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Categoría: Maduras

¡Ah, Flaquita!

¡Ah, flaquita!



 



Llegamos a su casa después de una fiesta. Me iba a quedar porque ya era bastante tarde y no me quería arriesgar a tomar un taxi a esas horas.



En realidad ya lo habíamos planeado, si la fiesta terminaba muy tarde me permitiría pasar la noche en su casa. Esperaba, sin embargo, que sucediera algo más que dormir, aunque durante charlas previas siempre me había rechazado. Por si acaso iba preparado, había comprado condones antes de llegar por ella.



Cuando entramos a su casa me pasó a la sala y me preguntó si no me importaba dormir allí. Le dije que no había problema, que me acomodaría bien donde ella me indicara.



- Entonces voy por algo para que te puedas dormir.



Mientras subió, me senté en la sala a descansar un poco. Pensé que lo planeado se iría al cuerno, en fin, ya me había rechazado varias veces.



Regresó a los pocos minutos con unas sábanas, una almohada y un cobertor, me los dio y volvió a su habitación.



Acomodé todo en el sofá disponiéndome a dormir, apagué la luz, quedando únicamente con la iluminación del pasillo y comencé a quitarme la ropa. Primero los zapatos y los calcetines, luego la camisa y la playera... pero cuando estaba a punto de quitarme los pantalones, apareció ella de nuevo, descalza y envuelta en una bata beige claro.



Se acercó y me preguntó que si así iba a dormir.



- Estaba a punto de quitarme el pantalón... ya sabes que no acostumbro dejarme la ropa para dormir.



- (Con una sonrisa pícara) ¿En serio? Está haciendo un poco de frío...



A decir verdad me sentí un poco incómodo, así que no hice movimiento alguno para quiarme lo que faltaba de ropa, pero ella dijop con cierta impaciencia:



- ¿No te vas a quitar el pantalón?



- Pues, sí pero me da pena hacerlo frente a ti.



- No hay de qué apenarse, ya he visto a un hombre sin ropa. No tiene nada de malo.



Notando sus intenciones, continué desvistiéndome, comprendí que esa era la oportunidad que había estado esperando. Al terminar entré al juego, estando frente a ella con una incipiente erección:



- Oye, ¿En serio duermes sólo con una playera?



- En serio, mira.



Se aflojó la bata y me dejó a la vista una larga playera de algodón. Me acerqué y le dije:



- Sí, pero no se nota si traes o no algo debajo de ella.



Levanté las manos dirigiéndolas hacia sus costados como para comprobar si traía sostén. Miré a sus senos y se delataban fácilmente sus pezones.



- Ok, pero vamos a ver más abajo.



Deslicé las manos por sus costados, pasé un poco más atrás los dedos para sentir sus nalguitas.



- Bueno, ahora ya lo creo... ¿pero a poco sólo yo voy a quedarme desnudo?



Ella me miró haciendo un leve gesto que parecía indicar "eso depende de ti", así que comencé a jalar su playera poco a poco hacia arriba. Alcancé a mirarle el abultado bello que coronaba el arco de sus piernas. Ella, casi sin que lo notara, se despojó de la bata.



Le seguí subiendo la playera y quedó ante mis ojos ese delgado cuerpo con señaladas curvas y un delicioso par de senos, aunque de poco tamaño. Su piel morena era definitivamente apetecible a pesar de que ya no era tan joven, sólo unos años mayor que yo.



Terminé de quitarle la playera y apareció completamente desnuda; admiré por un momento su cuerpo y terminé en sus ojos, llenos de fuego.



- Hace frío -dijo con voz sensual-



La abracé y mi erección, que era ya bastante notoria, se pegó a su bello púbico. Pasé una mano para su pecho y puede sentir el levantado pezón entre mis dedos. Acaricié su seno y ella apretaba mi miembro con su mano hacia su cuerpo. Nos besamos y la incandescencia de la pasión nos hizo olvidar el frío. Así estuvimos por un momento.



Ella se separó un poco y se puso en cuclillas quedando frente a mi erección. La tomó con una mano y la introdujo pausadamente en su boca. Yo la miraba morbosamente disfrutar de esa mamada.



Ocasionalmente la succionaba para luego acariciar son sus labios la punta. Eso me enloquecía.



La levanté y la senté en el brazo del sofá, abrís sus piernas y clavé dos desdos en su vagina para luego acercar mi boca y juguetearle el clítoris con la lengua. Ella gemía, pero aúna más cuando le introducía la lengua en la vagina acompañando los dedos que le había metido, y que entraban y salían rítmicamente.



Al principio se sujetaba de mi cabeza, pero después se dejó caer de espaldas sobre el sofá. A veces me separaba de ella para mirar cómo mis dedos entraban y salían de ella. Es algo que me fascina.



Ella ya tenía las piernas muy abiertas y se dejaba llevar por las sensaciones... me puse de pié sin sacar los dedos de su interior. Miré cómo se estrujaba los senos y luego metí un dedo más en su vagina. Mientras tanto, le acariciaba la pierna con el miembro y la cadera con la mano que me quedaba libre.



Le abrí la vagina lo más que pude con los tres dedos intentando meterle lo más que pudiera de la mano... pero ya no aguanté las ganas, me puse un condón y le saqué los dedos dejándosela ir hasta el fondo. Recarqué las manos en sus caderas y luego las subí lentamente hasta tener sus senos en mis manos, estrujándo y pellizcando sus endurecidos pezones.



En dado momento, reduje el ritmo de las embestidas, me salí un momento de ella y la volteé dejándola boca abajo, ella estaba algo cansada y se dejó hacer. pero al momento de voltearla y mirar su abrillantada vagina me introduje de inmediato en ella nuevamente.



Ella sólo gemía y gemía, y cada vez más fuerte, mi respiración se hacía más rápida... ¡y llegó el momento! . Me metí lo más posible en ella y con la mayor fuerza que pude. Ambos estábamos invadidos de placer, envueltos en la lujuria que en ese instante nos hizo tocar las puertas del cielo.



Descansamos un momento y nos recostamos juntos. La abracé y ella se acurrucó sobre mi brazo. Pero a pesar de la intensidad de la experiencia reciente mi pene reaccionó al contacto con sus firmes nalgas. Ella comenzaba a dormirse, así que discretamente me coloqué otro condón y poco a poco se lo fui metiendo. Su estatura me ayudó mucho porque al tener encojidas las piernas sólo me tuve que hacer para abajo un poco.



Cuando se la había metido toda, ella empezó a agitarse pero no se movió y nuevamente lubricó la vagina, y sus piernas cerradas propiciaron que las paredes de su vagina apretaran y excitaran aún más mi inflamado miembro. Poco a poco y suavemente me empecé a mover para entrar y salir. En poco tiempo ya estábamos repitiendo el orgasmo.



Ella se quedó profundamente dormida y no se dio cuenta de cuando se la saqué. Tiré el condón y también me rendí al sueño. Lo que sucedió a la mañana siguiente ya no corresponde a esta historia.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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