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"Primera experiencia bisexual con unos amigos gais y esposa. Del deseo de mamar una polla y de ser dominado."
Yo soy Pablo y mi mujer es Lorena. Estamos casados pero no tenemos hijos por decisión personal. Tenemos 37 años los dos y nos conocimos en la universidad estudiando publicidad en Sevilla. Nuestra relación es perfecta o, al menos hasta esa noche en que invitamos a mi amigo Juan y su pareja. Ellos son gais. Hacía como tres años que no nos veíamos y en esta ocasión mi amigo nos presentaría a Luis, con el que llevaba conviviendo en Madrid un par de años.
La cena que teníamos preparada era sencilla, más bien era un tapeo con mucha variedad. Llegaron algo antes de la hora que habíamos quedado. Se ve que salieron con tiempo suficiente como lo solían hacer en la capital, pero al ser ésta una ciudad pequeña (no es Sevilla pero sureña), las distancias son más cortas y es más fácil aparcar.
Trajeron una botella de vino blanco. Juan seguía como siempre. Mirada atractiva, empezándole a salir algunas canas en la barba que le daban un toque muy sexy. Y su pareja, Luis, más afeminado, llevaba bigote y era bastante delgado. Pero tenía una cara muy linda.
Nos abrazamos y Juan hizo las presentaciones. Como la mesa estaba lista, fuimos directamente a sentarnos, cada uno con un botellín de cerveza en la mano.
Durante la primera parte de la velada nos estuvimos poniendo al día. Del trabajo que realizaba en Madrid, de dónde vivían, sus proyectos, los nuestros. Así hasta que ya, algo subiditos por el alcohol consumido con las copas, se sacó el tema sexual. Ellos llevaban una vida sexual liberal, en el sentido que mantenían sexo con otras personas sin ningún inconveniente, incluso participaban en tríos y orgías.
- No me digas eso, Juan_ dijo sorprendida mi mujer, mirándome de forma pícara._ Si tu supieras que aquí tu amigo,_ refiriéndose a mí_, ha fantaseado con comerse una polla.
- Pues no será porque no pudo hacerlo cuando estudiábamos juntos,_respondió Juan.
- Por aquel entonces no tenía esas fantasías,- repliqué, con la cara como un tomate por el comentario que había soltado Lorena sobre mí.
Es cierto, que últimamente, fruto da la literatura erótica y algunas páginas de relatos porno, y alguna que otra película bisexual o de femboys siendo follados sin piedad, pues mis fantasías han ido evolucionando, pero de ahí a dar el paso y soltarlo como lo hizo mi mujer, me pilló de sorpresa. La cuestión es que tanto mi amigo como su pareja entraron al juego, al que mi mujer también se apuntó.
- Pues si quieres, hoy es un buen día, tengo los huevos cargados de leche,- soltó con desparpajo Luis, que se veía que tenía intención de follarme la boca. Toda la noche había estado tirándome los tejos en plan broma y ahora, parecía que quería más,.
- No te cueles, que si le apetece, la primera, por orden de preferencia, será la mía,_ añadió mi amigo.
Yo estaba sorprendido, me sentía ruborizado ante tal violación mental por parte de nuestros invitados, y allí, mi mujer, divirtiéndose a más no poder.
- Algo tendré que decir yo, _ dijo mi mujer con sorna._ Si él quiere, que creo que sí, que lo está deseando, porque lo ha fantaseado bastante, me pido estar presente.
- Por supuesto, le dijo Juan. En primera fila.
Mi polla estaba a reventar solo con la conversación. Mi amigo Juan se levantó y se desabrochó el pantalón, dejándolo caer. Se acercó a mi cara, que estaba sentado en el sofá. A través del slip se le marcaba la polla que recordaba de nuestros tiempos universitarios, de alguna vez que se la vi. Se marcaba un buen paquete. Estaba indeciso, pero las ganas de hacerlo eran superiores a mí. Mi mujer estaba a mi lado, me animaba a hacerlo agarrando con sus dedos la parte superior del slip de Juan y dejando al aire su polla que saltó. Luis, al otro lado en el sofá, puso su mano en mi entrepierna y me susurraba al oído que me iba a encantar el sabor salado del presemen.
Estaba decidido, si no me gustaba, sería una experiencia a añadir en mi historial de fantasías cumplidas y, como había amistad con Juan, no habría problema en echarme a atrás. Con mi mano cogí sus dieciocho centímetros de polla y la dirigí a mi boca. Al principio hice como Lorena solía hacer conmigo, echando el pellejo para detrás y lamiendo el capullo. Luis tenía razón. Las primeras gotitas de líquido preseminal aumentaban mi excitación. Poco a poco fui avanzando y me la fui metiendo poco a poco en la boca. Era mi primera mamada. No me lo podía creer, y allí, mi mujer al lado, cachonda perdida por el espectáculo que le estaba dando. Tras unos cinco minutos chupándosela a mi amigo, su novio, que no dejaba de manosearme mi verga a través del pantalón, decidió que era su turno. Se puso igualmente de pie, se bajó el pantalón, sin que llevara nada debajo que sostuviese sus atributos. La tenía tiesa. Era algo más pequeña que la de Juan pero no tanto. Eso sí, era un poco más gorda. Hice lo mismo que con mi amigo. El mismo proceso. Lo único que en esta ocasión, tenía las dos pollas delante y me turnaba.
Lorena, como he dicho, estaba excitadísima y ella misma, agachó su cabeza hacía mi entrepierna, desabrochando el pantalón y mamándome la polla. Son esas cosas, que si planeas que salga de una forma, no hay manera que salga, pero en esta ocasión, sin que se me hubiera pasado por la cabeza la encerrona de mi mujer, se estaba desarrollando una fantasía sexual de diez.
Tras un rato así, mi mujer sugirió que nos fuésemos a la habitación para estar más cómodos. Eso hicimos. Nos desvestimos todos excepto Lorena, que se quedó tan solo se quitó el sujetador, dejando ver sus pezones a través de su camisa translúcida de color negro. Los tres hombres nos tumbamos en la cama y Lorena se quedó sentada en un pequeño butacón donde contemplaba la escena con mirada lasciva. Luis se tumbó sobre mi cuerpo haciendo un sesenta y nueve. Juan por su parte le untó el culo con algo de lubricante que le dejó Lorena y comenzó a follarse a su novio. Estaba por una parte comiéndome la polla de Luis a la vez que veía justo encima de mi cabeza, entrar y salir de su culo la verga de Juan. Y mientras tanto, mi mujer, con la falda levantada, masturbándose por encima de sus bragas que las tenía chorreando a simple vista.
Sé que las comparaciones son odiosas, pero la mamada que me estaba haciendo Luis era el acabose. Tras unos minutos así, decidimos cambiar de postura. Juan se sentó tumbó y Luis se sentó sobre su polla, que le entraba fácilmente, dejando la suya disponible para mí, que empecé a succionar.
Quería que Lorena participase de aquello, que no fuera solo una espectadora en mi fantasía sexual, así que le invité, o bien a comérmela, o a que me preparase el culo para ser enculado. Estaba muy cachondo y oportunidades como esa, no podía dejarlas pasar. Dicho y hecho, pasó de mi polla, se fue al cajón donde tenemos nuestros juguetes, y sacó un lubricante y un consolador suyo, que alguna vez que otra había usado yo también. Empezó a hurgar en mi agujero del culo mientras yo, a cuatro patas, tragaba la polla de Luis al ritmo de las embestidas de Juan. Me metió un dedo, después dos y, finalmente, poco a poco fui sintiendo el consolador vibrador, del tamaño de una polla normalita, tirando a pequeña, introducirse en mi trasero. Ahí estuvo jugando un tiempo hasta que Juan se corrió en el culo de Luis, dejando su polla tamponando su agujero mientras yo me preparaba mentalmente para lo que iba a suceder a continuación. Lorena sacó el consolador de mi ano y dejé de chuparle la verga a Luis. Él mismo se levantó sacándose la polla medio flácida de Juan de su culo, que estaba chorreando de semen que salía del agujero en el que se había descargado. Mi reacción primera fue la de recoger esos restos que caían en la cama. Estaba desbocado. Le pedí a Lorena que se acercase a mi boca y compartí en un beso blanco la leche de mi amigo.
Tras esto, Luis tomó el mando, y yo me sentía con ganas de ser sodomizado y dominado, a pesar de que Luis tenía pinta de ser el pasivo en su relación. Me puso a cuatro patas, se puso un condón, y dirigió su verga a mi agujero virgen (ante una polla de verdad, no de plástico) , que previamente había sido dilatado. Como dije al principio, la polla de Luis era algo más gorda que la de Juan, así que le costó entrar al principio, causándome gran dolor en el primer intento. Pero ya al segundo, entró más fácilmente una vez el glande pasó el anillo. Le pedí a Lorena que se pusiese enfrente mía con el coño abierto para chupárselo a la vez que era enculado. Tengo que reconocer, que por momento, el placer se conjugaba con fases de ciertas molestias. Pero merecía la pena. Mi polla estaba soltando un líquido seminal en pequeñas gotas. Luis estaba embistiéndome con delicadeza, cuando de repente vi que Juan se acercaba empalmado otra vez a mi mujer y le decía que se pusiese a cuatro patas frente a mí y empezó a follársela. Recuerdo que en la universidad, Juan tuvo una fase bisexual, por lo que no le hacía ascos a un coñito de vez en cuando. Mi mujer y yo nos mirábamos. Estábamos siendo poseídos los dos a la vez. La corrida de Luis estaba cerca. Sacó su pene con suavidad, saliendo más fácil de lo que le costó entrar. Me puse de rodillas con mi polla mirando a la cara de Lorena. Me la chupó un poco antes de correrme en su cara mientras mi amigo se corría dentro de ella.
Tras despedirnos, Lorena me confirmó que lo había preparado todo con Juan. De ahí el fluir de la cena y las post-cena. Lo interesante de aquello fue, que en una visita que hicimos a Madrid, nos quedamos en casa de Juan y volvimos a repetir.
invitado-raul 15-05-2020 21:46:15
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Que rico ami me encataria provar , una verga de verdad y compartir mi mujer