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Soy Rodrigo, tengo 25 años y con mi hermana Ana de 22 y con José de 18, nos fuimos un fin de semana de campamento.
La idea era disfrutar al aire libre y descansar del trajín de la ciudad.
Salimos en un ómnibus y luego de recorrer tres horas, llegamos al pie del bosque, sólo con las mochilas y escasos víveres.
Era viernes por la tarde y ya comenzaba a anochecer.
Armamos las tiendas individuales y buscamos leña para preparar un fogón.
De mi hermano José puedo decir que todavía es un adolescente, más preocupado por las redes sociales, que por lo que pasa a su alrededor. Eso sí, tiene un carácter fuerte y es un tanto soberbio. En síntesis un cabezadura.
Con mi hermana Ana soy más afín por una cuestión de edad.Su carácter es todo lo contrario, frágil.
Mide 1,65 m, tiene una cara bonita, ojos verdes, pechos grandes y glúteos firmes de hacer gimnasio.
Mientras buscaba madera, comencé a escuchar primero unos gritos y luego una fuerte discusión entre José y Ana.
Ya la noche caía y pude ver como mi hermana se iba por un sendero visiblemente molesta.
Le pregunté a José que pasaba y subió los hombros como para restar importancia a lo sucedido.
Entonces comencé a seguirla, no habrán pasado ni cinco minutos cuando la encontré al pie de un árbol, llorando.
-Ana que te pasa?
-Es que discutí con José, me ha vuelto a llamar gorda y fea.
-Pero no lo eres.
Lloraba desconsoladamente. Entonces me acerqué y le puse una mano en su hombro.
Créeme no lo eres.
Luego la abracé, y seguía compungida. Verla en ese estado me hacía mal.
La tomé de la barbilla y mirándola a los ojos le volví a repetir.
No lo eres.
Y ahí mismo sentí un impulso muy grande, un deseo que me salió de adentro y sin pensarlo dos veces, la besé en los labios.
Sentí el sabor salado de sus lágrimas.
Un poco sorprendida y lejos de rechazarme abrió su boca y mi lengua exploró la suya y su lengua la mía.
Me siento un poco nerviosa, dijo.
-Es que beso muy mal le contesté.
Sus lágrimas cesaron y dejo escapar una sonrisa.
-Dame otra oportunidad, le dije llevando las manos en súplica.
Y ahí nomás la atraje de la nuca y nos volvimos a besar. Estuvimos comiendonos la boca un largo rato, saboreandonos.
Ana, le voy a pedir a José que te pida disculpas por su ofensa.
Volvimos al fogón y le increpé por sus dichos, pero conociéndolo, su soberbia era más grande.
Le di el ultimatum o pides perdón o te vuelves mañana mismo.
Así es como al otro día mi hermano se dirigió a la parada de ómnibus de regreso.
Me quedaba sólo con mi hermana un fin de semana en medio del bosque, era un agradecido a la vida.
Después que se fue, la busqué a Ana y fuimos a dar una caminata hacia el lago.
Primero tímidamente, luego me dio la mano y me dijo que nunca nadie había hecho lo que hice por ella.
-Quería hablarte de lo de anoche, me soltó.
Es que no sé si estuvo bien que nos besaramos, somos hermanos Rodrigo.
-Sí pero este fin de semana podemos convertirnos en herma-novios.
-y qué significa eso?
Que seremos un poco hermanos y un poco novios. comenzó a reírse.
-De verdad, si te refieres a los besos, yo no sentí asco, al contrario, me gustaron, le dije.
Bueno me gustaron también a mí. Que loca la idea de ser novios. Pero también somos hermanos.
Me acerqué, y le dije que estaba muy bonita con ese jogging que llevaba puesto.
Es hora de regresar a las tiendas.
Dejé que se me adelantara un poco y observé su cola turgente bamboleante y comencé a tener una erección.
Me he vuelto un degenerado. La quiero poseer.
En pocos minutos tenía que ser mía. Debía ser mía.
Llegamos al campamento y comenzamos a hablar de diversos temas.
Entonces en un momento dado le volví a plantear lo de ser hermanovios.
Y tanto insistir, accedió a jugar.
Comenzamos con caricias en las manos, en la cara y pasamos a los besos fogosos, apasionados.
Luego llevé mis manos lentamente a su culo, comencé a pellizcarlo, a amasarlo con mis manos.
-Que puerquito que eres Rodrigo.
Después empecé a besar su cuello, le quité el buzo y el corpiño y empecé a chuparle las tetas.
Estuve un buen rato succionando de su pezón.
Bajé mi mano hasta su pubis, y comprobé que estaba mojada, excitada, ardiente de deseo.
-Pero es que no podemos seguir, no tienes preservativo.
-Ana no me podés dejar así.
Siente mi miembro.
Lo agarró y comenzó a jalarlo.
Tienes razón no puedo dejarte así.
Bajó hasta mi cintura, y comenzó a darme besitos en la punta de la polla, luego me guiñó el ojo y comenzó con una mamada.
-Te gusta que te haga esto, Rodri.
-Si, sí Anita. Sí.
Después quiero que me lo hagas a mí.
Estaba a punto de explotar.
El sólo hecho de ver a mi hermana de rodillas, con esos hermosos ojos verdes.
Con su boca en mi pito y atragantándose por momentos era una visión surrealista.
-Me vengo Ana, me vengo, no puedo más.
-Ana Ah ah
Lejos de soltarme me apretó más con su mano y le eyaculé en su boca.
Escupió un poco el semen y me dijo ahora te toca a tí.
Se hecho hacia atrás, le quité el pantalón y las bragas y comencé a lamerle la conchita.
Suavemente, mientras que con mi mano acariciaba su clítoris.
-Ah ah me gusta me gusta.
-Más así hermanito así.
Estuve unos diez minutos y se vino con un grito de placer conmovedor.
Besame otra vez Rodrigo.
Sus pedidos son ordenes su alteza.
Nuestras bocas se fusionaron en un beso húmedo y al poco tiempo comencé a excitarme otra vez.
Dejame un ratito entrar adentro tuyo le supliqué.
-Es que como te dije no tienes protección.
-Pero te prometo que no te termino dentro.
-Hagamos otra cosa, si quieres te presto un ratito mi trasero.
Creí infartarme ante ese pedido.
Pero despacito, vale.
Con saliva me froté el glande, la puse en cuatro patas y le acerque mi pene erecto a su ano.
Estaba muy caliente, la penetré despacito ante gemidos ahogados de placer. Con mis manos sobaba sus tetas.
Umh, si Rodrigo sí. Me gusta, eres mi herma-novio. Que buena idea has tenido.
Sí, sí
La tomé de la cintura (tenía razón después de todo José, un poco ancha) y empuje y empuje más adentro hasta los huevos.
Estaba en la gloria, cogiendo a Anita por el culo en medio del bosque.
Clap, clap hacía mi verga al chocar una y otra vez contra sus nalgas.
Dejé que se moviera ella hacia adelante y atrás, pero nuevamente la visión de mi hermana sometida por mí, desnuda y yo entrándole por el ano pudo más y volví a acabar esta vez dentro de ella.
Con unos espasmos intensos derrame toda mi leche dentro de su culito.
Ahhh que rico.
Bueno Ana, mi amor sabes que te quiero, no?
Si, Rodrigo yo también.
Pasamos el fin de semana a pura mamada y enculada, pero por delante no quiso saber nada.
Desde ese día nos convertimos en herma-novios.
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