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Les contaré lo que me sucedió en una oportunidad, en la que gasté mas de la cuenta comprando ropa, y no me alcanzó para adquirir los víveres.
Como a cualquier chica siempre me ha gustado la ropa, y el cartelito que ponen en los grandes almacenes donde dice Oferta, se me hace irresistible. Esta vez gasté en ropa parte del presupuesto que utilizaba en adquirir víveres, en una tienda que quedaba cerca de donde yo vivía, y no me quedó más que fiar sin saber como tendría que pagar.
El tendero que me traía los víveres a mi departamento, era un hombre de 45 años aproximadamente. Era algo gordito y semicalvo, siempre se me quedaba mirando con ojos libidinosos, mientras yo buscaba en mi cartera el dinero para pagarle. Había quedado con él para que siempre viniera luego que yo llegaba de mi oficina, y eso generalmente era a las 7 de la noche. Cuando vino esa noche le mencioné el problema que tenía y él muy amablemente me dijo que no me preocupara, ya que él seguiría surtiendo mi despensa hasta que tuviese dinero.
Pasaron las semanas y mi situación económica no mejoraba, y peor ahora por la deuda que tenia con el hombre de la tienda. Una noche que retorné de la oficina, él llegó y me preguntó cuando podría cancelar mi deuda y yo le conté apenada que aún no tenia el dinero. El se me quedó mirando por un momento y sus miradas ya me estaban poniendo francamente nerviosa. En ese momento me encontraba vestida con la ropa de oficina, tenia una falda corta color beige como las que siempre uso y una blusa blanca. El tendero miraba mis piernas enfundadas en medias de nylon y fue entonces que me dijo como podría pagarle.
Me comenzó a halagar diciendo que yo era una chica linda, y que él hace mucho tiempo había quedado viudo. También me dijo que el se contentaría y se daría por pagado, si yo le permitiera tocar mi cuerpo las veces que viniera a dejarme algo. Me sorprendió el descaro de este hombrecillo, pero por otro lado estaba entre la espada y la pared ya que no tenia para pagarle, y si lo mandaba a volar tendría que ayunar por un largo periodo.
Le dije que estaba bien y que podía tocarme un poco, pero que no se excediera y con una cara de felicidad se acercó a mí. Puso sus manos encima de mi blusa, tocando mis pechos apretándolos y rogándome que se los mostrara. Le dije que por esa vez era suficiente y que la próxima vez se las enseñaría. Él insistió y acepté mostrárselas sin que me las tocara. Desabotone mi blusa y me la quite. Luego me fui sacando el sujetador, mientras él me miraba atentamente. Mis tetas quedaron al aire y me dijo, Que grandes y paraditas las tienes. Como me gustaría lamerlas y chuparlas. Luego de mostrarle mis encantos se fue satisfecho y me puse a pensar como podría cortar esa situación.
Otra noche mientras llegaba a mi casa, sabia que nuevamente me visitaría el tendero y ya había venido varias veces y solo le había permitido algunos toqueteos, aunque esta vez no creía que se conformara con tan poco. Cuando llegue al departamento, él ya estaba esperándome en la puerta. Me saludó muy amablemente y pude notar que esa noche se había perfumado y se había vestido diferente que otras ocasiones.
Abrí la puerta y lo hice pasar. Me dijo que además de los víveres, había traído de cortesía una botella de vino para que la tomáramos. Traje dos copas hasta la sala y bebimos vino, mientras conversábamos. Extrajo de su saco un CD que me pidió que pusiera en mi equipo de sonido y era de música lenta. Me pidió que bailáramos y mientras lo hacíamos me comenzó a agarrar las nalgas, levantando mi falda diciéndome que tenia una piel muy suave. El toqueteo y el vino me comenzaban a excitar y empecé a ver el tendero con ojos diferentes, mientras pensaba que me dejaría hacer para darle el placer que tanto quería.
En vista que yo no oponía resistencia, metió sus dedos debajo de mis braguitas y me jalaba hacia él, haciéndome sentir su pene por debajo del pantalón. Me besaba el cuello y empezó a quitarme la blusa y a bajar el cierre de mi falda. Él por su cuenta también se desabrochaba el pantalón, y así con mi falda y su pantalón en el piso, seguíamos bailando pegados. Subió sus manos por mi espalda y me desabrochó el sujetador. Tomo mis senos con ambas manos y los chupó alternadamente dejando su boca un buen rato en mis pezones.
En un momento se separó de mí y se terminó de quitar la ropa, mientras yo me quedaba solo vestida con mis braguitas y mis medias de nylon. Se acercó nuevamente a mí y metió su mano en medio de mis piernas, masajeándome el chocho con fuerza. Me dijo que me iba a comer enterita y se arrodilló ante mí, para bajarme las braguitas. Una vez que me quedé sin ellas empezó a lamerme el coño, y debo decir que el contacto con su lengua húmeda consiguió calentarme. Luego que me lamió, me pidió que le chupe la verga, así que el se puso de pie y yo me arrodillé. Me tomó de la cabeza y me metió su verga en mi boca.
Hizo que se la chupara un buen rato, pero por más que hice no logre que eyaculara y luego me recostó sobre el sillón y empezó a culearme, chupando mis tetas mientras lo hacía. Sus dedos se clavaban en mis nalgas, y yo movía mis caderas para hacer que se vaceara de una vez, pero el tendero estaba dispuesto a que le pagara todo con la montada que me estaba dando. Luego hizo que me pusiera en cuatro patas sobre el sillón, y así con el culo apuntando al techo, él me lamía el ano y la chucha consiguiendo que mi ano se dilate, para recibir su verga.
La tenía gruesa y empujándomela poco a poco, llegó a meterla toda y comenzó a bombearme por detrás un buen rato con fuerza, hasta que soltó su semen dentro de mi recto. Sacó su verga y yo sentía que por el ano me chorreaba la leche de su descarga.
Me agradeció por la noche tan fantástica que le había dado, y me dijo que la deuda había quedado saldada, y que si deseaba podríamos seguir manteniendo esta modalidad de pago.
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