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Abandonado en el noviciado

~~Hola, no se crean que les voy a dar mi nombre, pero si de algo les sirve me pueden llamar se?orita S . Actualmente me dedico a sencillamente vivir, pero hace algunos a?os atr?s, siendo bastante joven, me encontraba como novicia de una congregacion religiosa, tampoco les dir? cual, ya que entiendo que eso facilitar?a el que alguien me llegase a reconocer, y francamente ese no es mi verdadero inter?s. Para esos momentos era una novicia realmente inocente, fervorosa, y mi onico inter?s era el llegar a hacer los votos. Pero, para bien o para mal, las cosas no se dieron, de la manera que yo deseaba en esos momentos. Me parece que todo comenz?, cuando apenas llevaba unas cuantas semanas en el convento, en la casa de mis padres yo era la menor, y desde temprana edad me acostumbr? a desnudarme sin pudor alguno, frente a mis hermanas, mayores cuando me iba a dar un ba?o, o para ponerme la ropa de dormir sencillamente. Por lo que cuando en el convento me tocaba ba?arme, sencillamente me desnudaba y ya, sin malicia alguna, por lo general lo hac?a sola. Pero en algunas ocasiones me tocaba compartir el ba?o con alguna de las hermanas religiosas. Yo no me hab?a fijado, en lo extremadamente pudorosas que eran mis compa?eras, algunas hasta se duchaban aun con un camison puesto sobre ellas, mientras que yo lo hac?a tal y como vine a este mundo. Cosa por lo que la Hermana Superiora de la Congregacion no tard? en llamarme la atencion, al principio cre? entender el motivo de tanto pudor, pero al tiempo me pareci? algo sumamente est?pido y sin sentido. Por lo que prefer? siempre el ba?arme sola, pero siempre alguna de las hermanas, y casualmente siempre eran las mismas tres personas que cuando me duchaba entraban al ba?o con alguna excusa tonta, al principio no le di cabeza a esa situacion, hasta que not? la manera rara en que las tres me miraban cuando me encontraban duchando. Para esa fecha digamos que se realiz? una asamblea de la orden, por lo cual la mayor?a de las hermanas, las que ya hab?an profesado sus votos, salieron de viaje. Yo como era novicia me qued? junto a un peque?o grupo, formado o por las muy viejas que no pod?an viajar, o por las que por otras razones no pod?an, y casualmente esas tres hermanas se quedaron en el convento. El primer d?a luego que nos hab?amos quedado solas en el convento, cuando me fui a dar mi ba?o cotidiano encontr? un letrero que dec?a que estaba da?ado, por lo que cuando le pregunt? a una de mis tres superioras donde me pod?a ba?ar, ella me tom? de la mano suavemente y me llev? a una casucha en la cual guardaban las herramientas del jardon, y en la que yo nunca hab?a estado, al entrar me se?al? una manguera y me coment? las hermanas y yo nos duchamos aqu?, no te preocupes por que nadie te va a ver realmente la casucha estaba construida sin ventanas. Tras pensarlo un poco y al momento que ella cerr? la puerta y me qued? sola, decid? darme mi ba?o como de costumbre lo hac?a. Pero me sent?a en cierto aspecto como vigilada, por lo que pens? darme una ducha corta. Ya me encontraba comenzando a enjabonarme cuando la mayor de las tres entr? distra?damente y sin percatarse de m? presencia se despoj? de toda su ropa en cosa de segundos, al verme se sorprendi? o por lo menos eso aparent?, pienso yo ahora. Pero contraria a otras ocasiones, no mostr? nada de pudor al verme, todo lo contrario, se me acerc? sumamente tranquila, y me pregunt? si le permit?a, que ella me enjabonase la espalda y que luego yo a cambio se la enjabonase a ella. Realmente no vi nada malo en ello, por lo que acept?. Al principio la hermana Mar?a se limit? a sencillamente enjabonarme la espalda, pero a medida que lo hac?a me fue diciendo lo tersa y suave que yo ten?a mi piel, luego continu? diciondome que yo ten?a un hermoso cuerpo, y de igual manera yo tambion le coment? que el de ella tambion lo era, hasta esos momentos no vi nada de malo en lo que me dec?a. Pero a medida que me continuaba enjabonando la espalda pas? a enjabonarme los brazos, el cuello, las caderas, y cuando me di cuenta ya me estaba enjabonando los muslos y gran parte de mis nalgas, por unos instantes me sent? algo rara, pero era tan agradable, que la deje continuar enjabonondome todo el cuerpo. Hasta que sus manos pasaron rozando mi vulva, fue como un corrientaza que me recorri? toda. Yo cerr? mis ojos, y procur? apartar su mano, pero con mucha suavidad y delicadeza, la hermana Mar?a apart? la m?a mientras que yo me recostaba contra una de las paredes de la casucha. Sus dedos m?gicamente me volvieron a rozar entre mis piernas, y nuevamente sent? esa extra?a sensacion. La hermana Mar?a continu? pasando sus manos llenas de jabon por el resto de mi cuerpo, ya no hab?a parte de mi piel que ella no me hubiera tocado. Por un corto rato se concentr? en mis peque?os pechos, que a diferencia de los de ella eran bastante grandes, luego sus dedos volvi? a pasarlos por sobre mis nalgas y hasta por dentro de ellas, mientras que yo me mord?a los labios y me manten?a con los ojos cerrados por completo, sin saber realmente que hacer, para mi era toda una nueva y sabrosa experiencia la que la hermana Maria me estaba haciendo pasar. Como les dije en mi casa era la menor de todas, y apenas en esos momentos ten?a un poco m?s de quince a?os, por lo que no sab?a nada de nada, mi madre la pobre y apenas me coment? veladamente sobre los periodos o como le dicen comonmente la regla. Pero regresando a lo que nos ocupa, les dir? que la hermana Mar?a continuaba acariciando todo mi cuerpo, cuando en cierto momento ella volvi? a tomar la manguera y comenz? a echarme agua por todo mi cuerpo, mientras que con sus manos continuaba acariciondome todo el cuerpo. Yo permanec?a recostada contra la pared, con mis piernas ligeramente abiertas, cuando sent? de repente algo extra?o pero sabroso sobre m? vulva, para serles m?s exacta sobre mi cl?toris, que en esos momentos no sab?a ni como se le llamaba. Entre asustada y satisfecha por esa extra?a sensacion abr? mis ojos y vi sorprendida como la hermana Mar?a me pasaba su lengua por entre mis piernas, en ese instante lo primero que se me vino a la mente fue, que cochina era la hermana, pero al segundo pens? que cochinada m?s sabrosa me estaba haciendo con su lengua. Mi cuerpo comenz? a moverse sin que yo lo pudiera controlar, era como una ola de placer que me abrazaba toda, me trataba se sujetar de la pared para no caerme al piso, lentamente me fui deslizando hasta que sin poder controlarme m?s coloqu? mis manos sobre la cabeza de la hermana Mar?a, y con ellas la apretaba contra mi cuerpo desnudo, ella por su parte no dejaba de lamerme o chuparme toda mi vulva, en ocasiones levantaba su mirada y sus ojos como que hab?an cambiado de forma, me miraban de manera muy extra?a, mientras que sus manos acariciaban el resto de mi cuerpo en particular los pezones de mis senos, que los sent?a estallar en esos momentos. Me pareci? que la respiracion se me cortaba, y algo dentro de m? ser como que hab?a estallado. Jam?s ni nunca hab?a sentido eso en mi vida, aunque recion y me hab?a ba?ado sent?a todo mi cuerpo sudado, mi corazon lat?a como si hubiera corrido los cien metros planos, respiraba de manera r?pida y entrecortada, me encontraba sentada sobre el piso de la casucha con mis piernas completamente abiertas y junto a mi la hermana Mar?a tan desnuda como me encontraba yo, ella se me acerc? lentamente y sin decirme nada coloc? su mano sobre la parte trasera de mi cuello, y sus labios sobre los m?os, dondome mi primer beso en mucho sentidos, yo realmente me encontraba extasiada, mi boca se abri? apenas su lengua la misma con que me hab?a lamido mi vulva comenz? a penetrarla, su mano izquierda no dejaba de acariciar mi vulva, sus dedos me provocaban una sabrosa cosquilla dentro de mi. As? permanecimos por un tiempo indeterminado, luego ella tom? una de mis manos, y la coloc? contra su propia vulva, y con suavidad comenz? a restregarla contra su piel, todo eso lo hac?amos sin dejar de besarnos. Entre besos y caricias, la hermana Mar?a condujo mi rostro directamente entre sus piernas. Nuevamente me asalt? la idea de lo cochino que era eso, pero de igual manera que lo pens? deje de hacerlo y procur? en lo que pude, imitar lo que ella me hab?a hecho con su boca y lengua. Las dos nos encontr?bamos en el piso de la casucha, completamente desnudas mojadas y acariciondonos, lamiondonos las vulvas apasionadamente, lo onico que deseaba era que ese momento no terminase jam?s. Tras estar nuevamente un buen rato disfrutando y haciendo disfrutar a la hermana Mar?a, volv? a sentir esa extra?a sensacion que hasta esos momentos para mi era completamente nueva, luego me enter? que hab?a alcanzado el segundo orgasmo de mi vida. Cuando las dos nos quedamos tranquilas, yo no sab?a ni que decir y mucho menos que hacer, fue la hermana Mar?a la que nuevamente tom? la iniciativa, y comenz? a usar la manguera para mojar tanto su cuerpo como el m?o, mientras que lo hac?a me dijo, hermana S esto que ha pasado entre nosotras dos, espero que no se lo cuentes a nadie, y de sentir que debes hablar de ello con otra persona que no sea yo, vas y le pide confesion al Padre Jacinto, no se te ocurra ir donde el Padre Camilo. Al principio no comprend? del por que de sus palabras, yo me sent?a tan contenta y tan alegre que pens? que todo el mundo deb?a saberlo, pero luego me di cuenta del por que de las palabras de la hermana Mar?a. Ya las dos nos encontr?bamos casi vestidas cuando entraron las hermanas Visitacion y Eulalia. Nos vieron de manera extra?a y se sonrieron p?caramente mientras que ambas se despojaban de sus h?bitos, la hermana Mar?a me tom? de la mano y pr?cticamente me sac? a empujones de la casucha, mientras que yo miraba como las otras dos hermanas entre alegres risas mutuamente se enjabonaban. Ya afuera la hermana Mar?a me dijo, que lo que hab?amos hecho es un pecado el de la lujuria, eso me dej? bien confundida, no le pod?a creer que algo tan bueno fuera tan malo, y al pregunt?rselo, como respuesta sencillamente me orden? que fuera a confesarme con el Padre Jacinto. Ese mismo d?a fui donde el Padre Jacinto, a diferencia del Padre Camilo, el Padre Jacinto era mucho m?s joven, simp?tico, de porte atl?tico, con un rostro sencillamente hermoso, siempre andaba bien afeitado y peinado, hasta usaba perfume o seria la locion de afeitar la que ol?a tan bien, su sotana luc?a impecablemente limpia y planchada. En la comunidad estaba a cargo de la juventud cat?lica, y de prestar apoyo a los pobres y desamparados. Mientras que el Padre Camilo, era gordo viejo y barrigon, en ocasiones pasaba d?as sin afeitarse, y en las tardes se reun?a a tomar cerveza con los viejos del pueblo, aparte que cuando hablaba parec?a que estuviera rega?ando a todo el mundo, aun cuando daba la misa. Le ped? confesion al padre Jacinto desde luego, y tras el correspondiente Ave Mar?a Sin Pecado Concebida, sencillamente le pregunt? lo mismo que le pregunt? a la hermana Mar?a, y tras explicarle los motivos de mi pregunta, pr?cticamente me dio una clase de sexualidad, finalmente me dijo que pudiera ser que en un futuro yo volviera a caer en el pecado, pero que estuviera conciente que mientras yo me sintiera a gusto con lo que hac?a y lo hiciera de manera honrada, no deb?a sentirme mal por ello, pero que si deb?a reevaluar mi vocacion, cosa que en el momento no comprend?. Tras terminar con la confesion, me dio una peque?a penitencia y me despach? para que continuase con los oficios que ten?a asignada, posteriormente me entr? un sentido de culpa, por lo que hab?a realizado en la casucha con la hermana Mar?a, y trat? in?tilmente de sacarle el cuerpo en un sin numero de ocasiones, pero ella siempre consegu?a lo que deseaba de m?. Con el tiempo reeval?e mi vocacion, y me sal? del convento, pero antes de eso las hermanas Mar?a, Visitacion y Eulalia compartieron conmigo un sin fin de ocasiones. La primera ves que estuve con ellas dos me agarraron en la casucha dondome otro ba?o, la hermana Mar?a hab?a salido de viaje no se por que razon. Yo estaba por terminar de ba?arme, cuando las dos entraron muy sonre?das y alegres, yo me sospech? cuales eran sus intenciones, y procur? terminar r?pido para que no sucediese nada entre ellas y yo, pero apenas terminaron de entrar cerraron la puerta con llave, mientras se desvest?an Eulalia me pregunt? cual era mi prisa, y le coment? que ten?a que terminar de limpiar, Visitacion se interpuso ya desnuda entre mi ropa y yo, diciendo. Hermanita S, d?jate de actuar como una tonta. Al escucharla me dio mucho miedo, y ella continu? diciendo. O juegas con nosotras por las buenas o vamos donde la Madre Superiora con el cuento, de que no le haces casos, y te sigues ba?ando completamente desnuda. Adem?s no est? la hermana Mar?a para que te defienda. A medida que me hablaba se acercaba a mi, Eulalia ya se hab?a despojado de su h?bito y me cerraba el paso, me sent? acorralada, y me dio mucha verg?enza el encontrarme en tal situacion. Visitacion me dijo, d?jate de tonter?as, y ven para ac?. Agarrondome por uno de mis brazos, y pegando su cuerpo desnudo al m?o, me puse a llorar mientras que Visitacion me trataba de besar a la fuerza, y me apretaba los senos de igual manera. Trat? de zafarme, pero Eulalia me tom? por la espalda, y no permiti? que yo me pudiera mover. Visitacion me dec?a, d?jate de comportar como una ni?a peque?a, que Eulalia y yo sabemos que te entiendes con Mar?a, as? que pon de tu parte o te aseguro que tanto ella como t? van a salir del Convento, al escuchar su amenaza, sent? que la tierra se abr?a a mis pies, por lo que dej? de resistirme. Entre ellas dos me continuaron acariciando todo el cuerpo, de manera brusca me tiraron al piso de la casucha, y las dos se me vinieron encima, mientras que yo continuaba llorando en silencio. Me hurgaron todo mi cuerpo con sus dedos bocas lenguas y labios. Al principio procur? no pensar en lo que me estaba pasando, pero me era imposible el hacerlo, y a pesar de ser en contra de mi voluntad, comenc? a disfrutar lo sucedido. Tanto Eulalia como Visitacion continuaban sin soltarme lamiendo todo mi cuerpo y enterrando sus dedos dentro de mi co?o, hubo un punto en que se me escap? un gemido de placer, y las dos al tiempo comenzaron a insultarme diciondome, mosca muerta te haces la que no te gusta para que te demos duro verdad, yo trat? de negarlo, pero ya la boca de Visitacion se encontraba incrustada en mi co?o, y me chupaba el cl?toris como una salvaje, a lo que yo sin querer respond?a moviendo mis caderas como una loca, Eulalia que me ten?a pegada al piso abri? sus piernas y coloc? su co?o sobre mi rostro, diciondome. Ch?pamela perra, realmente no quer?a hacerlo, pero algo m?s fuerte dentro de mi me oblig? a sacar mi lengua y pasarla por la h?meda vulva de Eulalia. Esa tarde las tres permanecimos hasta casi llegada la noche dentro de la casucha, me obligaron a chuparles los co?os a las dos, mientras que me continuaban insultando, luego una de ellas realmente no se cual, me ha introducido la manguera por el ano, llenando de agua mis tripas, al soltarme mientras que yo permanec?a agachada botando todo, ellas dos mientras se vest?an se estuvieron riendo de mi. Luego se marcharon diciondome, que desde eses d?a en adelante yo era su esclava, en m?s de una ocasion me vejaron y me obligaron hacer cosas en contra de mi voluntad, todo eso sin que tuviera yo el valor de cont?rselo a m?s nadie. Mientras que permanec? en la orden, se dieron un par de escondalos, uno fue el del Padre Jacinto, por el que la mayor?a de las novicias y de las ya ordenadas suspir?bamos profundamente, hasta que nos enteramos que lo hab?an trasladado a otra parroquia bien lejos o que hab?a ahorcado los h?bitos, luego la cocinera nos cont? a las cuatro, que al Padre Jacinto lo hab?a encontraron una noche, encerrado desnudo y borracho con dos hombres m?s, la malas lenguas dicen y la m?a que no es muy buena lo repite, que uno de los hombres lo ten?a clavado y no precisamente como a Cristo nuestro Se?or en la Cruz, mientras que al mismo tiempo el Padre Jacinto lam?a o chupaba la paleta al otro tipo. El otro escondalo, era m?s bien una broma de mal gusto que corr?a por el pueblo sobre el Padre Camilo, el cual se atribu?a ser un tremendo catador de vinos y licores, y al parecer el due?o del restaurante donde se reun?a a charlar y beber, un d?a lo ret? para que identificase distintas bebidas, y una a una las fue no tan solo identificando por su marca sino que adem?s fue diciendo de que reserva era su origen, a?os de a?ejamiento y para demostrar su conocimiento pod?a indicar hasta la empresa que lo mercadeaba. El due?o del negocio se encontraba cabreado, ya que hab?an apostado una costosa botella de buen Oporto. Y en cierto momento le pidi? a una sobrina de quince a?os, que estaba de visita en el pueblo que orinase dentro de una peque?a copa de cristal, la joven extra?ada le hizo caso a su t?o, y tras ir al ba?o regres? con la copa casi llena, el t?o puso la copa en una hielera y al rato cuando la temperatura del liquido baj? se la entreg? al sacerdote. Padre Camilo primero, busc? el buqu? como todo un profesional, levant? una de sus cejas, y luego le dio un peque?o sorbo, y tras mantenerlo en su boca por unos instantes y luego trag?rselo dijo. Moza de quince a?os, virgen y definitivamente no es de mi parroquia. La verdad es que el Padre Camilo, fue la persona que me ayudo a que tomase la decision de abandonar la orden, yo hab?a escuchado el chiste sobre ?l, y en ocasiones se dec?a que ?l era el padrino de la mayor?a de sus propios hijos, y otro monton de cosas m?s. Por lo que al no estar el Padre Jacinto, acud? a ?l como gu?a espiritual. Otra diferencia entre el Padre Jacinto y el Padre Camilo era su manera de mirarnos a las novicias, mientras que la mirada del primero era como si fu?ramos sus iguales, y ahora entiendo el por que, mientras que las miradas del Padre Camilo parec?an comernos con los ojos, pero segon la Madre Superiora, el padre Camilo necesitaba lentes y no le gustaba usarlos, por eso miraba de esa manera, al forzar la vista. Cuando le ped? confesion me indic? que nos pusi?ramos a caminar por el jardon ya eran casi las ocho de la noche, recion y hab?a terminado la misa, en el trayecto pr?cticamente me fue interrogando, hasta que no se por que razon precisamente decid? contarle todo lo sucedido entre las hermanas y yo, al terminar de hablar se me qued? viendo con esa extra?a mirada, y luego me tom? por el brazo y me indic? que le mostrase donde hab?a sucedido eso, yo asustada lo llev? hasta la peque?a casucha, y ya dentro me dijo que le demostrase como hab?an sucedido las cosas, realmente muerta de verg?enza y hasta bastante asustada por su manera de hablarme, comenc? a demostr?rselo sin quitarme el h?bito, pero ?l de inmediato a manera de rega?o me dijo. As? no, qu?tate toda la ropa como cuando lo hiciste la primera vez con la hermana Mar?a. Casi llorando me desnud? del todo y agarr? la manguera para continuar explicando lo sucedido, entonces el Padre Camilo se acerc? y tomando la manguera con una de sus manos comenz? a preguntarme que m?s hab?a pasado, yo aun llorando le expliqu? que la hermana Mar?a me hab?a comenzado a enjabonar la espalda, por lo que al mismo tiempo le di la espalda a ?l. En ese instante mi cuerpo se estremeci? al yo sentir una de sus manos gruesa y caliente que me acariciaba la espalda como si me estuviera enjabonando, al mismo tiempo me preguntaba que m?s hab?a sucedido, yo le estaba diciendo como me sent?a y me mando a callar, volviondome a preguntar pero de manera m?s clara que hab?a echo la hermana Mar?a, le fui diciendo que las manos de ellas me continuaron enjabonando la totalidad de mi espalda, los brazos, el cuello, las caderas, y cuando me di cuenta ya me estaba acariciando los muslos y gran parte de mis nalgas, como en su momento lo hab?a hecho la hermana Mar?a, por unos instantes nuevamente me sent? algo rara, ya hab?a dejado de llorar, era tan agradable, que deje que el Padre Camilo continuase acariciando todo mi desnudo cuerpo. Hasta que sus manos pasaron rozando mi vulva, fue como un corrientaza que me recorri? toda. Yo cerr? mis ojos, y procur? apartar su mano, pero con mucha firmeza y resolucion, el Padre Camilo apart? mi mano mientras que yo nuevamente me recostaba contra una de las paredes de la casucha. Sus dedos m?gicamente comenzaron a hurgar entre mis piernas, y nuevamente sent? esa extra?a sensacion. ?l continu? pasando sus manos por el resto de mi cuerpo, ya no hab?a parte de mi piel que ?l no me hubiera tocado. Por un corto rato se concentr? en mis peque?os pechos, luego sus dedos volvi? a pasarlos por sobre mis nalgas y hasta por dentro de ellas, mientras que yo me mord?a los labios y me manten?a con los ojos cerrados por completo, sin saber realmente que hacer, para mi era otra una nueva y sabrosa experiencia la que el Padre Camilo me estaba haciendo pasar. Les dir? que el Padre Camilo continuaba acariciando todo mi cuerpo. Yo permanec?a recostada contra la pared, con mis piernas ligeramente abiertas, cuando sent? de repente algo extra?o pero sabroso dentro de m? vulva. Entre asustada y satisfecha por esa extra?a sensacion abr? mis ojos y vi sorprendida como ?l comenzaba a penetrarme con su cosa por entre mis piernas, en ese instante lo primero que se me vino a la mente fue preguntarme a mi misma que hac?a el Padre, se hab?a abierto la sotana y bajado los pantalones hasta la rodillas, era la primera ves que miraba a un hombre en tales fachas, por lo que no pude dejar de mirar esa cosa gruesa y larga que le sal?a debajo de su prominente barriga. Mi cuerpo comenz? a moverse sin que yo lo pudiera controlar, era como una ola de placer que me abrazaba toda, me trataba se sujetar de la pared para no caerme al piso. En cierto momento sent? un raro dolor dentro de mi y me quej? con fuerza gritando un Hayyy de dolor, ?l me apretaba con fuerza contra su cuerpo, ella por mi parte no dejaba de moverme toda, en ocasiones levantaba su mirada y sus ojos como que hab?an cambiado de forma, me miraban de manera muy extra?a, mientras que sus manos acariciaban el resto de mi cuerpo en particular los pezones de mis senos, que los sent?a estallar en esos momentos. Me pareci? que la respiracion se me cortaba, y algo dentro de m? ser como que hab?a estallado. Jam?s ni nunca hab?a sentido eso en mi vida, sent?a todo mi cuerpo sudado, mi corazon lat?a como si hubiera corrido los cien metros planos, respiraba de manera r?pida y entrecortada, me encontraba completamente desnuda entre los brazos del Padre Camilo, pegada a una de las paredes de la casucha con mis piernas completamente abiertas mientras que ?l se mov?a para adelante y para a tras una y otra vez, yo le dec?a ah?, ah?, y ah? indicondole que continuase haciendo eso que tanto me hab?a gustado, ?l acerc? lentamente su rostro al m?o y sin decirme nada coloc? su mano sobre la parte trasera de mi cuello, y sus labios sobre los m?os, dondome un sabroso beso, yo realmente me encontraba extasiada, mi boca se abri? apenas y su lengua tambion me penetr? la boca, sus manos no dejaban de acariciar todo mi cuerpo, sus dedos me provocaban una sabrosa cosquilla dentro de mi. As? permanecimos por un tiempo indeterminado, yo cre?a haber alcanzado la gloria, me sent?a distinta, con ganas de gritar de alegr?a, y al mismo tiempo bastante agotada. Cuando terminamos, no dije una sola palabra, sab?a ya que lo que hab?amos hecho no era bien visto por el resto del mundo, sin decirme nada el Padre Camilo, agarr? la manguera y tras abrir el grifo ?l personalmente comenz? a lavarme el co?o, haciondome disfrutar de otro grato momento. Al terminar ?l se arreglo sus pantalones y la sotana, dejondome sentada en el piso de la casucha tan desnuda como vine al mundo con un peque?o hilo de sangre saliendo de mi vulva, al rato yo misma me comenc? a vestir. Desde ese d?a en adelante me convert?, por decirlo de alguna manera, en su mano derecha dentro de la congregacion, en m?s de una ocasion ?l me oblig? a que lo masturbase en el confesionario, y en otras tantas tambion se lo tuve que mamar, en el mismo lugar, adem?s por lo menos una ves a la semana manten?a relaciones intimas con ?l. La hermana Mar?a al igual que las otras dos, se hab?an dado cuenta de lo del Padre Camilo y yo, pero sencillamente pareci? que era algo que ellas esperaban que sucediera. Con el tiempo tom? la decision de no realizar los votos, ya aunque no lo crean soy muy cat?lica, y entend?a que no pod?a cumplir con el voto de castidad, que las otras hermanas lo cumplan o no, no es de mi incumbencia.

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