su interior…por fin, después de tantos años había logrado follarme a Verónica, mi obsesión se había realizado, tantos esfuerzos se vieron recompensados.
Dos hombres entraron repentinamente en la habitación y levantándome por el aire me separaron de ella, con mi verga aún goteando, aquellos hombres la emprendieron a golpes conmigo hasta tal punto que fui recluido en el hospital. Cuando me dieron el alta dos policías vinieron en mi busca y me llevaron a la estación, ahora enfrento un castigo superior al que me propinaba mi padre, estoy acusado de la violación de un cadáver. Mi prima esa tarde había fallecido producto de un infarto y permanecía en aquella habitación mientras los forenses analizaban su cadáver, justo entré en el momento en que ellos habían salido a verificar las muestras tomadas antes de hacerle la autopsia.