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"Decidí comprar una nueva casa por lo cual le pedí a su dueño que me acompañara para conocerla más, hecho que terminó en conociéndonos ambos más profundamente"
Resulta que con mi marido decidimos mudarnos de casa dentro del mismo barrio. Nos gustó una casa. El tema es que la casa actualmente se halla alquilada y el dueño vive en Inglaterra. Hablamos telefónicamente con el dueño y concertamos una visita cuando viniera a este país. Fue así que a fines del año pasado vino a nuestro hogar en compañía de un hermano. El tenía la misma profesión que yo, era médico. Me pareció muy agradable y simpático, pero sobretodo muy apuesto. Nos dio su teléfono y su e mail, y tanto mi marido como yo le dimos los nuestros. Al principio tuvo una primer comunicación con mi marido, pero posteriormente, diría quincenalmente me llamaba personalmente o me mandaba e mails, siempre sobre el tema de la casa. Yo había visto su casa en dos oportunidades a través de la inmobiliaria, pero aún me quedaban algunas dudas, ya que siempre que iba estaban los inquilinos. Inesperadamente, me llama y me dice Viviana viajo en tres días y podemos aprovechar un día de la semana para ver más tranquilos la casa. Realmente no le hice ningún comentario a mi marido del viaje de Marcelo. Hice los arreglos laborales, y via e mail quedé en encontrarme con el en un bar muy conocido. Como el no tenía movilidad, lo pasé a buscar con mi coche y así viajamos para ver la casa. Era un día soleado aunque muy frío, así que cunado llegamos a la casa esta estaba muy fría. Obviamente, los inquilinos no estaban, porque solo venían los fines de semana. Marcelo prendió la calefacción, a fin de estar más confortables. A todo esto eran las doce del mediodía. Por fin pude ver más detenidamente la casa como sus muebles. Como era un día de mucho frío me había abrigado mucho, sobretodo llevaba unas pantys con unos pantalones de cuero y botas de taco muy alto. Ya con un clima más cálido, subimos al primer piso donde esta el dormitorio principal solamente. Yo iba delante de él meneando mi cola, y en ese preciso momento el taco de una de mis botas, me hace trastabillar en la escalera, motivo por el cual el me atajó con una penetrante mirada. Si mediar permiso, me subió en sus brazos cual novia en su noche de bodas. A partir de ahí no sé que fue lo que nos pasó a los dos. Recuerdo que el era mucho más alto que yo, me tuve que poner en puntas de pie a pesar de tener botas con altos tacos y comencé a abrazarlo y acariciarlo, rápidamente el comenzó a besarme con rápidos movimientos de su lengua en mi boca. Yo le respondí muy intensamente, y así fue que comenzamos a experimentar nuestros cuerpos. Sentía en mi pelvis la firmeza de su pija, que por momentos con movimientos casi de baile, me aumentaban mi ya avanzada excitación. Ya la calefacción había hecho lo suyo, y nuestros cuerpos muy calientes hicieron que Marcelo comenzara a sacarme mi abrigada ropa exterior quedando en una delicada y sexy ropa interior. Mientras Marcelo me acariciaba mis pechos y me daba profundos besos de lengua, yo alcanzaba su polla tratando de sacar sus ropas también. Ya mas confortables ambos, bajé su calzoncillo boxer, del cual asomaba una brutal pija, que al exhibirse ante mis ojos comencé un hermosa mamada. Era enorme, muy dura gruesa y mojada que me permitía jugar con mi lengua en todo su recorrido. Seguí chupándosela hasta lograr que acabara dentro de mi boca, cosa que ocurrió felizmente. Diría en un forma casi animal, me comenzó a mamar mi concha con violentos lengüetazos que me hacían gemir de placer y acabar reiteradamente. A partir de ese momento, tomo una actitud muy activa, bien de macho, lo cual me hacía sentir locamente puta. Me cogió por delante en varias posiciones, ya que era un ferviente aficionado al Kamasutra; y sin mediar preguntas comenzó a introducir sus dedos en mi orifico anal. Cosa que no me disgustó para nada, y el se dio cuenta. Poco a poco sentía su habilidad para dilatar mi culo, hasta que en un momento comenzó a ponerme la punta de su verga y hacer pequeños movimientos de cadera a fin de que vaya penetrando cada vez más. Me encantaba esa sensación, la disfrutaba y deseaba fervientemente que me la pusiera toda. Yo lo ayudaba con mis movimientos de cadera, pero ya con mi orificio más permeable y sus continuos vaivenes sentí como se metía toda esa humanidad en el interior de mi culo. Era hermoso, le decía Marcelo cogeme que soy toda tuya, háceme tuya, nunca nadie me había cogido de esa manera (lo cual incluía a mi marido…el estudioso). Así fue que acabé otras veces más, sabiendo que su pija formaba parte de mí, sintiendo su leche dentro de mi culo que desbordaba hacia mis nalgas. Ambos éramos como una sola persona indivisible. Y así continuamos cogiendo y yo mamando su hermosa pija. Finalmente nos quedamos rendidos y dormidos en su habitación. Cuando me desperté ya era de noche, yo estaba de espaldas y él encima de mí, sintiendo todavía su pija entre mis nalgas. El resto me lo guardo de recuerdo.
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