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Afectividad y sexualidad

~~Esta es la tercera parte de la serie en la que estoy contando sin reservas mi historia afectivo sexual, con el fin de distraer mis pensamientos y dejar de pensar en Víctor, un hombre que es mi tentación, aunque el mayor contacto ha sido un casto beso en la mejilla cuando nos vemos. Hoy vi a Víctor. Tengo que respirar un poco más hondo de lo normal para que no se me note mucho la emoción que siento y los sueños húmedos que he tenido con él durante las últimas noches. Hoy ante su sonrisa perfecta me surgió una duda: ¿será verdadera esa dentadura o será postiza, de esos dientes que se quitan y se ponen? Es que es demasiado linda.
 En caso de que así fuera, creo que lo más importante de la sonrisa no son los dientes sino la actitud del rostro y los labios. Bueno, es un consuelo ja ja ja.
 CAPÍTULO DOS. APRENDIENDO EL ARTE DE LA SEDUCCIÓN.
 Transcurría el segundo año en el que vivía fuera de mi casa. Tenía 25 años. Ferney se había casado y yo tenía todo mi cuerpo y mi sensualidad para mí sola, bueno con algunas excepciones que luego les contaré. Además que tenía aún muchos deseos por satisfacer. De tanto masturbarme ya tenía pereza, porque no quería más mis dedos ni imaginarme el calor, quería sentir a un hombre.
 Luis Emilio llegó a mi vida de una forma casual, mientras yo era secretaria de una persona relativamente famosa y él ofreció sus servicios como técnico de computadoras; también era filósofo y trabajaba como profesor en una universidad. Durante todo el tiempo que trabajé en aquella oficina me conformé apenas con verlo ir y venir con su maleta llena de quimeras informáticas. Siempre andaba bien vestido, con traje de paño y corbata. Yo lo veía como un ser hermoso, con un caminado perfecto, modales perfectos y cuerpo bien hecho, aunque no trabajado en gimnasio, sino natural, excepto por una pequeña barriguita de ejecutivo. No sé porqué la panza en los hombres se ve sensual.
 Un sábado atardeciendo, mientras yo divagaba por internet, encontré a Luis Emilio en un programa de mensajería instantánea. Estaba terminando su clase y se iba para la casa, pero los planes cambiaron. Yo le dije que mi computadora tenía problemas y que necesitaba su ayuda.
 Qué emoción siento al tener que recordar lúcidamente esto para poder escribirlo. Las letras en la pantalla diciendo “sí, voy a tu casa” se veían eróticas, lo aseguro. Puse un poco de orden en mi habitación a toda velocidad, perfume en la almohada, una florecita en el escritorio y me cambié la ropa interior a unos panti más chicos y un wonderbra y fui a esperarlo en el sitio convenido. Cuando nos encontramos no éramos el arregla cacharros y su cliente sino que parecía que fuéramos amigos de toda la vida. Compramos comida para llevar y una botella de ron. Llegamos a mi casa y yo me quedé mirándolo un momento, entre mis piernas mi vagina ronroneó como un gatito alegre pero no le dije nada y él tampoco. Fuimos muy buenos fingiendo naturalidad. Cenamos y después con dos vasitos con hielo para el ron llegamos a mi habitación. El se sentó frente a la pantalla y empezó a revisar y se dio cuenta de que todo estaba bien. Yo estaba sentada en mi cama, cerca de su silla. Seguimos tomando y hablando trivialidades, él abrió el reproductor de música y empezó a mirar las canciones que tenía en la computadora, y mientras sonaba puso las figuritas de colores que giran y giran… Yo apagué la luz para verlas mejor y la conversación disminuía. A este punto ya Luis Emilio se había dado cuenta de que todo había sido un truco para traerlo hasta mi casa, pero no se movía de su sitio. Yo empecé a ir al baño, salía y regresaba. Pero lo hacía porque mis intenciones eran al volver hacia mi puesto abrazarlo por detrás pero no me atrevía. En una de esas por fin lo hice, me quedé de pie detrás de él y lo abracé por los hombros mientras él seguía sentado. Luis Emilio siguió mirando a la pantalla como si nada y yo continué la conversación sobre cualquier cosa. Cuando fui a sentarme me dijo “no me sueltes” y yo obedecí entonces el puso sus brazos sobre los míos y seguimos mirando las luces que giraban en la pantalla como hipnotizados. Sólo nos movíamos para un sorbito de ron.
 Tengo borroso el momento en que empecé a depositar besitos en su oreja y en su cuello, lentamente, sólo con los labios y un pequeño chasquido, mientras él seguía acariciando mis brazos… (hay hombres que van directo a los senos cuando quieren seducir pero olvidan cuán erótica puede ser una caricia bien hecha en un codo o en una muñeca.) Me cansé de pie y me senté. La conversación cambió de tono y empezamos a hablar de nosotros mismos, de cómo nos conocimos, qué pensamos de cada uno y yo le dije que siempre me pareció un tipo apuesto pero que lo veía inalcanzable. Cada vez hablábamos más de cerca. Me preguntó “por qué inalcanzable” y yo le volví a decir “me pareces inalcanzable” y ¡por fin! Se acercó y nos besamos.
 Qué boca tan deliciosa tiene ese hombre y qué emoción la de dar un beso tan esperado, de sólo escribirlo ya me está palpitando el clítoris… Primero sólo con los labios, de esos besos románticos en los que uno estira un poco los labios de la pareja con los suyos propios para luego volverlos a juntar y poco a poco aparecieron las lenguas. Todo iba despacio, delicioso, como yo lo había soñado. Al rato me puse de pie y volví a abrazarlo por detrás mientras seguía sentado entonces él ya no llevó sus manos a mis brazos sino a mis caderas y piernas. Entre mis piernas parecía haber un pequeño corazón que palpitaba también pum pum.
 Salimos a la calle a comprar otra botella de ron y volvimos pronto.
 Cuando llegamos, Luis Emilio volvió a sentarse en la computadora, puso las figuritas a pantalla completa para girarse hacia mí y nos seguimos besando. Me dejó a mí el control de las caricias y repetía en mí lo que yo hacía en él, fui pasando un dedo por su cuello hasta encontrar una cadenita de oro que fui siguiendo con el dedo por su pecho mientras él con su dedo seguía el mismo recorrido en el mío, las caricias aumentaron a dos dedos, tres dedos, una mano, le acariciaba el rostro, el cabello, el torso, las piernas… y él hacía eco fenomenal de todo lo que yo hacía.
 Yo le solté los botones de la camisa y estaba emocionada de hacerlo como un niño con un juguete nuevo. Yo misma me fui acelerando al soltar su cinturón y abrir el pantalón. La timidez me subió de golpe y me senté en el suelo, mirándolo con los ojos asustados, mientras él estaba sentado en la cama, mirándome un poco burlón. Me dijo “quítate la camiseta”. Yo le dije: “quítamela tú” y estiré los brazos hacia él. Y de ahí no hubo vuelta atrás, es delicioso tener sexo con alguien que nos gusta tanto, que nos parece una persona atractiva e interesante, así se sentía maravilloso esa camiseta resbalándose por mi espalda, por mis brazos hacia fuera, me puse de pie y lo abracé y siguieron los besos en la boca, muchísimos besos y sus manos acariciando mi espalda, mis nalgas, mi cintura, parecía tocándome con brasas ardiendo, se fue recostando en la cama y yo quedé sobre él, ahí se me quitó la timidez y empecé a jugar con mis muslos sobre su palo, a frotarnos con desespero, saqué el preservativo de debajo de la almohada (¡chicas, siempre hay que tener un preservativo debajo de la almohada!) y esperé a que se lo pusiera, me encanta la posición del misionero así que me acosté y lo atrajé hacia mí.
 Sentir su penetración fue genial, de golpe, aunque me dolió un poco por el látex y el tiempo que llevaba sin hacerlo… el placer de sentirlo dentro se me empezó a regar por todo el torso… ahí pasó algo increíble: ¡Tengo borrado el recuerdo! Quizás porque estábamos muy borrachos, no recuerdo nada desde que me penetró hasta que lo vi quitarse el condón. Pienso que quizás por el alcohol y la exitación me subí a un estado de inconciencia que escapa a mi memoria. Supongo que mi rajita estaba feliz sintiendo como la acariciaba por dentro, tanto por ser Luis Emilio como por tener tanto tiempo sin disfrutar de un varón. No había más preservativos. Fue una lástima. Yo no sé si tuve orgasmo pero lo disfruté muchísimo. Después de vestirse, él tomó un taxi y se fue a su casa, donde su esposa lo estaría esperando. Al otro día cuando me desperté, empecé a reirme como una loca, feliz y traviesa por lo que había pasado. Yo sabía que él no iba con intenciones de cogerme, pero todo fue por mi culpa y yo estaba feliz por eso por haberlo seducido.
 Luis Emilio todavía me escribe o me pone mensajes al celular, me dice que piensa en mí y que me desea, pero yo sé que eso es solamente cuando está de pelea con su esposa.
 Me gustaría tener un orgasmo mientras me penetran, hasta ahora sólo lo he logrado de manera digital y hecho por mí misma, ja ja ja.
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Datos del Relato
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