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Categoría: Maduras

Con la venia

Me presento, me llamo Toni, trabajo en un gimnasio como chico para todo, soy instructor cuando no están los jefes, administrativo y recepcionista, por un mísero sueldo que apenas llega a 900 euros limpios al mes.



Modestia aparte, me considero atractivo, soy alto y musculoso, aunque mi trabajo no está muy bien pagado, sí tenía más ofertas en el "mercado" de pretendientes femeninas. Pese a estas circunstancias laborales y personales tomé la equivocada decisión de casarme muy  joven, concretamente con 25 años. Mi matrimonio apenas duró  año y medio, debido sobre todo a que me topé con la horma de mi zapato. Mi ex es un auténtico bomboncito. Con astucia (y probablemente también con sus armas de mujer),  consiguió un buen empleo en un banco. Pero todo cambió a partir de la boda,  y  tras la inevitable rutina sexual, desapareció  lenta pero inexorablemente lo que nos unía, que era el sexo, antaño placenteramente abundante, y despues rutinario con lo cual se destruyó la única base real de la relación. Con ello, empezó a ser insoportable los reproches y desencuentros continuos, optando yo por cortar por lo sano y pedir el divorcio.



Raudo y veloz, me fui a ver a Lucía, mi abogada, que me habían recomendado. Es una mujer también bastante atractiva, pero mayor que yo (38 años frente a los 27 míos cuando le conocí). A diferencia de otros abogados, tenía un aire de honestidad que no se suele ver mucho en su profesión. En cuanto le dije las condiciones que quería para el divorcio casi me da un beso en la boca porque no había dificultades para redactar el convenio regulador. No había pensión compensatoria, ni pisos en propiedad, así que era dinero fácil para el letrado y el procurador, ya que estaba hecho un convenio muy básico y sin problemas ni reparos para el juez de familia.



El caso es que, como he dicho antes, Lucía estaba bastante bien de cuerpo y de cara. Medía 1.70, y a pesar de estar cercana a la cuarentena, tenía unas hermosas piernas y un culo  duro y respingón que quitaba el hipo, aun a pesar de que su falda no era especialmente corta, dibujaban su silueta de una forma elegante y sensual. De cara era bastante resultona, y apenas se le notaba alguna arruga. A pesar de eso, consideré la relación con ella meramente profesional, y aunque se notaba la confianza, procuraba no abusar de ella, aunque reconozco que le dediqué alguna que otra paja en su honor. Al menos por mi parte, sentía cierta tensión sexual no resuelta. Nunca había tenido relaciones con una diferencia de edad tan acusada, y sentía curiosidad, ya que una madurita en la cama era de las cosas que deseaba probar una vez recuperada mi soltería.



El caso es que Lucía me llamó a su despacho para que recogiera una copia de la sentencia de mi divorcio, y de paso aproveché para pagarle lo que me faltaba por sus honorarios que, todo hay que decirlo, no fueron demasiado elevados por la sencillez del asunto. 



Era un día de poco trabajo en el despacho, así que me conminó a terminar la conversación e irnos al bar de abajo.



 En esta ocasión, me dijo que nos fuesemos al bar ya que había terminado su trabajo por ese día y yo tampoco tenía prisa por llegar a casa.



-Bueno en confianza, solo me queda felicitarte, porque la verdad te he visto bastante entero. Otros, ya sean jóvenes, mayores o divorciados más de una vez, están o con el victimismo o con la autocompasión. Y particularmente, esto lo agradezco.



-Bueno, la verdad es que a base de palos se aprende. Y la verdad, no quería agobiarte  con mis problemas sentimentales. Hay que mirar hacia adelante a pesar de los problemas.



-Pues sí, la cosa siempre está complicada en estos temas, todos vienen con que si esto lo hacen por los hijos y que malo es el otro o la otra, y al final casi siempre  el problema es el puñetero dinero, que lo envilece todo . Mucho hablar de sentimientos y parece que se les va a ir la olla, pero de la pasta no se olvidan ni del último duro.



-Dímelo a mí, que mi ex es empleada de banca. (risas).



El caso es que entre tapas y bebidas nos pasamos un buen rato, ella vivía cerca de allí. Sin estar borracha, la cerveza empezaba a hacer algún pequeño efecto a los dos, así que decidimos salir y le acompañé a su casa, que estaba cerca de allí y que además me pillaba de camino a la mía.



-Joder Toni, con lo buenorro que estás debo ser la envidia del barrio. No sé si tendrás alguna amiguita ahora, pero si no la tienes es porque no quieres.



-Bueno Lucía, tu tampoco estás mal, que ya quisiera cualquier veinteañera tener tus piernas.



-¿Si? Huy que bien, sí, pero no es un cumplido ¿No me considerarás una viejuna cascarrabias?



-Que vaaa.



Yo también estaba algo deshinibido. Pero aun así no me esperaba la salida que tuvo ella  cuando en teoría teníamos que despedirnos, justo  delante  del portal de su casa.



-Oye, tu te acostarías conmigo si te diera la oportunidad?



- ¿Por qué no?



-Pues si de verdad quieres, sube ahora mismo. 



Nos besamos en el ascensor hasta llegar a su piso. Nada más pasar la puerta empezó ella a quitarse las medias y el sostén. Yo a su vez le enseñé mi musculoso torso, mis bíceps y abdominales bien marcaditos, lo cual enervó su deseo como una perra en celo. Cuando al fin le enseñé mis 20 cm bien armados en el máximo  esplendor de mi entrepierna, me llevó a su cama. Me hizo una tremenda mamada para colocarme el preservativo como una auténtica profesional del sexo.



-Venga, Toni, te voy a cabalgar como una puta, quiero asegurarme tu pedazo de carne dentro de mí hasta el fondo.



-Tiene usted la venia, señora letrada.



Me cabalgó a su gusto, y tras un intenso cuarto de hora, ella se estaba corriendo, su coño húmedo dió paso a un chorro como si tuviera una manguera a presión, marcándose un hermoso orgasmo.



-Ahhhh. Ahhhh, ahhhh me llega Toni, me llegaaaaaa. YAAAAAAAAAAAAAAAA.



No sobreactuaba, Al acabar, las sábanas las tenía mojadas, al igual que mi pubis.  Me corrí y me pidió el preservativo para comprobar que estaba totalmente lleno de mi semen.



-Perdona, me he quedado con hambre.



Se tragó todo el contenido líquido del mismo. Me dió un beso, y empezó a ponerse el camisón y a recoger toda la ropa interior que se había dejado por el pasillo.



Cuando me dirigía a ponerme la ropa, ella me interrumpió.



-Toni, quiero que sepas que lo de hoy me ha gustado mucho. No te prometo nada. Pero me gustas mucho y me pones a mil. Tengo una profesión muy estresante y tú eres un bálsamo para mí.



-Lo mismo digo, también me ha gustado mucho estar contigo,  dentro y fuera de la cama.



-Podemos repetir?



-Cuando quieras.



-Vale. Cuando podría ser?



-Ahora mismo-Le dije  mientras me quitaba los calzoncillos y le mostré mi pene otra vez erecto.



Ella volvió a encenderse, pero esta vez fui yo el que se puso encima, penetrándola como un animal, mientras que ella gemía de un placer  que parecía no haber disfrutado en mucho tiempo. 



-Me vas a matar, pero sigue,  sigue, sigue, dame más ahhhhhh. Me vas a matar, me matas.



-Te van a hacer falta más vidas que un gato, toma, toma...



La calentura no podía soportarla más, le eché toda la leche que me quedaba, no sin antes darle otro hermoso orgasmo. Fueron dos polvos consecutivos y muy intensos pero al día siguiente había que ir a trabajar. Así que esta vez sí que era necesario despedirse y volver a casa.



-Toni, eres una fiera. Hacía años que no gozaba tanto, creo que nunca me han follado de esta forma.  Vuelve cuando quieras, dame todo lo que tengas dentro. Me da igual si tienes novia, si te quieres casar otra vez. Pero por favor, repíteme esto. 



-Tú si que has estado bien, mucho mejor que cualquier niñata con complejo de diva.



-Gracias cariño. Pero vuelve, por favor. 



-Lo haré no lo dudes. Cuando quieras y como quieras.



Al volver a mi casa, reparé  en el sobre donde estaba el recibo de haberle terminado de pagar sus honorarios por mi divorcio.  Pero no estaba solamente ese papel.  Estaban los mismos billetes con los que le pagué, con lo cual el pleito me salió por la mitad del precio convenido. Me sentí como un gigoló. Me había ahorrado unos cuantos euros y había conseguido una amante incondicional, y en ese momento me terminé de convencer de que se había fijado en mí desde el primer momento. Volví a repetir varias veces con ella en este último año, incluso cuando alguno de los dos hemos alternado con otros amantes. Pero hasta ahora nada ha enturbiado esta relación sin aparente compromiso, quizá sea esa libertad lo que hace esta relación tan placentera,  quizá la confianza  entre el abogado y su cliente, o quizá las dos cosas.



FIN.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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