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Les voy a contar una historia que, aunque parezca alucinación, es tan real como la vida misma.
Me llamo Alonso, tengo 32 años, pertenezco a una familia numerosa (mi padre me regaló 14 hermanos, producto de cuatro relaciones matrimoniales y dos amasiatos). De esos 14, 10 son varones y cuatro mujeres.
Y de una de estas últimas (actualmente de 27) es de quien trata mi historia.
Se llama Lilia y es como cualquier mujer guapa, sin mucho que destacarle, salvo esa cara bonita de ojos hermosos.
Su cuerpo, con cada cosa en su lugar, sin exageraciones.
Desde chamacos, cuando yo salía con mis primeras noviecillas, Lilia era la única que se enojaba y siempre le inventaba algún defecto a cualquiera de ellas: que si está muy flaca, que es muy chica para ti, que se le nota lo naca, etcétera.
La vida siguió y cuando cumplí mis 23, Alejandra, mi novia en ese tiempo, resultó embarazada y tuvimos que casarnos.
Por supuesto, Lilia puso el grito en el cielo, me exigió que no me casara, que me estaban "cazando" y acabó no asistiendo a la fiesta.
Tres años después, ella se casó con Fidel, su primer y único novio, médico pediatra y que, para mi gusto, era demasiado "rarito".
Total, ella se va de San Luis a vivir al DF pues su marido se especializaría en perinatología y ella acudiría a la UNAM para estudiar también para doctora.
Yo me quedé con mi empresa automotriz en la capital del estado, ganando muy buen dinero, pero siendo absolutamente infeliz con Alejandra, con la que ya tengo cuatro hijos a los que adoro, a pesar de que a ella no le perdono que me haya impedido vivir mi juventud.
Pero ésa es otra historia.
Lo cierto es que Lilia, hace seis meses, en febrero de este año, para ser exactos, nos llegó a San Luis, con sus dos bellísimos niños, su Suburban repleta de maletas y todavía una "pick up" con más equipaje.
Se acaba de separar de Fidel, pues se confirmó lo que yo sospeché desde n principio: era homosexual.
Resulta que la tarde de un martes, Alejandra no pudo llegar a la escuela por un de esas clásicos manifestaciones callejeras en el DF y decidió regresar a casa.
Y cuál sería su sorpresa, que encuentra, en su propia cama, a Fidel en cuatro patas, con un chamaco al que ella calculó menos de 20, pero con una verga descomunal, ensartada por el culo.
Por más que su marido le suplicó que no lo dejara, ella tomó la decisión correcta y volvió al seno familiar.
Mi padre, ya sin pareja, se quedó en su casa en la que acogió a Luis, el más chico de mis hermanos y su esposa Lucía (que está buenísima, por cierto) y allí mismo se quedó a vivir Alejandra con sus bebés.
Hasta allí, la historia es normal, pero ahora viene lo bueno.
Un domingo, en que mi esposa se fue a Saltillo con mis hijos a visiar a su familia, yo decidí visitar a mi padre y mis hermanos, pero me hallé con que Luis y su esposa habían llevado al viejo a un pueblo vecino, pues quería visitar a unos amigos.
Entonces, solo estaba Lilia y sus chamacos.
Ellos en el patio y nosotros nos apoltronamos en la sala de la casa, con una botella de ron y cocas, pues ella quería que yo supiera su historia.
Por principio de cuentas, su vida con Fidel fue un desastre sexual.
Apenas la cogía dos o tres veces por semana, jamás conoció ella más de dos orgasmos en una cogida y, sí, adivinaron, tampoco nunca la mamó, ni le dio por el culo.
La plática se puso cachonda cuando me confesó que desde que éramos jovencitos, ella quiso yo la desvirgara.
Ya con esos temas, llegar a los besos fue lo más sencillo y de allí, a la cama.
Debo aclararles que mi verga no es más grande de lo normal (unos 16 centímetros, pero lo grueso ha sido siempre mi problema con las mujeres, pues poco más de dos pulgadas de diámetro les provoca dolor.
Cuando ella me quitó el calzón e hizo saltar mi verga bien parada, mostró una cara de incredulidad, pues resultó más chica que la de su ex marido, que según ella andaba por los 23 o 24 centímetros.
Para no hacerles largo el cuento, ella me pidió que le diera una mamada de panocha, pues jamás había sentido esa caricia y, como de rayo, me fue bajando lentamente desde el cuelo hasta sus pies, para regresar a ese triangulito velludo que ya olía riquísimo.
Creo que por lo menos tuvo orgasmo en tres ocasiones.
Ya no hubo "chance" de que me la mamara, pues yo sabía que si le metía mi verga en su boca, no tardaría un par de minutos cuando vendría mi eyaculación.
De modo que me retiré, le abrí las piernas y, salvaje, ni contemplaciones, se la metí toda, hasta el tronco.
Y, como les dije, lo grueso de mi chile no es fácil de digerir, las lágrimas se le salieron a mi hermanita, quien hizo intentos inútiles por zafarse, pero yo era un animal.
La embestía como si ése fuera a ese el último palo de mi vida.
Así la tuve, entra y sale, entra y sale, por unos cinco minutos, hasta que, a punto de eyacular, saqué mi verga y le derramé toda mi leche en su boca y cara.
Ella tragó parte del líquido, lo cual tampoco el joto de su marido jamás le había dado a probar.
Apenas descansamos unos cinco minutos y yo ya tenía mi verga otra vez tremendamente parada, pero ella frenó mis ansias de darle otra cogida, alegando que los niños no tardaban en entrar a la casa para pedir su cena.
Me pidió que otro día nos viéramos para que la siguiera guiando por los caminos del sexo, como no lo hizo su ex marido.
Por supuesto, ni modo que me fuera a casa con la verga parada.
Allí, yo de pie y ella sentada en la cama, la hizo que me la puñeteara, con el glande pegado a sus labios, hasta que volví a regalarle mi leche.
Después de ese 21 de julio, nos hemos encerrado en un motel en unas seis ocasiones.
Pero de ello les platicará en posterior ocasión.
Solo les adelantaré que, así como casi la desvirgue por la vagina, su culo virgencito sí fue estrenado por mi gruesa verga.
Y ese día sí que pegó tremendos alaridos de dolor.
Estén pendientes.
invitado-cervatilla 21-01-2015 05:59:01
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me he follado a mis dos hermano varones pero nunca seran como papá , ese si que sabía cojer a una mujer y por lo menos hasta los quince le hice mi esclavo sexual, luego seguí con mis hermanos dueños de las vergas mashermosas de este mundo con ellos cojí hasta depues de casada, y todo bien. ahora son maduros y me aman con locura.