Siempre me gustaba jugar con mis soldados de plomo en la habitación de mis Tias Jimena y Rosa.
Sentado en el brillante piso, juntaba a todos los integrantes de mi Ejército valeroso. Yo era incansable en el juego de la guerra. Mis soldaditos me rodeaban. Peleaban entre ellos, animados por mis manos, buscando una victoria rápida. A veces me quedaba dormido víctima del cansancio a lo largo del piso, mientras todos mis soldaditos estaban desparramados en el piso; en otras ocasiones me escondía debajo de la cama, para seguir mi imaginaria guerra con los pocos soldaditos que quedaban, como si estuviesen peleando en una cueva o en el fondo de una ciénaga transparente.
La última vez desperté. Había transcurrido como dos horas. Estaba aún debajo la cama de mi tia Rosa. La Tia Jimena, muy dulce ella, había entrado a la habitación. Cerró la puerta. Siempre vibré con las caricias que ella me brindaba. La ví muy linda desde mi escondite, como si fuera uno de mis soldaditos, contemplando a mi víctima.
La Tia Jimena comenzó a desvestirse.
me sorprendió por completo lo bella que era su figura. Se quitó la blusa y la falda. Sólo quedo con el brasier y un diminuto calzón. Su suave perfume llegaba hasta mis sentidos. Que bello fue verla así. Sentí que mi pequeño pene crecía y se ponía duro. Que rica sensación. La tía Jimena quedó completamente desnuda. Era un monumento. Una Diosa. Sus grandes senos quedaron en mi mira, como si mi bayoneta la apuntara y esperara el mejor momento para disparar. Sus gluteos, redondos y esquisitos, avivaban más el tamaño de mis ojos, logrando que mi mano se frotara con mi pene para que crezca más y más. Pero la mayor sorpresa que viví fue cuando ella se sentó al borde de su cama que estaba justo frente a mí. La sentía más viva. Diria que fue la primera vez que entendía la palabra excitación luego de leer un libro sobre sexo a escondidas. La Tia Jimena se cogió los pezones. Ví como vibraba. Los pelliscaba. Se endurecían. Sus labios se apretaban. Sus ojos se elevaban. Y mi pene crecía más y más alrededor de mi mano.
Luego, tras llegar a un profundo extasis, llevo sus dedos a su sexo. No quiero escribir su verdadero nombre por verguenza, pero lo que si diría es que, de verdad, ella convulsionaba y se agitaba cerrando mas sus ojos, agitandose en la cama. Yo seguia escondido debajo de la cama de mi tia Rosa disfrutando de aquel espectacular movimiento. Eso me provocaba una excitacion mayor. Sentí un callado grito. Como si la hubiesen matado. Mis manos tambien estaban mojadas como si se hubiese abierto el caño. Que rico. Que bello monumento. Amo cada Dia a mi Tia Jimena.
Ahora juego mas con mis soldaditos de plomo. Pero la batalla es violenta. termina rápido. Es señal que debo guardarme en mi trinchera para seguir viendo a mi enemigo, que espero que no me descubra para seguir repitiendo muchas batallas más. A veces me escondo debajo de la Cama de mi Tía Jimena, pues tambien he descubierto los secretos de mi Tía Rosa. Ella sí que es un fenómeno
Ja,ja,ja, le pillaste todos los secretos a tus tías. Habrás comido muchos helados y galletas de chico. Muy divertido. Saludos.