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Otra de mi potra María Teresa, súper excitada del sexo, más cuando empezó con las amigas de Estela. Aparte de hacer el amor con ella, con Sus, con Arielito o con su marido, una noche que fue a la casa de Teli a una cena de las pelirrojas conoció a Ana María y casi que se enamoró de ella.
Mientras disfrutaban queso, fiambre y demás cositas de una buena picada, Tere se sentó al ladito de Ana y le empezó a charlar. Y de tanta charla le contó cosas íntimas de ella. Y luego, disimulando un poco sus ganas, le sugirió a Ana María que fueran a cenar juntas así se conocían mejor. Con el argumento de la vida social, María Teresa la enganchó a la vecina de Estela, arreglaron ahí en la cena y al sábado siguiente salieron nomás a una noche de algo más que una cena.
Así como Susy intuyó que Ana la quería para sexo cuando le dijo de salir, ahora era Ana la que pensó lo mismo de Teresa. Y haciéndose la cabeza, se vistió con un fino conjunto de cuero negro, saco y pollera, unos tacos altos, muy maquillada y perfumada la esperó con un ramo de rosas a Tere, que llegó también muy elegante, con campera de cuero negra, pulóver crema, pollera marrón y botas con taco, fina cartera al hombro y con la cara bien colorada por tanto maquillaje, aparte de un perfume muy fuerte y rico que a Ana la atrapó cuando se abrazaron y besaron al saludarse. Y se fueron en el auto de Ana a cenar a la casa de una amiga que las invitó para hacerles el entre. Las chicas llegaron de la mano, entraron, besuquearon a la anfitriona y luego degustaron una buena picada y sandwiches de miga, con cerveza y flan de postre. Mientras charlaban, Tere no paraba de hacerse los ratones con Ana María, de quien se excitaba viéndola tan elegante y con tanta pintura en la cara. En un momento, María Teresa la agarró de la mano, la acarició y tras besarle la mejilla, le dijo cosas dulces, calentándola aún más de lo que Ana María estaba, porque intuía que la gorda se le iba a venir con tutti.
Y fue nomás como Ana María había intuido. Teresa, muy acaramelada con Ana, la llevó de la mano hasta un cuarto arriba. La amiga de la picada se fue y las dejó solas. Y apenas Tere escuchó la puerta cerrarse, no lo pensó y sin jueguito previo ni nada, se le fue encima a Ana María, que excitada fue sacándose todo y quitándole la ropa a Tere. Al final, María Teresa la agarró fuerte, le sacó el corpiño, le arrancó con furia la bombacha negra erótica, la hizo abrir de piernas y le metió un salchichón largo. Y luego se le revolcó con potencia y sus 100 kilos encima, haciéndole de todo mientras le daba por la vagina. Caliente por el aroma a pintura, perfume y cremita de ambas, María Teresa pasó una noche espectacular de sexo salvaje con Ana María, que le pedía más y más y se entregó completamente, siendo penetrada por vagina y cola, bañada en todo el cuerpo con semen y el flujo de Teresa, masturbándose y luchando cuerpo a cuerpo con Tere hasta casi el amanecer. Después, las dos se besaron mucho sus bocas y se fueron a dormir juntas. Y al despertar, el desayuno con café con leche, tostadas, queso blanco y mermelada. Ahí pareció terminar la romántica noche.
Pero María Teresa estaba tan encantada con Ana María que ni bien terminaron de desayunar, la volvió a agarrar, la hizo poner contra la pared, la desnudó y le dio por vagina y cola con otros juguetes de su cartera negra de cuero. Ana María, excitadísima, gimió y resopló de placer hasta acabar y largar todo lo suyo en el piso. Y para rematar, las dos se pasaron las lenguas por sus cuerpos, degustando el flujo que cada una había largado. Luego se bañaron, se vistieron y María Teresa se despidió de Ana María. Pero de una forma muy especial: le dijo un piropo y le besuqueó la boca durante cinco minutos largos. Lo que es el amor. Y el sexo, más entre mujeres. Y más, claro, con María Teresa, una experta de las noches de placer.
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