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Aarón

—¿Te podrías mover?



Mi cuerpo no respondía, estaba inmóvil frente a él mirando sus verdes ojos, sin pensar en nada, embobado.



—Qué diablos te sucede, muévete.



Mi cuerpo se tambaleó al sentir su cuerpo embestirme para hacerme a un lado, mientras cargaba bolsas llenas de basura a su camioneta.



—Lo. Lo. Siento —murmuré, miró arrugando su frente y movió su cabeza disgustado.



Aarón era un hosco, malhumorado, tozudo, irritable y muchos otros adjetivos que reiterarían la idea. Aunque para todas las personas era un ángel. Veterinario de profesión, altruista por pasión, siempre ha ayudado a la gente en todo lo que puede, amante de los animales y el medio ambiente, dueño de una casa de acogida de perros, atiende animales de manera gratuita los fines de semana en diferentes partes y hace juntas para limpiar playas cercanas de donde vive. Eso lo hacía una persona buena, aunque nunca le creí por completo su personaje. Conmigo era borde y desagradable.



Ese día acompañé a Aarón y a otras personas a limpiar una de las tantas playas que hay por acá por donde vivimos, lo hacíamos a menudo y siempre era un panorama entretenido y útil. Terminamos alrededor de las 8 de la tarde y un grupo decidimos que nos juntaramos luego de ir a ducharnos para salir a beber algo. La noche transcurrió tranquila, un par de amigos, un par de amigas, algunos desconocidos y muchos tragos. La velada había terminado a eso de las 2 de la madrugada y era tiempo de marchar.



Embriagado y valiente me despedí y partí decidido a caminar las 13 cuadras que separaban el pub de mi casa. Por el camino salieron 4 hombres, me quitaron mi mochila, mi celular, mi chaqueta y mis zapatillas. Me dejaron solo con pantalones y camiseta. Eran ya las 2 y media de la madrugada y sin saber que hacer decidí ir donde la persona más cercana, Aarón, quien vivía a solo 3 cuadras del lugar del asalto. En algún momento del trayecto pensé en que podría haber salido, pero no me importaba, tenía miedo y por lo menos podría quedarme a esperarlo en la portería, pedir un teléfono, llamar a la policía o algo.



Entré al edificio y sin saber en qué apartamento vivía pregunté por él al recepcionista.



—Sí, Aarón el veterinario. Lo llamo —levantó el citófono y comenzó a llamar—. ¿Se encuentra bien? —preguntó el señor de pelo nevado.



—Sí. No, en realidad me acaban de asaltar un par de cuadras atrás, por eso vine donde Aarón.



—Oh lo siento. La gente está tan mala. Está tonta y mala —Sonreí—. Aló, Don Aarón tengo acá a...—Alzó la mirada para pedir mi nombre.



Aarón vivía en el piso 25, estar en el ascensor fue eterno, estaba nervioso y no sabía con qué me encontraría. Toqué el timbre, se escuchaban voces y música. Se abrió la puerta y apareció.



—¿Qué haces aquí? —apareció Aarón, se veía algo molesto e incómodo por llegar a tal hora a su departamento, me miró de pies a cabeza y su cara se suavizó.



—Yo. Yo. No sabía dónde ir —comencé a llorar.



—Mierda —me abrazó con sus enormes brazos—. Todo está bien, estás conmigo ahora, tranqui —.Su voz era suave, acogedora y su cuerpo estaba tibio y lo sentía arder a mi tacto frío.



Aarón estaba con amigos tomando cerveza, vino y otros licores, me guio hasta su habitación sin llamar la atención, me prestó unas zapatillas y un jersey marrón que me quedaban enormes, pero necesitaba calentar mi cuerpo. Me llevó donde sus amigos y me presentó a todos, me dio un shot de tequila; «Para calentar el cuerpo», fueron sus palabras, luego destapó y me acercó una cerveza.



Horas más tardes sus amigos comenzaron a despedirse, solo quedamos unos pocos.



—Creo que será mejor que me marche, luego traigo tu ropa —sonreí.



—No, no, quédate —podemos desayunar y luego te acompaño a casa.



—¿Estás seguro?



—Sí, si quieres puedes ir a dormir, ya sabes dónde está mi habitación.



—¿Y tú dónde dormirás?



—Contigo. Vete a dormir, yo iré pronto.



—Puedo dormir en el sillón, no tengo problemas —Aarón actuaba tan tierno y amable, como nunca lo había sido conmigo.



—No podrás, Augusto se quedará a dormir acá hoy —Augusto sonrió y volvió a sorber su vaso de licor.



La luz del sol se escurría por las cortinas mal juntadas cuando abrí mis ojos, sentí un ruido y giré mi cabeza.



—Lo siento, te desperté —mientras sacaba su pantalón para quedarse en ropa interior.



—No te preocupes, solo desperté por el sol.



Aarón cruzó la habitación y acomodó sus cortinas formando sombra hacia la cama. Pude ver su cuerpo bronceado lleno de tatuajes en negro de estilo tribal combinados con tradicionales. Sus dreads desatados cubriendo su fuerte y marcada espalda, sus piernas gruesas y velludas, su bóxer a rayas marcando su culo esculpido.



—Ahora sí, vuelve a dormirte —Solo sonreí y me acomodé.



Se acostó a mi lado, su cama era de plaza y media, por lo que su cuerpo estaba completamente pegado al mío. Acomodó su mandíbula sobre mi cabeza que quedaba apoyada en su brazo y con su otro brazo me atrajo de forma suave y firme hacia él. Sentía su piel arder sobre mi piel, sus vellos rozando mi cuerpo, su brazo apretándome contra su pecho, su paquete quedando justo a la altura de mi culo y su respirar cada vez con más lentitud. Al cabo de unos minutos estaba dormido, mientras yo había perdido el sueño por completo.



Creo que aún seguía algo ebrio por lo bebido o bien estaba alterado por el asalto, no sé, pero lo que hice es algo que nunca imaginé que haría. Me giré, miré su cara perfectamente delineada, sus rasgos fuertes y viriles, sus labios gruesos y me lancé. Besé sus labios, solo los junté por unos segundos, pasé mi mano por su brazo derecho, llegué a su cuello y volví a besarlo, esta vez abriendo levemente los labios, de pronto su brazo se apretó a mí, su boca se abrió y comenzó a comer mis labios, estaba perplejo y encantado con el sabor de sus besos, la suavidad de sus labios. Aarón abrió los ojos, me miró suavemente y sonrió.



—¿Qué te sucede?, extrañado.



—No sé, solo quería besarte —respondí aun sin procesar.



—Será mejor que me marche a otro lado, siento que estás confundido.



—No, no, no te vayas, por favor, es mi culpa, yo debería partir —Aarón no estaba interesado en mí y notaba su incomodidad.



—No seas tonto, no puedes irte así, quiero que te quedes, quiero cuidarte, pero no quiero que hagas algo de lo que puedas arrepentirte.



—Lo siento, no debí hacerlo, solo que hace mucho tiempo tenía ganas.



Me sorprendí a mi mismo, siempre me gustó Aarón, aunque fuera un imbécil tratándome, siempre estuve embobado por él y decirlo en voz alta era algo que nunca me atreví a hacer. Aarón abrió sus ojos por completo, se quedó sin respirar por unos segundos y me besó, me besó fuerte y apasionadamente, su lengua entraba en mi boca masajeando la mía, su barba raspaba mi cara y me abrazaba con ambos brazos. Mis manos en su pecho descubierto jugueteaban con sus vellos que sobresalen de sus tatuajes.



De pronto de manera bruta me arrebató la camiseta, me mordía mis pezones y tocaba mi culo con sus grandes manos, comencé a gemir. Subió a mi boca, se resbaló hacia mi cuello y sin darme cuenta me había sacado el bóxer. Sus grandes manos tocaban mi culo, sus dedos rozaban mi agujero y sus besos no paraban. Me giró, me puso de abdomen sobre la cama y bajó con su boca a mi culo, mordía mis nalgas, lamía mi ojete, su barba raspaba en mi perineo. Me dio media vuelta nuevamente y quedé mirando hacia él, pude ver que su bóxer a rayas blanco y azul había desaparecido y en su lugar se veía su pene circuncidado, enorme, venoso, largo y grueso con un piercing cuervo en su glande, escurriendo un fluido muy viscoso. Lo miré a los ojos, tomé con mi mano izquierda su pene y lo llevé a mi boca, dejando sus grandes bolas en mi barbilla. Lamía aquel líquido que salía desde su abertura justo por donde entraba su piercing, comenzó a gemir, mi lengua jugaba con sus bolas y sentía aquel sabor a sudor mientras con mi mano lo masturbaba. Nunca había visto un pene tan mojado, no dejaba de salir aquel líquido. Corrió su trasero hacia atrás y alejó su pene de mi boca, me besó de manera bruta, raspando con su barba mis labios generando escozor. Tomó mis piernas y las llevó por sobre sus hombros, puso su pene en mi ojete y sentí como su abundante líquido me mojaba y dilataba cada vez más. De pronto sus labios se curvaron y abrieron mostrando su perfecta sonrisa y su pene entró en mí, sin aviso ni protesto, sentí su pene enorme atravesarme, la sensación era intensa, sentía una presión enorme en el abdomen, mis ojos estaban desorbitados o por lo menos así me sentía, empujaba una y otra vez con fuerza, gruñía entre dientes mientras yo gemía casi sin voz por la excitación. Cada músculo que podría apreciar se le expandía mientras yo me sentía cada vez más pequeño, frágil y sumiso, en ese momento estaba a su disposición.



Se detuvo un momento, bajó mis piernas a sus brazos para acercarse y besarme nuevamente, aquel beso lo sentí arder en mi boca, deseaba que no acabara nunca, pero me dejó con ganas, volvió mis piernas a su posición, comenzaron las embestidas nuevamente y con una mano comenzó a masturbarme. No intenté negarme aunque sabía que acabaría pronto ya que en ese momento era de él, era de Aarón, ya no tenía voluntad propia. Comencé a gemir más sonoramente, lo que parece le excitaba porque entre más gemía, más fuerte embestía y gruñía, lo que aumentaba la fuerza de mi gemido comenzando un círculo vicioso de gemidos y embestidas incontrolable. De pronto mi pene se endureció y comenzó a disparar semen en todas direcciones como nunca me había pasado, mi culo se sensibilizó y el placer se mezclaba con un poco de dolor, sentía cada vena de su pene bombeando sangre mientras él no paraba de embestirme con su pene una y otra vez. De pronto sentí que engrosó aún más su pene, se endureció y comenzó a palpitar a medida que expulsaba su semen llenando mis entrañas y sus gruñidos eran cada vez más potentes. El semen escurría por mi culo y Aarón insistía en embestirme sin parar de eyacular, sentí un gruñido suave, pasó una de mis piernas por su cabeza, las juntó y las bajó sin sacar su pene de mi culo, se acomodó a mi lado, besó mi cuello y me dormí.



No podría decir con exactitud cuánto tiempo pasó desde que me dormí, pero al despertar Aarón estaba en la ducha, me intenté acomodar pero sentí húmedo mi culo, lo toqué, gran cantidad de su semen seguía en mi y mi ojete aún estaba dilatado, recordé lo ocurrido y seguí tocando mi abertura por unos minutos hasta que escuché que salía de la ducha.



Aarón venía desnudo, con su pene flácido pero de buen tamaño, sus bolas eran grandes y por lo que mi culo notaba llenas de vigor, su cuerpo marcado y aún brillante por el agua, con una toalla secaba su cabello mientras caminaba hacia mí, se inclina aún mojado, me besa los labios, sonríe y mirando a mis ojos dice.



—Así que desde hacía mucho tiempo tenías ganas.


Datos del Relato
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