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Categoría: Confesiones

A mi mujer le gusta otro

Mi nombre es Enrique y mi esposa es Ana, ambos tenemos 38 años y vivimos en Caracas, Venezuela. Es el caso estamos casados desde hace 12 años aunque tenemos relaciones sexuales desde hace 18 años. Tenemos un hijo de 10 años. Como toda relación de pareja hemos pasado por múltiples cosas, tanto buenas como malas. Hemos tenido muy buen sexo, aunque nuestra relación de pareja no ha sido la mejor.



Durante todo este tiempo he tenido muchas relaciones con otras chichas, incluso descuidando a mi esposa que se ha dedicado trabajar y cuidar a nuestro hijo, sin tomarse un tiempo para mejorar su apariencia. Aunque nunca ha sido una miss, debo confesar que Ana, a pesar de ser bajita, tenia un lindo cuerpo, en la actualidad mide 1,55 de altura, pesa alrededor de 60 kilos, buenas tetas (operadas hace algún tiempo), un culo redondo y provocativo y una enorme cuca (concha) que no le cabe entre las piernas.



Durante todo este tiempo hemos tenido la oportunidad de experimentar casi todas las cosas permitidas en el terreno sexual, sexo en la cama, en la ducha, en la cocina, en el balcón, en la playa, en el río, en el carro, en el ascensor, en la oficina, en el hospital, mamadas, derrames de leche en la cara, en la boca (esta no le gusta), distintas posiciones, embarazada, en fin todo lo que se puede hacer durante 18 años.



Recientemente me dio su trasero y, por fin, tuvimos sexo anal, un poco dificultoso pero para ser la primera vez no estuvo tal mal. Lo cierto es que desde hace rato caímos en la monotonía del trabajo, las tareas, el supermercado, las obligaciones etc., alejándonos cada vez mas uno del otro. Yo por mi parte me he dedicado a visitar a mis amigas, algunas masajistas, algunas prostitutas, con las cuales he satisfecho mis deseos, ya que han pasado hasta 3 meses sin que nosotros hayamos tenido ningún tipo de roce sexual.



Supongo que Ana ha tenido la oportunidad de experimentar sus propias vivencias, ya que no soy un hombre celoso, siempre le he permitido sus salidas (realmente muy pocas) sin preguntarle dónde va o de donde viene, claro está, la idea es que ella tampoco me pregunte a mi sobre mis actividades. Aunque desde hace algún rato he notado a Ana un poco extraña, sobre todo al momento de repicar su teléfono celular, habla con tono muy bajo y se pone algo nerviosa. Recientemente a raíz de una fuerte discusión que tuvimos, yo me fui de la casa, pero por cosas del destino tuve que regresar como a las 10 semanas. Esa tarde estuvimos conversando acerca del niño, de la escuela, etc. Para hacer la conversación más amena decidí comprar algunas cervezas, ya que hacia mucho calor.



Ella me dijo que si quería la acompañara a la casa y que allá conversaríamos mejor, durante el trayecto Ana estuvo de muy buen ánimo y conversadora. Al llegar a la casa, compré otras cervezas y allá comenzó a beber más rápido, al rato me dijo que se iba a poner mas cómoda. Salió del cuarto con un short y franela de algodón, sin ropa interior. Ella sabia que eso siempre me ha excitado. Me pidió que le sobara los pies porque le dolían y estaba muy cansada. Gustosamente accedí, le dije que se acostara boca abajo en la cama y comencé a darle un masaje, tal y como lo había aprendido durante mis visitas a las masajistas. Comencé por los pies untándole una loción aceitosa, mentolada, que me facilitó. Pase suavemente mis manos por las plantas de sus pies, mis dedos entre sus dedos y lentamente fui subiendo por su pantorrilla, con movimientos suaves, pero firmes, mientras los hacia, veía como se retorcía y levantaba su culo, pero sin emitir ningún sonido, supongo que para que yo no me diera cuanta de lo que estaba sintiendo.



Al llegar a sus muslos, hice movimientos muy suaves en forma circular y le comencé a bajar el short. Vi ese hermoso culo redondo y mi pija se levantó inmediatamente. Seguí masajeando su espalda, provocando cada vez más movimientos espasmódicos, subí al cuello, toqué sus orejas y seguí hacia sus brazos. Me le acerqué y le pregunte al oído si quería que siguiera y me respondió muy agitada que sí. Se volteo y nuevamente baje a sus pies, esta vez el masaje fue más rápido y sensual. Al llegar a su entrepierna logré ve un hilo brillante de líquido que salía de su vagina.



Pase mis dedos por su raja y se deslizaron, provocando un primer gemido. Saqué mi mano y seguí masajeándole la cintura, las tetas, los pezones. Ana se retorcía, con sus ojos cerrados, me acerqué s sus labios le di un beso. Eso hizo que levantara sus brazos y atrajera a su pecho. En ese momento me dijo que quería que la cogiera, que necesita tener mi pija dentro de ella, que estaba cansada de masturbarse viendo películas pornográficas.



Como yo tenia el control de la situación decidí hacerlo a mi manera, a jugar con sus ganas, a torturar sus deseos, me le acercaba, le pasaba mi lengua por su cuerpo, me retiraba, no dejaba que me tocara para hacer que se pusiera a mil y que aumentaran sus ganas de mi. Pasaron algunos minutos y de repente lanzó un grito de desesperación ¡COÑO CHUPAME LA CONCHA! En ese momento entendí que había logrado mi cometido. Bajé a su enorme cuca, que se había depilado (ella sabe que eso me vuelve loco) y comencé a pasar mi lengua por su vagina carnosa, por su clítoris, chupando sus jugos, me pidió que le metiera un dedo y la complací, luego dos, sigue así QUE RICOOO!, meteme otro dedo, sigue así, como vi que le gustaba, busque el tarro de lubricante que tenia en el closet me lo unte en toda la mano ¿Qué vas a hacer loco?, me preguntó, ¡Nada que tu no quieras!.



Le introduje uno, dos, tres, cuatro, cinco dedos y traté de meterle el puño pero como tengo mi mano muy grande no pudo pasar. Pensé que la estaba lastimando y la muy zorra me dijo que le gustaba. Me dijo quiero ser tu puta personal, sé que has estado con otras mujeres, pero no me importa, quiero que satisfagas todos tus deseo conmigo. En ese momento, estaba muy excitada, y decidió preguntarme que si me la había cogido a mi vecina, a mi compañera de trabajo, que si había ido donde la putas. Quería que le respondiera, quería saber como lo hacia con ellas. Al principio me corté, pero rápidamente le seguí el juego.



Le dije como lo hacia con la putas, como me había cogido a la vecina. Eso la calentó muchísimo, alcanzando un orgasmo, en ese momento aproveche que estaba fuera de sí y le pregunté que si me había montado lo cuernos con otro tipo y me evadió la pregunta, pero sentí como se retorcía, me preguntó que para que quería saber, que era mejor que no preguntara. Pero yo insistí diciéndole que yo ya le había confesado lo que había hecho durante su ausencia y que era justo que me respondiera la verdad. Me dijo "está bien, pero conste que yo no quería decirte nada". En ese momento lanzó un grito de placer. Mi mente se nubló, mi cuerpo se estremeció con un frió que me recorrió, quedé inmóvil, pero inmediatamente me recuperé y le pedí que me diera detalles. Me dijo que, durante mi ausencia, había conocido a un tipo que la invitaba a salir, pero que ella se negaba, pero tanto insistió hasta que ella aceptó.



El tipo le agradaba y un día fueron a tomarse un trago y el tipo la besó, ella respondió al beso. En ese momento se quedó callada y me dijo "y eso fue todo". Yo seguí insistiendo diciéndole que eso no me parecía todo. Y comencé a tocarla nuevamente, agarre sus tetas y se las chupé, como ese comentario había despertado algo extraño dentro de mí, quería saber más.



Baje a su clítoris a chuparlo mientras le pedía que me dijera toda la verdad. Al sentirse otra vez excitada decidió decirme que el tipo le gustaba y que ciertamente le había tocado las tetas y que ella sabia que él quería cogerla. Le pregunté que había sentido y me dijo que muchas ganas de tirar, que se había puesto muy húmeda y que había permitido que él le metiera la mano en su concha. Eso me trastornó, me excitó demasiado, y me subí inmediatamente sobre ella le metí bruscamente mi verga y le pedí que me describiera lo que había sentido, ella no salía de su asombro y accedió a contármelo, en ese momento vacié toda mi leche dentro de su concha, con el mejor orgasmo que había tenido en toda mi vida. Al día siguiente, volví a buscarla, la lleve de nuevo a la cama y le volví a preguntar lo mismo, estaba trastornado, me excitaba mucho pensar y saber que mi mujer se había dejado tocar por otro hombre.



Le pregunte si habían tenido sexo oral o que si se la había cogido y me respondió que no. A partir de esa experiencia cada vez que hacemos el amor hablamos acerca de nuestras fantasías.


Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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