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Cierto día, mi prima me invitó a una fiesta en su casa. Era momento idóneo para ir a verla, tomando en cuenta que hace buen rato no la visitaba. Cuando llegue no pude creer cómo estaba vestida. Un sweater color azul muy lindo llevaba, y su cabello muy bien peinado. Pero no era eso lo que realmente me llamaba la atención, sino la minifalda sexy que llevaba, y unas botas muy lindas color negro, que le llegaban hasta debajo de la rodilla. Llegue como dos horas antes del resto, así que nos pusimos a ver televisión mientras conversábamos para hacer tiempo.
Ya durante la fiesta, noté que los demás estaban también pendientes de ella y aprovechaban cualquier momento para mirarle sus piernas.
Ella se sonreía y hasta reía al ver que alguien la miraba: sin duda sabía lo que estaba causando vestida de esa manera. Es más, cuando notó que yo la estaba mirando, me sonrió y con sus manos empezó a hacerse círculos en sus hermosas rodillas. Frecuentemente durante la fiesta mientras estuvo sentada, con sus manos se acariciaba los muslos y las rodillas suavemente, y también se acarició un poco sus botas negras. Había familiares y amigos, y de algunos escuché decir cosas como que si no fuesen sus familiares con gusto se le tirarían encima.
Durante la comida yo estuve justo sentado a su lado. En un momento deje caer algo de la mesa a propósito y cuando lo recogí aproveche de mirarle las piernas, que en ese momento las tenía cruzadas. Antes de pararme sin querer, le di un toque a su rodilla derecha que no duro más de un segundo. Tras volver a sentarme percibí que una pequeña sonrisa se había dibujado en el rostro de ella.
De pie o sentada, en todo momento ella fue el centro de atención. Y es que sus bonitas piernas eran difíciles de ignorar, más aun con esa minifalda y esas botas hermosas. Algunos le tomaban fotos a escondidas, familiares incluidos. Y todos los primos nos tomamos fotos juntos, y yo esas fotos las guardaría para poder mirarle sin problemas las piernas.
Ella me había invitado a quedarme a dormir aquella noche, como en varias otras ocasiones. De todos sus primos era yo quien más compartía con ella, a tal punto de que parecíamos más hermanos que primos. Una vez que todos se habían ido, nos sentamos en el sillón. Ella se cruzó de piernas y me sonrió al ver que yo se las estaba mirando. Y de repente, a modo de broma, le dije que se las quería acariciar... Y ella me dijo que lo hiciera.
Con mucha suavidad y lentitud, puse mi mano izquierda en su rodilla derecha, y empecé a realizarla hacia arriba, llegando a sus muslos y hacia abajo, llegando a sus botas negras. Ella sonreía mirando mis manos, y me sonreía mirándome a mí, y más sonreía cuando sentía mis manos en sus rodillas. Pude sentir a fondo la sensualidad, y la suavidad de sus piernas hermosas. Paré en un momento. Pero ella tomó mi mano y la colocó de nuevo sobre su pierna. Quería que siguiera haciéndolo.
Mientras pasaba ahora mis dos manos por sus piernas y por sus lindas botas, notaba como ella se miraba sus piernitas, miraba mis manos y me miraba a mí con su hermosa sonrisa. Su sonrisa aumentaba cuando le hacía circulitos en sus rodillas y en sus sensuales botas. Tras aquel candente momento, nos pusimos a ver una película en la televisión.
Conozco mucho a mi prima, y entre otras cosas, sé que tiene una fobia inmensa a las arañas. Justo en esos momentos, una araña de tamaño mediano se había subido al sillón, escalando por las botas de Valeria, mi prima. Llegó a sus rodillas, momento en el que ella y yo nos enteramos de que estaba allí. Ella se quedó mirándola delirando, y yo con la mano la saqué lejos de ahí. Mas su delirio continuó y terminó por desmayarse en el sillón. Apague el televisor.
Me puse a contemplarla. Su bello rostro ahora durmiente, su sweater, su minifalda, sus piernas, sus botas... Estaba completamente desmayada, no tenía duda. Con mi celular le tomé varias fotos así, porque simplemente se veía bellísima. La cargue en mis brazos... Fue hermoso aquel momento. Y la llevé a su habitación.
Ahí aproveche para seguir acariciando sus piernas hermosas. Pero estando desmayada aproveche para hacer otras cosas. Puse la cámara de mi teléfono en modo temporizador, cargué a mi prima en mis brazos. Me tomé varias fotos con Valeria desmayadita en mis brazos. Comencé así una sesión de fotos con ella. Fotos donde le acariciaba las piernas y las botas, fotos donde le besaba sus rodillas... También le tome varias fotos durmiendo. Se veía bastante hermosa.
Y asimismo, también algunos vídeos. Grabé uno en donde la dejaba caer sobre la cama... Otro en donde acariciaba su rostro y sus hermosas piernas... Otro en donde la cargaba en mis brazos... Y otro en donde le saca y le colocaba sus botas... Cuando despertó no supo que había pasado, aunque si sabía que se había desplomado. Finalmente yo me fui a dormir al sofá y ella se quedó en su habitación.
A la mañana siguiente salió de su habitación... Ya no estaba luciendo sus suavecitas piernas con esa minifalda y esas botas negras, se había cambiado el sweater y se había colocado pantalón. Luego del desayuno, me atreví a mostrarle las fotos que le tome y los vídeos que grabé.
Pensé que iba a enojarse viendo todo ese material, pero ella se rio con todo eso. No me dijo nada sobre borrar todas esas fotos y vídeos (y tampoco lo iba a hacer de todos modos). Conversando, me contó que se había vestido así con la intención de lucir sexy, de romper un poco con la monotonía. Y vaya que lo logró con creces. Me dijo que le gustaron mucho mis caricias en sus piernas, además de que se reía viendo como los demás la miraban.
Pasada una semana, me invitó a su casa. Valeria me sorprendió otra vez, vistiendo casi igual que la fiesta pasada... Esas sensuales botas negras y minifalda de mezclilla azul. Ambos nos sentamos en el sofá.
Ahí me dijo que se sentía muy relajada cuando la estuve acariciando, y que no tenía problema si le masajeaba sus piernas de nuevo. Además me contó que sabía de mi gusto por sus piernas y por su combinación minifalda/botas. O sea que ahora tenía todo su permiso para acariciarle sus piernitas.
Colocó una película en la TV. Mientras la miraba, yo también lo hacía, con una mano en su rodilla derecha, haciéndole círculos. Las piernas de Valeria son tan sensuales... Tan suavecitas, tan tiernas... Y esas botas las hacen más sensuales todavía. De vez en cuando dejaba de ver por unos segundos la peli para ver como sus piernas eran masajeadas. Al terminar la película, sentí deseos de ir al baño.
Todas las fotos y vídeos que tomé de Valeria desmayada ya las guarde en mi PC, así que las había borrado de mi celular. Por algún motivo, me dieron ganas de hacer que se desmayara de nuevo. Pero no tenía cómo hacer eso. No había arañas a la vista... No había cloroformo. Y no me imaginaba desmayándola con un golpe. No pasaría nada más que de eso, una fantasía, fantasía que había nacido luego de que se desmayara viendo aquella araña.
Rato después, ambos estábamos otra vez en el sofá. Esta vez era ella quien se estaba sobando sus piernitas... Sus manos se deslizaban por sus muslos, rodillas y botas de una manera tan sensual y elegante. Parecía que había adquirido la costumbre de tocarse las piernas cada vez que hablaba con alguien. Aquella noche antes de irme me dijo que volviese la semana siguiente.
Sin saberlo ella, estaba yo planeando desmayarla. Quería tener a Valeria desplomadita en mis brazos de nuevo. Fue una sensación muy hermosa el sujetar su cabeza con mi mano izquierda y sus piernas con la derecha. Estaba imaginando en mi mente en cómo hacerlo. La imaginaba siendo dormida con un pañuelo con cloroformo. Descarté aquello, al igual que desmayarla con un golpe, no puedo hacerle eso. Me di a la tarea de buscar una araña y guardarla en un frasco. Tenía una semana para hacerlo. Un par de días antes de mi siguiente junta con ella encontré una tarántula cerca de mi casa. Con cuidado, la guarde en un frasco, con algunos pequeñitos agujeros para que no muriese por falta de aire.
Llego ese día, de nuevo estaba en su casa por la tarde. Valeria otra vez me estaba deleitando con sus piernas y su sensual minifalda y unas botas ahora cafés. Se estaba acostumbrando a mostrarme las piernas, y acostumbrándose a que fuesen acariciadas por mí. En el sofá platicábamos de cualquier cosa, mientras Valeria me miraba manoseándose sus botas con suma lentitud.
Como las otras veces, cenamos ahí en la cocina, para luego regresar a la sala de estar. Había una alfombra al lado de sofá, que no estaba ahí las otras veces. Decidí que había llegado el momento. Le dije que cerrara sus ojos y contara hasta veinte.
Me apure a sacar la araña del frasco, lo más rápido que pude. Había traído una cámara distinta y mejor que la de mi celular, que estaba grabando. 'Ya, abre los ojos, le dije'. Lo primero que vio fue la araña gigante. Soltó una risa y de inmediato se desplomó, cayendo sobre la alfombra y quedando tendida. La acomodé y contemplé cómo su rostro había quedado con una tierna sonrisa. Valeria sencillamente se veía muy hermosa con sus ojos cerrados y con esa sonrisita. Estuve acariciando su rostro un poco, antes de llevármela a su habitación.
Para mal mío, ella despertó antes de lo pensado. Y me dijo que no le había gustado lo que había hecho con ella. Entonces, le pedí que me dejara hacerlo más adelante si a cambio yo le había algún favor. Y le insistí diciéndole que nada le iba a pasar estando inconsciente. Finalmente, ella me contó que los exámenes de inglés no se le dan muy bien y que si yo la ayudaba, me permitiría hacerlo. Los días siguientes le ayudé en todo lo que pude, y consiguió buena calificación.
Entonces, a la semana siguiente fui a su casa otra vez. Iba a tenerla desmayada en mis brazos otra vez, pero ahora con su consentimiento. Y al final la cosa fue mucho más que eso.
Ella parecía decidida a provocarme. Ahora su minifalda y sus botas eran más lindas que nunca. El impulso me ganó y le di una fuerte palmada en el trasero, ella se río y me empujó al sofá, y se sentó encima de mí de manera lateral. Me dijo al oído que sus piernas necesitaban ser acariciadas. Hermosa se veía su sonrisa mientras le hacía círculos en sus rodillas y manoseaba sus botas y sus muslos. Sin habérselo preguntado, me puse a besar sus botas, ocasionando que ella se riera al ver eso. Su cabello estaba muy bien peinado y se veía sexy además con esa blusa roja.
Luego de largos minutos disfrutando de sus piernas tan suaves como el algodón, le dije que venía a buscar lo que me prometió. Ella tenía aun sus dudas. No había traído una araña conmigo, y no parecía haber alguna por allí. No había cloroformo. Y tampoco me atrevía a golpearla para dejarla inconsciente. Así que fingió desmayarse, se sentó en el sillón de piernas cruzadas y cerró sus ojos. Sonrió de una manera cuando la cargué en mis brazos y empecé a caminar con ella. Una vez en la cama, notaba con satisfacción que su sonrisa aumentaba cuando le ponía mis manos en sus rodillas o en sus muslos.
La di vuelta para masajear la parte de atrás de sus piernecitas. Estaba, entre caricia y caricia, tomándole fotos con la cámara. La volteé de nuevo, y me puse a masajear su rostro. Estaba haciendo a la perfección su papel de desmayada, pues aunque sonreía, no abría los ojos en ningún momento. Le decía varias cosas para complacer mi fetiche... "Valeria, desmáyate en mis brazos...", " con esa minifalda y esas botas calientas a cualquiera", y hasta me atreví a decirle "Como quisiera golpearte para que te desmaye y cargarte en mis brazos". Ella reía al escuchar esas cosas.
El momento clímax estaba por llegar. Pensé en darle un beso, sólo para ver como reaccionaria. Me atreví a hacerlo. La levante, le dije que abriese los ojos. La agarre fuertemente y acercando su cabeza, le di un fuerte beso en su boca. Ella me miraba asombrada, lo notaba por la expresión de su mirada. Pocos segundos después se desmayó cayendo sobre la cama.
Me había dado cuenta de lo fácil que era desmayar a Valeria. Pese a eso, opté por no desmayarla más a punta de besos, sino con arañas. Así, con el paso del tiempo, aún seguíamos disfrutando de aquel placer. Y hasta parecía que le gustaba estar desplomada en mis brazos...
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