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Categoría: Maduras

Mi vecina Susana

Susana se mudó al barrio donde yo vivía con mis padres y mis hermanos, exactamente enfrente, cruzando la calle. Ella era divorciada y sin hijos y yo por aquel entonces estaba saliendo con una chica desde hacía un año, todos la habían aceptado en casa y ya era como de la familia, así que mi novia pasaba muchas tardes hablando con mi madre mientras esperaba que yo regresara del Colegio.



Por otro lado, Susana enseguida trabó amistad con mi mamá y solía venir a casa a tomar el té. Al poco tiempo se hicieron buenas amigas y hasta se asociaron para vender ropa en el garaje de la casa de Susana que estaba desocupado. Trabajaron mucho hasta dejarlo en condiciones y en un lindo local.



Susana era una mujer muy llamativa, alta, de medidas perfectas, armoniosa y adorablemente simpática. Cuando la vi por primera vez casi se me salió el corazón. Yo tenía entonces 17 años y como dije antes estaba saliendo con Ana, a la que hasta ese momento pensaba que la amaba, pero con el correr del tiempo Susana empezó a ser el motivo central de todos mis pensamientos.



A los pocos meses, Susana tuvo que refaccionar el baño, después de llamar a un plomero vecino, esté le dijo que los caños eran muy antiguos y que tenían que cambiar toda la instalación de agua. La casa era muy vieja y no le quedó otro remedio que aceptar la opinión del plomero, así que por unos días, mientras durara el trabajo, mamá le propuso que se viniera a casa ya que contábamos con la habitación sido de mi hermana mayor, ahora casada.



Por supuesto que Susana no tuvo más remedio que aceptar y se mudó a casa. Y ahí empezó mi infierno, Susana con sus camisones cortitos y sus batas de seda, son sus pechos asomándose casi, me torturaba y yo tenía siempre una erección hasta que ella se vestía o se iba a dormir. Cada vez que me descubría mirando lo que podía de sus pechos, me sonreía. Yo andaba con una calentura padre y después no me quedaba más remedio que desahogarme con Ana, aunque lo que yo deseaba era hacer el amor con Susana.



Llegó el domingo y fui a visitar a Ana como de costumbre. Recuerdo que regresé bien tarde por la noche y me encontré con mamá y Susana mirando TV, todos los demás estaban durmiendo: me acerqué y me quedé con ellas a ver la película que miraban. Tenía escenas eróticas algo fuertes y yo tenía una endemoniada erección que de sólo ver a Susana moverse.



A las dos de la mañana mi madre se fue a dormir, entonces Susana se dirigió a la cocinas y subió a un banquito para buscar un tarro nuevo de café que mamá le había dicho donde encontrarlo. Yo la seguí, ella perdió el equilibrio y corrí a sostenerla, terminamos los dos al piso y ella arriba mío: Le pregunté si estaba bien al ayudarla a levantarse. Ella se río y me dijo que sí, pero que no pensaba que yo lo estuviera. Lo dijo como si yo tuviera un gran problema. Me reí y le dije que los mismo pensaba yo. Ella comprendía a qué me refería.



Susana dijo que tenía a esa altura una idea, sugerida por todas las veces que me había visto contemplándola.



Me confesó que no podía imaginar cómo yo podía sentir eso por ella si tenía casi la edad de mi madre. Le expliqué que tendría la edad de mamá, pero también el cuerpo más hermoso que vi en mi vida. Ella se acercó muy despacio y me dijo que todo era una locura, no aguanté más y le agarré la mano llevándola justo sobre mi miembro, pensé que me rechazaría pero me la apretó muy suavemente y su cuerpo se pegó al mío, su boca buscó la mía y nos fundimos en un beso, luego abrió su boca y succionó mi lengua hasta la mitad. Después de unos minutos de besos y de sentir su mano sobre mi sexo, le dije que si no se detenía un poco acabaría allí mismo, ella se río y me dijo que si había estado sin sexo tanto tiempo como ella tenía que estar super caliente.



Le sugerí que fuéramos a mi dormitorio para hablar del tema más tranquilos, ella dudó unos segundos pero como yo dormía arriba solo en el cuarto que estaba pegado a la terraza, era bastante difícil que alguien subiera. Ella se dirigió al comedor, apago la TV y subimos las escaleras tomados de la mano.



Una vez en mi cuarto cerré la puerta con llave, Susana prendió la luz y se quedó de pie junto a la cama y ahí mismo me acerqué para besarla después de haber soñado tanto con ese momento. Después de un rato ella me separa de mí y me pregunta otra vez si realmente estaba seguro de querer hacerlo con ella, una mujer mayor. Le dije que sí, que había pensado y soñado con ese momento muchas veces. Le desaté el nudo de su bata y vi como se deslizaba por sus hermosos hombros y cayo a sus pies. La besé la parte alta de los pechos antes de terminar de sacarle lo que le quedaba de ropa interior. Cuando vi su cuerpo desnudo no podía creerlo, era más bella que en mis sueños.



Tenía los pezones erectos y sobresalían, me incliné y besé uno, luego el otro muy despacio, humedeciéndolos con mi lengua. Le dije que me parecía mucho más fantástica de lo que había soñado. Me sonrió y dijo que esperaba que así fuera, me dijo que siempre había estado muy orgullosa de su cuerpo.



Abrí la cama y la hice sentar en el borde. Me ubiqué entre sus piernas y muy despacio separó sus piernas, levantó una pierna y atrapé su pie desnudo, muy despacio fui acariciando sus dedos y después me los metí en mi boca, besé sus piernas y seguí subiendo con mi boca hasta mi nariz quedo entre los labios de su vagina. Olía tan lindo que hubiera podido quedarme toda mi vida.



Ella cayó de espaldas y le separé los labios con los pulgares y comencé a lamer desde el ano hasta la vagina. Cada vez que sacaba la lengua, la tenia cubierta por sus jugos, Tenía un sabor tan rico que creí que nunca me parecería suficiente el poder saborearlos, le metí uno de mis dedos y muy despacio comencé a moverlo en círculos muy despacio mientras que mi lengua había alcanzado el clítoris, atrapándolo entre mis labios y succionándolo, no creo que la haya estado lamiendo y comiendo por más de 5 minutos cuando sentí que ella me tomaba del pelo con ambas manos hundiendo más mi boca dentro suyo y llegó al clímax. Se quedó acostada temblando y gimiendo, le chupé todos sus jugos y le lamí muy bien el clítoris, me paré y fui a acostarme a su lado, recostando mi cabeza sobre su pecho.



Ella me miro y dijo que no podía ser que todavía estuviera con mis pantalones, me levanté y dejé caerlos a mis pies junto con mi ropa interior, quedando totalmente desnudo, tenía el miembro tan duro que pensé que iba a estallar en ese mismo momento, ella me llamó para que me acueste otra vez a su lado y comenzó a besar mi cara. Me dijo que hacía tanto tiempo que nadie la acariciaba así, que había olvidado lo bueno que era.



Comenzó a besarme de a poco hasta llegara mi entrepierna, tomó mi verga entre sus manos y la frotó contra su rostro, luego abrió la boca y se devoró el glande, comenzó a correr su lengua por la cabecita y después de un par de segundos introdujo una porción mayor dentro de su boca, yo me levanté un poco sobre la almohada para poder observarla, sentí cómo la punta de mi verga tocaba el fondo de su garganta y su lengua jugaba con todo mi tronco, abrió los ojos y me dirigió una mirada muy excitante, su cabeza comenzó a subir y bajar, dejando que mi miembro resbalara hacia arriba y abajo, sentí una sensación maravillosa, todo lo que deseaba era quedarme allí y dejar que ella me chupara eternamente, pero estaba muy caliente y sabía que no podría contenerme mucho tiempo más. En un instante mi eyaculación pareció estallar en el fondo de su garganta, ella gimió y se la tragó toda, chupando con entusiasmo y evidente placer, no dejándome ni una gota de leche, luego retiró su boca de mi miembro y se relamió sus labios, subió muy despacio por mi cuerpo dándome pequeños mordiscos, la sostuve entre mis brazos y le dije que nunca me la habían chupado tan bien.



Comencé a besar y chupar sus grandes pechos y no pasó mucho tiempo hasta que mi miembro volvió a endurecerse, ella se colocó sobre mí y rodeó mi verga con sus pechos. Yo comencé a acometer hacia delante y luego a retroceder.



Ella lamía el glande cuando acometía, al rato le dije que me moría de ganas de penetrarla, quería sentir el calor interno de su cuerpo, ella se levantó sobre su espalda y se arrodilló sobre la cama, me deslicé debajo de su cuerpo y antes que yo guiara mi verga hacia su vagina, ella la tomó y la puso entre sus labios para que después sentarse muy despacio sobre mí, sentía como entraba mi verga dentro de ella y el calor de su cuerpo, cuando había introducido la verga entera, entraron en acción sus músculos vaginales, que me la apretaron con fuerza, no podía creer lo que estaba sintiendo, comenzamos a movernos muy despacio hasta alcanzar mayor velocidad, cambiamos de posición y ahora estaba debajo de mí, separó bien las piernas y podía ver su concha hermosa y húmeda, me acerqué muy despacio y de una sola embestida se la metí bien hasta el fondo, sus piernas envolvían mi cintura, ella encontraba en los avances de su pelvis cada una de mis acometidas, comenzamos lentamente, pero de a poco fuimos aumentando la velocidad de nuestros movimientos hasta que realmente se hicieron veloces, tenía una vagina tan estrecha que podía haber llegado inmediatamente si ella no me hubiera chupada tan bien antes.



Después de unos cinco minutos, ambos transpirábamos profusamente, yo goteaba mi sudor sobre ella y el de ambos corría por su piel. Después de un rato más Susana empezó a llegar, luego sentí que ya me era imposible evitar el orgasmo y cedí a la presión de mis testículos, me hundía hasta el fondo y mis jugos comenzaron a inundarla, los músculos de su vagina me ordeñaron hasta dejarme totalmente seco, ambos jadeábamos, yo me coloqué a su lado, para que ambos pudiésemos recuperar el aliento. La abracé muy fuerte y le besé todo el hermoso rostro, en especial detrás de su oreja y cuello.



Quedamos juntos un buen rato hasta que me dormí, cuando los rayos del sol entraron por la ventana de mi cuarto, busqué a Susana pero ya no estaba, bajé a tomar el desayuno y la encontré en la cocina, me confesó que no podía creer que hubiéramos hecho el amor, me habló de la diferencia de edad, de que todo había sido una locura, que ella se había dado cuenta de la forma en que yo la miraba pero que nunca hubiera imaginado que iba a suceder algo entre nosotros. Se echaba toda la culpa porque no había hecho nada para evitarlo y que sé yo cuantas otras cosas más.



La tranquilicé y le dije que la amaba desde hacia mucho tiempo y que sólo quería estar con ella, le tomé una mano y ella se electrizó toda.



Trató de esquivarme toda la semana hasta que terminaron de refaccionar su casa y se mudó nuevamente a su casa, nunca más respondió mis llamados o saludos y evitaba a toda costa estar a solas conmigo



(continuará)


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