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Categoría: Dominación

Sorpresa inesperada.

Me encontraba en casa de mi Señora, esperando a que llegara a casa. Me dijo que a partir de hoy mi vida iba a cambiar como sumiso, que iba a dar un paso adelante en mi relación con ella.



Realmente no sabía a qué se podía referir, pero imaginaba que nada bueno podía ser.



Me había dejado vestido con un plug anal de color rosa que a menudo utilizaba para castigar mi culo, y, de esta manera, me había dejado con la incomodidad y la dilatación que provocaba llevar el plug durante horas en mi culo. Por encima del plug me dejó unas braguitas de color azul con dibujos hechos a partir de zonas con menos tela. Ya tenía una tela fina, pero los dibujos hacían que fueran prácticamente transparentes. También llevaba puestas unas manoletinas propiamente compradas de mi talla, (fue un deseo expreso de ella que tuviera unas). Y para finalizar me dejó un sujetador, mi collar y una atadura en mis huevos que completaría con el cinturón de castidad que empezó a utilizar conmigo hace poco más de un mes.



Recibí una llamada suya.



-¿Estás preparado? Quiero presentarte a la sorpresa. Cuando llegue a casa quiero que estés sentado en el salón, una vez dentro te daré más indicaciones. Si me fastidias la tarde y la sorpresa, ya sea con tu negación o poniendo reparos lo pagarás en un futuro próximo. Y créeme esto lo haremos SI o SI, depende de tu comportamiento dependerá el ritmo.



-Si, Dama. La espero ansiosamente.



Mis pulsaciones aumentaban a cada minuto que pasaba sentado delante de la puerta del salón. Había dejado todo preparado como ella me dijo: salón y habitaciones recogidas, la cocina ordenada y los baños impecables. Además había colocado un cubo con hielo y champagne dentro con dos copas que supuse que no serían para mí.



No podía aguantar y cada vez que escuchaba sonido en el rellano pensaba que sería ella, pero al ver que no era así una desilusión caía sobre mi.



A los 20 minutos de la llamada, 10 de estar sentado al lado de la puerta, se abrió la puerta y entró al salón con un hombre. Supuse que sería un amo con su sirvienta, pero empecé a preocuparme cuando no veía entrar a nadie más. ¿Estaría cumpliendo un recado de última hora? La verdad es que no lo sabía y me dejó descolocado. Entraron al salón y besé los pies de mi dueña.



-Te lo presento, este es mi esclavo.



-No puede ser, pensaba que me lo dijiste en broma. ¿Estará aquí todo el tiempo?



-Si, pero no te preocupes él solo te ahorrará trabajo y no molestara en ningún momento, es muy obediente, ¿verdad que sí? - me dió un par de bofetadas que hicieron eco en todo el salón.



-Si quieres ves a la habitación, es la del fondo del pasillo y prepárate, mientras pondré un par de cosas en orden.



-No tardes mucho, tengo un calentón tremendo preciosa.



-Esta es tu nueva sorpresa. No es un amo como supongo que habrás pensado, es un como lo diría, mmmmm, un rollete, me he dado cuenta que con los orgasmos que me proporcionas no es suficiente para mí, así que como tu pene está bien guardado bajo llave en esa caja, necesito poder satisfacer mis otros deseos, y tu me vas a ayudar siendo un buen chico.



-Si, Dama.



Realmente me sentía muy humillado, nunca había estado ante los ojos en esta posición de alguien que no practicaba un rol de dominación. Es cierto que mi relación con Dama no era más que de unos amigos que dentro de nuestros roles éramos ama-sumiso, pero me sentía muy humillado y engañado. Me sentía como si fuera un cornudo.



Cogió la correa de mi collar y nos dirigimos a la habitación, allí la esperaba ese chico tumbado en la cama, desnudo y con una gran erección. En la mesita estaba la botella de champagne con las copas, que, después de entrar, Dama me ordenó servir una para cada uno. Obedecí sin rechistar y ella se tumbó a su lado. Después de servirles me indicó sus pies y comencé a lamer lentamente.



-Ves, te dije que haría lo que quisiéramos y no molesta.



Siguieron conversando mientras ella masajeaba su miembro. Al poco tiempo se levantó y la desvestí. Se arrodilló en el borde de la cama y empezó a chupársela con muchas ganas al chico que estaba disfrutando como nunca. Me hizo unos gestos y me arrodillé a su lado.



-Esto es lo que te espera a partir de hoy. Ver como disfruto de otros tíos mientras tu observas, por el momento, en un futuro próximo buscaremos nuevas funciones para ti. Ahora quédate aquí quieto.



Mientras seguía haciéndole una mamada, de vez en cuando se giraba y me escupía fuertemente en la cara. No entiendo por qué pero aquella situación me iba gustando cada vez más, ver como disfrutaba mi Dueña me hacía feliz. Y pronto mi caja de castidad provocaba el dolor propio por intentar tener una erección. En aquellos momentos maldecía a la llave que abría la cerradura que colgaba de su cuello y que chocaba una y otra vez con sus pechos con cada movimiento que hacía.



Después de estar un rato la empezó a penetrar salvajemente, en todas las posturas imaginables. La colocó a 4 patas y mientras la golpeaba con cada embestida  ella me escupía en la cara y me abofeteaba con dureza. Ella gemía como nunca la había visto gemir, y no podía caer receloso de no poder tener una erección. Ella lo sabía y agarraba mis genitales, y se divertía poniendo la llave cerca de la cerradura mientras una sonrisa diabólica se le pintaba en el rostro.



El tiempo iba pasando y finalmente él quedó exhausto, derramando todo su semen en sus pechos. Ella quedó tumbada boca arriba en la cama, justo después el se vistió y salió por la puerta.



-Espero que hayas disfrutado de la sorpresa. Esto es un progreso, cada vez habrá nuevas novedades para tí, pronto llegarás a ser el sumiso que siempre desee. Adoro lo servil que eres. Por tu cara he podido ver que el dolor en tus huevos debe ser bastante fuerte, ¿necesitas descargar pequeño cornudo?



-Si, Dama, es lo que más desearía ahora mismo.



-Muy bien, haremos un trato. Aquí tienes papel y aquí la llave que abre tu cinturón de castidad. Si quieres que la utilice tendrás que lamer todo el semen de mi amigo directamente con tu lengua. Eso si quieres que lo abra y puedas descargar, con lo que eso conlleva, es decir, tragarte tu propia leche. La otra opción es que cojas el papel y me limpies, en cuyo caso tu cinturón no se abrirá y marcharé a la ducha. Es tu decisión tienes 5 segundos para actuar.



-Si, Dama.



Una vez dada la información agaché mi cabeza y con mucho remordimiento empecé a lamer sus senos llenos de leche. No podía creer lo que estaba haciendo, lamiendo la propia corrida de otro hombre, todo por ella. La parte positiva fue que lamer sus senos era una recompensa para mí, y me encantaba hacerla feliz.



-Buen chico, ahora levántate es hora de ordeñarte.



Abrió mi cinturón y empezó a masturbarme. Llegué enseguida y antes de hacerlo colocó su copa de champagne en la cual descargue todo.



-Nos vemos en la ducha dentro de media hora. Buen provecho.


Datos del Relato
  • Categoría: Dominación
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