A merced de un sádico 2 ¿duele?
Aquella noche, después de recibir la llamada de Asdrúbal, me asaltaron las mismas dudas que antes de mi primer encuentro con el Mandingo, me preocupaba digamos ser cada vez más marico, más puta, más promiscuo, me preocupaba que más gente supiera cuanto apreciaba y como me desvivía por una buena cogida. En ese entonces no había tanta apertura a esas cosas como las hay hoy en día.
Por otro lado, sentía desconfianza de Asdrúbal y es que en verdad no conocía nada del. Sin embargo, a pesar de mis miedos y preocupaciones, su amenaza me sirvió de perfecta excusa para auto convencerme que debía acudir a ese encuentro.
Finalmente nos encontramos en una parada donde el pasó recogiéndome. Subí a su auto y emprendimos el camino, no tardamos mucho, llegamos a un condominio muy grande, con varios edificios muy altos, si bien era un lugar residencial, se decía que en esos edificios había muchos mataderos (es decir lugares para tener sexo), incluso que muchas putas trabajaban allí. Eso porque había, entre otros, apartamentos de sólo un ambiente y otros con una sola alcoba.
Entramos a su apartamento y efectivamente era un lugar sólo para follar, tirar, tener sexo o como se le quiera llamar. Era un solo ambiente, con un baño. El lugar estaba limpio, pero desordenado y para nada decorado, ni siquiera tenía donde cocinar, sólo una nevera, una cama (de tubos de bronce) desnuda (sin sabanas) una mesa y un par de sillas, un carro bar, cosas así. Destacaba un banco acolchado con patas metálicas que parecía un banco para ejercitarse. Al fondo, una TV y VHS. En un estante un montón de películas apiladas, revistas porno y un par de libros de sexo.
Describo el lugar para dar una idea de la sensación que tuve al llegar allí. Mientras Asdrúbal fue al baño, un sinfín de cosas pasó por mi cabeza, si este hombre disponía de ese lugar exclusivamente para ir a follar, era digamos un morboso de marca mayor. Tuve digamos un mal presentimiento, pensé que debía irme, pero no me decidí a hacerlo.
El salió del baño sin camisa y el pantalón abierto, me abrazo desde atrás, apretándome muy fuerte, sentí esa pinga parada en mis nalgas, por sobre la ropa. Me dijo al oído, te voy a violar, que bueno tenerte aquí. Mientras tanto, desabrochaba mi pantalón y bajaba mi cremallera, de un jalón me bajó los pantalones y el calzón hasta los tobillos, dejó mi culo desnudo.
También se bajó su ropa, quedó esa verga gorda y rojiza hinchada detrás de mí, justo a la altura de mi ano, entonces, me volvió a abrazar con fuerza, rodeándome con sus brazos, agarrando una de sus muñecas con la otra mano, como si fuera un candado para evitar que yo escapara. Sentí ahora esa polla en mis nalgas desnudas, me la recostó con fuerza. Entonces me dijo, que rico agarrarse a un muchachito como tú para mí solo, aquí no está tu novio el Mandingo para protegerte.
Entonces apoyo con más precisión su glande en mi ano, frotándolo lentamente pero muy pegado a mí. Lo sentí muy rico, pero tanto mi ano como su pene estaban totalmente secos, me dio miedo, pensé si me clava así me va a desgarrar. Como él era algo gordo y en la posición en la que estábamos, de alguna forma su panza separaba su verga de mí, yo tenía doblar un poco el torso hacia abajo para que su pene llegara con comodidad a mi ano, entonces me erguí, traté de separar un poco mi culito de su pollón.
En ese momento, yo ya entendía mucho mejor los deseos de este tipo de hombres un poco sádicos, las experiencias que había tenido, aunque no muchas pero si muy intensas, me habían enseñado que en lugar de protestar o tratar de negarme, debía buscar una forma sutil de encausar sus deseos. Me refiero, a que en las ocasiones en las cuales yo había pedido o exigido alguna consideración, por lo general había resultado en todo lo contrario, en un trato más rudo.
Debo aclarar sin embargo, que no creo en ningún momento, que alguno de los tipos con quien estuve, fuera un sádico hubiera violado o forzado a alguien en verdad. Sin duda, al dejarme ver ante ellos como un marico, sumiso, muy sumiso, abusaban como lo hace cualquier dominante con un sumiso. Ciertamente estos hombres con quien estuve disfrutaban mucho de juegos sado-maso, unos en mayor medida que otros, unos tal vez más consientes de sus deseos que otros, pero si bien les gustaba hacerme sufrir un poco, también les gustaba hacerme gozar, era un intercambio, sumisión y placer a cambio de dominación y placer.
Un claro ejemplo de esto fue mi primo, que siendo ambos muy jóvenes e inexpertos, en el segundo encuentro que tuve con él, me estaba penetrando tan profundo que me lastimaba, me preguntó ¿duele? A lo que yo respondí; si, me duele pero me gusta; un shh escapo de sus labios, me aprisionó con más fuerza y continuó ensartándome con energía.
Haciendo un ejercicio de memoria, no recuerdo ningún macho a quien me le haya entregado, que en algún momento o varios de la faena no hubiera realizado la pregunta ociosa de ¿duele? Digo ociosa, porque si me escuchaban quejarme, sollozar, miraban mi rostro contraído, sentían que su palo llegaba al tope de mis entrañas, a veces me hacían sangrar, me veían morder una almohada y hasta con los ojos aguados a punto de llorar; pues era más que evidente que dolía.
Cualquiera a quien le hayan dado por el culo sabe que siempre duele, poquito, mucho o muchísimo, unas veces más otras menos, la mayoría de las veces duele al comienzo, otras al final, otras todo el tiempo; en ocasiones duele en la entradita, otras en lo profundo, en las entrañas; en fin, depende mucho de la situación, de la experiencia, etc. pero en resumen siempre duele. Tanto es así, que por algo hay tantos productos para facilitar el sexo anal, lubricantes, desensibilizantes y los iniciadores anales. Pienso todos tenemos algo de sádicos y/o algo de masoquistas, aunque nos cueste admitirlo.
Sin dudas, me manipularon y engañaron en ocasiones para llevarme a encuentros o situaciones, que si me las hubieran propuesto de frente, en frio, no las hubiera aceptado. Que en oportunidades pasé por cosas difíciles y me hicieron sufrir, es cierto, pero como dice el refrán, se sufre pero se goza.
Bueno, hasta aquí lo dejo en este momento, dime si te gusta mi relato y si quieres que siga contando otras cosas que sucedieron.
JP
hola Jose: siempre logras exitarme con tus relatos tan veridicos que parece que te estoy viendo en plena accion sobre la cama y eso me exita muchisimo, ya me estoy haciendo adicto y complice de tus cuentos y aventuras, sigue asi