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Después de chatear hasta mojar sus bragas, decidió darle su número de teléfono. Cuando la llamó, esa voz profunda con acento italiano la sumergió en una apabullante excitación líquida. Después se preguntó: Si esto es lo que noto con esta voz tan gruesa, ¿qué podré llegar a sentir con su cuerpo?
Quedaron en verse el viernes, acordaron que él le cocinaría su pasta más celebrada y luego la llevaría en su coche a un evento que ella tenía.
El viernes a las ocho sonó el telefonillo. Le abrió con el pelo escurriéndole agua y vestida de negro, trepada en unos tacones de cuña morados con un lazo rosa, unos que resaltaban su anatomía curvy.
La saludó con dos besos que la hicieron sentir excitada. No había tiempo que perder. El italiano se puso a cocinar y le pidió que terminara de arreglarse mientras empezó a sacar ollas y a preparar algo que comenzó a oler estupendamente bien. Ella lo espiaba desde el baño, al tiempo que secaba su larguísimo pelo con el secador. Le llamó la atención la redondez de su trasero y esa forma de abrir los cajones de la cocina con una naturalidad sorprendente.
–¡Qué guapa estás! –le dijo al verla ya sentada frente al plato.
Los dos desconocidos disfrutaron de una deliciosa mezcla de pasta con almendras trituradas y una salsa roja que subió la temperatura de sus pieles, la de ella sudaba a gotitas por la nariz. Para rebajar el calor bebieron agua con gas, así ella se iría excitada, pero sobria, a su noche de autores que sorprendían en el micrófono con sus propias historias.
–¿Qué vas a leer esta noche?
–Un monólogo sobre cómo ligar por Internet durante tres meses con nefastos resultados.
–Vas a tener que cambiar el nombre de tu lectura después de conocerme a mí –le dijo.
Se fueron en su coche de marca y aroma italiano. Se encontraron con los amigos de ella, quienes la esperaban ansiosos por verla subir la adrenalina del bar.
Desde hace años que saben que ella, con un micrófono en la mano, se crece, y pasa de ser una chica mona a una mujer tremendamente sexy. Así que le leyó a él, y se lo devoró desde el escenario. Luego bajó, se pidió un Rioja y empezó su carrera por conquistarlo, porque ella ya estaba conquistada.
–Vamos a bailar –dijo ella al terminar su copa.
Fueron con sus amigos incombustibles, los mismos que saben que es una mujer de cuidado capaz encandilar a quien desee. Con el impulso del vino, su cabeza y su cuerpo se vuelven elásticos y baila y brinda sin preguntar a nadie. Toda ella se menea y se transforma en una diosa de agua. Se pinta la boca sin espejo, y eso a él le hace entrar en combustión. Su camisa disimula su enorme erección.
El primer beso llega como todo esta noche, sin peguntar. Así se van pegando esos cuerpos en una danza sin freno en medio de un bar que truena a flamenco y bulería.
Habrá que irse, que van a cerrar.
Los amigos se montan en un taxi con sonrisa suspicaz.
–¿Te vas con él a su casa o a la tuya? –pregunta uno, mientras ella sube al coche del italiano disimuladamente.
Él atrapa sus muslos mientras conduce hasta la casa de ella, ella vuelve a mojarse las bragas. De la mano entran al cuarto. A la velocidad de la cocina italiana, la ropa vuela con la musicalidad con la que antes volaban los besos.
Ella recuerda que en el chat él le preguntó si sabía lo que era el squirting. Después de dudar un poco, ella escribió: yo te enseñaré lo que es disfrutar con un manantial de gozo y jamás olvidarás lo que es un squirt.
Cuando lo ve desnudo presiente lo mejor, él tiene una erección espectacular, porque el hombre viene con una polla de un diámetro que jamás ha visto. Voz gruesa, polla aún más.
¿Qué pasará cuando todo entre en mi templo mojado? Se pregunta cerrando los ojos de gata.
Ve su piel morena y velluda, cada poro canta una oda a lo masculino.
Las primeras embestidas la hacen gemir, él se entrega a una cópula extraordinaria porque se lubrica como nunca, para extenderse y ajustarse a este amante. La pone a cuatro patas y la besa sin parar. Le da más fuerte y por sus piernas empiezan a escurrirse las primeras gotas de eyaculación.
–¿Te estás corriendo? –pregunta anonadado con su inconfundible acento–. Nunca he visto salir agua de una mujer de esta forma –le dice cuando ella quiere ponerse sobre él.
Ella sabe que esa postura tiene su peligro, porque puede empezar a mojar la cama y transformarla en un parque acuático.
Se trepa cuidadosamente sobre él pensando que algo tan grande tiene que tomarse el tiempo de entrar en su vagina.
Así empieza el viaje para ella, sube y baja acariciando por dentro todo su miembro en un baile nuevo. Se siente con algo enorme y hermoso en su interior, algo que puede hacerla desmayar de placer, así que el ritmo de su compás es lento. Se acerca a su cara para que lama sus pezones, duros como borradores rosas, y algo en ella se excita aún más. Su lengua y su saliva activan su cuerpo y sus ojos se tornan blancos. Con cada lengüetazo va subiendo la excitación y su pene se vuelve curvo para que se repita tantas veces hasta que el orgasmo estalle. Ella siente que su caudal femenino expulsará la redondísima polla de su amante. Es la idea que más cachonda la pone.
–¡Métela de nuevo! –le pide ella.
Él obedece y empieza a ver que no es necesario introducir los dedos, que el tutorial de squirting digital no hará falta. Con ella, el orgasmo líquido surge de la penetración.
Ella respira con más fuerza en cada empellón. Succiona cada centímetro de él. Su coño sabe apretar. Practica a diario con sus bolas chinas y, cuando medita en placer, conoce su cuerpo a la perfección. Sabe masturbarlo con los espasmos de su empieza a pensar en la salida del líquido blanco. Con unos meneos lentos, invoca al semen de su amante, y siente el recorrido desde sus testículos, duros, hasta el final de su largo y férreo pene. Intuye que él no podrá resistir una contracción más. Ella lo sabe, siente que ha subido porque su danza de invocación no falla. Sabe que saldrá. ¿Caerá en el suelo o en su espalda? Al pensar que se aproxima el ansiado néctar a su vagina le entran ganas de correrse, y entonces, el agua suena desde dentro, el estallido se acerca. De forma abrupta, el pene es expulsado, y un manantial ardiente empieza a mojarlo todo. Suena como un grifo a toda presión mientras ella jadea, y esta visión líquida, que llega con el rayo de la luna llena que se cuela por la ventana, le hace brotar a él un chorro de esperma, que termina uniéndose al agua mágica que, a borbotones, salió de ella.
Te dije que te enseñaría lo que es hacer un squirting, susurra ella con los pies empapados por el charco de ambos.
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