Como se acerca la hora de la cita propongo ir más deprisa, pero al poco debo recomendarles parsimonia, porque así lo aconseja la agitación que entre los transeúntes está causando el endiablado bailoteo de sus tetas. Exhorto a que se vistan las blusas. ¡Pero resulta peor el remedio que la enfermedad...! Y acabo por despreocupar del lascivo espectáculo que con el revolotear de las montaraces palomas que aletean bajo el liviano y transparente embozo que las enjaulan, encalabrinan a los viandantes.
Hemos debido impactar al maitre con la propina, no bien asomamos por la calle ya nos llama y señala una mesa en la terraza. Ocupamos nuestros sitios y propongo a Cristal, como oriunda, escoja el menú. Indica media docena de 'huitres' por persona para empezar, 'aspergues froides en buisson' para ellas, ya que yo me decido por 'potée aux truffes' y de plato fuerte pide 'homard a la Thermidor'. En cuanto a bebidas, como aperitivo Coindreau y para acompañar la comida 'champagne' Chardonnay. Cuando se retira el maitre con la nota, Cristal justifica la elección del champán:
-Me he decidido por el Chardonnay porque se le atribuye la virtud de ser incitante mezcla de belleza y sugestivas promesas. Tal vez sea sólo propaganda, pero al conocerlo me impactó y siempre que puedo me decido por esta marca. Espero que os guste -resume con voz esperanzada.
-Estoy seguro que sí -le contesto- y hago votos para que la conjunción del presagio nos alcance a todos, y las promesas dejen de serlo para convertirse en sugestiva realidad.- Añado persuadido:- Te felicito, Cristal, por la selección del menú. Bien se advierte tu práctica en la materia como azafata..
Reclamo la presencia del camarero y le pido nos sirva sendos Martini. Con las copas llenas, propongo un brindis:
-¡Por este día feliz! ¡Y que Cristal nos libere, a Paquita y a mí, de esta curiosidad que nos acucia por conocer el acto sublime en que perdió el estigma de la doncellez!
-¿No te basta haber inquirido en todas las oquedades que has encontrado en mi cuerpo, que además quieras adentrarte en mi alma para beneficiarte de mis secretos más íntimos? ¡Eres un avariento tragón...! Qué pretendes ¿adueñarte de todo mi ser? -se defiende la aludida.
Pido ayuda.
-Bien podrías, Paquita, intervenir con tu influencia y convencer a Cristal de que acabe lo que empezó y, por las trazas, quiere dejarnos con la miel en los labios.
La requerida, suspicaz, demanda aclaración.
-¿Por qué, dices, tengo influencia con Cristal? Nada de lo hasta ahora ocurrido entre nosotros puede justificar esa impresión, ¿creo yo?
El tono de su voz parece presagiar cierto temor a que yo pueda recriminar su preferencia por la amiga.
-Aludo al influjo que como mujer, tú puedes esgrimir para que Cristal venza el pudor de confiar a un ser del sexo opuesto la intimidad de ese acto transcendental -aclaro.
-Dicho así, lo acepto. Bien, en este caso me adhiero a tu petición, pues también tengo ganas de escuchar a Cristal. -Y dirigiéndose a ella, le dice insinuante:- No sigas teniéndonos en ascuas con tu renuencia; sé buena chica y cuéntanos de tu experiencia
El camarero sirve los platos encomendados. Con buen apetito iniciamos el yantar, en especial yo, que estoy prácticamente en ayunas, ya que en las mañanas solo tomo tres vasos de agua del grifo, y al tercero le añado unos miligramos de cloruro magnésico, que fomenta la vitalidad, según cantan sus excelencias el sabio jesuita Ignacio Puig y la doctora Ana María Lajusticia, entre otros.
La influencia del alcohol ingerido con las bebidas nos depara un talante alegre y desenfadado. De ahí, que Cristal se lance sin más demora a satisfacer nuestra morbosa curiosidad.
(Continuará)