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Categoría: Maduras

Desesperado.

¡Ya no puedo más! Tengo veinte años y aún no he mojado mi pluma en ningún tintero. ¡No, esto no puede ser! Desde que tengo once años haciéndome pajas y sin catar a ninguna chica. ¡He de hacer algo! ¡Ya no puedo más!



Cada vez que salgo con mis amigos, ellos acaban mojando y yo acabo solo, acabo haciéndome una paja mientras miro una película porno en el baño. ¡No aguanto más esta situación! Si las chicas de mi edad no quieren nada conmigo, tendré que buscar algo diferente, otros terrenos de caza.



Es por la mañana, es domingo. Otra noche que acabo tocando la zambomba y necesito follar con una mujer. Ya sé que no soy un tío guapo, no tengo un cuerpo escultural, pero Jorge tampoco y él se tira a una chica noche sí y noche también. ¿Qué me pasa? ¿Qué puedo hacer?



-          Eduardo, levántate ya.



Y mi madre pidiéndome que me levante. Mírala, se agacha para recoger mi ropa y pone su enorme culo en pompa. Si no fuera mi madre, ahora mismo se lo cogía.



-          Hoy viene mi amiga Paula, así que levántate y recoge un poco tu habitación. – Siempre está dándome órdenes, ¡Ven aquí con esa boca y me la chupas! - ¡Venga Eduardo, no me obligues a levantarte a la fuerza!



-          ¡Ya voy, mamá!



Eso, mejor vete de mi habitación. Bueno, pues me levantaré y aguantaré otra tarde con la estúpida de Paula. ¡Menuda mojigata! ¡Va por la mañana a misa y después le come la cabeza a mi madre para que lleve una vida recta! Bueno, a la ducha.



-          Mamá ¿qué hay de comer?



-          Hoy toca puchero… ¿Eso te gusta?



-          ¡Oh sí, sí, qué me gusta! – Y si no me gustara ¿qué iba a comer?



-          ¡Pues siéntate que ahora te pongo un plato!



Pues sí que estaba bueno el puchero. Ahora cogeré mi teléfono y me sentaré en el sillón. A ver cuando llega la vieja para darnos la lata. ¡No sé por qué mi madre la aguanta! Desde que mi padre nos dejó y se marchó de casa, hace ya diez años, mi madre apenas ha salido de casa, tiene pocas amigas y parece que la Paula, por algún motivo, la influye de forma que no hace más que su amiga le dice. Domingo tras domingo, viene, se sienta con ella, le come el coco mientras no deja de tragar pasteles… ¡No sé como no está gordísima! ¡Cómo coma en todos lados igual!



¡Maldita sea! Mis amigos van a quedar con las tías de ayer esta tarde y yo tengo que estar aquí para soportar a la Paula. Tengo que hacer algo para que no vuelva más. ¡Vaya, suena el timbre de la puerta! ¡Ya son las cuatro, seguro que es la Paula!



-          ¡Hola hijo! ¿Te has portado bien con tu madre?



-          ¡Por supuesto! – Qué te voy a decir bruja.



-          ¡Vamos, María! Siéntate y hablemos…



Ahí empieza con sus manipulaciones. Unos minutos de charla y después mi madre ira a por los pasteles. Creo que eso es lo que a esta le gusta, por eso vendrán, seguro. Y mírala, con esos pelos teñidos de rubio. ¿Qué edad tendrá? Estará por los cincuenta, seguro. ¡Vaya, se levantan! ¡Hora de comer! Ya llevan una hora hablando de tonterías, de cotilleos. Paula no está para tirar cohetes, pero esa boca debe de dar buenas mamadas, y yo estoy muy necesitado.



¡Vaya, ahora me meo! Ya llevan un rato en la cocina y no aparecen, estarán criticando, como siempre. Ya está ahí el baño. ¡Coño, Paula está dentro lavándose las manos! ¡¿Y si…?!



-          ¡Lo siento señora, no puedo más! – Je, je. Ahí va eso vieja. La saco y me pongo para que la veas bien.



-          ¡Pero niño! ¿Qué haces?



-          ¡Perdón, pero no llegaba al otro baño! – Sí, sorpréndete, pero no dejas de mirarla. - ¡Bueno… Ya te dejo que acabes!



Se va, pero ha mirado hasta que ha salido del baño. ¡Creo que sé lo que voy a hacer! A ver si se sientan como siempre, cada una a un lado de la mesa, mi madre en el sillón y Paula en el sofá. Como esté tapada con la ropa camilla ¡me lanzo!



¡Vaya, están como esperaba! Me sentaré junto a Paula y también me taparé con la ropa camilla. ¿Qué están viendo? ¡Oh no, una película ñoña! ¡No sé cómo las aguantan, qué aburridas! Pero yo me voy a divertir.



Me he sentado y ninguna de las dos me ha echado cuenta. Parece que Paula no le ha contado nada a mi madre de lo de la meada. Seguro que le ha gustado ver una polla, es viuda y puritana, hará tiempo que no ve ninguna. ¡Vamos al lío! Estoy tapado, cerca de ella. Empecemos la función. Me haré el dormido, poco a poco, haré que me voy quedando dormido.



-          Este es el marido de la rubia… - Sí, habla de la película que en breve te montaré yo una a ti, Paula.



Dejaré caer mi mano hasta que la toque. ¡Ahí va! Ya tengo mi mano cerca, rozando su muslo. Esperemos a ver qué pasa. Ella sigue pendiente de la televisión. Me moveré y le acariciaré el muslo. ¡Joder, su pierna se ha tensado cuando he puesto mi mano totalmente en su muslo! Aguanta, quieto, a ver qué hace. Sigue hablando con mi madre. Haré como que sueño y la acariciaré un poco.



-          ¡No, no se puede…! - ¡Joder, le toco el muslo! ¡Me gusta esto! Y ella parece no quejarse, me deja que la toque.



Tengo mi mano en su rodilla y puedo sentir el filo de su ropa. Mi corazón está acelerado, me siento excitado con esta vieja que parece que no se opone a que la toque en sueños. Esperaré unos minutos con la mano quieta.



-          ¡Esta si que es mala! – Mi madre habla de la película sin saber que su hijo toca a su amiga. Y parece que la Paula accede.



Acariciaré con cuidado su muslo, despacio, a ver si traga. Joder, la muevo y le levanto la falda. Lleva medias… ¡Joder, acaban a medio muslo! ¡Quieto, se mueve! Parece que está incómoda con la situación, pero no protesta. Puedo sentir el calor de su piel. Tengo la mano justo en el elástico de la media. ¿Tendrá liguero?



-          ¿Quieres otro café? – Paula lleva un rato en silencio, mientras yo la toco y le ha contestado con la mano. ¡No puede ni hablar!



¡Tengo que llegar a sus bragas! ¡Un poquito más! Despacio, qué mi madre no note nada. Joder, noto la tela de sus bragas en mis dedos. ¡Y no dice nada! ¡Paula está caliente! Moveré mi dedo por encima de su coño. ¡Joder, siento el bulto de su coño y ha abierto las piernas un poco más! ¡Esta necesita que la follen!



-          María ¿me puedes traer un poco de agua?



-          Sí hija, ahora mismos, pero no te pierda detalle de la película…



Mi madre ha salido de la habitación. Buscaré cómo entrar en sus bragas. Sus piernas se han movido para que mi mano entre en sus bragas. Joder, puedo notar sus pelos.



-          ¡Toma hija! – Ya ha llegado mi madre. - ¡Vaya, Eduardo se ha dormido! Si te molesta, lo despierto y que se vaya a su habitación.



-          ¡No, déjalo! ¡El pobre estará cansado!



Paula quiere más, y yo se lo voy a dar. No será un coño joven, pero es un coño. Mi dedo baja entre tanto pelo y puedo sentir que aquí hay más carne. Deben ser sus labios vaginales. Los tocaré a ver si los puedo separar. A ver si acariciándolos… Cuesta, pero poco a poco se van separando. ¡Joder, cada vez están más mojados! Sí, ya puedo sentir el calor que brota de su vagina. Sí, mi dedo se desliza entre los labios, los he separado y el calor de los flujos cubre mi dedo. La muy puta sigue callada, no habla, sólo mira la televisión y disfruta de mis caricias en su coño.



Buscaré su clítoris. ¡Joder, lo tiene duro! Jugaré con él, haré círculos con mi dedo sobre él. Sus caderas se mueven levemente, le gusta. Le pasaré todo el dedo por encima. ¡Coño, el bulto de su clítoris sigue hacia abajo, hacia su vagina! Esto le gusta. Su mano ha agarrado mi brazo, me marca el ritmo de las caricias.



-          ¡Huf! - ¿Qué ha sido eso? ¿Se corre?



-          ¿Qué te pasa Paula? – Mi madre se ha dado cuenta.



-          Oh, nada, me he dado con un tacón en el tobillo. - ¡Bien Paula, bien! ¡Te mereces que te siga masturbando!



A ver hasta donde puedo meter mi dedo. Recorro el abultamiento de este clítoris y ahí está, la entrada de su vagina. ¡Vamos allá! ¡Mi dedo entra y entra! ¡Qué caliente y mojada!



-          ¡Otra vez anuncios! Voy al servicio. – Mi madre se levanta y sale de la habitación.



-          ¡Joder Eduardo, has que me corra de una vez!



Ahora te vas a enterar. Moveré mi dedo con ganas en tu coño. O sí, que cara de puta se te pone mientras disfrutas con mis caricias. Al final no eres tan beata como le dices a mi madre, te gusta el sexo, el sexo con jóvenes. ¡Joder, cómo se agita! Se muerde el labio para no gemir y siento mi mano totalmente mojada por los flujos de su coño.



-          ¡Ya, ya, saca la mano, ya me he corrido!



Sí, tú te has corrido, pero yo estoy con mi polla que va a reventar. Necesito que me des algo.



-          ¿Ha empezado ya la película?



¡Mierda, mi madre ha vuelto y yo no he podido conseguir nada! Tendré que cascármela otra vez sólo.



-          ¡Vaya, ya te has despertado!



-          Sí mamá, voy al servicio…



Joder, mi polla está totalmente dura. Mi mano pringada de los flujos de la Paula. ¡Por Dios, los huelo y me pongo más caliente! Ya estoy en el baño, me la sacaré y me… ¡Huf, quién empuja!



-          ¡Vamos niño, date prisa!



Joder, la Paula me ha seguido y ha entrado en el baño conmigo. Se apoya en el lavabo y pone su culo en pompa. ¡Quiere que la folle!



-          ¡Vamos, date prisa y mete tu polla hasta el fondo!



Joder, su enorme culo está desnudo. Sus bragas por las rodillas y se separa los cachetes para ofrecerme su coño. ¡Por fin voy a follar! Joder, qué nervioso estoy, nunca lo he hecho antes… ¡Tranquila polla, ya vas a entrar en un coño! A ver la dirijo a su coño, empujo. ¡Joder, no entra!



-          ¡Por ahí no, ese es mi culo!



Siento los dedos de Paula, me está llevando por el buen camino. Joder, puedo sentir el calor de su vagina en la cabeza de mi polla. ¡Ya voy a entrar, ya voy a entrar! Empujo y mi polla entra, poco a poco, su coño está muy mojado y no opone resistencia a mi polla. Joder, nunca había tenido un culo tan grande entre mis manos. Cómo se mueve con mis envestidas, que gusto da entrar en un coño. Mis huevos chocan contra ella, contra su raja. Joder, golpeo los cachetes de su enorme culo.



-          ¡Sí, fóllame más rápido! ¡Córrete!



Joder, no puedo aguantar más, siento que me voy a correr. ¡Huf, qué bueno! ¡Nunca me había corrido dentro del coño de una mujer! ¡Qué maravilla! ¡Mi cuerpo da espasmos de placer y siento que mis piernas tiemblan! ¡No me quiero soltar de este culo! Puedo sentir su mojado coño y mi polla aún lanza semen dentro de ella. ¡Joder, a dónde vas!



-          ¡Ya es suficiente!



Paula se ha marchado, con su coño bien lleno de semen. Joder, me sentaré para no caerme. ¡Qué gusto me ha dado ese viejo coño! Tengo que cogerla otro día. Tengo que follarla más veces, hasta que mi polla quede seca. ¡Ya te cogeré, Paula!


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 7
  • Votos: 1
  • Envios: 0
  • Lecturas: 1930
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