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A mi perro le estoy muy agradecida

~Yo aunque soy viuda, y pronto estaré por acercarme más a los cincuenta, no he dejado de trabajar, y diariamente cada vez que salía de casa, le ponía algo de la comida que me sobraba, a un perro negro callejero, que se la pasaba por la calle de mi casa.

Yo regresaba a casa, y estaba abriendo la puerta de la calle, cuando un par de tipos, a los que no les había prestado atención me han dado un fuerte empujón dentro de la casa, una vez que abrí la puerta. De inmediato, uno de ellos amenazándome con un cuchillo de carnicero, me dijo. Si grita le corto el cuello, así que denos todo el dinero, y valla quitándose la ropa. Yo estaba tan asustada que empujé mi cartera con los pies, en la dirección en que estaban parados ellos dos, y temblando de miedo sin verlos a la cara, comencé a desabotonar mi blusa, mientras que uno de ellos recogió la cartera, la abrió y sacó el poco dinero que tenía dentro, para luego tirar mi cartera a un lado y volverme a repetir con voz de alcohólico que me diera prisa en quitarme la ropa.

Ya me había quitado la blusa y aun tirada en el piso comencé a quitarme la falda, mientras que uno de ellos le decía al otro, ok mano primero yo y después le das tú por el culo, o la pones a mamar. Yo nada más de pensar en que me iban a violar, y quien sabe que más, me ha dado un ataque de pánico, y aunque no quería, no podía dejar de llorar. Uno de ellos se me acercó estando ya prácticamente desnuda, y cuando me puso una de sus sucias manos encima, comencé a gritar como una desesperada. Mientras que el tipo que tenía el cuchillo, a gritos me ordenaba que me callara, o me atravesaría con su cuchillo.

De momento, cuando quien sabe que pensaba hacer el del cuchillo, no sé como apareció en el medio de la sala ese tremendo perrazo negro, ladrando fuertemente, y mostrando todos sus dientes a los dos delincuentes. Quienes al verlo, de seguro se asustaron y por la misma puerta que entramos salieron corriendo, con el perro de tras de ellos. A mí me costó algo de trabajo tomar el teléfono y llamar a la policía, pero una vez que lo hice, me sentí más tranquila, y mi única preocupación era por el perro que se había ido corriendo tras ellos.

No bien había pasado ni diez minutos, ya me había vuelto a poner mi ropa, cuando sentí que el perro ladraba en la puerta de la casa. Me asomé y ahí estaba, moviendo su rabo, sin ninguna herida, yo estaba tan contenta de verlo que de inmediato lo abracé, y luego le lo hice pasar dentro de mi casa y le puse un buen plato de comida.

No pasaron ni cinco minutos más, cuando sentí que tocaban la puerta, era la policía, el oficial me preguntó si yo los había llamado, y si los tipos que estaban en la patrulla eran quienes me habían asaltado. En efecto era ellos, y después de darle mi declaración, y que me devolvieran mi dinero, el oficial me dijo, estos no aprenden, apenas llevan dos días en la calle, y con esto de seguro se van a quedar para el resto de sus vidas en la cárcel.

Yo ante todo lo sucedido, decidí dejar que el perro, o Negro como es que decidí llamarlo, se quedase en casa. Realmente no sé ni de que raza es, es bien grande, de pelaje corto, y completamente negro.

Los primeros días los dejaba durmiendo, en el patio trasero de casa, le ponía comida y me marchaba a trabajar, pero como a la semana, me di cuenta de que Negro, que siempre me recibía alegremente, moviendo su largo rabo, apestaba un poco. Por lo que decidí darle un buen baño, así que después de que un compañero de trabajo me dijo que lo último que debía lavarle era la cabeza, un viernes en la tarde comencé a bañarlo, y como me dijo mi compañero de trabajo, se comportó muy bien, le enjaboné la barriga, hasta que le mojé la cabeza, casi de inmediato comenzó a sacudirse, mojándome a mi completamente.

Por lo que casi de inmediato comenzó a correr alegremente por todo el patio y a juguetear conmigo. Como mi patio es completamente cerrado, y me encontraba completamente mojada, decidí quitarme la ropa, y dejarla secando. Pero apenas me quedé en pantis, Negro continuó jugueteando conmigo, yo me ponía a correr tras él, y negro salía corriendo, dando la vuelta me sorprendía, pasando entre mis piernas, y haciéndome perder el equilibrio. Hasta que ya algo cansada, le ordené que se quedase quieto. Fue cuando se detuvo, y a pocos pasos de mi se quedó sentado, y tranquilamente comenzó a darse largas lengüetadas sobre su propio miembro.

En realidad hasta ese momento no había reparado o puesto a tención en esa parte del Negro, pero al verlo como esa cosa rosada salía de su cubierta de piel, mientras él mismo se la lamía, no pude dejar de verlo. Y de momento me puse a pensar en el largo tiempo en que yo no me acostaba con un hombre, desde la muerte de mi esposo. Rápidamente caí en imaginarme como sería el llegar a tener relaciones con Negro, cosa que me asustó, y de inmediato me levanté del suelo, y me dirigí a casa, para darme un buen baño. Pero fue peor el remedio que la enfermedad, como dicen, ya que a medida que comencé a sentir el agua caliente cayendo sobre mi cuerpo, no pude evitar llevar mis dedos entre mis piernas, y al tiempo que me imaginaba como seria el dejar que Negro me penetrase, yo comencé a apretar entre mis dedos firmemente mi clítoris, jalándomelo, y acariciándomelo yo misma hasta que disfruté de un raro pero rico orgasmo, como nunca antes lo había disfrutado.

El resto de la tarde y de la noche no hice otra cosa que pensar en cómo sería dejar que Negro, me penetrase. Ni idea tenía de que debía hacer, tan es así que por miedo al qué dirán, o por no encontrarme con un vago que quisiera que yo lo mantuviese, no me atrevía ni tan siquiera a pensar en otro hombre en mi vida. Pero la loca idea de dejar que el perro me penetrase o se apartaba de mi mente. De momento me entro una calentura, y no me explico cómo tomé la decisión de pararme de la cama, quitarme toda mi ropa de dormir, y así completamente desnuda como me quedé, salir de mi habitación, y dirigirme al patio trasero de mi casa.

Al abrir la puerta ya Negro se encontraba parado frente a ella, moviendo su largo rabo, yo no sabía qué hacer, por lo que se me ocurrió ponerme a juguetear con él, tirándome sobre la tierra del patio, me puse a hacerle un poco de cosquillas. De inmediato me fijé en su miembro, oculto dentro de su cubierta de piel, como asomaba ligeramente su punta, con una de mis manos le seguí acariciando la barriga, hasta que poco a poco comencé a rosarle con mis dedos.

Negro de momento se puso de pie, pero acercándose más a mí. Que me encontraba como ya les dije, tirada sobre la tierra, separé mis piernas, y sin que yo lo pudiera controlar, sentí su gruesa y larga lengua caliente, lamiendo mi peludo coño. Fue como si un rayo de electricidad, recorriera todo mi cuerpo. De inmediato, y a pesar de que Negro continuaba lamiendo divinamente todo mi coño, me puse como si estuviera gateando, dejando mis piernas algo abiertas, mientras que él sin detenerse, continuaba lame que lame, toda mi vulva y hasta mi culo. Yo me encontraba como poseída, deseosa que de que Negro finalmente me montase como si yo fuera una verdadera perra.

No pasaron ni unos pocos segundos, cuando él dejó de lamerme, entre las piernas y mis nalgas, que sentí como su peludo cuerpo, que se había montado sobre mí. En fracciones de segundos, sentí como su rosado miembro comenzó a chocar contra mi vulva, sin acertar introducirse de inmediato, pero tras un par de movimientos de Negro, sentí como esa cosa rosada y caliente, me comenzaba a penetrar divinamente. En los cuatro años de viudez que llevaba, salvo raras ocasiones había pensado en sexo, y finalmente me autosatisfacía yo misma. Pero lo que estaba haciendo con Negro, iba mucho más allá de lo que me pudiera haberme imaginado. Yo sentía como entraba y salía su erecto miembro de mi caliente y mojado coño. Yo me sentía en la gloria, gimiendo o mejor dicho casi aullando de felicidad, cuando algo que no me esperaba sucedió, sentí algo para lo que no estaba preparada, ya de por si, el placer que el Negro me estaba proporcionando, era algo fuera del este mundo para mi, cuando tuve la impresión de que su verga se ponía mucho más grande, dentro de mi ya satisfecho coño. En efecto fue así, y era algo que hasta esos momentos yo ignoraba, pero que me produjo una mayor sensación de placer. Yo no dejaba de moverme, y aunque Negro, me tenía bien sujeta con sus patas delanteras, yo restregaba mi cuerpo contra el de él, buscando sentir un mayor placer.

Sus movimientos se aceleraron, hasta un punto en que yo no lo podía creer, y de golpe se detuvo. Si volvió a moverse, pero finalmente se quedó completamente quieto, para a los pocos segundos bajarse, y fue cuando me di cuenta que ambos continuábamos pegados, su verga dentro de mi coño, y me acordé de ver esa misma posición en perros que tenían sexo en medio de la calle. Luego me recordé algo de que una chica en mi pueblo, decían que la habían visto pegada a su perro. Al principio me asusté un poco, pero después de un buen rato, el miembro de Negro debió ir recuperando su tamaño normal, y apenas pudo lo sacó de mi coño. De inmediato él se dedicó a lamer su cosa, mientras que yo continuaba completamente agotada pero satisfecha por el placer que él me había proporcionado, con mis tetas pegadas a la tierra, y mi culo al aire. No sé cuanto tiempo pasé así exactamente, ya me estaba quedando dormida, cuando sentí nuevamente su lengua lamiendo, su semen que chorreaba de mi coño y corría por gran parte de mis muslo.

Finalmente me puse de pie, Negro se fue a costar a su rincón favorito, y yo me dirigí al baño a darme una buena ducha, ya que olía a perra, y de mi coño aun escurría algo de su viscoso semen. A medida que me comencé a bañar, me preguntaba a mi misma como era posible que hubiera hecho eso con mi perro, y hasta me dio miedo de haber agarrado alguna infección, como se lo explicaría a mi ginecóloga. Después de lavarme hasta con vinagre todo mi coño, se me ocurrió buscar en internet información, con decirles que cuando me levanté de la silla ya eran casi las doce del día. Eso sí encontré mucha información, y muchas exageraciones, pero aprendí que manteniendo un buen aseo personal no debo preocuparme de nada. En cuanto Negro, ya tenemos una especie de rutina, basta que me vea de pie desnuda, que de inmediato sabe lo que quiero.

En una cuantas ocasiones, me he puesto a beber, con algunas amigas al salir de la oficina, y al llegar a la casa, lo he continuado asiendo, y esas han sido las ocasiones en que quizás por lo borracha que me he puesto, he llegado a ponerme a mamar la verga de Negro, al principio apenas me he quitado toda la ropa, dejándola tirada en la sala, me he puesto hacerle cosquillas en su barriga, y lentamente he ido acercando mi rostro a su miembro, y la primera vez que lo hice fue una especie de impulso que sentí, cuando me vine a dar cuenta ya se lo chupaba como una loca, pero sujetando el gran bulto que se le había formado, hasta que un gran chorro de leche, del cual me tragué gran parte inundo mi boca. En otra ocasión que también llegué bien borracha, después de haber dejado que me lamiera el coño y hasta mi culo, se me ocurrió pensar que sentiría si lo dejaba que me lo enterrase por el culo, por lo que cuando me ha ido a montar he dirigido su miembro al centro de mis nalgas, la verdad es que me ha dolido, pero también es cierto que lo disfruté mucho, y creo que a él también le ha gustado bastante, solo que no le he soltado su bulto, porque sino de seguro me revienta toda. En ocasiones me he puesto a pensar que esas son dos cosas, que a mi difunto esposo no se lo permití.

Datos del Relato
  • Categoría: Zoofilia
  • Media: 9.25
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Comentarios


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4 comentarios. Página 1 de 1
www.poringa.net/Elfollascorts
www.poringa.net/Elfollascorts 23-05-2020 18:33:43

yo tambien le estaría agradecida mas si me hace madre

vidin
invitado-vidin 09-02-2017 00:41:35

Legista.seáis..felices.coruñawasa..630681646

vidin
invitado-vidin 09-02-2017 00:38:38

Así.megusgtaria.unammijer.consuperro.acertrio.

ru
invitado-ru 14-05-2016 23:38:36

muy bueno...!! no hubo mas..?

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