LA CAMA DEL REY

En no tan lejanas tierras existía un Rey que tenía una hermosa cama de oro con piedras preciosas traídas de cada lugar del mundo que había visitado.
Cuando el Rey hacía una fiesta en Palacio, pedía a sus invitados que se acostaran en ella. Era el más alto de los honores de cualquier ciudadano corriente.
Aparentemente la cama era muy cómoda y por supuesto muy hermosa, pero, más allá de su belleza, tenía una historia muy particular. El Rey había mandado medir la altura de los habitantes de su reino, luego había hecho un promedio y aquella medida resultó ser el patrón con el que la mandó fabricar.
Todos deseaban poder recostarse sobre ella, pero Su Majestad era muy necio y pretendía que sus invitados fueran de la misma talla; no podía ni sobrar, ni faltar espacio. Así, cuando eran menos altos, unos fornidos sirviente tomaban a las personas de sus extremidades y las estiraban hasta la medida justa y cuando eran mas grandes, les iban cortando los miembros, hasta conseguir el largo deseado.
La cama era muy linda, muy ornamentada y sin duda, muy rica, pero no todos entraban cómodos en ella, no todos podían descansar allí y para ellos se convertía en objeto de condenación de su vida.



Nuestra sociedad, está pensada dentro del promedio de quienes la habitamos, pero no somos todos iguales y no es justo que quieran estirarnos, ni cortar nuestros miembros para vivir en ella.