~~Esto me pasó ayer sábado, 28 de junio.
Iba tarde, de noche, sola por la calle, después de un día muy largo y agotador. Serían las 3 más o menos. La acera estaba vacía, y no se veía a nadie. Pero yo iba tan cansada que no me di cuenta de un posible asalto y me dispuso a cruzar por el parque. Venía de fiesta y todavía me duraba un poco la borrachera. Había estado a punto de liarme con un chaval, que estaba realmente bien. Pero no resultó, porque en el último momento le entró un malo etílico. Estaba con las ganas.
Iba vestida con un vestido de tela vaquera, de tirantes, con botones por la espalda y unas cintas que me cerraban el escote. Una chaqueta también de tela vaquera y zapatos abiertos de verano con un poco de cuña. Vestida de esa forma llamé la atención de un par de tíos que estaban saliendo de un coche en la oscuridad, o quizá entrando en él. Me preguntaron a ver si quería fiesta, que me llevaban.
Eh, preciosa! Quieres fiesta? Te llevamos!
No, gracias, vengo de ella.
Venga, enróllate, que no mordemos.
Yo seguía andando, pero uno de ellos me salió al camino y me cortó el paso. Empecé a asustarme.
Venga tía cual es tu problema? En ese momento hice exactamente lo que no debía haber hecho. Le dije:
Que todos los tíos sois unos putos inútiles que no sabéis lo que quiere una tía.
Vaya, va de dura! le dijo al otro.
Quieres que te demostremos lo contrario? dijo el otro.
No, me voy a mi casa. Déjame pasar.
Mientras tanto el otro se acercó por detrás. Lo dos eran más altos que yo.
Qué, no quieres follar? me preguntó.
No gracias, ya lo he intentado, y no ha resultado mi susto iba en aumento, y para mi sorpresa, la humedad en mi coño también. Si salía de esta me iba a masturbar en casa a conciencia.
Pruébanos me dijo desde atrás. Me di la vuelta y le dije:
No gracias, me quedaría con las ganas.
Oye, esta tía no quiere nada, joder, además tampoco creo que dé la talla dijo el otro, y se encaminó al coche . Nos dejaría con las ganas. Vámonos, tío.
Aquello me ofendió, y no quise dejarlo así.
Eh, gilipollas, todos los que me he follado han querido repetir. No creo que tú puedas decir lo mismo.
Demuéstralo dijo el otro.
Demuéstrame tú que valéis la pena.
Entonces se abalanzó hacia mí, y sujetándome la cabeza me dio un beso en la boca. Me metió la lengua casi a la fuerza, y no me soltó del pelo hasta que le correspondí. Entonces, a mi vez, le agarré también y le besé con todas las ganas que llevaba arrastras durante toda la noche.
Bueno, te animas o qué? Tenemos condones me dijo.
Primero me demuestras que sabéis hacer que una tía lo pase bien.
Lo vas a pasar de puta madre.
Me llevó marcha atrás hasta su coche, y me hizo tumbarme con la espalda contra el motor. Se puso encima de mí, aplastándome y separándome las piernas. Y mientras inspeccionaba con las manos para quitarme las bragas, volvía a meterme la lengua en la boca. Estaba tan caliente que su lentitud me mataba. Una vez me las hubo quitado, sonrió al ver lo mojada que estaba.
Sujétamela que no se caiga le dijo al otro. Me subieron un poco más al capó del coche, y mientras me sujetaba por los brazos, el otro empezó a chuparme despacio, sin tocarme el clítoris. Yo quería bastante más que eso, y le buscaba moviendo las caderas, pero no me dejaba. Mientras uno me metía la lengua en el coño, el otro me la metía en la boca.
Me chupaba de arriba abajo, no dejaba un rincón sin lamer, hasta que posó su lengua en mi clítoris, y empecé a jadear, estaba a punto de correrme. Su boca caliente, sus dedos penetrándome, y su mano sobándome las tetas, hicieron que me corriese durante tanto tiempo que pensaba que no iba a soportarlo. Le llené la boca y la cara de jugos, que él chupaba concentrado en darme todo el placer que podía soportar y más.
Justo cuando estaba acabando, aunque no del todo, dejó de chuparme y se levantó hasta mi altura. Yo intentaba recuperar el aliento y el ritmo del corazón. Entonces me dijo:
Ahora nos tienes que demostrar tú que vales la pena. Harás lo que nosotros queramos.
Estaba tan cansada que no comprendí bien lo que me dijo.
Se levantó de encima de mí, y el otro me soltó, pero inmediatamente me dijeron que les siguiese. Lejos de la luz de las farolas me explicaron. Cogieron algo del maletero, cerraron el coche, y les seguí, a la expectativa de seguir follando. No me puse las bragas, me las guardé en la chaqueta.
Cuando decidieron que era suficientemente lejos me di cuenta de que ese lado del parque siempre estaba vacío. La hierba estaba alta, y un poco más lejos había un bosquecito. Me llevaron hasta allí.
Por el camino me fijé un poco más en ellos. El que me había chupado era un poco más alto que el otro, pero el otro era más fuerte. Los dos con el pelo un poco largo, pero no demasiado, pantalones vaqueros y camiseta de diferente color. Tendrían alrededor de 30 años. Y sobre todo estaban bastante bien, incluso tanto como el que me había dejado con las ganas.
Cuando se pararon, el más alto me dijo:
Tú sigue el juego, y lo pasaremos bien los tres. Se acercó y repitió lo de antes: me besó con fuerza, pero estaba vez me agarró por el culo y me aplastó contra él. Estaba empalmado, bastante. El otro detrás hacía ruido de quitarse la ropa.
Me soltó y el otro repitió la escena. Estaba completamente desnudo y empalmado, y me subió la falda del vestido para sobarme el culo y arrastrarme hasta donde estaba. Me subió tanto la falda que noté su polla rozándome el pelo del coño. Mientras tanto el otro también se había desnudado. Se apartaron de mí y me dijeron que era mi turno.
Tengo ganas de verte esas tetas dijo el más fuerte.
Me decidí y dejé que la chaqueta se deslizara por mis brazos hasta que cayó al suelo. Estaba sudando y agradecí quitármela. Me di la vuelta y me bajé la cremallera despacio, y sin bajarme el vestido me desabroché el sujetador. Luego me desnudé de cintura arriba y me bajé el vestido hasta que cayó a mis pies. Enseguida noté que alguien me abrazaba por detrás. Me sobaba las tetas apretándomelas con fuerza, y me chupaba el cuello. Notaba su polla dura contra mi culo. Estaba deseando que me la metiera.
Ponte de rodillas me susurró. Era el más fuerte. Me agaché al mismo tiempo que él hasta que mis rodillas toparon con la hierba del suelo. Luego me empujó por la espalda y me puso a cuatro patas. Ya sabía lo que venía ahora. Mientras su capullo me acariciaba levemente, oí ruido de plástico. Estaba abriendo un condón. No te muevas me dijo y se apartó de mí. Enseguida volvió, y su puso encima de mí, sus manos en mis muñecas y sus piernas sobre las mías, inmovilizándome. Entonces empezó a meterme la polla despacio, haciéndose de rogar. Pero de repente embistió con fuerza, y me la clavó hasta el fondo. Solté un grito, entre dolor, sorpresa y placer. Mientras tanto el otro se había colocado de rodillas delante de mí, con la polla a la altura de mi boca. No hizo falta que me dijera qué quería. Abrí la boca y me la metió. El sabor a plástico me pilló desprevenida. Mientras uno me follaba con fuerza, con embestidas que me proyectaban hacia delante, el otro me metió la polla en la boca, agarrándome por el pelo y haciendo tragar su gordo miembro. Estaba inmovilizada, no podía moverme en busca del orgasmo, y no podía respirar con normalidad. Quise moverme, pero solo conseguí que me sujetasen con más fuerza. Estaba atrapada, sus pollas me barrenaban, me penetraban, estaba a merced de su deseo, mientras el mío propio me mataba y no podía aliviarlo. Mi cabeza se volvía loca.
Al fin, el que me estaba follando por el coño, empezó a correrse. Sus embestidas se hicieron más agresivas, y si no me lanzaban contra el suelo con esa fuerza era porque tenía otra polla en la boca. Noté cómo se tensaba, cómo me agarraba con más fuerza, oí sus jadeos y noté su aliento en mi nuca. Se corrió con violencia, y se quedó dentro un momento, recuperando el ritmo vital. Pero el otro también quería probarme. Me la sacó de la boca, y aproveché para coger aire y llenar los pulmones. No me dejaron queme moviese ni un milímetro. En seguida cogió el lugar del otro, y me penetró sin miramientos, a la primera vez me la clavó hasta las entrañas, y volví a soltar un grito. Se irguió sobre mí, y puso las dos manos en mis tetas, mientras el otro me sujetaba las muñecas y me metía la lengua en la boca. Me estrujaba las tetas y me daba tanto placer que me habría gustado ayudarle en su cometido, pero seguía inmovilizada. Su polla me estaba follando tan rápido y fuerte, que me corrí yo antes que él. Pensaba que me iba en fluidos, que se me escapaba toda la fuerza del cuerpo por el coño. Me corrí durante tanto tiempo, que su orgasmo acompañó al mío. Posó las dos manos en mis hombros, y me movía entera para penetrarme con más fuerza, hasta que cayó exhausto encima mío. Me soltó las muñecas, y nos quedamos en el suelo. Pero el otro había vuelto a empalmarse viéndonos.
Buscó algo entre la ropa y luego se acercó. Le apartó de mí, y me llevó las manos hasta la nuca.. Me las sujeto a la altura de las muñecas con cinta adhesiva, mientras me decía que estuviese tranquila, que eso era algo que había querido hacer siempre. Me ayudó a darme la vuelta, y se tumbó entre mis piernas. Yo le miraba interrogativa y excitada, pero también cansada. Volvió a penetrarme, pero esta vez con suavidad, con cuidado. Me quejé. Me habían dejado irritada de sus embestidas, pero el flujo vaginal hacía de lubricante, y pronto el placer fue más poderoso que el dolor. Mientras me chupaba las tetas y me sobaba con las manos allí donde llegaban, me folló despacio, con todo el tiempo del mundo, dándome placer y subiéndome al cielo. Busqué al otro con la mirada, y le vi sentado mirándonos, haciéndose una paja, pero tan despacio como su amigo me estaba follando.
Luego se acercó y mientras me besaba y jugábamos con la legua, seguía pajeándose. Duramos así bastante tiempo, hasta que un orgasmo me hizo estremecerme. Mojé la polla al que me estaba follando, y le mordí la boca al que me hacía callar con la lengua.
Me dejaron un momento para que me recuperase y descansase. Luego me ayudaron a levantarme y me llevaron con las manos atadas hasta uno de los árboles. Tenía ramas bastante bajas. Con más cinta adhesiva me sujetaron las manos por encima de la cabeza a una rama que estaba lo suficientemente alta como para tener que ponerme en las puntas de los pies. De todas formas no dejaron de sujetarme para que no me quedara colgada por los brazos.
Mientras el alto me sujetaba por detrás, el fuerte se llevó mis piernas alrededor de su cuerpo, y volvió a meterme la polla. Me folló durante un ratito exquisito, y luego cambió el sitio con el otro. La situación se repitió, pero esta vez no se limitó a unos segundos, siguió follándome despacio. Yo estaba lo suficientemente cansada como para simplemente dejarles hacer.
Mientras uno me follaba, el otro se abrió camino por mi culo. Me separó las nalgas con las dos manos, y noté cómo su lengua caliente me llenaba de saliva. Aquello hizo que la follada empezara a gustarme de nuevo. Pero apartó la lengua demasiado pronto. Al parecer mis propios jugos me habían lubricado. Dejó de follarme el coño, pero tampoco la sacó. Esperó a que su colega me la metiese por el culo. Lo hizo muy despacio, un poco cada vez, mientras me manipulaban el clítoris para mantenerme excitada. Esperaba a que se me abriera el ano, y luego seguía su camino hacia adentro. Notaba cada centímetro que avanzaba, hasta que me la metió entera. Entonces empezaron los dos a embestirme al mismo ritmo. Mis pies no tocaban el suelo, y mi cuerpo estaba aplastado entre sus cuerpos. Me movían y se acoplaban a mi cuerpo, y sus pollas me taladraban de tal forma que el placer y el dolor se mezclaron en tal morbo que me habría gustado que me desataran, o que se me follaran más deprisa.
Entre jadeos y sudor, el que me estaba sodomizando me preguntó que tal iba, y por respuesta solo pude jadear a mi vez. En consecuencia subieron el ritmo progresivamente. Me daban tan fuerte y deprisa y tan sincronizados, que empecé a correrme sin darme cuenta. Fue un largo orgasmo que los excitó más a ellos. No paraba de correrme en medio de sus embestidas, hasta que el que me estaba barrenando el culo se corrió arañándome por donde me sujetaba. El otro no tardó mucho más. No me sacaron la polla hasta que se hubieron corrido los dos, y todavía se quedaron unos segundos respirando sobre mí y mojándome con su sudor. Luego me libraron de sus pollas, y me desataron. Me dejé caer al suelo, exhausta y sin fuerza. Se tumbaron conmigo y me chuparon el coño y el ano hasta que me limpiaron de mis propios jugos. Luego se quedaron tendidos uno a cada lado.
Cuando recuperamos las fuerzas, nos levantamos y nos vestimos, y fuimos de vuelta al coche. Me llevaron hasta cerca de mi casa, y se despidieron con un beso cada uno, y una promesa de volver a repetirlo. Tengo su teléfono y el olor de sus cuerpos metido en la memoria.
2003 07 22
Ayer volví a estar con ellos. Pero fue una situación muy diferente a la vez anterior.
El caso es que estaba con un chaval aparcados al lado de la playa fumándonos un porro de maría antes de irnos a casa. No era muy tarde, pero ya había anochecido. Estábamos tan tranquilos y a gusto que no nos dimos cuenta de que alguien se acercaba al coche. Eran dos vigilantes de seguridad de la estación del tren metropolitano que venían a echarnos. Eran los dos tíos que me follaron en el parque, y se llevaron una sorpresa muy agradable cuando me reconocieron. Me hicieron bajar del coche mientras mi amigo se quedaba dentro, y me alejaron unos metros. Me dijeron, en resumen, que si me quedaba con ellos no llamarían a la policía, y que se quedarían con la maría para estar seguros de que no les estaba engañando. Decidí quedarme.
Me despedí de mi amigo, diciéndole que les conocía y que se fuera a casa, y les hice compañía durante hora y media hasta que terminaron el turno y cerraron la estación, pero con nosotros dentro. Me llevaron por un pasillo hasta una oficina bastante pequeña. Había una mesa puesta contra la pared con una silla, y unos estantes al lado, contra la pared también. Antes de que pudiera ver con más detalles la estancia, me pidieron que me quitara las bragas.
Yo iba vestida con unos pantalones vaqueros ajustados a la moda, una camiseta de manga corta y calzado deportivo. Además del bolso. No podía creerme lo que había oído.
Oye, o te quitas las bragas o llamamos a la policía y les damos esto.
Qué me vais a hacer exactamente?
Tranquila, que no te vamos a hacer daño.
Estoy asustada.
Venga, tranquila repitió, y acercándose a mí me besó en la boca. Dejó mi bolso encima de la mesa, y su compañero empezó a soltarme los pantalones. Sin soltarme me los bajó hasta las rodillas, y yo le ayudé quitándome el calzado haciendo presión con un pie en el otro. Mientras seguíamos besándonos, el otro me sacó la ropa del todo, y luego, separándose de mí me dijeron que me pusiera los pantalones. Luego se guardaron mis bragas. Me vestí, y enseguida quisieron también mi sujetador. Esta vez me lo pude quitar sin tener que desnudarme.
Una vez tuvieron sus trofeos me llevaron de nuevo a la calle y me metieron en el coche del otro día. Me senté detrás con el que dijo que se llamaba Jokin y el otro condujo hasta un descampado al borde de unos acantilados. En el camino no me hicieron nada, solo fuimos hablando. Me dijeron que habían estado pensando en mí todos estos días, y que me habían echado de menos. Les dije, a mi vez, que no me atrevía a llamar a dos tipos que ni siquiera me habían dicho sus nombres. Una cosa fue una locura de un sábado, y otra perpetuarla para siempre. Les hizo gracia. Al parecer les di una imagen de mí que yo no recordaba.
Nos bajamos del coche, y entre que no llevaba ropa interior, y entre que el pantalón me rozaba, empecé a mojarme. Al menos no me harían daño, pensé. La lubricación no me faltaría.
Empezamos a bajar por un senderito hasta una playa pequeñita, y una vez allí el que había conducido volvió a besarme. Me puso las dos manos en mi culo sin bragas mientras Jokin me sujetaba las manos a la espalda.
No te asustes me dijo.
Dejó de besarme y empezó a quitarme los pantalones. El otro desde atrás me besaba en el cuello. Una vez desnuda de cintura hacia abajo, desde atrás me separó las piernas con su pies, y llevó la mano directamente a mi coño. Allí se dio cuenta de lo que me estaban excitando.