~~No se si habrás leído la otra carta. Como sales tan tarde de trabajar, igual no has tenido tiempo ni ganas. Me gusta pensar que si, aunque no me has dicho nada. Seguro que ha sido por las tonterías que puse al final. Si, lo habrás hecho para hacerme rabiar. Si, eso debe ser, porque ayer estabas muy chungo y hoy tienes mejor cara. Bueno, pues como esta la escribí durante el puente, te la daré por si te apetece. Si no quieres decirme nada, que le vamos a hacer. Ayer estuviste aquí, y apenas recordaba lo que pasó. Me quedé aquí tirada en el sofá. Como flotando. Siempre me pasa. Después de estar contigo, no lo recuerdo, creo que tiene que pasar un tiempo para que se me coloquen las neuronas. Y poco a poco voy recordando las cosas. Que ya no te esperaba. Que me sorprendió que no me llamaras al móvil. Que no sabía que ponerme. Que buscaba esas bragas que aún no habían tenido su día y no las encontraba. Y que apenas terminé de hablar, te vi por la terraza. ¡Tan pronto!. Como me sorprende eso. Y lo contento que parecías y como me abrazabas y me tocabas por debajo del vestido. Y me decías. ¡Vamos a follar, que te voy a partir en dos!. O algo así. Y de lo guapo que estás, cada día más. Se me cae la baba viendo como te despelotas para follar conmigo. Y todo lo que hicimos después. Sin prisas y sin frío. Un sábado por la tarde. En mi cama. ¿Cuántos sábados por la tarde lo habré soñado, allí mismo, soñaba contigo. A veces los sueños se hacen realidad. Si, eso lo pensaba mientras me abrazabas. Y me mordías las tetas. Hoy tengo los pezones doloridos. Pero no me importa, me gusta. Igual que me gusta que me duela el culo después de follar en nuestra suite. O la cabeza después de los cabezazos que doy cuando me comes el coño en la mesa de tu despacho. Si, me gusta que me duelan las cosas, porque así se que ha sido verdad. Y de que me decías que querías ser mi chulo. Y de que te corriste encima de mi. Eso me gusta mucho. No lo habías vuelto a hacer desde la primera vez. ¡Todo lo que me haces me gusta!. Bueno, creo que te estoy aburriendo con mis tonterías . Esto lo escribiré en el diario. Sólo tenía que decirte que me haces muy feliz y me he enrollado. Ya sabes como soy que no me callo ni debajo del agua. Como te pusiste malo, vamos con retraso en la correspondencia. Mejor, así no andaré tan agobiada.
En la otra que espero que ya habrás leído, te decía que te tenía que contar como cogí el catarro con mis amigos los mecánicos. Pues si, lo cogí allí. Tenían una oferta especial, así que fui a cambiar el aceite al coche. Cuando llegué, el jefe se acercó muy serio y me dijo: ¿Recuerdas lo que nos pediste la última vez que estuviste aquí. Pues hoy lo vamos a hacer así!. Me agarró y empezó a morrearme y a morderme. Me agarró más fuerte y con un par de tirones me quitó la blusa. Entonces llegó el otro. Se ha puesto detrás de mí y ha empezado a tocarme el culo. El jefe me ha dado la vuelta y el otro ha empezado a besarme también, y a meterme mano por todas partes. Igual que la vez anterior, me resisto y me retuerzo intentando escapar de sus manos. Eso me gusta, y nos pone más cachondos a los tres. El jefe me ha agarrado más fuerte, ahora el otro ha metido las manos en mi falda y ha empezado a tirar hasta que siento como se rompe. Me ha bajado la falda por las piernas y ha vuelto a subir las manos, tocándome por todas partes. Me han subido encima de algo y me atan las manos arriba. Estoy de rodillas delante de ellos y me miran con cara de babosos. Y yo a ellos. Miro sus paquetes y sus manazas manchadas de grasa, deseando que me soben . Como si me leyeran el pensamiento, se acercan y empiezan a sobarme uno por cada lado. Estrujándome las tetas y el culo. Me muevo intentando apartarme, aunque lo que quiero es que sigan haciéndolo. Cuando me rompen el body y me lo bajan, mis pezones están tan tiesos que la tela se engancha en ellos. El jefe mete un dedo entre mis tetas y tira de él. Cuando están ante su cara, pasa la punta de la lengua por uno de ellos. Y se aparta riéndose. Debajo del body llevo una bragas. Pequeñas, negras, transparentes, un pequeño triángulo de encaje que deja entrever los pelos recortaditos de mi coño. Agarran cada uno un lado, y empiezan a tirar. Despacio, pero con fuerza. Siento como se estiran más y más hasta que oigo romperse la tela. Bajan las bragas rotas por mis muslos y las dejan sobre los restos del body a la altura de mis rodillas. Ahora estoy atada y en pelotas delante de ellos. Pero no tengo miedo, son buenos chicos. El jefe vuelve a acercarse a mi, quitándose el mono. No lleva nada debajo. Y verle la polla tan tiesa, me hace jadear. Me pasa la mano por el coño. Hurga con sus dedos entre los pelos y los saca pringosos. ¡Mira como estás zorra!. Y ni siquiera te hemos tocado. Yo sigo mirándole con cara de salida, y entonces siento como el otro me pega en el culo. No se con que. ¡Ay!. Me estremezco al sentirlo. Y me retuerzo colgada de las manos. Él acerca su cara tanto que cuando me vuelven a pegar, mis tetas chocan con ella. Intenta cogerlas con la boca, y el otro sigue pegándome divertido por el juego. Me veo reflejada en un cristal y me gusta como me muevo y como se sacuden mis tetas aunque sean pequeñas. El jefe vuelve a meterme los dedos en el coño y mis Ayes ya no son de dolor. Los golpes no me duelen, sólo siento un calor en el culo que se extiende por todo el cuerpo. Por fin el otro deja de pegarme y me agarra desde atrás. ¿Quién quieres que te folle primero, zorra?. Me dice estrujándome las tetas. No hace falta follarla. Es una guarra que se corre con los dedos. Dice el jefe metiéndolos más y más dentro. Quiero moverme, pero el otro me sujeta más fuerte, me pone una mano detrás del culo empujándolo hacia delante, hacia la mano del jefe que sigue follándome con los dedos, metiéndolos y sacándolos una y otra vez. ¿Dos?. ¿Tres?. ¿Toda la mano?. No lo se, sólo se el gusto que me da. Hasta que vuelvo a chillar, mientras me corro encima de su mano. ¡Que pena que seas tan mayor, me hubiera gustado estrenar este pedazo de coño!. Me dice mientras me ete los dedos pringosos en la boca. Por fin me desatan y el socio se sienta sobre el morro de un coche. También está en pelotas, y se restriega esa polla enorme mientras mira como el jefe me coge y me pone encima de él. ¡Vamos, zorra!. Me dice sujetándome desde atrás. ¡Follatele!. ¡Quiero verlo!. No me gusta hacerme de rogar, así que empiezo a restregar el coño contra el rabo del otro hasta que consigo que me entre entero. Parece que le gusta. Se ha echado hacia atrás y tira de mis tetas, bajándome hacia él. No me dice nada, este habla poco. Sólo hace ruidos. Y parece que los ojos se le van a salir, mientras me muevo arriba y abajo agarrada a su cuello, sintiendo como su polla estira mi coño, abriéndolo más y más. El jefe sigue detrás, mirando sin decir nada. Me pregunto si le gustará ver mi culo moverse encima de los huevos de su amigo. Preguntándome por que ha dejado de tocarme. De repente, siento algo frío y suave que corre por mi espalda, deslizándose hasta mi culo. Miro hacia atrás y veo como vierte sobre mi el contenido de una lata. ¿Aceite de coches? Pregunto divertida. ¡No!. ¡De motos!. Me dice mientras mete los dedos pringosos de una mano en el agujero de mi culo, y con la otra se embadurna la polla también. Por fin se acerca y me agarra, su rabo se desliza por la raja de mi culo y por un momento dejo de moverme encima del otro esperando que me la meta. Me gusta el momento en que parece que no podrá, hasta que mi culo se abre para él. Con los ojos cerrados, levanto la cabeza y empiezo a gemir sintiendo como se estira mi cuerpo con una polla en cada agujero. Ahora ya no me muevo, me mueven ellos. Me suben y me bajan, con sus cuatro manos. Una polla me entra y otra me sale. Una y otra vez. ¡Te gusta!. ¿Verdad, puta?. ¿Quién te lo iba a decir a ti?. Me dicen. ¡Si!. Pero podría ser mejor. ¡¿Mejoooor?!. ¿Cómo?. Deberíais de tener un aprendiz jovencito y bien dotado. Porque ahora mismo me muero por tener una buena polla en la boca también. Consigo explicarles entre jadeos. Creo que esto es demasiado para el de abajo, que con un par de empujones, se corre. Llenándome el coño de leche, haciéndome correrme a mi también. Al hacerlo, mi culo aprieta la polla del jefe. ¡Como te corres, bruja!. Me dice mientras me levanta y sin sacar su polla de mi culo, se tumba en algún sitio conmigo encima. ¡Vamos, zorra!. Follamé a mi ahora. ¡Quiero que me violes!. ¡Si!. Pero quiero oírte cuando te corras. Y empiezo a moverme de nuevo. Sintiendo las cosquillas de su rabo en mi culo pringoso. No le veo la cara, estoy de espaldas a él. Miro hacia abajo y veo sus huevos debajo de mi coño, manchados con la corrida de su amigo. Los cojo y los estrujo mientras sigo follándole, hasta que empieza a hablar de nuevo. ¡Así, así!. ¡Como me corro contigo, zorra!. ¡Como me viene!. Y sus huevos empiezan a latir entre mis manos mientras se vacían dentro de mi culo. Después de todo lo que hicimos fueron muy cariñosos conmigo, como siempre. Se empeñaron en lavarme porque tenía el cuerpo lleno de churretes negros y de aceite y de Dios sabe que más. Y como no tenían calefacción, pues agarré un catarro que he arrastrado durante bastantes días. No me importa moquear y estornudar, porque así me acuerdo de ellos. Aunque si no se me quita, quizás me convenga volver por allí como tratamiento. No creo que haya muchos coches tan bien cuidados como el mío. Pues así fue, más o menos. Creo que mis historias cada vez son más retorcidas, pero creo que te siguen gustando. Eso está bien. Igual que el año pasado, me gustaría pensar que te hacen el trabajo un poco más llevadero. Parece mentira que haya pasado otro año. Otro año feliz. Gracias a ti. Se que a veces soy un poco plasta, aunque creo que he mejorado. Pero no demasiado. ¿Verdad?. No. Ayer me dijiste que no tenías queja y eso me hace sentirme muy orgullosa. ¡Que ganas tengo de que me folles de pie!. Con la altura adecuada, claro, para que no nos fallen las piernas. El día que lo hicimos la sentía como nunca y me moría de gusto. No sabes cuanto me acuerdo de eso. Así que tendremos que pensar algo al respecto. Si te apetece, claro. Si, seguro que si, que te gusta que sea tu puta y que siempre esté dispuesta. Eso también es de película. Follar a salto de mata a la menor ocasión. No se si se me olvida algo. Creo que voy a cortar, ha sido un buen puente, aunque haya estado sola como la una. He hablado contigo, te he escrito y me has llamado. A pesar de todo lo que tienes que hacer. Y me dijiste que te cuido bien. Tu también me cuidarías. Y de hecho, ya me cuidas. Nada más, muchos besos de tu.