Vamos a otra de la genial de María Teresa. Tal como hizo conmigo, una noche fue con su marido, Juan Carlos, a un casamiento de un amigo de la pareja. Juan fue de impecable traje azul oscuro y fortísimo perfume, y Teresa superelegante, de vestido de lentejuelas negro, tacos negros de charol, carterita de charol negra y muy maquillada y perfumada. Los dos ya estaban mimosos y excitados al salir en el auto. Y en la iglesia, al ver la ceremonia, se pusieron románticos y más mimosos. El marido de Tere ya tenía un cosquilleo en su zona baja por la excitación de los perfumes de su preciosa y elegante mujer. Acaramelados, se fueron del brazo a la fiesta. Y ahí estuvieron pegaditos, mimosos como nunca, cenaron, tomaron y al bailar se toquetearon y él le hizo alguna cosita indecente,a lo que ella replicó igual tocándole el pene saliente de su pantalón.

Fue demasiado. Perfume, cena, lentejuelas, pintura de labios. A las tres los dos no esperaron, saludaron a los novios excusándose con que se tenían que ir temprano y Juan la llevó a Tere a un hotel. Llegaron, subieron y tras tomar y besarse, se calentaron, empezaron a juguetear y María Teresa se sacó el vestido con ayuda de Juan, que fue desvestido por ella. Se quedaron en ropa interior, a Juan se le recontra paró la pija de una, Tere se la acarició con una cremita de su cartera, se sacó despacito el corpiño y, haciéndose rogar todo lo posible, cuando ya el otro estaba en pura explosión, se sacó la finísima bombacha. Y ahí Juan se le acostó, la puso boca arriba, ella abrió bien las piernas y él la penetró con un tremendo salchichón dándole durísimo y taponándola de semen. Ella quiso más, y él, loco como pocas veces y con terrible potencia,  le dio diez veces más. Vagina, cola, boca, pechos, manos, cuerpo, cara, pelo, bombacha, hasta el vestido de lentejuelas que quedó empapado. Luego la obligó a María Teresa a pasar la lengua por la ropa, y ella gustosa chupó el semen con gran placer. Lo que es un casamiento. Un vestido de lentejuelas. Y una noche de bodas.