"Actrices Desnudas en el Agua"
Aquí continuamos con el relato de Donna, La Sirena Atrapada....
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Tanto el pirata como mi buen dueño se quedaron muy conmovidos al verme entrar desnuda en la piscina ante a sus sillones acolchados, que por uno yo era una concubina alta e insolitamente dotada en cosa de curvas y carnes; y por dos, mi "juego" desnudo con las horas que venir les prometía de verse muy muy rico.
Ese "juego" desnudo con las horas que venir constaba mi parte del plan para liberarme de las garras del pirata, ¿ve usted?, que ese malévolo y mi dueño estaban jugando de dados muy serios - conmigo y todos los seres de dos harénes a juego - y mi parte era distraer al pirata con fascinante juego desnudo durante cuántas horas que los dados volaran.
La hora era las tres de la tarde, y tres veces conmovido era mi buen dueño ese día al verme entrar desnuda en la piscina, que era un hecho incontrovertible que él me amaba con toda su corazón, y yo a él igualmente, pero los dos sabíamos de malas que si los dados no salieran dichosos para nosotros ese día, que yo estaría paseando los treinta años en frente con entrándome desnuda en la piscina de vadear del vil pirata, mis nalgas y piernas muy amoratadas y débiles con los inescapables pinchazos sadísticos que ese me pondría por instantes.
-¡Ahhh...!, Pero qué rica ver da la jamona que me has vendido, señor,- a mi dueño le gruñó el pirata al verme entrar en la piscina, -...y qué limpias son sus nalgas,...-
En aquél momento yo estaba temblando con terror. No obstante que yo había entendido durante semanas que ese criminal ya llevara título legítimo tanto de mí cuerpo "limpio" como de toda mi energía de futuro esclavar, eso no obstante me caía en aquél momento indescribiblemente horrible que él estaba ojeándome de cerca ya por la primera vez. (Por favor no me pregunte cómo fuera posible eso, ¿sí? ¡Usted ya lo sabrá!)
-¡La pelota!- llamó mi dueño.
Con eso, una esclava entró aterrada en escena llevando un balón de playa, lo que echó en el agua sin saludarme ni mirarme, y se fue con prisa.
-¡Búscalo, gorda!- me mandó el pirata. -Tu dueño me dice que tu juego es de ver. ¡Pues vámonos! ¡Déjame ver el mover de tu trasero grande!-
-¡No, pendejo!- es lo que yo estaba pensando, que la piscina todavía faltaba a unas otras.
Era que, por más distraedor sería mi juego individual por el pirata mientras jugara de dados, eso no serviría con el plan de liberarme. Por cierto que tras unos minutos de verme tan bonita y a solas en el agua el pirata se vería muy cachondo para mí - tanto que llamaría un fín de los dados, y de todo, salvo por llevarme a su sillón y cubrirme allí angustiada, o tal vez para tomarme en el agua mismo donde por poco me ahogaría por bruto y descuido. Y claro, a cada instante que se rompiera el ritmo del plan, él me llevaría a su helicóptero en seguida, y despues a su harén, donde me pondría no ya a su bicho desgarrado sino también a unas mil y tantas tormentas inaguantables.
No. Para dar los dados su oportunidad de liberarme era necesario que otras se reunieran desnudas conmiga con el juego acuático, así para presentarle al pirata una revista variada y encantador - y distraedor - durante horas. Por eso - que lo supieran que no lo supieran - esperaban parradas al lado del sillón de mi dueño todas de sus concubinas (y las dos dancistas que él ya había ganado del pirata), ellas formando con sus cincuenta cuerpos desnudos una ala larga al lado izquierdo del sillón de mi amado macho. Ellas, mantenidas allí por una guardia de detras de ayas y esclavas llevando varillas peligrosas, esperaban aterradas que yo las escogería a brincar en la piscina conmiga ante al pirata.
Ese, por su lado, tenía solo tres desnudas paradas en su ala, una desigualidad que a él no le molestaba nada, porque con los dados en frente ese pensaba captar la mayoría del harén de mi dueño. El pirata ya supo de cuánto mi dueño me amaba, e intentaba a usar tal emoción para llevar a mi dueño a hacer estupideces de riesgo, hasta que el criminal saliera de allí no ya conmiga sino nececitando que su enorme helicóptero regresara muchas veces para cobrar a todas las otras que pensaba a ganar - treinta o más de las concubinas, gran parte de las ayas, esclavas (muchas - cuántas no le importaba), y en especial, y volando con él mismo y conmigo con la primera vuelta de salida - nuestras instrúctrices de bailar (el equipo entero, nada menos, deseaba el pirata), y los jardines de mi dueño machacados y despojados en busca de varillas cortantísimas por el uso de las instrúctrices contra nuestros pobres cuerpos desnudos!
-¡Búscale la pelota!- dijo el pirata a una de las concubinas parradas a su lado, a la vez dándole bravamente con palmazo al trasero ya desnudo, ya muy acardenalada.
-¡Ay!- yo pensaba, -Ya temprano la cosa se va fuera de control! -
Pero mi dueño tomó riendas de la situación, dándole gracias a la pobre mujer y diciéndole que ya breve ella tendría su torno en el agua, pero por de pronto más valía que me diera el balón y regresase a su macho.
-La magnífica y sus amigas quieren mostrarte cuán sabio soy,- le dijo al pirata. ¡Mira la comedia que van a poner en el agua para mostrarte de mi sabiduría!-
-La "magnífica,- repitió el pirata, ojeándome. -Es verdad lo que prometió la flaca,- se celebró, -"¡Qué rico el césar que tenga una magnífica tal como esa...-
-... tal como esa en su colecta de pilla mundial.- mi dueño le compartió al refrán.
En todo el mundo eran solo dos mil personas y tantas que conocían de tal refran, pero solo mi buen dueño ya sabía su mero verdad. ¡El era mi césar; yo era su pilla, acuerdo que me daba gustos incontables! Ya, su preocupación estupificante era que si el plan para liberarme no tuviera éxito ese día mismo, ese día mismo sería el último que él pudiese hacerse de "césar" conmiga - su muy amada "magnífica" - ni con mandándome a la piscina por deleitarle con mi juego desnudo ni que me pongara en su cama por amarlo con todo cosquillo de mi "pudenda grande" y con toda fibra de mi corazón eterno.
El original de "un césar" y de "la flaca" refería de lo que cierta mujer flaca y celosa había gritado al verme muy muy pingue en mi vida libre tras engatusarme a jugar desnuda en una piscina particular suya. Era su plan a grabarme sigilosamente en cintavideo por el agrado de los ojos de ciertos harenistas que podían prisionarme muy lejos del esposo de ella.
Muchas eran las veces que yo he tenido que ver la película resultante, eso muy a menudo mientras me estaba sentadita desnuda para entre las otras cincuenta desnudas concubinas de mi buen dueño. La cámara sigilosa pasa muchos minutos celebrando mis senos insólitos, mi forma general ya enteramente desnuda de pies a cabeza al la piscina bosquera y solitaria, mis caderas, las nalgas, el bariguete, la pudenda (atusada muy a la moda de nosotras mujeres jovenes del club yatero), mis piernas y hombros y brazos, mi cara, mi cabellera, e incluso mis manos, mis tobillos, mis pies, mi sonrisa guardada, mis ojos de joven mujer adulta, ojos siempre listas ese día para que machos no-invitados nos atacara a cada instante. No había ningun pelito de mis partes más particulares que el fotógrafo fallara a cataloguear en la cinta, ni ningun trémolo de mis pingues desnudas nalgas e otras carnes contíguos. Y cuando mi anfitriona flaca y celosa afirma desde la piscina en voz muy alta cuán "¡rico!" sería el "¡césar!" que tuviera cautiva a una tal como a mí en su "¡colecta!" de desnuda "¡pilla!", todos que miran a la película se ríen de mi al ver mi cara confundida. Se ve que yo, ya desnuda de mala gana en ese bosque y sin saber que me grabaran, estaba obviamente pensando, -¿Yo, como "pilla Romana"? ...¡Pero qué pulla inapropiada!...-
¡La verdad, en aquél momento yo no podía imaginar por qué la flaca querría injuriarme con voceando tales palabras lujuriantes e inapropiadas, que yo era su huesped honrosa esa tarde y digna de su respeto no obstante que ella me tenía desnuda y muy incómoda en su bosque particular! ¡De hecho, tanto más (¡más!) era el respeto que me debía *porque* yo me había desnudado a su engatusamiento, y *porque* ella me había puesto tan incomoda con insistirme despues de que me desnudé por completo que sus jardineros machos nos espiaran de cerca desde la maleza!
-(...¿Y por qué grita ella?...),- con claridad me ven pensando, -(¡Aquí no somos sordas!)-
Siempre socorridas, las esclavas se dedicaron a explicarme del todo.
-Ella gritaba porque deseaba que los harenistas la oyeran con claridad cuando viesen a la película que ella grababa de tí, Magnífica- me explicaron mientras me acepillaban y retocaban de los (¡cosquillosos!) pelitos del ingle de una tarde. -Ella deseaba que un harenista te cerrara en un harén para que tú no le robase de su esposo.-
-¡Pues gracias por aclararme de eso!- les dije, dándoles a cual tanto un beso como un cosquillo de amistad.
-¿Creen ustedes que el pirata me va a comprar de nuestro dueño?- les pregunté.
-Sí, Magnífica,- me respusieron, -Y nuestro dueño no le puede decir que no, que el pirata es muy asesino y puede matar a todos de aquí si se ponga muy enojado.-
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Son nueve los harenistas que recibieron un ejemplar de aquella película (un ejemplar de los cuales se cayó en manos del asesino de pirata ya venido para cobrarme, pero yo no deseo repetirle en este momento cómo sucedió eso) de modo que en este mundo hay diez dueños y sus harénes enteras - concubinas, instrúctrices de bailar, ayas, esclavas, hermanos e hijos y amigos de los dueños, etcetera - cosa de dos mil personas que digamos - que han visto la película de mí, y han reido de mí, y estan de puro acuerdo de que un césar romano se hubiera veido muy muy rico con teniéndo a una tal como a mí de cautiva en su desnuda colecta de pilla mundial. Eso no porque soy graduada de universidad con letras en La Historia del Mundo y La Historia de los Artes, ni tampoco porque soy adulta y cuerda hija de muy buena familia y pueda dar un amor sin cuenta a un macho digno de ello, ¡sino solo porque doy buen ver - muy, muy buen ver - con riéndome y jugando desnuda en una estúpida piscina de vadear!
(...Lo que es tanto más muy estúpido porque a mí *no me laten* las piscinas de vadear. ¡Son para niños! ¡Es que, para conmigo - yo que soy mujer adulta y digna de pasatiempos más sofisticados - las piscinas de vadear no me son sino pueriles!)
¿La altura de mi problema de ser una "magnífica nacida por la piscina desnuda"? Considere esto: Usando el termino "esclava" en su sentido "global" - que por más desnuda sea yo era "concubina" de mi dueño y no una esclava "baja" - la instructríz mayor de bailar se oyó decir en un momento no aguardado que yo había de ser una de las cien más venustas esclavas "nunca," ... que es decir, desde la primera concubina cautiva puso pie desnuda en el agua con intento de aliviar el aburido de un dueño ausente y pocos juguetes en su jaula.
¡Tiene razón, la instructríz? Quién sabe, pero es verdad que ella visita docenas de harenes primorosos y de ahí ve a muchas "esclavas" y escucha las opiniones de todo un red de otras instrúctrices.
De todos modos, la pobre mujer que me buscó la pelota se había regresado al lado - y a la mano tormentoso - de su posesor, el pirata; y mi dueño me había mandado a escoger a tres amigas para asistirme con el primer comedia en el agua.
-¡Tú, María; Tú, Elena; Tú, Sofía!- llamé, y de mala gana esas tres entraron desnudas y aterradas en el agua conmigo.
El "comedia" que hacemos es muy sencillo; yo y siete u ocho de mis mayor amigas del harén lo hemos presentado por la risa de mi buen dueño docenas de veces, y yo siempre la lider y la protagonista en el agua.
Las más veces, el dueño habrá dicho a las esclavas que le dijeran cuando pase que a mi me encuentren de estar de mal humor en el Gran Salón de Desnudas. Yo, siéndome un ser humana, y cautiva, y siempre desnuda y aburrida como dibujaron los romanescos, y por cualquiera razon no este en las brazos del dueño que ya está con otras en sus aposentos - hay momentos cuando, sí, estoy andando de mal humor bajos sus balcones.
Habrá actividad de esclavas, y el sillón de él se asomará a la verja de la piscina.
-Magnífica,- me llamará el dueño, -pareces un poca chifladita.-
-Sí mi amor estoy muy chiflada porque...-
-No me expliques, No me expliques...- dice él, su mano haciéndo señal que me callara, -Sino yo sé toda la manera de mejorar la disposición de una concubina, ¿sí? ¡Ponte en el agua! Busca a tres amigas y jueguen con el balón de playa en el agua, ¡y dentro de diez minutos estarás muy contenta de verdad!
No,... porque a tal momento yo estoy de verdad chiflada con algo y la última cosa que yo no quiero hacer es jugar - desnuda - en una estúpida piscina de vadear con tres mujeres a quienes es facil que es contra a ellas mismas que estoy irritada desde el principio!
-¿Crees que sí, mi amor?- le miento. Por más chiflada yo sea no me atrevo discutirle a mi dueño.
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Y ahora estamos en la piscina y comenzando con nuestro comedia desnudo, el pirata ya enterado de la drama sencilla y siguiendo con los ojos clavados en las muchas partes particulares de mi cuerpo muy desnudo.
Hay dos actos de cinco minutos, aponteados por un momento rico, - el momento clave - un momento muchas veces cómico.
Con el primer acto, entramos desnudas y obedientes en la piscna y buscamos a la pelota, la cual echamos la una a las otras, las cuatro ya formando un circulo que roda poco a poco para que el veedor puede degustarse de todos lados del los cuatro cuerpos desnudos. Actrices, usamos caras de irritadas y sonrisas y risitas obviamente falsas para hacer claro al veedor que no deseamos estar jugando - desnudas - en la piscina, sino que tenemos otras cosas más importantes o más dignificados por hacer y que estamos allí de mala gana y solo por obedencia al dueño.
Despues de dos o tres minutos de juego falso y desultorio, nos "encontramos" acalentando al juego (¡es la magia de la piscina!), y nuestros desnudos brincos van un poco más energéticos, las sonrisas más sinceras, nuestra risa viniendo ya de veces "verdadero."
Entonces, a eso de cinco o seis minutos entrados en el comédia se sucede el momento clave: yo hago algo zurdo o estúpido - tal vez, con corvándome y estrechandome mucho por coger una pelota mal tirado, y casí perdiendome el equilíbrio, echo "sin querer" un gruñido poca femenina de empeño - haciéndo que las otras se ríen nerviosamente (y "verdaderamente") de mí. Y sin querer, yo estoy riéndome verdadero un poco también ...
Usted puede imaginarse del tercer acto. "El dueño había tenido razón;" las desnudas concubinas estamos jugando y riéndonos de verdad en la piscina, mi mal genio de hace ocho minutos ya "olvidado" y remplazado por "contento sincero." ¡Qué dulce es la música que hacemos con nuestra risa "verdadera!" ¡Y qué retrato estupendo hacemos con nuestro desnudo juego sincero y bonito, las nalgas bombando y tremolando, los senos bailando, los pezones erguidos por puro contento (o por pinchazos que una actríz se dará para lograr tal efecto)!
Salimos de la piscina "ya revivificadas," nuestro mal humor o ennuí ya convertido en contento - de nuevo estamos quietamente alegres de estar vivas, alegres de estar para entre amigas, y listas para aguantar con buen humor nuestro desnudo cautivario y las horas aburridas bajo los balcones de nuestro muy sabio dueño.
Es un comedia. Claro que en realidad salgo de la piscina todavía irritada con la misma queja que tenía cuando me la entré. Es más, ¡estoy ya enojada a mi dueño por ponerme al comedia ahumillante! Pero por supuesto no me atrevo mostrarme nada sino contenta. Tras la comedia yo tengo que pasar desnuda por el Gran Salón como si fuera a la paz con mi vida y la velada y las otras desnudas, que si no, el dueño puede ponerme a repetir el comedia, que es hastiosa y costa energía.
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-¡Otra vez!- gritó el pirata, ya encantado al vernos concluir el primer comedia. -¡Otra!- entonces dijo a mi dueño, -La peliroja que brincó con la Magnífica... apuesto a las dos que tengo sobre el sillón conmigo contra esa peliroja tuya que yo puedo lograr un siete con solo cuatro echadas de los dados!
-Sino con tres y trato hecho.- dijo mi dueño.
En aquel momento yo vi veinte cañas nuevas aparecerse en la cabellera roja de mi buen amiga.
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A continuar....
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