Busqueda Avanzada
Buscar en:
Título
Autor
Relato
Ordenar por:
Mas reciente
Menos reciente
Título
Categoría:
Relato
Categoría: Gays

ABRETE PARA MI

ÁBRETE PARA MI

 

 

Calculo que fue por los 50 años cumplidos cuando empecé con esta historia, hoy tengo 55, de locura desenfrenada, de sexo y de calentura. Soy un hombre de contextura sana. Carácter alegre, generalmente estoy de buen humor. Tengo lindos rasgos, no soy una persona atlética, pero trato de cuidarme lo más posible, caminando, y tratando de hacer vida sana. Tengo una altura que ronda los 1,72 mts, nada especial, buenas piernas, fuertes y dedos largos, ojos marrones comunes y aun conservo cabello en mi cabeza que no es muy grande aunque ralean muchos pelos grises. Mi boca es mediana, con dientes cuidados a mi edad, labios no muy gruesos.

Creo que fue por los 40 y tantos en que tuve los primeros problemas de erección con mi esposa. Consulte a los médicos, no quería tomar viagra, eso me recomendaron ellos, entre otras tantas cosas que me programaron y que al principio seguí al pie de la letra, sin faltar a ningún experimento. Los días pasaron, las pruebas también pero mi amigo no me acompañaba. Era un problema que no se solucionaba. Y que meses se convirtieron en años y ya casi no mantuve más relaciones carnales con mi esposa, una buena mujer, sin duda alguna. Nuestros días en pareja se habían terminado. Pero seguíamos juntos porque en realidad nos queríamos mucho más allá del sexo. Y parece ser que ella nunca se enamoro de otro, aunque sé que tenia correrías amorosas y yo tampoco, así que seguíamos viviendo juntos. Y ninguno tenía deseos de partir a otro lado.

Una tarde en que me encontraba solo en casa se llego a ella un sobrino, hijo de una hermana de mi mujer. Lo conocía obviamente de pequeño, el rondaría por esos días los 19. Le abrí la puerta de calle, sonriendo entro como siempre lo hacía despampanante y despreocupado. Era un chico muy lindo con pelito largo casi hasta los hombros, un rostro muy bello, con ojos azules de a ratos aunque a veces los tenia verde. Una figurita delgada, con un marcado trasero, sus manos eran muy cuidadas, en verdad todo en el era cuidado y casi diría pulcro. Siempre olía bien. Tenía un aire muy seductor, esa es la palabra.

__Tío como estas__ dijo y avanzo por la sala dejándose caer en el sillón amplio que había en una especie de living que tenía aquella casa.

__Como estas tu jovencito__ le dije yo ya que siempre lo trataba de jovencito. Se llamaba Gustavo, por supuesto todo el mundo le decía Gus y yo no era la excepción aunque a veces lo trataba de jovencito o mozalbete, lo que a él le causaba bastante gracia.

__¿Quieres tomar algo Gus?__ pregunte

__Gracias tío, cualquier cosa__ me respondió el mientras yo iba hasta la heladera en la cocina. Y sacaba de allí dos cervezas.

__Mira lo que encontré___ le dije sonriendo y el abrió la bocota de dulces labios, carnosos y bastante gruesos.

__Genial tiito…__ me dijo tomando la botellita fría entre sus manitas delgadas. Se sentó a mi lado en el amplio y grande sillón, cómodo.

__¿Y qué andas haciendo?, buscas algo o solo pasabas por aquí…__ cuestione sin que sonara a pregunta.

__Tu sabes que tu esposa o sea mi tía está en casa con mama… hace rato que está allí y me dije tío debe estar solo le hare un poco de compañía, quizá la necesite…__ su boquita dibujo una sonrisita que me sonó realmente extraña. Pensé para mí, que está pasando acá, no se fue extraño como me golpeó su respuesta graciosa. Bebimos grandes sorbos del líquido espumoso que estaba frio y como a mí me gusta.

__Sabes una cosa tío, espero no te enojes…

__Porque me enojaría, mozalbete, sabes que uno llega a una edad en que pocas cosas lo hacen enfadar, ya lo sabrás, pero para eso te falta y quizá yo no esté para saberlo, ja ja ja__  el soltó también una carcajada. Bebíamos mirándonos, esperaba que dijera lo que tenía que decir.

__Tío, sabes que el otro día, fue, la semana pasada, escuche a tu esposa hablar con mama, sin querer…__ se detuvo, hizo silencio

__¿Y qué escuchaste jovencito?__ pregunte muy interesado

__La tía le contaba a mamá, que hacía unos años que ya no tenía…relaciones contigo, que te habías vuelto…impotente…que no se te paraba bah…__ dijo y se puso rojo

__Si, se dice impotente, jovencito, no hay de qué avergonzarse… y es cierto, a mi no me parece tan grave…__dije justificando todo

__Pero no... Tienes deseos de nada…__ cuestiono el muy interesado

__A veces, si, pero generalmente son pequeños momentos, raptos…luego pasa y ya está a otra cosa…__ me quede callado observando aquel rostro que se traía alguna cosa escondida supuse en ese momento.

__Tal vez, y digo, solo tal vez…__ hizo una pausa dramática

__¿Tal vez qué?__ pregunté

__Tal vez yo pueda ayudarte

__¿Ayudarme?

__A que vuelvas a sentir, a gozar, de esta vida que es tan corta__ dijo y bebió el último sorbo de la botellita. Se acerco a mí. Rozando sus piernas con las mías, note que no tenía un solo vello en las piernas.

__Claro si tú quieres

__¿Y cómo sería eso, que no entiendo?__ dije sofocado, sin tener claro porque.

__Bueno, por si no lo sabías, yo he tenido algunas experiencias con hombres, en realidad me gustan mucho los hombres, sobre todo si son un poco mayores mejor…__ dijo de manera sensual y caliente dejando la botella en la mesita que estaba muy cerca de aquel sillón en el que nos encontrábamos casi pegados.

__No lo sabía, alguna vez lo sospeche, pero me dije a mí que me importa, si es feliz está todo bien…__ dije un poco confundido mientras Gus me acariciaba el muslo.

__Si tu quieres podríamos probar…__ me invito ya descaradamente aquel jovencito. Se acercó mucho mas a mí, apoyando una mano en el pecho, pasándola por debajo de la remera y posándose en una de mis tetillas, sentí una ráfaga caliente que ardía en mi cara.

__Creo que dará resultado y hare levantar a tu amiguito, lo pondré duro, y lo chupare hasta el cansancio…__ sentencio aquel jovencito que ya apretaba mi tetilla buscando ponerla dura. Acercó su cara a la mía y su lengua paseo por mis labios. De manera muy sensual, sentía su cálido aliento, su aroma de muchachito cerca de mí, y mi corazón se agolpaba sin que lograra darme cuenta de lo que sucedía. La mano frotaba mis otra tetilla, sentí que se ponían duras, sus deditos largos jugaban con ellos, el hizo que abriera la boca y metió su lengua al fondo de mi boca. Hacía rato que no besaba a nadie y que nadie me besaba así, de aquella forma tan ardiente. Una mano se apoyaba, se aferraba en mi nuca atrayéndome hacia él, pero en unos momentos yo no me resistí, es más, me entregaba a él, sometido, aun me sentía raro, confuso, pero me estaba gustando aquello y lo dejaba hacer. Me quito la remera, y luego empezó a succionar sonoramente los pezones que se ponían más rígidos, más duros. Acariciaba mi vientre, rozaba el contorno del ombligo profundo, esas caricias iban despertando en mi algo dormido por años. Sensaciones distintas. Podría decir nuevas para mí.

__¿Puedo seguir con la prueba?__ dijo seguro de mi respuesta, dije que si con la cabeza ya que no podía articular palabra. Volvió a besarme, en realidad, nos volvimos a besar, porque yo cruzaba mi lengua con la de él sin tapujos, sin remilgos, despertándome a un mundo que desconocía, pero que muy en el fondo de mí alguna vez había fantaseado estar en algo parecido a lo que estaba ocurriendo. Mordió mi cuello. Gimiendo contagiaba en mi una fiebre desconocida. Mi pija sentía ramalazos de calentura, yo sentía que algo sucedía. El se quito la remera y acerco sus pezoncitos para que los besara y los chupara. Eso hice de buena gana. Ahora los gemidos de mi sobrino Gus se intensificaban de manera muy gustosa para mí. El comenzó a pasar su mano por sobre mi verga adormecida. Lentamente fue bajando mis pantalones livianos y con elástico. Lo deje hacer. Busco mi trasero ya que yo no usaba ropa interior desde hacía años. Paseo su dedos por mis bolas que yo sentía que poco a poco se encendían, una pequeña luz de calentura. Minuciosamente llego a mi anillo. Lo acaricio suavemente. Luego de unos momentos empezó a tratar de entrar en él. Haciendo unas piruetas quitó mis pantalones sin que recibiera una sola queja de mí. Es más yo estaba empezando a gruñir, a gemir caliente. El pecho me golpeteaba cada vez mas agitado. No recuerdo como hizo para que yo me levantara y quedara con el culo expuesto. Apoyado en el respaldo deje mi culo a su merced. El beso mis nalgas. La mordisqueó como jugando. Había alcanzado mi colgajo. Sus dedos lograron amorcillar un poco mi verga. Me dio unos chirlos sonoros, y luego volvía a besar mis nalgas y a morderlas. Le pasaba la lengua como adorándolas. A mí me conmocionaba el conocimiento que tenia de las debilidades humanas aquel muchachito.

__Dime si continuo tiito__ me dijo en un momento con voz ronca

__Siii__ largue de forma contundente y firme.

__Ábrete para mi__ dijo y mi piel se puso mucho más roja, mucho más voraz. Con mis manos, abrí fuertemente mis nalgas, dejando mi agujero a su completa merced. No tarde en sentir su lengua maravillosa llegar a mi anillo. La saliva prontamente comenzó a lubricar mi agujero, yo sentía mi calentura subiendo  mi pija, la sentía vibrar cada vez más. Mis gemidos le anunciaban que estaba muy bien con lo que hacía, note que mi pija comenzaba a cabecear, buscando elevarse. No conocía que mi cuerpo estuviera tan necesitado de caricias, como aquellas, besaba mi agujero de manera riquísima, nunca nadie había hecho eso. Era magnifico, maravilloso. La lengua se metía de a poco muy dentro, abriendo mi anillo de forma incontrolable, como también era de forma incontrolable el crecimiento de  mi verga, había aumentado de tamaño, tanto tiempo que no la veía así, que me había olvidado de cómo lucia, no era una gran verga, pero se defendía. Al cabo aquel jovencito atrevido metió un dedo dentro de mi ojete. Escarbó en las profundidades de mi ser y note que mi pija estaba como una estaca firme, un mástil listo para partir a cualquier lado.

__Ohh si has visto Gus, lo has visto Gus, ohhh, siii sigue chupando mi culo__ le dije totalmente caliente.

__Ahhh estas muy caliente, tan caliente como yo…__ tomo mi garrote y empezó a masturbarlo, metió dos dedos en mi ojete, y yo creía que me moría, en un giro de nuestros cuerpos el quedó sobre mi o yo sobre él, la verdad es que no me acuerdo lo que si se, es que metió mi pija en su boca y ya la de él en la mía, saboreándonos como cerdos, sus bolas olían exquisito, nuestro jugo y sudores empezaron a multiplicarse, el no dejaba de meter sus dedos en mi ojete dilatado, abierto. Yo sentía mi verga cada vez mas inflada, mis bolas estaban duras, Gus tragaba hasta el fondo, dándome oleadas de placer indescriptible. Creo que alcanzo a meterme tres dedos dentro de mi culo que hacia media hora estuvo cerrado, que nunca había sido explorado por nadie, pero que aquel muchachito salvaje estaba haciéndome conocer de manera descontrolada.

__Dame tu leche tío, yo te daré la mía, ahhh, quiero tragar tu leche, quiero que me la des…__ decía Gus enloquecido y muy caliente, mi verga se tensaba mas y mas, mil hormigas atravesaban por mi cuerpo tembloroso y muy caliente. La manita de Gus masturbaba febril mi machete que había crecido más de lo que recordaba, teniendo una plena erección, Gus nunca dejo de tenerme penetrado con sus dedos, el acabo en mi boca, gritando histéricamente, contagiando su ímpetu, su deseo.

__Ohhh tiito estas tan duro…__ abría la boca y tragaba mi pija. Metía y sacaba sus dedos en mi culo, el solo sentí en todo aquel enredo una pequeña molestia en mi culo, casi no tuve dolor alguno. Sentí que llegaba el punto. Sentí que arreciaba una catarata de sensaciones. Gus empezó a comer mis huevos y eso más los dedos, mas su mano en mi herramienta hicieron que un escupitajo tremendamente fuerte, una abundante lluvia de leche acumulada en años, un rio que Gus intentó tragar lo mas que pudo. Quedo un buen rato con mi verga en su boca. Nunca saco los dedos de mi culito. Creía en un momento que había muerto y estaba en una especie de paraíso.

            Unos minutos después estábamos tirados en el sillón, desnudos, Gus me acariciaba.

__Ahhh Gus, ¿me quieres decir que fue lo que paso aquí?__ dije rozando los pezones del chico

__Un montón tiito, has vuelto a la vida, y has ampliado tu rango sexual, vas a querer que te metan algo siempre por detrás…__ dijo convencido y seguro

__¿Tú crees?__ dije yo divertido

__Es claro que mi lengua y mis dedos provocaron tu erección de caballo y tu acabada interminable, eres un puerco puton tío, y a mí me encanta, cuando te digan ábrete para mi, vas a gozar como una perra__ nos besamos desaforadamente por unos cuantos minutos olvidándonos de todo.

__Sabes lo que haremos un día de estos…__ dijo Gus

__¿Qué?__ consulte

__ Te presentare al Potro Lacomí

__¿Y ese quién es?__ pregunte sobresaltado sin esperar esa propuesta

__Lo conozco hace años, le encantan los culos, lo supe al pasar el tiempo, es un cogedor sublime, tenemos una buena relación no deja pasar un culo sin querer comérselo, es insaciable. Te llevare con él y llegaras al cielo, ya lo veras tiito__ nos quedamos un rato ms tirados uno pegado con el otro, lo acaricio un buen rato mi culo, me volvió a penetrar con los dedos, haciéndome disfrutar de un nuevo mundo que desconocía por completo.

            Los días fueron pasando y de mi mente no podía dejar de pensar ni por un minuto lo que había sucedido entre Gus y yo. No lo vi ni tuve noticias de él casi por un mes. Pensé que se había olvidado del asunto y que todo había sido producto de la calentura y la locura del momento del día aquel. Mientras tanto yo había comenzado a ir a un gimnasio, para dar un poco de firmeza a mi cuerpo, sobretodo, a mis glúteos, que estaba comenzando a mirarlo en el espejo, una parte de mi cuerpo que jamás tuve en cuenta vamos a decir, pero que a partir del encuentro con mi sobrino, algo se despertó en mi y tuve ganas de sentirme bien con esa parte de mi cuerpo, que como dije anteriormente estaba bastante bien.

            Una tarde de tantas, recibo el llamado de mi sobrino. Me daba una dirección, una hora y un día en que nos encontraríamos con el famoso Potro Lacomí. Mis nervios se empezaron  a ver crispados, histéricos. Ansioso. Me bañé y me perfume a conciencia. Saque los pelitos de mi ojete. Me rasure el pene lo mejor que pude nunca había hecho eso. Y ese día le robe a mi esposa una tanga de color rosado con bordados que me encanto. No sé porque hice eso, pero todo mi cuerpo palpitaba y mi culito mucho mas.

            Salí de casa y llegue al lugar indicado allí me esperaba Gus con una sonrisita de diablillo malo. Caminamos unos metros y entramos a un edificio moderno y muy nuevo. En el 4to piso bajamos y Gus tocó el timbre en el departamento A. Nos abrió el Potro Lacomí con un pantaloncito de futbol creo, su pecho totalmente desnudo mostrando unos pezones inflados y hermosos. Pasamos. Gus le dio un beso cortito en los labios. Acarició sus tetillas que estaban ardidas y levantadas. Nos invito a beber algo y a tomar asiento, el se perdió de vista y regreso con unas bebidas en la mano. Se marcaba su bulto en el pantaloncito. Cada vez que se movía una masa de carne palpitante se notaba que se movía debajo de la tela.

__Así que tío y sobrino han venido a visitarme__ dijo el Potro sonriendo

__Este jovencito me ha traído hasta aquí__ dije yo

__¿Y te ha prometido algo?__ preguntó socarronamente

__Si. Me ha prometido un macho insaciable y un muy buen cogedor, así lo ha dicho el

__¿Acaso miento Potro?__ dijo Gus en una carcajada

__Para nada, y disculpen mi poca baja estima, pero es cierto, entonces usted esta buscando un buen pedazo de carne y yo se lo puedo ofrecer__ dijo el descarado Potro y de un tirón bajo su pantalón corto y una víbora amenazante apareció ante mis ojos incrédulos.

__¿Qué te parece esto?__ dijo el agarrando su espada y blandiéndola antes del combate, morcillona. Mi boca babeo intensamente, y mi corazón empezó a galopar como días anteriores con Gus. Mi sangre empezó a bullir. Hirviendo. Se acercó provocativamente y se paro delante de mí.

__Anda tiito, tócala, bésala…__ ordeno. Levante mi nao y rodee ese pedazo vivo. Venoso. Carnoso. Majestuoso. Apreté y la cosa se puso más dura, muy dura, sus bolas se veían grandes y llenas. Olía muy bien.

__Pasa tu lengua por la cabeza, despacio, suave…__ dijo imperativamente el Potro. Mi lengua prontamente se paseo por aquella brillante cabeza. Cada vez se ponía más rocosa. Marmórea. Gus observaba mientras se iba quitando la ropa. Su pija pude ojear estaba al palo. Y la mía aun se debatía entre latigazos de electricidad y salir de la pasividad. Perro mi anillo palpitaba y latía, eso sí. Solo se estaba abriendo, incontrolable.

__Chúpame, chupa la cabeza, métela en tu boquita tiito, siii__ ya el Potro gemía y suspiraba caliente. Abrí apenas la boca y metí la cabeza redonda en mi interior, disfrutando de cada chupada. Lo que parecía ser que aquello tanto le gustaba a aquel macho. Apretaba suave y la dejaba, para volver a apretar ese glande, semi duro, esponjoso, viril. Mi lengua raspaba la cabeza, y luego volvía a chupar con deseo la fruta de la cabeza, que largaba hilitos de liquido por su ojo semi abierto y ensanchado. Así estuvimos un buen rato. Hasta que el Potro se separo de mi cara.

__Quiero verte…sabes por Gus que me encantan coger traseros, por eso quiero ver el tuyo, muéstrame…__ entonces me puse de pie y el se sentó con su garrote firme y vi que Gus lo tomaba y empezaba a masturbarlo. Les di la espalda y me baje el pantalón que traía quitándomelo, mostrando mi culo con el hilo de la tanguita perdido en medio de la zanja.

__Ufff tiito, que detalle de lo puta y zorrita que eres, esa tanguita te queda de maravillas, tienes un culote muy deseable, ven aquí, quiero verlo de cerca…__ mi cuerpo temblaba de lo caliente que estaba. Camine hacia el, mientras Gus se comía la poronga de aquel macho de manera tremenda. La besaba adorándola, y yo pronto sería igual que él, haría lo mismo, quería comer esa pistola, quería seguir metiéndola en mi boca. Las manos del Potro prontamente acariciaron las nalgas. Me dio unos sonoros chirlos, mientras yo me contoneaba como puta acercándole más y más mi culo alborotado y febril.

__La verdad es que tienes un culote hermoso, mira que he comido muchos culos, pero este es muy lindo, me pones muy loco tiito…__ gimió y pellizco mis nalgas corriendo la tela de la tanguita que tenia metida en el ojete. Sentía que mi pija estaba empezando a engordar endiabladamente. El machete del Potro se blandía desquiciadamente. Gus lo frotaba con las manos y hurgueteaba con sus dedos las bolas de aquel magnifico ejemplar de macho. Paso su dedo grueso por mi anillo. Froto y acaricio suavemente, apretando de vez en cuando haciendo que yo gimiera y notara que mi pija se levantaba, aunque eso era lo que menos me preocupaba. De pronto rego en mi ojete una especie de líquido, una aceite perfumada, metió un dedo a fondo y entro fácilmente en mi culito caliente.

__Ohhh tiito que ganas de que te metan algo tienes, entro rápido mi dedo, tu agujero está dispuesto a recibir una buena porción de carne, vaya puta resultaste tanto o más que tu sobrinita…ahhh siii me gusta…__  dijo emocionado y totalmente caliente el Potro.

__Ábrete para mi, putita…__ volvió a hablar en mis oídos esa frase resonó de mil formas, mi cuerpo todo tembló de locura y calentura. Quería recibir ya ese fierro en mi ojete. Mientras aquel muchacho de bello rostro, pecho musculoso de tetas marcadas, muslos fuertes, brazos fornidos, espalda ancha, labios normales pero muy sensuales. Decía que aquel macho de unos 30 años, metía en mi interior dos dedos, haciendo ahora si aullar de dolor, y de placer, vertió un poco mas de aceite, haciendo más comoda la penetración de sus dedos que ya dije eran gruesos, aunque no tanto como su machete duro y erecto, listo para el asalto. Yo con mis manos me abría las nalgas, estriando la piel para dejar al descubierto mi agujero febril, dilatado, pecaminoso.

__Estas listo tiito, quieres mi carne dentro tuyo…__ bramo aquel Potro salvaje

__Si quiero me la metas, anda, ya, ahhh, no importa que duela, hazlo de una vez, estoy abierto para ti, dame tu verga…__ casi suplique, desconociéndome, en parte, no era yo, pero iba descubriendo una nueva faceta en mi. La faceta de ser una puta, con la verga dura y parada, pero esperando que me rompieran el orto de una buena vez. Gus observaba mi rostro que debería estar desfigurado de placer y de emoción y de dulce espera. Se masturbaba acariciando mi rostro y mis labios, dándome a beber su líquido pre seminal, haciendo que chupara sus dedos. Mientras el Potro Lacomí me daba con tres dedos abriendo mi culo de una manera que jamás pensé que se podría. Estaba dilatado y ardiendo. Mi piel era un incendio. Mi sangre estaba a punto de explotar. Mi ojete palpitaba queriendo recibir ese pedazo que el Potro tenia entre las piernas. Hizo que me colocara apoyado en el sillón, con las rodillas en el, apoyado en el respaldo grueso. Saque mi culo lo más que pude, arqueando mi espalda y mi cintura, sentí las manos del macho aferrándose en las caderas, y el roce de su poronga alrededor de mi anillo chorreante. Sentí que me desparramaba un poco ms de líquido aceitoso. La cabeza de la pija del Potro se apoyo en la entrada, gruño, empujando suavemente y un ruido a sopapa indico que la cabezota entraba en mi túnel cerrado. Me queje, un dolor agudo me llego al centro del cerebro.

__Ohhh que cerradito estas…ahhh. Tan apretadito, ohhh si quéjate, lloriquea putita, quieres que lo saque__ gruñía el macho alzado

__Nooo, noooo ahhh sigue, ohhh que dolor, que calentura tengo

__Tío tu verga esta dura como piedra__ destaco con asombro quizá mi sobrino que observaba como su amigo me abría el ojete, de a poco, pero sin detenerse. Gus besaba mis labios muy caliente también. Su lengua recorría mi interior, como la serpiente del Potro que se hundía más y más en mi túnel ensanchado y desvirgado.

__Ahhh que culito lindo tienes tiito, es una ricura, ahhh que caliente me pones, y ser el primero me vuelve muy loco__ decía el Potro y clavaba sus dientes en mi cuello. El dolor poco a poco desaparecía. Y mi calentura se hacía cada vez más grande. Mordía mis labios, el placer se agigantaba. Estaba mareado de tanta lujuria, de tanto morbo. La gran serpiente del Potro se abría paso y entraba definitivamente en mí. Comenzó entonces un movimiento de aquel macho imponente. Serruchando con paciencia feroz. Dejándome sentir cada milímetro de su machete en mi culo adolorido aún pero lleno, vicioso. Penetraba a fondo gruñendo como salvaje. Mordiendo mis orejas, y mi nuca deliciosamente. Yo gemía al punto de casi lloriquear al recibir semejante poronga. Gus me ofreció su culo para que lo chupara y eso hice. Lamiendo, besando el ojete de Gus acostumbrado mucho más que yo a recibir pijas en su culito juguetón y hambriento. Mi pija era cierto había tomado una temperatura y una rectitud envidiable, creo que ni en mis mejores épocas de macho la tuve tan dura. Mi lengua jugueteaba en el anillo de mi sobrinito muy puto tanto o más que yo. Me sentía hecha una putita hecha y derecha. Todo el pedazo del Potro estaba dentro de mí. Sentía como esa terrible verga se hinchaba dentro.

__Ahhh ese culito apretadito tuyo me encanta, es puro fuego…resultaste una buena puta, que zorrita, ahhh, ohhh, siii ese agujero tuyo me vuelve loco, ahhh…__ Gus tomo mi verga dura en sus labios y empezó a mamar, haciendo escapar de mi boca suspiros y gemidos alterados, sintiendo miles de hormigas en todo mi cuerpo, pero mayormente concentrados en mi pija y en mi culo relleno por el Potro. La saliva de Gus bañaba mi verga loca y dura como cemento. Me haría acabar en cualquier instante. Con su lengua también repasaba mis bolas llenas de leche.  En tanto el Potro iba y venía dentro de mi ojete sacando su salchicha y volviéndola a meter en mi culote abierto y entregado a los deseos de aquel macho fuerte y viril. Me daba bomba y bomba hasta que estalle en la boca de Gus que trago todo lo que pudo de mi abundante catarata de leche. Así hizo lo mismo dentro de mi culo el Potro que entre gritos y gemidos me lleno el culo desbordándolo de semen abundante, pegajoso y blanquecino. Esa fue la primera vez que el Potro me abrió el ojete.

            Después teníamos encuentros a solas, durante mucho tiempo. Hasta que seguro que conoció otro culo más joven y apetitoso y nos dejamos de ver, pero aquellas épocas en que comencé a comer vergas el Potro fue un amante exquisito y me cogió de todas las formas posibles. Muchas veces me cogía furiosamente de parado y luego apenas acababa y con la poronga aun semi dura me llenaba la cola de meada ardorosa y tibia, y yo acababa como perra mientras volvía a clavarme  para hacer crecer así a su garrote dentro de mi abierta cola llena de leche y pis, para volver a taladrarme hasta que acababa nuevamente.

            Era un macho tremendo aquel Potro. Me hizo realmente conocer el mundo de las pijas de una manera lujuriosa. Y lo que es más curioso hizo que mi propio sexo se levantara de manera abrupta de solo pensar en su machete dándome por atrás, o recordando cuando solía decirme; ábrete para mi, y eso hacía que me volviera loco de deseo, de ganas, de calentura que solo podía apagar aquel macho salvaje e insaciable.-
Datos del Relato
  • Autor: MARIO
  • Código: 68778
  • Fecha: 30-01-2025
  • Categoría: Gays
  • Media: 8
  • Votos: 2
  • Envios: 0
  • Lecturas: 541
  • Valoración:
  •  
Comentarios


Al añadir datos, entiendes y Aceptas las Condiciones de uso del Web y la Política de Privacidad para el uso del Web. Tu Ip es : 3.17.173.69

1 comentarios. Página 1 de 1
raul
invitado-raul 11-02-2025 22:20:45

me encantaria que me hiciera lo mismo , probar verga

Tu cuenta
PUBLICIDAD
Estadísticas
»Total Relatos: 38.858
»Autores Activos: 2.315
»Total Comentarios: 11.932
»Total Votos: 511.869
»Total Envios 21.935
»Total Lecturas 108.346.762