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A mi mejor amigo le gusta probar cosas nuevas y yo soy su juguete.

Estábamos un día a punto de follar, en mi postura favorita, tumbado de espaldas, con una almohada debajo de mi vientre para dejar el culo en una posición mas elevada y él de rodillas, sujetándome las piernas con sus muslos, cuando se le ocurrió que le gustaría hacerme una foto en esta postura, entregado y con su polla enhiesta amenazando mi trasero.

Debía de tenerlo pensado, porque agarró el teléfono que tenía ya preparado y me sacó dos o tres, primero de cerca y después alejándose, para sacar mas plano. No me dio tiempo a decirle si me importaba o no, aunque la verdad es que yo debía de tener algo exhibicionista, me gustaba mostrarme y que me viesen, me gustaba las playas nudistas, y los sitios donde se pudiera exponer sin molestar.

Dejó el teléfono y se aferró a mí, con mas furia, excitado sobremanera, y follamos con un acaloramiento diferente, como si echase el resto, nunca se había mostrado tan ardiente, con tantas ganas de sobarme, casi arañando.

La siguiente vez que lo hicimos fue todo mas normal, el se corrió dentro de mí y yo al tiempo, en su mano que agarraba mi polla y que apretó con fuerza cuando soltó todo dentro, lo que hizo que se acelerase mi orgasmo. Cuando descansábamos tumbados en la cama, me dice que le ha enviado la foto a un amigo.

– ¿qué foto?

– la que te hice el otro día, antes de follarte.

Me quedé sin habla. No supe que decir, no entendía que pudiera ir enviando fotos mías en plan guarro, y sin consultarme antes. Ya dije que no me importaba enseñar, que me vean desnudo, pero esto me parecía un abuso de confianza, y así se lo dije.

– vaaa, no te preocupes, no se te veía la cara y además, este es de confianza.

Y entonces me cuenta que ese amigo hacía mucho tiempo que no tenía relaciones, que le tenía envidia cuando le contaba cosas de nosotros, que seguro que me gustaría y que si no me apetecía hacer un trío, dos hombres para mí solo.

Me quedé pensativo un rato, mirando al techo, porque la verdad, es que no me importaría, solo lo enfadado que estaba me había impedido aceptar inmediatamente, así que le contesté que lo pensaría.

– le puedo llamar ahora mismo, vive a cinco minutos de aquí.

Ni me dio tiempo a contestar, según acababa de decírmelo estaba tecleando un número, y enseguida hablando con alguien. Venga, te esperamos, dijo antes de cortar. Y en verdad debía vivir muy cerca, o venir a la carrera, porque antes de que me diera cuenta estaban llamando al timbre.

No te muevas, me dijo, me gustaría que te viera así. Bueno, pues no me moví, solo acerté a cubrirme un poco el pubis con la sabana y esperar. Entraron los dos al cabo de un rato, el otro se había desnudado ya y se notaba su excitación por una polla morcillona, aunque larga y delgada. Se me quedó mirando, como pidiendo permiso, hasta que el otro le hizo una seña y entonces se abalanzó contra mí.

Si debía estar muy necesitado, porque en cuanto me tocó su polla se puso mas larga y dura, apuntando al techo, y yo la sentía rozar mi piel mientras se dedicaba a chuparme, besarme y tocar por todos lados. No necesitaba hacer nada, solo quedarme quieto y sentir su contacto, su deseo.

Mi amigo todavía no se había recuperado, pero participaba como podía, y ayudaba al otro a colocarme en una postura desde la que pudiera metérmela más fácil. Acabé de rodillas, como a mi me gustaba, con una polla atrás que entró casi de un tirón porque no me había lavado después de la última follada, el nuevo agarrado a mis caderas como un poseso, y mi amigo delante de mí, ofreciéndome su polla aun algo floja.

Los empellones de mi follador me empujaban contra la polla de delante, que entraba casi hasta el fondo, porque yo estaba mas preocupado en lo que ocurría detrás: esa polla tan fina me taladraba sin piedad, y al no hacerme daño por su escaso grosor, se adentraba sin dificultad hasta donde no imaginaba yo que pudiera llegar.

Tuve que sacármela de la boca para no ahogarme, porque la corrida del otro en mi trasero fue casi violenta, y empujaba y empujaba haciéndome perder el equilibrio, mientras el otro golpeaba mi cara, mis ojos, con su polla babeante.

Pufff, esto hay que repetirlo, exclamó al salirse de mí y caer rendido sobre la cama

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