Estaba bastante ansioso de que llegará el domingo para ir al mercado con mi madre y poder ver a mi vecina Rosa, esa mañana con mucha dedicación ayude en las ventas y ya como las 11 de la mañana me acerqué al puesto de mi nuevo amor que está al lado del de mi madre.
-Hola cariño estás tan linda-, la saludé
- y eso que no me has visto de otra manera- me contestó y se río.
Acordamos vernos a las 3 de la tarde en la Av. América con Av. Perú; llegué pasados unos 3 minutos y élla no estaba, pasaron 5, 10 y nada, pensé que me había mecido, un poco desilusionado pensé en regresarme cuando fue deteniendose un taxi al frente mío, se abrió la puerta y fué saliendo mi vecina Rosa, me miró con una sonrisa coqueta y me preguntó:
-¿Has esperado mucho amorcito?.
-no, apenas 15 minutos, pero si quería verte puntual- la contesté.
-Es que mi hija pasó por el mercado y me llevó a su casa a almorzar y me hizo demorar un poco, pero como iba a perder esta cita tan importante-, me dijo sonriendo.
Vestía una bluza blanca ajustada que hacía notar bien sus senos, unos pantalones vaqueros apretados a su cuerpo que resaltaban su bien proporcionado culo redondo y unos zapatos de taco mediano que dejaban ver el empeine de sus pies.
Nos dirijimos a una taberna en dónde preparan tragos especiales y tomamos un pisco sower cada uno, eso nos entonó y decidimos ir al motel Miraflores que está en la Av. Santa a unas 2 cuadras de dónde estabamos. Caminamos abrazados esa pequeña distancia, sentí el calor de su mano alrededor de mi cintura, su aroma de hembra la transmitía por todos sus poros, la sentía deseosa de amar con todas sus fuerzas, en ese corto camino hasta el hotel me miró varias veces a la cara con una sonrisa seductora,tierna, sumisa. En la recepción del hotel habían 2 parejas que al entrar nos miraron de pies a cabeza, parecían sorprendidos no se si por la diferencia de edades que denotabamos o si por la hermosa cadera de mi pareja y nuestro deseo de lujuria que percibían en nuestro rostro.
En la habitación, apenas cerramos la puerta, se dió vuelta a mi, se colgó de mi cuello, me beso apasionadamente contra la puerta y se fué deslizando suavemente cuesta abajo,iba abriendo mi camisa lentamente y bsandome el pecho,desengancho mi correa, abrió mis pantalones y tocó mi pinga que estaba reventando, bajó mis calzoncillos y se llevó la punta de mi pinga a su boca, succionó el glande por un momento para luego empezar a meterlo poco a poco, que rico que chupaba, le pedí que pasaramos a la cama, se desvistíó rapidamente y se tumbó a seguir chupandome, esta vez cambiaba entre mis bolas y mi pinga.
-montame ya-, le pedí
subió sobre mi, cogió mi pinga y la puso en su concha y se sentó, sentí su concha caliente lubricada al momento que gritó:
-que rica pinga tienes amorcito-
despues de un rato de moversse quejandose, vi el sudor en su rostro y no aguanté la eyaculación, me salieron chorros de semen que inundaron sus entrañas, me estremecí, toqué la gloria y me quedé exausto.Me abrazó, estaba tan caliente como yo pero no se había quitado el brazier la parte que le cubría la barriga solo tenía las tetas descubiertas. La pedí que se lo quitara, me contestó que le daba verguenza, lo hice yo tiernamente y descubrí que tenía una cicatríz de unos 8 cm. en el lado derecho de su barriga producto de una operación a la besícula que la habían practicado; besé esa cicatríz y nos dormimos abrazados.
Les contaré en otra narración lo que hicimos después.