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"Un marido descubre el morboso placer de ver a su mujer follada por otros hombres, placer que llega a su más alto exponente cuando logra llevar a cabo todas sus fantasías sexuales durante estos encuentros."
Al conocer a mi esposa nunca me imaginé que todas mis fantasías se podrían hacer realidad.
Mi esposa y yo empezamos a fantasear con tríos y nos calentábamos mucho. Así que un día le propuse hacer realidad nuestra fantasía. Pusimos un anuncio en la red y esperamos una respuesta, que no tardó en llegar. Decidimos vernos con un hombre en un restaurante. La charla empezó muy directa, le explicamos nuestra fantasía y de lo que se podría o no. En un momento Juan se fue al servicio lo que aproveché para preguntarle a mi esposa qué opinaba de Juan contestándome ella que estaba guapo y se veía muy bien. Al llegar Juan fui yo el que propuse dirigirnos a un motel.
Al llegar Juan tomó a mi esposa y la besó muy tiernamente al mismo tiempo que acariciaba todo su cuerpo mientras yo únicamente observaba. Mi fantasía era ver a mi esposa cogiendo con otro hombre para después unirme y hacerle el amor entre los dos. Juan ya le había quitado su enagua y mi esposa le estaba quitando el pantalón a él. Al terminar de quitarle mi esposa toda la ropa, a Juan le quedó al descubierto una tranca mucho más grande que la mía y más gruesa. De inmediato mi esposa la agarró y se la metió en la boca dándole una de esas mamadas que a mí me fascinan. Luego él se tendió en la cama y ella se puso encima de él haciendo un 69 muy bueno. Yo por mi parte ya estaba totalmente desnudo y con mi picha entre las manos. Luego Juan le dio vuelta y empezó a besar todo su cuerpo, mi esposa gemía como nunca lo había hecho y eso a mí me calentaba más. Al llegar a su boca tanto mi esposa como yo nos olvidamos de pedirle a Juan que se pusiera el condón. A decir verdad yo no quería pues deseaba ver a mi esposa con la panocha chorreando semen de otro hombre. Juan tomó las piernas de mi esposa y las abrió para meterle su tranca hasta el fondo, ella me miró y al sentir semejante pedazo de carne entrar en su panocha hizo una cara de placer como nunca la había visto. Al entrar todo ese monumento en mi mujer Juan se puso a bombearla y mi esposa a seguirle el ritmo. Pronto y más rápido de lo que pensé, ella estaba teniendo un maravilloso orgasmo, pero no sólo uno sino que tuvo tres seguidos. Luego Juan se volteó y mi mujer se sentó encima de él tragándoselo todo. Ella empezó a subir y bajar lentamente sintiendo como esa tranca le llegaba hasta el fondo de su vagina.
Estaba tan excitada que no se dio cuenta cuando yo me subí a la cama, lo único que la hizo salir del trance fue al sentir mi lengua abriendo paso en su ano. Yo estaba tan excitado que no me importó la proximidad del pene de Juan con mi cara, yo lo único que quería era sentir a mi esposa gozar. Cuando sentí el ano de mi esposa bien dilatado me levanté y arrimé mi picha a su culo y fui empujando lentamente pero sin detenerme ni un instante. Ella dio un grito y luego sentí cómo gemía de placer hasta llegar a un orgasmo terrible. Yo no paraba de bombear su culo y Juan le daba fuerte por su vagina y en un momento dado nos corrimos los tres a la vez. Yo saqué mi pene ya flácido del culo de mi mujer y pude ver cómo bajaba un chorro de mi leche desde el culo hasta la vagina donde se mezclaba con la leche de Juan y los jugos de mi esposa, pero Juan estaba duro todavía así que mi esposa se levantó y viéndome a la cara me hizo realidad otra de mis fantasías. Le dio una mamada a Juan y después de tres minutos de mamarlo como sólo ella sabe, él le disparó toda su leche en la boca; ella no se la sacó sino que siguió mamando hasta dejarle la picha totalmente limpia. Luego nos metimos a la ducha y nos mudamos para salir del motel muy satisfechos todos. Después de esto lo hemos hecho varias veces más y cada vez es más excitante. El hecho de ver o saber que mi esposa es culiada por otro hombre me pone a mil. Por eso después de hablar muy detenidamente decidimos que ella trabajara de prostituta. Ella día a día es culiada por uno o varios hombres y luego me cuenta como se siente.
Un día llegue a casa antes que ella y al ser casi las doce de la noche recibí una llamada de ella para que llegara a un motel. Yo abordé un taxi y en menos de tres minutos estaba allí. Al entrar a la habitación me encontré a un hombre de unos treinta y cinco años completamente desnudo. Y a mi esposa con una toalla cubriéndose. Miré extrañado pero me convencí de que lo pasaríamos genial. Mi esposa me animó a quitarme la ropa y yo no me hice de rogar, esta vez pude ver que mi pene era del tamaño del de Pablo. Ya ellos habían estado cogiendo por dos horas aproximadamente y a mi esposa se le ocurrió decirle a Pablo acerca de mí. Yo comencé por besarla a ella y meterle mano, mi sorpresa fue sentir el panocho de ella totalmente lleno de semen, ella me diría luego que él la calentó tanto que no quería desperdiciar la leche en un condón, eso me excitó más todavía. Yo la besé y la acaricie mientras Pablo tomaba un trago y agarraba aire pues ya le había dado tres leches a mi esposa.
Al llegar al culo de ella lo sentí un poco dilatado por lo que sin ningún reparo pregunté por esa situación, a lo que Pablo me contestó que él había intentado meterla por allí pero no pudo pues a mi esposa le dolía mucho. Yo empecé a pasarle mi lengua por el culo y luego la fui metiendo poco a poco: esto me da muy buenos resultados. Mi esposa mientras, le había agarrado el pene a Pablo y lo mamaba como si fuera el último helado en el desierto. Cuando el culo de mi esposa estaba listo y la picha de Pablo tiesa como un bate de béisbol cambiamos de posición y Pablo se situó detrás de ella, ella de cuatro patas y yo agarré las nalgas de mi esposa y las abrí para que entrara el instrumento de Pablo. Ver cómo iba entrando esa picha en el culo de mi mujer me excitó muchísimo y sentí que me correría sin siquiera meterla. Al tener dentro de su culo toda la picha mi esposa se empezó a mover haciendo que la picha de Pablo entrara y saliera. Pronto Pablo sincronizó el movimiento con mi mujer; yo acerqué mi miembro a la boca de ella para que me la chupara. En cierto momento ella me dijo que tenía ganas de orinar a lo que le dije que lo hiciera allí mismo. Ella entendió pues en la casa cuando estamos haciendo el amor y a ella le dan esas ganas inmensas de orinar yo me acuesto y ella se pone de cuclillas y me da todo ese líquido en mi boca. Así que ella me vio y volvió la cara hacia Pablo. "Ustedes dos son iguales" dijo ella enseñándome las sábanas mojadas de orines y me dijo que él le propuso lo mismo antes.
Yo me acosté en la cama y ella empezó a orinar encima de mí, al principio había un sabor un tanto diferente, fue cuando caí en la cuenta de que Pablo había tirado toda la leche dentro de mi mujer, yo hice intento de quitarme pero me detuve al oír a mi mujer teniendo un orgasmo, y al sentir el sabor de sus jugos mezclados con los de Pablo y la orina, me excité muchísimo y exploté de inmediato. Mi esposa se dio cuenta de esto y cogió mi pene y se lo metió a la boca tragándose toda la leche. Yo estaba duro aún y Pablo al ver todo esto se le puso como una roca también. Él estaba acostado viendo el espectáculo, entonces yo empujé un poco a mi esposa y ella entendió lo que quería. Ella se puso encima de Pablo y lo cabalgó con una fuerza, ella estaba fuera de sí y según palabras de ella nunca había sentido tanto placer como ese. Yo me acerqué por detrás y la recosté al pecho de Pablo para que me quedara el culo parado, pero mi visión fue más allá y en vez de metérsela por el culo, se la metí de un empujón en la panocha. Ella dio un grito de dolor pero se fue calmando poco a poco hasta que otra vez gritaba de placer. Ella se movía y gritaba como nunca, eso hizo que Pablo no aguantara mucho y le diera la leche a mi esposa, yo no creía que ese hombre pudiera dar tanta leche; pero otra vez le dio la leche casi inmediatamente a mi esposa. Yo tampoco pude aguantar y le solté toda la leche dentro del culo a mi mujer, pero inmediatamente mi mujer tuvo otro orgasmo.
No nos habíamos percatado del tiempo y al revisar el reloj nos dimos cuenta de que eran las seis de la madrugada. Nos metimos todos a la ducha y mi esposa nos dio otra mamada a los dos. Luego nos vestimos y antes de salir del motel Pablo le dio a mi esposa cien dólares como pago. Esto me calentó y nada más llegar a la casa me le fui encima y prácticamente le arranqué el vestido. Ella me dijo que estaba cansada y adolorida de la noche pero yo no hice caso y la acosté y empecé a chupar su rasurado panocho. Ella se dejaba hacer y luego se dio vuelta. Yo sabía que ella estaba adolorida así que la mamé y dejé que me mamara hasta llegar juntos al orgasmo. Luego la abracé y juntos nos dormimos hasta mediodía. Los días siguientes hicimos el amor como si nunca nos hubiéramos visto. Ahora estamos planeando una orgía donde ella será la única mujer e invitaremos a unos cinco hombres.
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