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Ainoa y el chico nuevo

Suena el despertador a las siete de la mañana. Ainoa se despierta y lo apaga con rapidez. Se levanta de la cama y velozmente comienza a prepararse para ir al trabajo. Se quita el pijama con celeridad y se mete en la ducha. Al encender el grifo, el agua calentita empieza a deslizarse por su piel mientras ella se relaja y siente un confort inmenso por todo su cuerpo. Se quedaría allí todo el día, pero tiene mucha prisa y no puede perder más tiempo allí.  Con la máxima prisa posible frota con la esponja todo su cuerpo, se enjuaga el jabón y sale pitando de allí lo más rápido que puede hacia la cocina. Desayuna un par de galletas que mastica mientras se viste y se sube el pantalón a toda prisa. Sin embargo, la humedad que aún impregna todo su cuerpo impide que el pantalón suba con facilidad. “No puede ser voy a llegar tarde.”  Ella se desespera hasta que finalmente consigue terminar de vestirse. Acto seguido se echa perfume en la zona del torso y sale corriendo de casa camino al trabajo.  

Unos minutos más tarde, Ainoa llega a la oficina, le espera un día muy duro. Mientras se dirige a su escritorio cruza su mirada con la de un chico que pasa por su lado. Las miradas de ambos se conectan por un instante con un brillo intenso y muy especial mientras el tiempo se ralentiza. Ainoa siente un calor especial en el estómago y debajo del abdomen mientras sus mofletes se encienden como si estuvieran incendiados. Finalmente el chico sigue su camino. Sin embargo, se le ve algo perdido y desorientado. Debe de ser nuevo, piensa Ainoa.

Tras la larga jornada laboral Ainoa al final sale de la oficina y respira aire fresco. A la salida coincide con aquel chico en la entrada y se acerca a él.

-   Hola, me llamo Ainoa.  He visto antes como Ramón, mi compañero de trabajo te gritaba. ¿Te encuentras bien?

-   Hola, mi nombre es Lucas. No te preocupes, muchas gracias. Este trabajo tiene su complicación, tengo que ponerme las pilas.

-   No se lo tengas en cuenta, Ramón siempre ha tenido poca paciencia. Si quieres puedes venirte a mi casa  ¿Tienes algo que hacer esta noche?

-   No, estoy libre, encantado.

Entonces Ainoa y Lucas se dan la mano en un gesto cálido y amistoso. En ese momento, Ainoa comienza a notar como el calor del contacto trepa a lo largo de su brazo mientas siente unas cosquillitas en la nuca. Su cuerpo comienza a vibrar con sacudidas de energía y siente un calor ardiente y abrasivo en la zona del pubis. Su mirada se vuelve profunda, intensa y llena de un deseo salvaje que atraviesa con la mirada a Lucas. Lucas por su parte, se pone muy muy rojo, parece algo asustado e intimidado mientras sigue sonriendo con una sonrisa ligeramente tímida.

Ambos llegan a la casa de Ainoa, y comienzan a charlar un rato, sentados en el sofá. Lucas está ligeramente nervioso y no para de temblar, pero mantiene una actitud simpática mostrando una luminosa y dócil sonrisa que derrite por dentro a Ainoa. Nunca antes había visto a un chico igual. Ainoa comienza a pegarse más a Lucas, de forma que sus caderas comienzan a hacer contacto mientras Lucas se queda sin espacio entre Ainoa y la pared. Entonces Ainoa comienza a divisar un bulto en los pantalones de Lucas justo en la zona de la entrepierna que comienza a creer y crecer. Lucas se siente algo avergonzado y trata de disimularlo como si nada pasase. Trata de meter culo para que se note menos y junta sus manos entre sus piernas de forma que sus brazos tapen parte del asunto. Pero es inútil, es demasiado evidente. Ainoa comienza a sonreírse ligeramente de forma divertida y pícara mientras continua con la conversación haciéndose evidente que se ha dado cuenta de la situación.

Entonces Ainoa comienza a hablar a Lucas suavemente al oído mientas le pone la mano en la espalda. Lucas comienza a sentir una relajación inmensa mientras se siente muy pequeñito en manos de aquella chica, sin fuerzas para siquiera intentar escapar.  Acto seguido, Ainoa le pone la mano que le queda libre en la nuca  a Lucas y sus labios se acercan. Ambos pueden notar el aire húmedo que emana de la respiración del otro. Sus labios se rozan ligeramente y finalmente …   Ainoa siente un gran impulso que la hace lanzarse sobre la boca de Lucas empotrándole contra la pared salvajemente mientras juntan con fuerza sus suaves labios y ella grita “Ummmmh”. Debido a la emoción, Ainoa comienza a espachurrar a Lucas entre su cuerpo y la dura pared. Lucas nota la compresión sobre su cuerpo. Nota los pechos de Ainoa apretados sobre el suyo, mientas restriegan sus entrepiernas con fuerza y pasión. Y también nota como si su espalda fuese atravesar la pared de un momento a otro, duele un poquito, pero no le importa. Para el en aquel momento el dolor es pasión, ganas de más.  

Entonces Ainoa se separa de Lucas y lo deja respirar. Le agarra cariñosamente del pelo y le dice. “Eres el chico más mono que he visto en mi vida”. Lucas se sonríe y responde. “Tu también eres muy simpática”

Acto seguido Ainoa le suelta del pelo y Lucas la abraza. Durante el abrazo, ambos se quitan la camiseta.  Lucas comienza a darla besitos en el cuello. A Ainoa eso le pone a mil y se le pone la piel de gallina mientras Lucas comienza a bajar y bajar.  Lucas continua con más besos en la zona del abdomen mientras ella ríe por el placer y le apoya las manos en su cabeza. Entonces Lucas procede a bajar la cremallera de Ainoa. Suavemente baja sus pantalones y su ropa interior dejando a la vista la zona íntima de Ainoa.  Huele genial y eso le hace querer probar, mientras ella está impaciente porque empiece. Lucas comienza a besar suavemente los labios vaginales de Ainoa mientras ella lanza un grito de placer y le aprieta con fuerza su cabeza para sentir más, lo máximo posible. Entonces Lucas comienza a lamer suavemente el clítoris de Ainoa. Ainoa siente como cada lametón la hace arde de placer, un placer demasiado fuerte e intenso que la va a hacer estallar de un momento a otro. No puede evitar parar de gemir y gemir mientras aprieta y tira del pelo de Lucas de mil formas distintas. El placer es cada vez más y más intenso, es como una bomba a punto de estallar. Entonces finalmente llega, Ainoa grita de placer durante el potentísimo orgasmo mientras se relaja y poco a poco deja de tirar del pelo a Lucas. Finalmente se queda en un estado de relajación extrema tumbada en el sofá, con una sonrisa de satisfacción y alivio inmensa y ligeramente adormilada. Ha sido un buen día y ahora dormirá mejor que nunca.  

Lucas observa la carita de Ainoa mientras ella se queda dormida y feliz, es tan mona. Acto seguido, le pone una manta encima para que duerma plácidamente y se tumba a su lado. Finalmente, ambos se quedan profundamente dormidos.  
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