Viviamos en las afueras de la ciudad en un chalet con jardín, cochera, quincho y piscina en la parte trasera, rodeado de setos verdes que lo protegían de las miradas indiscretas. En la planta alta estaba el dormitorio de mi padre y mi madre con su baño en suite; había además una habitación para huéspedes y otro baño. En la planta baja, el living, el comedor, la cocina, la habitación de mi hermanita Diana, mi habitación y dos baños razón por la cual utilizabamos uno cada uno a fin de no incomodarnos mutuamente.
En ese momento contaba yo con dieciocho años y Diana con trece.
Me describiría a mi mismo como un joven alto,delgado, con cuerpo atlético y de rostro atractivo que tenía exito con las mujeres, pero no mas que eso.
Diana en cambio, a sus trece años era ya una belleza. A pesar de no ser alta (medía solo 1,57) atraía la mirada de todos aquellos que pasaban a su lado. Tenía un hermoso rostro y un cuerpo deslumbrante. Su cabellera rubia que le llegaba a los hombros hacía resaltar el azul profundo de sus ojos. La esbeltez de su silueta, sus erguidos senos de tamaño mediano, lo estrecho de su cintura, lo duro y parado de su cola y la perfección de sus piernas motivó mas de una vez que algún amigo hiciera comentarios en mi presencia que además de causarme enojo me causaron celos.
En esa época ella estaba comenzando sus estudios secundarios mientras yo los estaba terminando. Un viernes cuando comenzaba el otoño, después de cenar con unos amigos y dado que la temperatura era alta para la fecha nos quedamos charlando un rato en una esquina y cuando nos dimos cuenta era la medianoche. Nos despedimos y cada cual para su casa, caminando pues estabamos en nuestro barrio.
Al llegar a la puerta me doy cuenta que al salir no había recogido las llaves. No era la primera vez que me pasaba e iba a tener que hacer lo mismo que otras veces; es decir saltar por sobre el portón de la verja, cruzar el jardín y tocar en la ventana del dormitorio de Diana para que me abriera la puerta de la casa.
Al llegar a la ventana de su dormitorio me alegré que hubiera lúz en el mismo ya que eso me evitaba despertarla y sufrir la habitual recriminación de su parte. Iba ya a llamarla cuando la curiosidad me hizo mirar por una de las hendijas.
Me quedé absolutamente paralizado con lo que veía. Diana estaba totalmente desnuda parada frente al espejo. Desde mi lugar tenía una visión perfecta de la parte trasera de su hermoso cuerpo y además el espejo me devolvía la imagen de su parte delantera. Era hermosa tal cual yo sabía por haberla visto en su pequeño traje de baño de dos piezas, pero desnuda lo era aún mas. Podía por, primera vez, admirar la perfección de sus pechos coronados por pezones rosados que apuntaban hacia arriba y que invitaban a acariciarlos y lamerlos. Ver sus nalgas duras y tan perfectas en su forma que me dejaban boquiabierto. No pude apartar la vista de ella ni evitar una tremenda erección que hacía crecer mi pene en forma desmesurada; para colmo Diana comenzó a acariciarse los pechos y pellizcarse suavemente los pezones, luego, como queriendo enloquecerme totalmente se recostó en la cama y comenzó a masturbarse con su mano derecha. No pude mas, abrí el cierre de mi pantalón, saqué mi verga que para ese entonces ya habia comenzado a emitir líquido preseminal y yo también me empece a masturbar mientras miraba como lo hacía mi hermanita y obsevaba los gestos de placer de su rostro. Los estremecimientos de su cuerpo y sus gemidos me anunciaron el momento de su orgasmo. Al unísono mi eyaculación estalló de la forma mas esplendorosa, produciéndome una sensación de mareo que me obligó a apoyar mi mano izquierda en la pared para no caerme. Cuando me recuperé, guardé el miembro, subí el cierre de mis pantalones y casi sin pausa pedí a Diana que me abriera la puerta, todo esto sin dejar de observarla pues aún se encontraba recostada en la cama acariciándose suavemente la vulva.
Una nueva idéa germinaba ya en mi cerebro.