Ese día como otros tantos me enteré que sus recien estrenadas guardias de dos días eran sazonadas con sabor a semen y saliva, con evidente cansancio llegaba a casa pero un extra de picor que le daban sus remembrazas pasadas apenas horas atras, ya no me molesto en "tropezarme por casualidad" con sus mudas de uniforme, ya se que sus pantys llegan con los vestigios de semen seco y algun que otro vello púbico masculino. Su relato de sobremesa inició con la "antipatía" de un grupito de sus colegas enfermeras, las cuales no perdian aportunidad para molestarla o hacerla sentir mal, y es que no eras para menos, en menos de lo que pensaba, un enfermero o camillero se habia vuelto muy colaborador con ella y para enseñarle las instalaciones y demas detalles de su nuevo sitio de trabajo ya (en dos guardias) la habia enseñado también el objeto por el cual las demas enfermeras se convulsionaban de placer.

Recuerdo una noche que me llamó, era tarde, como la 1 de la madrugada cuando repico el telefono, me asombré de saber que era ella que con voz entrecortada me decia que tenia demasiado trabajo y que aprovechó para llamar un minuto y saludarme... Recostada del mesón del laboratorio el profesional de la salud la tenia ensartada y como una penitencia por algo que aun no se bien, la obligó a llamarme y decirme que tenia "mucho trabajo". Luego de unos dos o tres segundos de silencio se despidió apresurada y colgó. 

En mi mente ya sabia como estaba la situación en ese banco de sangre, ya sabia que era el recipiente donde algún afortunado descargaría su leche pero no fue hasta unas horas que me lo confesó, es un chamo bastante joven, que como ya ha pasado por las armas de su entrepierna a todo o casi todo el corral de enfermeras tenía que hacerle el examen a la nueva, la cual ya estaba especializada y con postgrado de los artes de abrir las piernas y extraer el néctar de vida de los hombres.

Más adelante les contaré mas...