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Aquella noche fuimos de fiesta por Barcelona. Quedamos en el supermercado paquistaní para comprar el alcohol, y fuimos a la parada donde empezamos a beber. Durante el trayecto en bus y metro seguíamos bebiendo, gritando y riendo. Decidimos bajarnos en Cataluña y bajar las ramblas caminando para así acabar la bebida en el trayecto. Íbamos todos bastante tajas, aunque la mayoría me superaban en borrachera. Uno en concreto, Luís, no paraba de reír y de echarse encima de unos y otros, hasta que se puso detrás de mi y se subió a caballito. Le agarré y empezó a dar saltitos por mi espalda, restregándose, al tiempo que me daba unos azotes en el culo como si fuese un caballo, así que opté por pasar una de mis manos de su pierna a su culo y darle un buen pellizco, que le hizo saltar y bajarse de encima. Al bajarse, al tiempo que me llamaba cabrón por el pellizco y como venganza me pegó un tirón de los pantalones, que no llevaba muy apretados y por lo tanto se bajaron hasta medio muslo, quedando con los gallumbos rojos al aire. Me agaché un poco para subírmelos y él aprovechó para darme una última cachetada, a lo que le respondí con una patada amistosa en el culo mientras los demás reían.
El resto del camino fue normal, y pudimos entrar a la discoteca sin problemas. Una vez dentro, algunos nos pusimos a bailar directamente mientras otros iban a por la consumición que “regalaban” con la entrada. Como siempre, pasó poco rato hasta que la gente se fue dispersando y me quedé solo, así que fui moviéndome para ver si me encontraba con más gente. Dio la casualidad que justo encontré Luís con otro del grupo en el momento en que mi amigo le daba un pico al otro y se reía. Todos eran heteros, y algunos entre ellos llevaban ese rollito de mariconeo inocente que llevan algunos tíos por hacer la gracia, y que Luís cuando bebía siempre llevaba un poco más allá de lo habitual. Por lo visto, al otro no le hizo gracia porque lo apartó bruscamente y se fue con mala cara mientras mi amigo seguía riendo.
Me vio y vino hacia mí bailando. Cuando llegó a mi altura estuvimos un rato bailando el uno frente al otro, tiempo que aproveché para observarlo bien.
Era más bajito que yo, y aunque nunca me había interesado, empezaba a verlo con otros ojos. Piel morena, ojos castaño oscuro, pelo cortito y barba de unos días. No era guapo del todo, pero sexy. Llevaba una camisa blanca que destacaba con el color de su piel, y que estaba abierta hasta la altura del pecho.
Aproveché la excusa de que íbamos bebidos por si era necesario justificarme, y le desabroché otro botón de la camisa y la abrí mostrando su pecho. Tenía el pecho amplio, con apenas pelo, y unos pectorales que se estaban definiendo cada vez más en el gimnasio. Aun no estaba mazado, pero estaba bueno igualmente. En vez de molestarse se desabrochó otro más él mismo, por lo que sólo 2 botones le mantenían la camisa cerrada por debajo. Ahora por tanto también podía entrever los abdominales, también en proceso de definirse, pero visibles igualmente. Medio embobado estaba mirándole cuando me agarra una de las manos y la lleva hacia su cintura. Le agarré metiendo la mano por dentro de la camisa y nos acercamos el uno al otro, bailando de forma que nuestras piernas estaban intercaladas y nuestros cuerpos pegados, mientras que su mano reposaba en mi espalda, prácticamente en el culo. Estuvimos un par de canciones bailando juntos, prácticamente se podría considerar que perreándonos, siempre en plan coña, pero sin cortarme un pelo a la hora de restregarle el paquete por el culo y sobarle el pecho brillante por el calor que hacía, cuando se ponía de espaldas, o sin contenerme y mover bien el culo cuando era él quien se ponía detrás de mi y me agarraba por la cintura apretándose todo lo posible contra mi. No estaba seguro, pero me parecía notar un buen bulto contra mi culo, pero al girarme no podía comprobarlo visualmente porque la camisa era larga y tapaba. En el intervalo entre una canción y otro me acerqué para decirle al oído que iba al lavabo, y al separarme me agarró la cabeza y me dio un lengüetazo en los labios que automáticamente respondí lanzándome contra su cuello y dándole un mordisco.
Fui al lavabo y por suerte pude meterme en un cubículo, ya que eran grandes y no solían estar muy llenos, y así me ahorraba el tener que sacar el casi empalme en el urinario de pared.
Al volver no le encontré donde habíamos estado antes, y di un par de vueltas per no lo vi, así que me di por vencido y me quedé donde estaba bailando. Aun notaba los efectos del alcohol, era temprano. No llevaba mucho rato bailando cuando alguien desde detrás me agarro con los dos brazos por la cintura, tirando de mi desde detrás al tiempo que se acercaba hasta pegar su cuerpo con el mío. Al momento supe que era él, y me intente girar para estar cara a cara, pero antes de poder hacerlo él se había enganchado a mi cuello con los dientes, y me agarró el paquete con la derecha al tiempo que su mano izquierda se paseaba por mi torso y no dejaba de moverse frotándose con mi culo. El conjunto de sensaciones provocó que levantase la cabeza en un gemido, que echase el culo hacia atrás para favorecer el contacto y que mi polla se fuese endureciendo en su mano. Cuando liberó el breve (pero intenso) mordisco, succionando y dejándome una pequeña marca morada, me giré agitado y vi en sus ojos la picardía. Le dije que me iba a provocar un serio problema, a lo que respondió que me debía un mordisco. Siguiendo el juego, pues, le enganche el culo y la cabeza y atrayéndolo hacia mi le introduje la lengua en la boca, abriéndome paso moviéndola con frenesí. Fue un morreo breve pero me aseguré de dejarle sin aliento. Al separarme le respondí que yo también le debía el lametón, y sin soltarle el culo, metí la otra mano entre nuestros cuerpos, notando los dos empalmes. Sin pensármelo se la agarré notándola dura como el hierro, y sin dejar de mirarle a los ojos empecé a darle pasadas, viendo como su cara empezaba a dejar paso a la excitación, mientras se ponía rojo y empezaba a respirar más agitadamente. Él hizo como yo, y me agarró la polla, que ya tenía durísima, y tras varios mordiscos mas en el cuello me dijo que tenía que ir al baño a desahogarse… que si le acompañaba, a lo que respondí silenciosamente yéndome al baño con él detrás. Vimos que no había demasiada gente, y que los que había estabas a su bola así que nos metimos rápido en un cubículo y cerramos con cerrojo.
Lo primero que hice fue acabar de desabrocharle la camisa sin mirar mientras le comía la boca salvajemente, cosa que él correspondía con el mismo énfasis. Nuestras manos pasaban frotando todas las partes de nuestros cuerpos: abdomen, pecho, espalda, nalgas, piernas, paquete… nos besábamos y tocábamos a la vez que restregábamos a lo bestia polla con polla y gemíamos de lo cachondos que estábamos de tanto frote. Me entretuve un momento a desabrocharle el cinturón para bajarle los pantalones, cosa que aprovechó para bajarme los míos de un tirón. Nos quedamos mirando cada uno el paquete del otro, más o menos del mismo tamaño aunque la suya más gorda, en unos gallumbos azul turquesa que no daban pie a la imaginación, y que igual que los míos, estaban húmedos en la punta del nabo. Me lancé otra vez a por su cuello y a besar y chupar su cuerpo, mientras él iba haciendo fuerza levemente bajándome hasta la altura de su polla. Le pregunté si luego él iba a hacérmelo a mi, a lo que me dijo que nunca había chupado una pero que quería pajearme hasta que me corriese en su cuerpo. “Suficiente” pensé, y me lancé a devorar sobre el gallumbo aquel trozo duro de carne, llenando de saliva y oscureciendo así el calzoncillo. Luís sólo hacia que retorcerse y agarrarme la cabeza restregándome más la polla por la cara, haciendo que me pringase de mi propia saliva.
Sin dejar de gemir, me dijo que me la metiese en la boca ya, que le tenía cachondísimo, así que le bajé el calzoncillo hasta los tobillos, y mientras con una mano se la agarraba para apartarla (tenía la polla un pelín más grande que yo, más morena que su tono de piel, con unos huevos grandes, gordos como también lo era la polla, que tenía marcada una vena larga y estaba sin circuncidar), me dediqué a chuparle los huevos poniéndome más burro con el olor por haber estado encerrados en el gallumbo y haber estado bailando. Poco estuve antes de meterme el palo casi entero en la boca, saboreándolo. Me encantó su sabor, así que chupé, mamé, froté, pajeé y acaricié lo mejor que sabía. Cambiaba de ritmo, pasando de un ritmo lento pajeando y centrándome en usar la lengua y los labios en su cabeza, que pude comprobar que era muy sensible por los gemidos, a un ritmo casi frenético donde me costaba no ahogarme ya que me metía el máximo posible en la boca y él acompañaba embistiendo para follarme más profundo por su excitación.
Tras varios minutos y con dolor de mandíbula pero cachondísimo aun me dijo que no podía más, así que mientras el se agarraba a la pared, yo le agarré el culo y puse más ahínco en follarme la boca con su polla, hasta el punto que ambos gemíamos. Justo cuando uno de mis dedos se resbaló “por casualidad” hacia su agujero, haciendo presión y entrado apenas un centímetro, noté como empezaba a temblar y a gemir y se me empezó a llenar la boca de leche caliente, que fui tragando como pude tal cual. Su sabor era algo amargo y no me acababa de gustar, pero la excitación me podía más.
Me levanté y Luís, agotado, se sentó en la taza. Me la saqué porque estaba cachondo y empecé a pajearme con la polla bien cerca de su cara, mirándole. Él se la quedo mirando un momento, y entonces la agarró y se la metió en la boca, empezando una mamada despacito y con cuidado. Le dije que se relajase, y le agarré la cabeza y empecé a follarme su boca, mientras él me miraba. Empecé despacio y poco profundo, pero fui cogiendo velocidad y cada vez metía mas polla, estaba muy cachondo y quería metérsela hasta que no cupiese más, así que eso intenté, provocándole una arcada que consiguió controlar. Aun así, él mismo hizo acopio de valor y consiguió tragársela entera, no sin esfuerzo, sin dejar de mirarme. Eso me puso más burro y retomé la follada de boca que le estaba haciendo. No era la mejor que me habían hecho, pero estaba caliente y la estaba disfrutando, y cada vez me ponía más la idea de llenarle de leche, así que se la saqué y le dije que me pajease, en la misma posición, él sentado y yo de pie delante con mi polla a escasos centímetros de su cara.
Tenía buenas manos, marcaba un ritmo rápido, agarrándola bien, y frotando la cabeza de vez en cuando con cuidado, aumentando la sensación de placer. Al poco estaba gimiendo a punto de correrme, y vi como él mismo mantenía la polla hacia su cara, pero aun así me la cogí yo con mi mano derecha mientras le agarraba la cabeza, y me corrí soltando varios trallazos potentes que le dieron en la cara, ojos, pelo, y en la boca que mantenía abierta, donde metí la polla cuando aun estaba acabando de soltar la carga e hice que me la dejase bien limpia.
Tras correrme, le di un morreo de recompensa, notando el sabor de mi propia corrida. Cuando le miré esperaba ver arrepentimiento en sus ojos, lo que seguramente indicaría perder el contacto, pero en cambio vi complicidad. Por lo visto íbamos a llevarnos muy bien…
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