No lo podía creer, al fin lo había logrado. Subir a un avión yo sola. Siempre que había viajado hasta ahora lo habia hecho con quien era mi pareja, pero desde hace un año estaba sola. Y ese verano decidí viajar a Menorca, yo solita, coger el avión y aventurarme a descubrir la isla durante una semana sin mas compañia que yo.
He de decir que no me gustan los aviones, si si ya sé, son muy seguros, apenas hay accidentes. pero estás tan alto, que no puedo evitarlo.
Y ese día no fue una excepción. Así que embarque, subí al gran pájaro de metal y me acomodé en mi asiento, esperando que la hora y media pasara rápido y que mi compañero no estuviese como yo de asustado. Al principio pensé que viajaba sola, pero 5 minutos antes de volar, se sentó a mi lado mi compañero. Llegó acalorado, casi pierdo el vuelo, me dijo. Y así empezamos a hablar, de tal manera que lo que parecía que iba a ser un infierno, se convirtió en un viaje de los mas agradable. Se llamaba Abraham, de 29 añitos, y también viajaba solo. Casualidades de la vida se alojaba en el mismo aparthotel que yo, en Mahon, así que intercambiamos los teléfonos, con la idea de salir a tomar algo uno de esos días de vacaciones.
Una vez instalada en mi aparthotel, estuve 4 días descubriendo Menorca y sus encantos, sin saber nada de mi compañero de avión, y la verdad es que me apetecía saber de él, porque me encantó cuando lo conocí.
Una noche, de repente, mi teléfono sonó, era un whastupp, en el que me invitaba a una copa y me decía que tenía un plan para el día siguiente, que si me apetecería pasarme por el bar del hotel, y me lo contaba.
Me arreglé, me puse todo lo guapa que se puede poner una mujer de 31 años, segura de si misma y de sus intenciones y acudí a mi cita. Allí estaba el, con unos pantalones blancos y una camisa azul entreabierta, mirándome con esos increíbles ojos azules, moreno de la playa. Increíblemente guapo. "Estas preciosa" me dijo al verme, cosa que me ruborizo y casi no atine a contestar que el también estaba guapísimo. Hablamos un rato y me comento su plan: alquilar una moto, y recorrer así la isla durante todo el día, llevar un picnic, comer en una calita, y disfrutar del ambiente menorquino. Yo acepté encantada, no tenía nada previsto para el día siguiente. Así que ultimamos detalles y quedamos para el día siguiente. Fue una noche maravillosa, que rematamos con un paseo por la playa. Al llegar al hotel, me acompaño hasta mi apartamento, donde se despidió de mi con dos besos en la mejilla, cercanos, cálidos, pegados a la comisura de su boca. Pude sentir su olor, su calor, su cuerpo terso bajo la camisa. me estremezco de pensarlo.
Al día siguiente, bikini al canto, mis shorts mas cómodos, camiseta de tirantes y calzado cómodo, iba a ser un día largo. Preparé la mochila y lo esperé en el hall del hotel. Pasó a recogerme en moto, una vespa antigua pero que me recordaba a mis tiempos mozos, cuando aun ligaba con chicos con moto. Estaba increíblemente guapo, con sus vaqueritos cortos, su camiseta blanca de tirantes, bien ajustada a su torso varonil y aquellas rayban que le quedaban a la perfección en ese rostro enmarcado con su pelazo negro peinado en tupé.
Fuimos recorriendo la isla, de playa en playa, de pueblo en pueblo, hasta acabar en una zona de calitas, increíblemente bellas, donde hay fama por ser nudistas. El me dijo, que te parece si comemos en una de estas. Yo acepté.
Bajamos por un angosto camino hasta llegar a la cala, donde no había ni Dios. Una calita para nosotros solos. Nos desvestimos, y a mi me entro el calor cuando se quedó en su pequeño bañador, que marcaba todos sus atributos. Por sus expresiones vi que el no quedó a disgusto con lo que vio al desnudarme, mi biquini plateado, me sacaba un cuerpo de infarto, y morena del sol, mis ojos azules destacaban por doquier.
Comimos tranquilamente, y nos dimos un chapuzon. Dentro del agua empezamos como un cortejo, que si chapuzon, que si te intento ahogar, que si te rozo casualmente la pierna, que si te agarro por detrás, su cuerpo estaba increíblemente caliente aun en el agua. Tras un momento en el que casi muero tras tragar medio mediterráneo, y las consiguientes risas por ello, me abrazó, me miró a los ojos, se paró el tiempo y me besó. sus labios eran suaves, su sabor, increíble, su lengua, calida y juguetona, se enredaba con la mía en un beso húmedo que me hizo temblar de pies a cabeza. me tenia agarrada fuerte, sus brazos en mi cintura, podía sentir su cuerpo, su torso, su sexo palpitante, pegado al mio.
Me asió con fuerza, me tomo a horcajadas y me saco del agua, sin dejar de besarme, sin dejarme caer. Llegamos a la toalla y me acostó despacito, como si tuviera miedo a romperme. Nuestros cuerpos mojados, el agua corría desde su pelo a mi cara, a nuestras bocas, mezclandose el sabor salado del mar, con el dulzor y el calor de nuestras bocas, que ya se fundían en besos apasionados, sedientos, ardientes.
Su mano fue a parar suave y delicadamente a mi pecho, un escalofrió se desató en mi cuando note como me acariciaba bajo la tela del bikini, el cual no tardo en desaparecer. Mis pezones se endurecían a cada caricia y oleadas de placer inundaban todo mi cuerpo. Deje de besarlo, para con besos suaves dirigirme a su cuello, donde comencé a besarlo mas lascivamente, chupando su cuello, salado, mordiendo su lóbulo, acariciando la oreja con la punta de mi lengua, mientras el gemía pegado a mi cuello, notando su respiración excitada y su sexo abultado, caliente, palpitante entre mis piernas, notando esa erección incipiente cerca de mi.
Esas caricias en su cuello y orejas hizo desatar al animal sexual de Abraham. Comenzó a besarme con furia pasional para dedicarse luego a mi cuello y bajar a mis pechos, donde se dedico a chuparme, succionarme, lamerme hasta hacerme enloquecer, para bajar por la linea alba de mi abdomen hasta mi pubis, donde desato mi bikini plateado. Antes de profundizar en mi, me miró, sus ojos azules me dedicaron la mirada mas lasciva que yo haya visto hasta el momento y de repente se perdió entre mis piernas, hundió su boca en mi para hacerme enloquecer. su lengua se movía despacio, recorriendo todo mi sexo, dedicando un buen rato a lamerle el clítoris despacio, como me gusta a mi, haciendo círculos, succionando, mientras que con sus dedos, hacia círculos a la entrada de mi vagina, haciéndome sufrir, deseando que los introdujera de una maldita vez, hasta que poco a poco lo hizo, despacio, muy despacio, hasta hallar ese punto que muchos desconocen pero que es fuente de placer asegurado. Moviendo sus dedos al compás de su lengua, volviéndome loca con cada lamida, con cada entrada y salida, hizo que tuviera un orgasmo increíble que se acalló por el ruido de las olas del mar. Poco a poco desanduvo el camino que hizo para bajar y subiendo por mi vientre a base de besos, llegó hasta mi boca, donde el sabor de su boca se mezcló con el dulzor de mi sexo. Lo besé hasta beber ese néctar,lamí las comisuras de su boca y esta vez fui yo quien me propuse hacerlo estallar de placer.
Me tomé mi tiempo, despacio descendí por su cuello para llegar a su torso de adonis esculpido, para besar y succionar sus pezones, hasta hacerlos endurecer, soplando aire fresquito, para volver a succionarlos volviéndolo loco de placer, mirándome con cara divertida y lasciva a la vez. Fui bajando por su vientre sin dejar de mirarlo con mi mirada de gata en celo. Llegue a la goma de su bañador y con los dientes, sin dejar de mirarlo, fui dejando al descubierto su sexo. Su cara era pura lujuria. pero antes de dedicarme a lamerle, comencé a acariciar su sexo duro, a través de la tela del bañador húmedo, con mi lengua, pasando primero la punta, luego la lengua entera, desde sus testiculos hasta la punta del glande, que ya estaba descubierta.
Abraham suspiraba, gemía, cerraba los ojos, hasta que levantó la cabeza y me dijo: Por favor te lo pido, no me hagas sufrir mas, vas a matarme. eso fue suficiente para que le quitara su bóxer y empezara a lamer aquel miembro caliente y duro, me encanta jugar con el sexo oral, lames la cabecita, la succionas, para de repente introducirtela en la boca de golpe hasta el fondo y salir succionando como si se te fuera la vida en ello, chupaba aquella verga como si fuese a ser lo ultimo que hiciese en la vida, lamiendo sus huevos, para subir por su tronco, hasta la punta del glande que absorvia y poco a poco me metía esa gran polla en la boca, al tiempo que jugaba con mi lengua para hacer enloquecer al hombre que en esos momentos era puro placer. Comencé a comérsela con mas intensidad, a tragármela entera, sin dejar de mirarle con la mirada mas sucia que tengo, volviéndolo loco, hasta que se vino en mi boca, bajo oleadas de placer inmenso.
Yo seguí con mi tarea, hasta que su pene se puso duro y caliente como una barra encendida, a lo cual deje mis menesteres barriobajeros, ascendí poco a poco por su cuerpo, hasta quedar su sexo apretadito al mio. Comence a rozarme, sin dejar que entrara en mi, mi sexo húmedo resbalaba por el suyo, mis labios se abrían al paso de su pene, húmedos, rosados, ansiados por ser penetrados. Tras unos minutos de intensa tensión sexual, con un movimiento rápido de cadera introduje poco a poco su polla en mi. Estaba caliente, ardiendo, el placer era increíble, esa enorme barra abriéndose paso a través de mi.
Abraham gemía, me agarraba de las nalgas con fuerza, hasta que quede totalmente empalada. Me erguí y comencé a moverme en círculos, mirando lascivamente, acariciando mi clítoris con fiereza, mientras Abraham me cogía del culo, guiando mis movimientos, para después subir sus manos a mis pechos, agarrarlos con fuerza, erguirse y fundirse conmigo en un beso largo y cálido, cargado de pasión. Me agarro del culo y comenzó a moverme arriba y abajo, bien pegaditos, sudorosos, cachondos como nunca. Yo decidí tomar el mando, lo tumbe, hice que dejara sus manos bajos su nuca y empece a cabalgar sobre el, mientras acariciaba mi clítoris en circulitos.
Empece un movimiento frenético, mientras su polla golpeteaba ese punto mágico en mi vagina, cuando empece a notar una oleada de placer desde la punta de mis pies que fue ascendiendo hasta hacerme estallar en un intenso orgasmo que me hizo gritar loca de pasion. Seguí moviéndome mucho mas despacio,y mi hombre me agarro bien, me hizo desmontar y me tumbo boca abajo. Empezó a lamer mis piernas, la parte interior de mis muslos, me fue abriendo las piernas poco a poco, hasta llegar a mi sexo, húmedo, rojo, hinchado. Hundió su boca en mi coñito, lo lamió, lo limpio pasando la lengua desde mi clítoris hasta mi ano, poco a poco, volviéndome loca, haciendo tener ganas de mas. Poco poco se tumbo sobre mi, y me comenzó a penetrar de nuevo, despacio, comiéndome la oreja desde detrás. Poco a poco fui ascendiendo la cadera, para que fuese mas profunda la penetración hasta quedar a cuatro patas. Me penetraba poco a poco, con movimientos suaves, hasta que empezó su juego, me la metía un poquito y de repente.Pam, entera hasta el fondo, matándome de placer, para sacarla poco a poco, y volverla a meter con fiereza. Mientras, con su mano derecha, acariciaba mi clítoris, volviéndome esquizofrenica si cabe, oleadas de placer inundaban mi cuerpo, ya no era mujer, era placer puro. Comenzó a aumentar el ritmo de las embestidas, paso a acariciar mi culito y a meterme un par de deditos, nuestros jadeos aumentaron, el ritmo de mi mano en mi sexo también, notaba cada estocada, cada arremetida, hasta que note como esa ola de placer volvía a lo que oi a mi espalda: Pilar me voy me voy. nos corrimos juntos, notando como inundaba todo mi sexo , con sus jugos y los míos, convirtiéndonos en una ola de placer, dos cuerpos fundidos por el deseo. Caímos extenuados, el todavía dentro de mi, su polla palpitante dentro de mi sexo. Nos dedicamos caricias y besos varios, dejamos que nuestros cuerpos se calmaran, se agotaran, se mimaran.
Me miro con esos ojos azules y me dijo:
-Eres increíble, ¿donde has estado todo este tiempo?
A lo que yo contesté:
-Esperándote.