Aquí estaba en Aguadulce como la llamaban los antiguos nativos de la zona, ¡Miami! Dicen de esta ciudad que es el puente de América latina, por ese motivo es la mejor ciudad para terminar una negociación de una campaña de publicidad para toda Sudamérica, es un negocio rentable y seria una oportunidad para realzar la empresa al otro lado del charco.
Este viaje lo estaba realizando con Patricia, mi secretaria, que a parte de que es guapísima, es la que había preparado toda la presentación bajo mi supervisión. Patricia es mi brazo derecho en la empresa desde hace muchos años, pasamos muy buenos y malos momentos juntos y la relación que tenemos es algo más que profesional, aunque nunca surgió ningún encuentro íntimo entre nosotros.
Estaríamos unos días en tan hermosa ciudad, llegamos un día antes de la presentación para adaptarnos al cambio horario, uno de mis planes era cumplir un sueño que Patricia tenia y un día me contó. A ella le gustaría navegar con un yate súper lujoso y disfrutar de ese viaje entre comodidades y lujos. Desde España yo lo había preparado todo, pasara lo que pasara con la negociación yo ya había alquilado un yate y ella no sabia nada, era una cosa que se lo debía por tanto trabajo bien hecho durante tantos años….
Teníamos reservas en uno de los hoteles más bonito de Miami Beach, en el Hotel Marlin, en la zona Gore de la ciudad y muy cerca de Sout Beach. Llegamos por la mañana al aeropuerto y eso significaría que tendríamos todo el día para descansar y adaptarnos. Una vez que llegamos al hotel le dije a ella que tenía el día libre, que disfrutara de la ciudad, de la playa, del hotel, de lo que la apeteciera, tenia todos los gastos pagados. La primera reacción suya fue decirme que aunque la idea le fascinaba como iba a dejarme solo, total habíamos venido a trabajar y que seria conveniente repasar todo otra vez para la presentación, la convencí que todo estaba listo y que seria una pena desperdiciar ese tiempo sin relajarse y aprovechar todo lo pudiera en el día. Aceptó pero con una condición estaríamos localizados por los móviles y que al menos cenaríamos juntos. Acepté de buena gana ya que su compañía me resultaba mas que grata.
Aproveché esas horas para refrescarme y cerrar el tema del yate y terminar los pequeños detalles de la presentación. El día fue pasando y la tarde llegó, terminé todos los pendientes e incluso me dio tiempo para acercarme a la playa y disfrutar un poco del mar. Estaba ya anocheciendo y Patty (me gusta mas) me llamó para recordarme que habíamos quedado para cenar, le pedí una hora para ducharme y cambiarme, quedamos en el restaurante del hotel.
La velada fue magnifica y después dimos un romántico paseo por las cercanías del hotel mientras comentamos lo que habíamos realizado en el día, se la veía radiante de felicidad y comprendí que se lo había pasado bien. Aunque los dos estábamos a gusto con nuestra compañía teníamos que descansar, nos esperaría un día muy duro y con mucho trabajo, nos dirigimos al hotel y la acompañé hasta la puerta de su habitación, en ese momento aproveché para darle un sobre cerrado mientras la decía que solo podría abrirlo cuando acabara la presentación. Reclamó y protestó un poco pero aceptó siempre y cuando la diera un beso en la mejilla, gustosamente se lo di y nos marchamos los dos a descansar.
Llegó el gran día, todo estaba saliendo como lo habíamos planificado, llevábamos como seis horas de reunión y la presentación se había realizado satisfactoriamente, estábamos intentando llegar a un acuerdo de diferentes cuestiones que los clientes nos habían planteado. Al final todo salio bien, los clientes firmaron el contrato e incluso tenían preparado para la tarde una pequeña fiesta para presentar la noticia. La reunión había terminado, solo quedaba el director de la empresa que había contratado nuestros servicios, dándonos la dirección y la hora de donde se realizaría la fiesta y para despedirse con un gran apretón de manos. Patty lo acompañó a la puerta y una vez que salió el cliente, me miró… y vino corriendo hacia mí, dando un salto se prendió de mí y me rodeo con sus piernas mientras decía que lo habíamos conseguido. Yo la sujeté para que no se cayera mientas reía por la acción que ella había hecho, la miré a la cara y la felicité por su estupendo trabajo. Ella me miro a los ojos y sin pensarlo me dio un beso en los labios que hizo que la tuviera que apoyar en la mesa ya que me sorprendió… Sonrió y con voz muy sensual me preguntó si me había gustado, sin casi dejarla terminar la volví a besar en sus labios y soltó una gran carcajada una vez que acabé.
La postura que teníamos era muy erótica, mi cuerpo rodeado por sus piernas y nuestros cuerpos muy juntos, nuestras caras estaban frente a frente separadas por muy pocos centímetros, quedamos mirándonos un momento a los ojos sin mediar una palabra y con una pequeña sonrisa en la cara dijo muy sensualmente que si lo llegaba saber me hubiera besado antes. Sonreí y le pregunté si no iba a abrir el sobre que le di la noche anterior, con una cara de sorpresa dijo que no se acordaba de el, con un movimiento se quedó recostada sobre la mesa para acercarse a la agenda donde tenia el sobre metido, le recogió y se incorporó, sonreía mientras sacudía el sobre para ver si sonaba algo dentro. Lo abrió mientras yo la contemplaba y se puso a leer los papeles que tenia el sobre, con cara de asombro me dijo que era un contrato de alquiler de un yate, y que podía recoger las llaves en la recepción del hotel cuando quisiera. Empezó a reírse a carcajadas, no se podía creer lo que tenia en las manos, incluso note que se había puesto un poco nerviosa. Me preguntó que si lo había contratado para ella mientas se tapaba la cara con el contrato del yate. Yo no podía parar de reír de su reacción y la dije que si que podía disfrutar del yate tantos días como quisiera, que era un regalo por su buen trabajo durante tanto tiempo. Se quedó sin palabras, solo me miraba a la cara mientras me desabrochaba y quitaba la corbata.
Sus ojos tenían un brillo especial en todos los años que la conocía nunca se lo había visto igual, la pregunté si le gustó el regalo, sonrió y me dijo que me gustaría mas a mí el suyo… reímos los dos a carcajada… Le pregunté que cual era mi regalo, se acercó a mi oído y me dijo muy bajito que era “Ella haciéndome el amor… en aquella misma habitación…” quedé perplejo y sin saber que decir ni hacer. Poco a poco me fue desabrochando la camisa hasta llegar al ultimo botón, le agarré las manos y la dije con voz muy seria… que “seria Yo el le hiciera el amor. Sonrió y abrió sus brazos como si esperara a que la poseyera en ese mismo momento, acabe de quitarme la camisa y empecé a besarla apasionadamente mientras con mis manos acariciaba sus pechos por encima de la blusa. La empecé a besar en el cuello y ella apoyó sus brazos en mi cuerpo y según la besaba iba girando el cuello incitándome parra que no quedara rincón sin besar.
Poco apoco según la besaba iba quitando los botones de su blusa, llegué al último y ella con un susurro me dijo que la cosa se estaba poniendo caliente… Descubrí sus pechos llevaba puesta una lencería fina, a través de la cual se veían sus pezones que estaban muy erectos. Desabroché tan lindo sujetador y me quedé mirando sus pechos, ella sonrió y me dijo que ellas estaban esperando mis labios. Empecé a besar desde el cuello hasta uno de sus pechos, mordisquee un poquito su pezón y surgió la magia, ella empezó a demostrar su placer con pequeños gemidos al compás de mis besos y mordiscos en su pecho. Una de mis manos fue bajando desde su pecho por todo su cuerpo hasta llegar a su muslo de allí a su entrepierna. Empecé acariciar su preciado juguetito del sexo por encima de la pequeña braguita que llevaba puesta, la humedad y el calor se notaba ya por encima de ella.
Ya los gemidos eran constantes y ella empezó acariciar mis cabellos y apretaba mi cabeza contra sus pechos, estaba completamente excitada, sus movimientos eran muy rápidos y me ponían en mi cara sus encantos para que les realizara mil y una diabluras, todo ello acompasado con música celestial de sus pequeñas palabras y exclamaciones de placer. Mi mano seguía jugando por su entrepierna, fui deslizando mis dedos por la goma de su braguita hasta que entraron debajo de ella encontrando su vagina muy caliente y mojada. Empecé a toquetear sus redondeados labios vaginales y buscar su botón de la lujuria, su respiración era muy acelerada y su cuerpo se movía sin control, habría las piernas para dejarme al descubierto toda su esencia, encontré su pequeño agujerito del cual salía muy caliente el flujo de la excitación que estaba sufriendo. Muy despacito introduje uno de mis dedos dentro de el, teniendo como resultado un grito de placer que retumbó en toda la sala. Seguí jugando con mi dedo dentro, buscando el placer pleno de ella, mis movimientos los realizaba muy despacio para hacerla disfrutar mas ese momento.
Me abalancé hacia delante obligándola a tenderse totalmente en la mesa, empecé a quitar la falda que tanto me estaba estorbando para seguir jugando con ella, sin ningún tipo de problema conseguí deshacerme de la falda y de su braguita blanca que estaba totalmente empapada. Ella se encontraba totalmente desnuda encima de la mesa, hacia rato que del placer que estaba experimentando no podía ni mover sus brazos. Puse mis manos en sus mulos para que abriera totalmente las piernas para yo poder degustar lo que mi dedo había estado tocando y jugando. Estaba brillante de la cantidad de flujo que había salido por su vagina, era toda mía sin ninguna resistencia. Empecé a lamer y a dar pequeños mordiscos en sus labios vaginales, no quedo rincón de su anatomía que mi lengua no hubiera tocado y lamido, ella se movía como una contorsionista, arqueaba su cuerpo como si la vida se le fuera en cada movimiento de mi lengua, sus gemidos eran un sin parar entrelazados con palabras que desde donde estaba situado no llegaba a comprender.
Llevó sus manos hacia mi cabeza y la sujetaba contra su cuerpo para que no parara de saborearla… me pedía que siguiera, que eso la gustaba mucho, que no parara. Sus piernas fueron cogiendo tensión y sus manos cada vez apretaban mas mi cabeza contra su cuerpo, el momento de llegar a un orgasmo estaba apunto de suceder, dio un gran grito de placer mientras aprisionaba mi cabeza con sus manos. Su vagina se contrajo y sus piernas me retenían como si quisiera que todo ese flujo que estaba saliendo por su pequeño agujero fuera todo para mí. Había llegado al orgasmo y su respiración y su corazón estaban acelerados, se incorporo para buscar mi cara y con sus manos me invitaba a que subiera para ponerme delante y que nuestras caras estuvieran una enfrente de la otra. Empezó a besarme apasionadamente en los labios y sus manos buscaban con insistencia la hebilla de mi cinturón, estaba desbocada y no hacia más que pedirme que quería tener mi cuerpo dentro del suyo. Desabrochó mi cinturón y el pantalón y busco entre los calzoncillos mi pene para comprobar la erección que tenia. Se sentó al borde de la mesa y abrió sus piernas al máximo para que mi cuerpo se acoplara entre sus piernas, terminó de bajarme los calzoncillos y me acerco hasta que nuestros cuerpos estaban rozándose. Mi pene erecto tocaba sus labios vaginales y mientras seguía besándome bajó una de sus manos y puso mi pene justo en el punto que tenia que entrar. Sus manos se colocaron en mi cara y yo la sujetaba con las mías por su cintura. Me miraba a los ojos y esperaba con insistencia la penetración, con un movimiento de cadera mi pene empezó a entrar en su vagina, y ella cerró los ojos e inclinó su cabeza al sentirme dentro, mis movimientos eran lentos y sin ninguna brusquedad, estaba sintiendo un enorme placer cada vez que mi pene entraba en su cuerpo.
Nuestra respiración empezó a acelerarse y nuestros movimientos también, cada penetración era respondida con un gemido de placer, yo no dejaba de besarla en los labios en la cara y en el cuello… Mi cadera se movía de atrás hacia adelante muy de prisa el placer que estaba recibiendo era inmenso y por sus exclamaciones Ella también disfrutaba muchísimo. Las diversas sensaciones que estábamos sintiendo todas y cada una terminaban en un placer inmenso casi incontrolable…
Nuestros cuerpos estaban llegando a no resistir mas tanto placer recibido, nuestros gemidos indicaban que ya estábamos apunto de acabar tan hermoso acto. Mis movimientos eran frenéticos y las penetraciones eran muy intensas. Bajé mis manos hasta sus glúteos al sentir que iba a venirme… Apreté muy fuerte mi cuerpo contra el suyo ayudándome con mis brazos obteniendo una penetración hasta no poder mas y terminé eyaculando dentro de ella mientras demostraba mi placer con un gemido muy fuerte al igual que ella… terminando ambos al mismo tiempo. Al notar que su vagina se había llenado de mi semen mientras me retuvo para que no sacara mi pene atrapándome con sus piernas. Estábamos los dos empapados de sudor y con nuestra respiración muy trabada, mi pene seguía dentro de su vagina perdiendo su erección mientras no dejábamos de besarnos con mucha pasión, yo le acariciaba la espalda con mis manos y ella me sujetaba mi cara con las suyas. Estuvimos así un buen rato, nos mirábamos a los ojos pero no decíamos una palabra.
Sin saber porque ella empezó a reírse a carcajadas, la pregunté que la pasaba y me dijo que tanto tiempo juntos y que nos habíamos perdido lo mejor, sonreí y la dije que tenia razón. Me comentó que había estado muy bien… pero que yo había tomado la iniciativa y era ella quién debió haber cogido el mando, me lo debía… por el regalo que le había hecho. Cogi el contrato del yate… enseñándoselo mientras le decía que si ella quería tendríamos oportunidad, con una cara de picara me dijo que si, lo disfrutaríamos los dos juntos. Nos besamos y reímos los dos.