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Categoría: Confesiones

¿Abusadoras…?

La típica fantasía ésa de hombres que sueñan ser violados por mujeres, en mí, se dio en mi primer debut sexual.

Ya hacía algún tiempo que salía solo en las noches aunque cuidándome y no volviendo muy tarde a casa, pero sin tener además, esa libertad de andar de putas o buscar furtivas maneras de contactarme lujuriosamente con mujeres. Era, digamos, un chico recatadamente formalito, seriecito, buenito digamos.

Pero las efervescencias eróticas iban timbrando en mis naturales sentires, y esas volcánicas pasiones que en mis lujuriosos deseos me llevaban a desear sólo a mujeres como deseo sexual a satisfacer, me iban chiflando cada vez más y más fuerte para dejar de ser de una buena vez un pajarraco que no iba más allá de lo que solía ir, y decidí entonces... ahondar en mis incursiones nocturnales, en busca de amorosas aventuras amatorias.

Debo aclarar que vivía yo en una finca alejada de otros humanos que no fueran mis padres y mis dos hermanos varones menores que yo, y habiendo transcurrido mi escolaridad en un sistema rigurosamente privado con docentes que venían a casa a esos efectos, mi relacionamiento con chicas hasta esas adolescentes edades... eran patéticamente nulas casi. Sólo cuando con mis padres íbamos hasta el pueblo, tenía la oportunidad de hablar algo con algunas, pero inmediatamente era eso cortado con bruscas órdenes de mis padres para regresar a la finca.

Haberme inscripto en la Universidad hizo que mis padres me mudaran a la ciudad comprándome para mayor comodidad un apartamento en el centro donde pasé a vivir solo mientras desarrollaba mi etapa estudiantil, y ahí...recién ahí, fue cuando comencé esas salidas nocturnas de las que al comienzo hablaba. Me sentía como perrito que lo desatan de una cadena y corre desaforado desahogándose, pero que al no estar acostumbrado a la libertad, rápido retorna al sosiego retomando su pasiva costumbre de quietud. Por eso, lo de mis retornos rápido a casa en esos iniciales comienzos de mi libertad absoluta.

Pero vallamos de una buena vez al grano de mi asunto, que muchas vueltas le estoy dando a la cosa.

Aquella noche había salido yo más caliente que un burro, y viendo por todas partes esas muchachas que al salir de marcha andan como alborotadas en celo desaforado, al así verlas, también yo, exacerbada mente mi masculino celo excitaba.

Había decidido ir hasta una verbena allá en una zona de parques y suburbana de la ciudad, y decidiendo tomar un atajo por un largo sendero que atravesaba un boscaje, allá iba yo caminando, cuando desde otro transversal sendero, aparecen en sorpresiva visión a mi mirar, aquellas siete hermosísimas muchachas tan exuberantes como desfachatadas que, al verme, sueltan gritos como de estúpida exclamación excitada, para exclamar una de ellas a voz en cuello aquello que así sonó estridente entre todas:

-"Miren!!! ¡Justo le que veníamos hablando: un macho divino apareciendo para violarlo entre todas aquí en el bosque!!!"

A coro, estallaron las carcajadas de las demás. Yo, ahí a metros de ellas, había quedado detenido al haber aparecido ellas ocupando el lugar estrecho de aquel sendero por donde debía yo continuar. Entonces, dueñas todas de un desparpajo y una manera por demás jocosa de desenvolverse, se acercan a mí rodeándome, y con gran rapidez y decisión, comienzan a acariciarme y manosearme, mientras unas y otras van diciéndome las cosas más zafadas y puercas.

-"Pero preciosura, vení para acá que te vamos a desnudar y nos vas a dar tu chorizo para que te lo chupemos y nos chupes a nosotras desde los pies hasta el alma, y vamos a hacerte el amor hasta dejarte loquito!!!"

No: aquello, parecía como cosa extraída del más increíble relato porno. ¡Igualito! Yo, poseído por una especie de paralización producto de la perplejidad ante tan insólita situación, me dejaba hacer mientras ellas, sin perder un segundo, me desnudaban quitándome con velocidad asombrosa, todo cuanto yo vestía sobre mi cuerpo. En cosa de dos menos de un minuto, me dejaron ante todas ellas... completamente desnudo.

Sus estridentes risas y carcajadas aderezaban aquella situación, y yo ahí, paralizado y ahora invadido por una volcánica sobreexcitación asombrosa. empinaba mi verga en despampanante erección quedándome la misma como dura y larga estaca apuntando hacia allá arriba...bien arriba. Las exclamaciones de admiración y gozo en aquellas desaforadas cochinas, eran cosa por demás escandalosa.

Me tumbaron ahí nomás al suelo comenzando entre varias una verdadera orgía de mamadas y cosquillas enloqueciéndome en aquel hacer desaforado donde era yo el objeto de todas, y todas desesperadamente se disputaban mi verga para mamarla tironeándomela entre las manos de las que pugnaban por quitársela a la que mamándome estaba, para metérsela cada una en su boca, mientras se peleaban a las risas y carcajadas en aquella desvergonzada cosa donde me estaban violando como energúmenas.

Yo gritaba y gemía sintiendo la mar de cosquillas porque las manos de no sé cuántas de ellas me cosquilleaban por todas partes. Mi verga salía de la boca de una e inmediatamente entraba en la boca de otra. La pugna seguía, y yo apresado debajo de unas piornedas que estaban cada una montadas sobre mis piernas y brazos, me tenían completamente dominado sin poder escapar de aquellas humanas prensas que me tenían sometido a las múltiples vejaciones a las que entre todas me sometían.

Un verdadero mar de sensaciones desesperantemente cosquille antes volvían me loco haciéndome gritar y gemir, suspirar y aullar, y ellas se largaban las carcajadas en aquella desvergonzada cosa en la cual me tenían como objeto de sus hacerles.

Las veía a unas y otras desnudarse con rapidez asombrosa comenzando cada una a exhibir las despampanantes hermosuras de sus femeninas siluetas exuberantes, y todo mi ser iba encendiéndose en exoticidad atroz, como una gigantesca fogata a la cual súbitamente se le arrojara un tanque de combustible esparciéndolo sobre ella.

Los primeros orgasmos arremetían inundando todo mi ser haciéndome aullar tipo Tarpán en la selva, y aquellas desvergonzadas estallaban en sus estridentes coros de carcajadas mientras por mi verga salían a mares, potentísimos chupetazos como interminables de una leche que más que leche, parecía emanación volcánica saltando cual lava ardiente.

Ya una me hacía chuparle la raja y el culo, como ya otra me mamaba y otras me enloquecían cosquilleándome entero. Ya se turnaban para cada cosa y ya sus anatomías todas, paseaban por mi cara refregándose impúdicas. Conchas y culos y tetas y axilas, pies y labios y lo que se les antojase hacerme lamer, yo lamer y chupar debía.

Me cabalgaban ensartando mi verga donde ensartársela cada una quisiera, y como endemoniadas cabalgábamos haciéndome gemir y aullar en desesperado gozo enloquecedor.

Una increíble calentura insólita no me permitía aplacarme en mis antinaturales performances así resultantes, y todo yo no era yo, sino que había pasado yo a ser, como un poseso ser dominado por una lujuriosa entidad alocadamente erótica.

Una y otra vez me hacían ellas acabar y acabar en portentosos orgasmos como de bestia más que de humano, y todo mi ser... era objeto de aquella prisión por ellas sobre mí impuesta.

No sé cuántas horas así me tuvieron, hasta que la oscura cerrazón de un lento desmayo fue adormeciéndome entero, despertándome recién al amanecer, cuando los primeros rayos del sol comenzaron a filtrarse por entre el boscaje alumbrando mis ojos que fueron lentamente abriéndose encontrándome yo... recostado a un tronco de árbol, con mis ropas prolijamente puestas sobre mi cuerpo, y mi entrepierna completamente empapada en seminales emanaciones que formaban en mis pantalones, una inmensa mancha vergonzosamente ridícula.

Ya sé lo que están pensando: ¡que lo soñé!!! Vaya que estoy ofendido!!!

¿Es que no se han dado cuenta aún, que fui víctima de unas verdaderas... ABUSADORAS...?

Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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