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Categoría: Parejas

...Una cama caliente

...Sabía que esa sería mi mejor noche, (si él quería), mis papás saldrían de fin de semana, eso inmediatamente me hizo pensar en mi novio, en lo que podría hacer realidad con él, después de haberlo visto casi 1 mes y medio atrás, circunstancias como el trabajo y otros factores que habían evitado vernos.
Como a las 5.30 de la tarde le llamé para “apartarlo” y le dije: “¿Te gustaría dormir conmigo, hoy?” El se quedó callado, y me preguntó: “¿Dónde?”, le dije que en mi cama y me preguntaba cosas como que cuál sería el riesgo, quienes estaban en mi casa, y preguntas que sonaban desesperadas y al mismo tiempo dudosas, pero ya lo estaba convenciendo, por fin, me dijo que cual sería el plan, yo le contesté que más tarde le llamaría para darle los detalles. Toda la tarde pensé en el plan, en la hora, en la entrada y en la salida. Por fin llegó la hora y le llamé, eran las 8.30 aproximadamente, le dije que si ya estaba listo y me dijo que en 50 minutos estaría conmigo, el plan era que el me llamaría desde su celular cuando estuviera en la esquina de la calle, así podría darme tiempo para bajar a abrir la puerta y que se filtrara como si se hubiera esfumado en la noche, colgamos y después de un minuto me dijo: “puedes pedir una pizza”?? le dije que si, sin haberle preguntado ni el tamaño ni el sabor, ni la marca, ni nada. Colgamos y en ese momento busqué en el directorio, no sabía ni el sabor, en fin la pedí y me dijeron: “a las 9.29 está en su casa”, desde que colgué subió la adrenalina, pensando en el riesgo que estaba corriendo de que mis papás regresaran y nos vieran en pleno “clinch”, me vestí con una sudadera como pijama, es un poco holgada pero muestra la mitad de mis nalguitas, yo subía y bajaba las escaleras, me asomé a la ventana, y apenas habían pasado 5 minutos, revisé mi recámara, fui por dinero para la pizza, yo parecía un manojo de nervios, la ilusión, la espera, el riesgo, no me dejaban la cabeza en paz, no sabía si ver la T.V., o quedarme pegada en la ventana, o pensar en otras cosas para calmar los nervios, por fin sonó el timbre de la casa, y el corazón jamás habia latido tan fuerte, lo primero que pensé fue en mis papás, que quizá decidieron regresar más temprano, o que mi novio no había entendido el plan y había tocado el timbre, me asomé a la ventana y era el chavo de las pizzas, tomé el dinero y bajé para recibirla, olvidé que tenía la sudadera puesta con tantos nervios y abrí la puerta, me dijo que si ya estaba descansando y le dije que no, en ese momento llegó el vecino y nos saludamos mientras el pizzero contaba mi cambio, finalmente pagué y me subí a mi cuarto a seguir dando vueltas, rogando que todo saliera bien, que mi amado se sintiera como tal cuando llegara, en fin, decidí ver la t.v. para “distraerme” cuando sonó el celular,. Todo se detuvo. En instantes quizá pasaron miles de momentos vividos con él, el corazón se detuvo, contesté y el dijo: “Ya estoy aquí chiquita”, me encanta que me diga chiquita, apenas escuché su voz diciéndomelo y yo ya estaba más que lista, mi panochita estaba alegre, pues sabría lo que se comería esa noche, le dije: “Ahorita bajo, vete acercándote”, bajé como en tres pasos las escaleras, las piernas se me doblaban de la emoción, de la alegría, de los nervios, tenía tantas ganas de írmele encima, cual presa carnosa y rica, lo abracé con todas mis fuerzas, y fue ahí cuando el corazón volvió a su ritmo, todo estaba bien, solos en la casa, lloviendo, una pizza, un refresco y unas ganas enormes de amarnos.
Subimos a mi recámara y empezamos a besarnos, abrazarnos, el ya la tenía dura y mi panochita ya estaba lista para ser penetrada, el se recargó en la orilla de la cama, que por cierto está alta, y yo detrás de él, lo empecé a besar, besé sus nalguitas ricas, acaricié su espalda tan estética, tan fuerte, tan exquisita, lamí sus huevos como si fueran del mejor sabor que se haya probado, su verga era mia por fin, se la jalé como queriendo desaparecerla entre mis manos, estando atrás de él, le besé el ano, lo acaricié, tenía deseos de dedearlo, me imaginé ser hombre e imaginar que él era mujer, y quería refundírselo, pensé en esa fantasía, en que algún dia estaré en un trío MHM, y me los cogería a los dos, después se volteó y me lo metió tan rico como él sabe, nos cogimos como una hora, me jalaba mis pezones duros, bien parados, mi cintura embestida por sus manos y su fuerza que recargaba en mi, jugamos con un envase de perfume, cilíndrico, liso, largo y frio, su verga rica, mojadita, dura la metió en mi ano y el envase por mi panochita, el se movía tan rico, que podría recomendarlo, yo era para él y él para mi, sus movimientos y mis gemidos tan fuertes de placer que pude haber llorado, después de sacarla y meterla tantas veces fue recibida se vino dentro de mi, dentro de mi ano, que estaba sediento de su semen, de sentirse invadido por su pene largo, duro, que ningún envase puede sustituir, yo me vine al mismo tiempo que él, mientras el me decía: “¿esto querías verdad?”, y yo sólo pensaba en el placer que sentía, mi ano estaba mojado, lleno de placer, atontado con tanto movimiento, con el ir y venir, entrar y salir de su pene. Se quedó todavía un poco más de tiempo dentro de mi, mientras nos despedíamos del orgasmo vivido, agradeciendo su presencia, como si se hubiera apiadado de nosotros y nos hubiera dado lo mejor de él. Nos acostamos abrazados, el sueño de repente se hacía presente, pero no dejábamos de hablar, de platicar cosas vividas... nos dormíamos a ratos, pero siempre conscientes de que estábamos juntos. A las tres de la mañana, (según la alarma de un reloj), empezamos a recordar lo vivido, las caricias despertaron y de nuevo el placer se hizo presente, es lo mejor que he vivido, algunas veces soñamos que a media noche o en la madrugada tenemos el deseo de la persona que queremos y entre sueños cumplimos esa fantasía, que para mi se hizo realidad, adormilados empezamos a besarnos, el dirigío mi cabeza para que le chupara el pene, me la detenía con tanto cariño, deseo, pasión tal vez, y me lo hizo por delante, se combinó un ritmo entre sus movimientos y los de la cama, mi panochita hinchada, lista, mojadita, resbalosa, se abría dispuesta a recibir lo que el me quisiera dar, le dije que quería probar su lechita rica, quería tragarla, y así fue se vino en mi boca, y su semen escurrió por una de las orillas de mi boca, la tragué y su sabor sigue latente en mi boca, en mi garganta, en mis labios, cuando el terminó de venirse, acaricié con mis labios su pene, lo lamía limpiando todo residuo, la punta de mi nariz tocaba su abdomen, su pene tocaba la pared de mi garganta, me lo comía con todo el placer que se puede vivir, el siguió frente a mi unos minutos más, no era de dudarse que le gustaba lo que le hacía, se recargaba en la pared de mi recámara, como vencido ante el orgasmo que seguía aún presente, y que se iba desapareciendo poco a poco... la sacó y recargó su cabeza en mi pecho, los dos nos quedamos calientes, con el sueño encima, y el placer latente, el sudaba sobre la colcha, la misma que quedó impregnada de su olor, traté de aminorar la evidencia, y ahora espero correr la suerte de que nada dé pié a sospechas, que nadie se entere de lo vivido en mi cuarto, ahora éste se queda con el recuerdo, con la decoración de mi recámara como testigo, con la grandeza con que ahora la veo junto con la melancolía y la espera de volver a vivir esa noche, sin olvidar la cogidota que nos dimos
Datos del Relato
  • Categoría: Parejas
  • Media: 5.79
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