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~Delante el maestro su rostro parece animado. Al instante en el cual mis ojos se fijan en esa tela sé que mi vida va a cambiar. Una sensación extraña me invade y coge el control de mi cuerpo. Repentinamente estos ojos me cautivan como los de un animal sufriendo en su jaula. Desde la tela esa mirada me habla, me suplica, me implora no seguir mi camino, como si estos ojos tan reales me dijeran…
¡Por favor, estoy aquí, hace tiempo que te espero, no me dejes !
El fuego de un volcán abarca mi corazón, aviva en mi una excitación placentera…El pintor sigue jugando con su pincel, su mano baila delante la tela. Parece seguir una música silenciosa, con pequeños toques esta terminando su obra de arte.
Esta posando a la derecha de él, en medio de la gente no la veo. Me abro un camino para acercarme, mi corazón se alborota como unas grandes cajas de charanga, creo que la gente lo oyen porque se apartan abriéndome un camino. Llego a la altura del caballete del artista, hace calor, mis manos húmedas, tiemblan al ritmo de mi cuerpo, mis ojos la buscan a la derecha, un acordeonista toca la vida en rosa rodeado de olores de castañas asadas.
La plaza de los pintores esta abarrotada de gente. De repente el tiempo se ralentiza, la veo, sentada, inmóvil, posando para la inmortalidad de su rostro. Lentamente su mirada se mueve en mi dirección, una tímida sonrisa se define sobre sus labios, me siento vacilar, una tormenta de deseos me lleva en un carrusel, en una fracción de segundos me penetra el alma, la siento en mis venas, mis músculos, en cada parte de mi piel, quiero hablar, pero ningún sonido sale de mi boca, solo mis labios articulan…”hola”...sin oírme las suyas me contestan un ”hola” apenas perceptible…
El retratista ha terminado su obra magistral, enrolla el retrato y se lo regala, ella le murmura un ¡gracias! con su más tierna sonrisa, me he apropiado de sus pensamientos, esta como yo, muy emocionada…le tiendo la mano, sus delicados dedos se hunden en ella. Los aprieto suavemente y le ayudo a levantarse, nos miramos, cautivados como si estuviéramos solos en este mundo, su mirada es dulce, chispeante, me sigue totalmente confiada, sabe como yo que algo especial esta pasando.
Un buen amigo me ha dejado un par de días su pequeño ático, el número 11 de la place du Tertre junto al restaurante Le Sabot Rouge.
Abro la puerta de madera antigua, subimos la escalera estrecha, sin soltarnos las manos llegamos directamente al ático de estilo japonés minimalista. Encima del parquet natural marrón rojizo hay una cama futón blanca y negra pegada a la pared izquierda, una mini cocina americana ultra moderna a la derecha y en frente un ventanal con unas vistas panorámicas sobre la plaza de los artistas y pintores.
Nos contemplamos, hechizados, mis labios se acercan a los suyos y los rozo, están calientes, sedosos, se entreabren un poco, mi lengua los acaricia, penetra lentamente, encuentra su lengua, hipnotizante como sus ojos verdes que me miran con intensidad, el contacto es explosivo, el beso se pone fogoso, mis manos empalman sus tetas, las suyas desabrochan mi cinturón, en un gesto mágico le quito su vestido que cae al suelo, mi vaquero y mi boxer siguen el mismo camino, hago volar mi camisa, le quito el sujetador, mi boca ansiosa chupa sus pezones mientras mis manos bajan su tanga, con nerviosismo sus piernas lo tiran a unos metros. Estamos enloquecidos, su mano derecha quiere coger mi pene erecto pero antes me arrodillo lamiendo su piel, su cuerpo se arquea, llego hasta su clítoris endurecido, lo aspiro, lo pellizco, mi lengua entra en su vestíbulo, sus jadeos me excitan, palpo sus nalgas, mis dedos corren entre su raya, rodean su ano y se van volando hacia su entrepierna, se introducen en su interior con suavidad por lo mojada que esta, besoteo su entrepierna y vuelvo a su vulva donde me cruzo con mis dedos, esta tiritando, sus gemidos se amplifican, sus piernas aprietan mi cabeza, su cuerpo se convulsiona, siento su fluido caliente llenar mi boca, estamos sudando, quiero penetrarla, sentir mi erección llenar su vagina, me levanto velozmente, alzo su pierna derecha hasta mi cadera, ella echa la cabeza hacia atrás, incapaz de abrir los parpados, con una mano se agarra a mi cuello con la otra coge mi pene y guía el glande hacia su vulva, gemimos, la penetro con ansiedad lo más profundo que puedo, piel contra piel movemos nuestras caderas para sentir el roce de nuestros sexos, su culo reposa en una de mis manos, la otra no se cansa de acaríciarla, estoy delirando, su boca no me déjà respirar, aspiro su lengua como un demente, esta estremeciéndose, yo también, siento llegar un enorme orgasmo, nos chocamos sin control y desenfreno, saliendo y entrando hasta el fondo de su vagina, gritamos juntos cuando su fluido choca con mi esperma, nos abrazamos un par de minutos más hasta sentir que he vaciado entero en ella.
Me retiro lentamente, la miro desnuda, y le digo con un soplo de satisfacción…
¡Bonjour ! me lla..
Me pone un dedo sobre la boca y me dice con una sonrisa cariñosa…
¿Tienes algo de beber ?
Le sonrió afectuosamente, voy hacia el frigorífico, lo abro y saco una botella de champán, cojo dos copas de cristal, hago saltar el corcho en mi mano cerrada para no estropear este momento de quietud, lleno los vasos. Detrás de la fina cortina esta mirando la multitud sobre la plaza, a media luz me acerco lentamente mirando su cuerpo desnudo, ¡que preciosidad ! mis ojos ávidos capturan su silueta, de los talones hacia su larga melena chocolate con reflejos avellana, como lo haría un fotógrafo con decenas de disparos. Su cuerpo desprende la palabra « sexo » en cada centímetro de piel. Coge su copa y chocamos, las burbujas frías son aliviantes con este calor, me da la espalda, la cabeza ligeramente inclinada, besuqueo su cuello, su piel es sedosa, delicada, emocionante, el roce de mis labios le dan escalofríos. Lentamente gira la cabeza, nuestros labios se rozan, se entreabren, las lenguas se enlazan esta vez con calma y ternura, tienen sabor a champán, mientras mi pene entra en erección. Lo siente rozar en sus muslos, le hace gracia, sus labios pegados a los míos expresan una sonrisa. Baja su mano libre y empieza a rozar mi erección, despacio sus yemas acarician mis testículos, deslizan hasta el glande, empiezan un lijero movimiento de ida y vuelta, esta masturbación suave se transmite en cada poro de mi cuerpo tembloroso, indefenso, vulnerable…
Sutilmente, se gira y se arrodilla bajando como una pluma, sin prisa, hasta frotar su vientre y su pecho sobre mi polla. Su boca empieza a besar mis muslos, me estremezco, sus labios chupan mis testículos, cada uno de sus lametones es un escalón más hacia el abismo. Miro el movimiento insaciable de su lengua sobre mi erección, sus labios succionarme. Penetro en su boca hasta chocar con su garganta, mi respiración se entrecorta, estoy al limite, es divino pero quiero poseerla otra vez ahora ! hago un enorme esfuerzo mental para quitarle el caramelo con el que esta jugando, la alzo hacia mis caderas y la llevo hasta la cama. La penetro con mucha tranquilidad, ahora vamos a hacer el amor, quiero venerar su cuerpo, beber champán y volver a su cuerpo y volver a beber… hasta las ocho de la mañana, vivimos la noche perfecta, inolvidable, entre jadeos y gemidos, ensayamos casi todas las posiciones del Kamasutra …
¿Tenemos hambre ? le pregunto frunciendo el ceño
¡Mucho ! ronronea sonriéndome, estirándose sobre la cama como una gatita feliz y pacifica…
Tomamos una ducha ràpida, bajamos al « Sabot Rouge », nos sentamos en la terraza, frente a la place du Tertre, pedimos *deux café au lait, deux croissants, du pain grillé avec beurre et confiture. El lugar esta casi desierto a esta hora de la mañana, los primeros artistas callejeros empiezan a instalarse para hacer su arte. Eugene, un auténtico camarero parisino con delantal, chaleco y pajarita nos trae nuestro festín. Empezamos la degustación y la deleitación, un desayuno en este sitio con la persona que llena tu corazón es un privilegio…miro como disfruta, sus ojos ríen, su cara resplandece…
¡Me llamo Stone ! le susurro con miedo de perder la sensualidad que nos une desde nuestro encuentro
¡Y yo Lola ! me balbucea con una tímida mueca
*En francés en el texto : dos café con leche, croisan, tostadas con mantequilla y mermelada
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