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Categoría: Incestos

Adiós virginidad gracias a mamá

Carmen es una mujer de 45, bella de tez clara, ojos marrones claros, y cabello lacio muy largo, estatura baja, con algunos kilitos de más pero bien proporcionados, lo que le da un culo redondo, caderas anchas y grandes tetas. Es una madre dedicada, puesto que es soltera. Se vestía muy recatada y en su cuidado personal ni siquiera estaba considerado la depilación de las axilas.

Su hijo Iván es muy pegado a su madre al no tener a nadie más, compartían todos los momentos. Pero todo cambió cuando cumplió los 18 años durante las vacaciones de verano.

Ella inscribió a ambos en el gimnasio, para ir llevaba un top deportivo y leggins ajustados. Iván se quedó embobado al ver cómo botaban las grandes tetas de su madre en la corredora y por primera vez vio a su madre como una mujer de curvas colosales, de esas gorditas que provocan. Sus hormonas habían salido a flote. Esa noche tuvo su primera polución nocturna soñando con su madre manchando sus calzoncillos.

—¡Está más buena de lo que imaginaba! Y su vagina se ve rica –pensó su hijo.

A la mañana siguiente su madre procedió a lavar la ropa advirtiendo las manchas blancas. Tenía una abstinencia de 19 años y no pudo evitar oler las prendas de su hijo, sin saber que había sido el fruto de sus fantasías. Desde hacía meses veía a su hijo con otros ojos: Se había estirado y siendo más alto que ella y comenzó a sacar cuerpo.

—Tócame, Iván… estoy tan caliente por culpa de mi hijo… él piensa que soy sexy, me desea… es me pone caliente… —mientras se masturbaba frenéticamente.

En una semana irían a la playa. Su madre posó con el bañador de una pieza que tenía y pidió la opinión de su hijo. Estaba embobado con el enterizo muy pegado a su cuerpo, podía ver las pecas alrededor de sus tetas, el pequeño bulto de sus bellos púbicos que algunos salían de la prenda. Le pidió a su madre que se afeite ya que no se veía estético ir con sus piernas peludas.

Ella le pidió ayuda con máquina de afeitar. Su hijo empezó a verter la crema para afeitar en sus axilas y brazos Cuidadosamente quitó los pelos en las áreas superiores. Al tocar sus piernas y sentir el roce de la piel suave y de olor agradable de su madre hizo que tuviera una erección. Al ver esto Carmen aceleró su respiración, Iván no pudo resistirse a darle un beso en la boca. Su primer beso, muy caliente y húmedo.

Siguió quitando las tiras del traje deslizándolo hasta la altura de su vientre dejando ver sus grandes tetas de pezones rosados, los cuales tocó y besó tiernamente. Para Carmen sus labios aún poseían esa suavidad infantil y recordó cuando lactaba. Dándole mucho morbo y poniéndole los pezones duros. Para Iván la sensación era increíble: sus tetas eran grandes, suaves y firmes a la vez. Como acto reflejo se corrió a un lado la parte de abajo del bañador sobándose el chocho peludo. Para Iván su piel era suave y olía a gloria.

—Mamita, mami. ¡Qué ricas tetas tienes, quisiera que mi verguita estuviera entre ese par de melones que tienes! Mmm…

—¿Qué es lo que haces, insensato? Para hijo.

—Glub, glub… ¡No quiero! Mmm… slurp, slurp. –dijo Iván mientras bebía su coño, el cual se hacía más húmedo y caliente. Sonidos acuosos y gemidos se oían en la habitación— Sabes muy rico, mamá.

Su hijo se bajó el calzoncillo. Su madre estaba hipnotizada al ver el tamaño de su miembro lampiño que era aún mayor que el padre de este. “Y eso que aún está en desarrollo” –pensó Carmen.

—¡Oh! Iván… hijo… ¡Así, hijo!... ¡Cómele la conchita a tu madre!... ¡Qué rico! ¡Qué hermoso!

Esa lengua… ¡Qué rico mamas, hijito!... ¡Cómeme!... anda, ¡Soy tu hembra y tú mi macho!... ¡oh!, ¡uhh! ¡Vas a hacer que me venga y que te dé mis jugos! ¡Así papito, mío. ¡Cómete a mamiiii!

—Mmmm… mmm… slurp… slurp.

La abrió de piernas y la empezó a follar, jugando con sus tetas y colocando sus piernas en diferentes posiciones para obtener mayor placer.

—¡Mamita, tienes el coño más apretado que existe! ¡Está caliente y muy apretado! ¡Me encanta esta sensación!

—¡Me partes! ¡Me matas!... Pero me encanta

Luego su madre se sentó encima y lo empezó a montar.

—Tu verga es perfecta para que mami la cabalgue… ¡Eres mi semental!

—Así, mamá… sigue, así.

—Estoy en la gloria… ¡arrrgggg!... mmmm…

—¡Ohhhh, siiiiííí!

Estaba tan excitada que quiso lamer su polla. Cosa que había hecho. Pasó su lengua desde los huevos al tronco de su verga.

—Slurp… slurp… ¡Déjame mamarte, ahora yo!... slurp… Sabes delicioso… mmm… slurp…

—¡Así, mamita… mámame! ¡Sácame la lechita!... ¡Sácala y tómatela!... mmmm

—Mmmmm….

—Me vengo mamá. ¡Bébela!

—Mmm… mmm… Tu leche está deliciosa, papito. ¡Me encantaría poder beberla todo el tiempo!… mmm…

—¡Oh… siií! ¡Me los sacaste. Me vine en tu caliente y suave boca, mami. –mientras se corría lanzando tres poderosos chorros.

Aún tratando de recuperar la respiración y algo confusa por lo ocurrido.

—¡Qué hice! ¡Forniqué con mi hijo! Lo seduje, perdón… ¡No fue mi intención!... sniff, sniff… sniff.

Se dirigió a la ducha a limpiarse su cuerpo y restregándolo fuerte queriendo limpiar su alma. Queriendo ahogarse en la tina. Pero su hijo como presintiendo lo peor fue rápidamente al baño totalmente desnudo como estaba, tiró la puerta y rescató a su madre. Su madre en lugar de agradecerle lo empujó y se colocó una toalla alrededor de su cuerpo desnudo.

—¿Qué crees que haces, jovencito? Mostrarte desnudo frente a tu madre. ¡Largo de aquí, Satanás incestuoso!

Luego del susto, su hijo la secó, pero no puedo evitar besar su cuerpo que olía rico más el baño.

—¡Ohhh!.. Dame fuerza para negarme… mmm… ¡quítate!... ¡no!... ¡Esto está mal!... Entiende un hijo no lame el coño de su madre… arrgg… ¡no! ¡nooo!... ¡No pares, macho! ¡Sigue así! ¡Lame el coño de tu puta!... ¡Anda! ¡Demuéstrame que vale la pena la condena! ¡Hazme sentir deseada! ¡Cómeme toda, papito!

—Slurp… slurp.

Carmen se colocó en patas en el piso del baño:

—¡Asiiiíí! ¡Párteme como lo hiciste anoche, papito! –Su coño era estrecho para la verga de su hijo- ¡Párteme!... Te siento en mis intestinos, papito vergudo.

—¡ohhh! ¡mmmm!... ¡Así mi amor! ¡Sácame toda la lechita!

Sintiendo que iba a correrse, la colocó boca arriba y le hizo una cubana en su seno.

—Ahora te voy a coger las tetas ¡Son mías ahora!

—¡Sí, papito!… ¡hazlo!

—¡Ten mi lechita! ¡Es tuyaaaa! ¡arrrggg!... ¡Siiiiííí!...

—¡Dámela mi rey! ¡Eso es cariño! ¡Córrete dentro de tu mami! Deja salir toda tu leche en mi coño.

—¡Ohhh!

—¡Déjame que la beba mi papito!... mmmm… ¡rica!

—Ahora te la meteré de nuevo por el lugar de donde un día salí. –Sobando su coño peludo sobre su clítoris.

—¡Así, papito!... ¡Ya te siento dentro de mí!... ¡Sí!... ¡Así, hijito, así!...

—¡Ohhh!... Ten mi semilla… ¡Mi leche es tuya para siempre!... ¡Ufff!

Carmen se dijo: “¡Qué más da! ¡Al fin tengo lo que siempre he deseado! ¡Haré de él mi amante, el hombre perfecto y yo me haré su putita, seré su mujer y haré que solo desee estar conmigo.” Luego le dijo:

—No me importa lo que diga la gente: ¡Soy tu mujer y tu eres mi hombre!... Mejor dicho, soy tu putita caliente y tú eres mi macho. ¡Tu serás el único hombre en mi vida!

Casi me matas de placer. Por eso dejaré que me lo hagas siempre que quieras, si eso te excita. Y como me has dado tu virginidad yo también quiero darte algo virgen mío.

—Mamá, ¿te refieres a tu… culo?

Se dice que un hilo plateado une a madre e hijos que los une de por vida.

Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
  • Media: 6
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