En su counter con una llamada telefónica Laly sentada. Entro yo, que es la media hora de ambos, donde me acerco y meto detrás de su silla de oficina; me agacho en que le pongo mis manos atrevidas hasta traviesas, de ahí, acosadas. En qué me la manoseo desde las rodillas, sigo por las piernas que la siento suaves, sabrosas, divinas, esponjosas parecidas a los propios bizcochos en fin, avanzo en que me detengo en su regazo en que me muevo a su muslos en que logro meterlas debajo de las nalgas. Así, la beso en su cuello como en todos sus senos con toda la blusa y el saco del uniforme de administrativa puesta, palpo el olor natural y perfumado del cuerpo de mi Laly; en qué me pone su mano detrás de mi nuca y cabeza acariciándome. Al sonreírme, en que me besa la boca en que no me detengo para nada, que ando en mis travesuras sexuales y pervertidas; en que ahora me abre sus piernas en donde no lo pienso dos veces al meterle mi mano dentro de su falda azul oscura ajustada, ceñida y entallada del mismo uniforme de administrativa universitaria hoy día.

Llego a tocarle las ingle y su clítoris con todo y su hilo dental cachetero puesto. En qué me las ingenio tranquilamente al abrirle de un lado donde le roso y toco, igualmente pongo mis dedos atrevidamente en todo su clítoris, que le palpo claramente lo espeso de su vello púbico incluso; bajo adentrándome en su vagina que la tiene mojada, húmeda, inundada, chorreada, relajada, floja, candente, caliente, provocada, seducida, cautivada, deleitada, deseada, fascinada, excitada, etcétera mientras Laly sigue al teléfono. Qué se queda mirándome fija, directa, justa, inmóvil y detenidamente con sus propios ojos a mí y solamente a mí, que ando sobrepasándome con ella en frente sentada en su counter con una llamada telefónica y mucho más en nuestra media hora juntos como asolas.