~~Era una noche fria y oscura. Densas nubes tapaban las estrellas y tambien la Luna. El coche subia lentamente la empinada cuesta que, llena de curvas, conducia hasta la cima de la colina donde se alzaba, majestuosa, una amplia edificacion de estilo colonial, que, en aquella noche cerrada, aparecia como siniestra y llena de misterios .Uno de mis amos, el que conducía el auto, me miraba por el retrovisor y yo bajaba la mirada , puesto que era una de las normas para todas nosotras las esclavas . Detuvo el auto a escasos metros de la gran puerta de madera que por lo que pude observar tendría por lo menos unos docientos años de antiguedad , mi amo tocó la puerta con una serie de toquidos que pude suponer era una contraseña de entrada , solo aguardamos unos segundos y los goznes de la puerta rechinaron haciendo que se me enchinara todo el cuerpo , el hombre que abrió , no era menos musculoso que mi amo , en su cara reflejaba una serenidad que me pareció ya estar acostumbrado a este tipo de visitas , lo primero que hizo fué levantarme la corta falda que me ordenaron ponerme , por unos segundos observó mis partes bajas , que inmediatamente reaccioné tratando de cubrirme , pero no me dejaron hacer gran cosa pues tomaron mis manos poniendomelas en la espalda , no se de donde sacaron un cordon y me las ataron fuertemente , tanto que lanze un quejido de dolor que alertó a ambos hombres que se miraron entre sí , sin decirse nada , tras de mi oí unos sonidos que se me hacían familiares, el sonido pequeñas argollas que se chocan entre sí, lo sabía perfectamente, me íban a amordazar , no tarde mucho en averiguarlo , con una mano tomaron mi barbilla jalandola hacia abajo y abriendo mi boca me introdujeron una bola de caucho de color rojo ,apretaron las correas y ya no pude emitir palabra , solo un grotesco quejido gutural que salía de mi garganta , me acostumbraron a no hablar absolutamente nada cuando fuera dominada , creo que la mordaza estaba de sobra , pero tenía que sujetarme a los rituales del bondage , luego me tapáron los ojos con una mascada negra dejandome en tinieblas . Sentí un estremecimiento cuando unas manos desabotonaban mi blusa , sentí que los pezones se me erguían , pero solo me descubrieron un poco el escote , me tomaron de los brazos obligandome a caminar , no avancé mucho cuando ya estaba subiendo unas escaleras alfomradas , subí varios escalones , y avancé un largo pasillo hasta detenerme en lo que supuse era el final de éste , oí que una puerta se abría y la voz de una mujer que se dirigió a mi .
No te asustes querida , ya verás como todo va a salir bien . Mi primera impresión fue que la Dama sería quien me utilizara de esclava y por mi mente paso de que sería mi primera vez ser utilizada por una mujer , pero mi impresión cambió cuando volvió a hablar .
Tal como te gustan , rubias , de pechos firmes , piernas torneadas y docilidad , ¿ que te parece querido ? Una voz masculina atronó en el lugar, una voz grave ,pero bien modulada que me hizo pensar ¿ cual será su aspecto ? ¿ como será su trato para conmigo ?.
Ya la conocía , mi fiel servidor me ha demostrado una vez más que su amistad es más poderosa que su amor a la chica . Y allí estaba yo , no se si temblando de miedo ,pasión o emoción, pero de una cosa si estaba segura , que esta sería una Historia Interminable . .
Espero que la chica, además de físico tenga calidad dijo la Dama ¿ Quieres que te la prepare ?
Por supuesto contestó se que disfrutas haciéndolo, y no voy a quitarte este placer.
Eres un sol. Me llevo a la perra, tardaré un par de horas, pero te la dejaré preciosa.
PONTE A CUATRO PATAS, puta, dijo la dama, tras retirme el cordon de los manos mientras me colocaba un collar con cadena y tiraba de mi.
No se cuanto rato estuve andando a cuatro patas, pero me hacia caminar de prisa y me daba fuertes tirones de la cadena.
Finalmente me hizo detener y abriendo una puerta me introdujo en una habitación cuyas paredes de piedra desnudas pude observar al retirme la mascara, probablemente en un sótano.
Había colgadas del techo, y también de las paredes, gruesas cadenas para colgar a las cerdas como yo. Unas estanterías con una gran variedad de instrumentos de tortura (grandes consoladores, látigos y fustas, pinzas, tenazas . . ) y también una camilla donde atar a los esclavos, así como un pedestal de aproximadamente medio metro de alto con varios focos que lo iluminaban.
En una de las esquinas, y colgada del techo, pude ver una jaula de gruesos barrotes que, por estar vacía, podía adivinar que iba a constituir mi habitación.
La Dama libero la cadena de mi collar y me ordenó subir al pedestal y yo, presurosa, obedecí. Los focos me cegaban y no podía ver nada, peró oí el movimiento de varias personas que entraban en la habitación.
La Dama me ordenó que me desnudara, y yo, con vergüenza por no saber quienes ni cuantos me estaban observando, si es que lo hacían, obedecí.
Cuando estuve completamente desnuda, la Dama se acercó, y plantándose frente a mi, me dió una fuerte bofetada en la mejilla:
Eres una PUTA DESOBEDIENTE y una torpe estúpida.
Debes quitártelo todo, los anillos y las joyas también, pedazo de cerda.
Obedecí rápidamente, mientras los comentarios de los espectadores sobre lo bien formado que estaba mi cuerpo, lo duros que se habían puesto mis pezones y la redondez de mi culo me hacían morirme de vergüenza.
La Dama dirigiéndose a los demás dijo:
¿ vosotros creeis que esta puta ya tendrá el coño mojado pensando en como y cuantos nos la vamos a follar ?
Es verdad, dijo una voz de hombre, habrá que comprobarlo !
No, no, respondió una mujer, es mejor que lo adivinemos. QUE LA RAMERA nos muestre su coño bien abierto, si brilla es que está mojada.
Un momento, se oyó, hagámos apuestas. Que se pongan a la derecha los que digan que está mojada y a la izquierda los que digan que no.
La Dama me ordenó arquear las piernas y abrirme el coño cogiendo los labios vaginales con los dedos, para que todos los presentes pudieran observar si brillaba.
Yo, avergonzada, obedecí.
Estuve bastante rato en esta incómoda posición, mientras los asistentes discutían sobre si estaba mojada o no.
Lo cierto es que mientras ellos discutían, mi coño se mojaba cada vez más. Era una cerda de verdad !
Como no se ponían de acuerdo, al final fueron pasando de uno en uno, introduciéndome sus dedos en mi vagina. Conté que había 6 personas, y por la forma de tocarme, deberían ser cuatro hombres y dos mujeres.
La Dama dijo:
QUE GRAN CERDA estás hecha, so puta. Estás inundada.
Se había producido un empate, y tres personas habían acertado, pero acordaron que solo debería haber un ganador y que este, o esta, sería el primero en follarme.
La Dama propuso, sacando un consolador de mediano tamaño, que los concursantes decidieran si el consolador entraría en mi culo sin ofrecer resistencia o, al contrario, si entraría causándome dolor.
Dos dijeron que no y una voz de hombre aseguró que, por mi pinta de puta, era seguro que me habían enculado centenares de veces y pollas de todos los tamaños, por lo que la respuesta lógica era que si.
La Dama me ordenó dejar de mostrar mi coño abierto y ponerme a cuatro patas sobre el pedestal, mostrando mi culo a todos los presentes.
Noté como la Dama y los tres apostantes se acercaban y abrían mis nalgas.
De un solo golpe, sin ninguna preparación, me introdujeron aquel consolador por mi culo. Profundamente, hasta llegar a su mango.
Mi dolor fue muy intenso, y a pesar de la mordaza, se oyo mi grito de dolor.
La Dama inició un mete saca del consolador frenético, muy rápido. Desde fuera hasta lo más profundo de mis entrañas.
No se ponían de acuerdo. El consolador tenía sangre de mi culo herodo por la violencia, pero el que había dicho que si mantenía que había entrado perfectamente, y que mi dolor solo era fingido para hacerme la interesante.
Finalmente la Dama declaró desierta la apuesta y dijo que ella iba a ser la primera en follarme, pero que antes tenían que convertirme, estéticamente, en el animal que yo era. Se imponía la necesidad, dijeron, de que yo recordara, permanentemente, y para siempre, que había perdido mi condición humana.
No solo me tratarían como al animal que era, sino que yo debía de convencerme también de que era una perra estúpida, solo una bestia nacida para ser usada por las personas.
Todos los presentes aplaudieron y La Dama, cogiéndome de los pelos, me bajó del pedestal y me arrastró hacia la camilla.
Me ataron las manos y los pies, quedando completamente expuesta e indefensa ante todo lo que quisieran hacerme. Estaba en forma de X, con los brazos y las piernas muy tirantes, y mi coño y todo mi cuerpo, estaba a su disposición.
Todos ellos rodearon la camilla. La otra mujer, cogiéndome de las mejillas y obligándome a abrir la boca me escupió dentro y me abofeteó diciéndome:
Bestia asquerosa, ahora vas a saber lo que es bueno !
Oí el ruido de un motor, parecía una maquina de afeitar y volvieron a sujetarme, muy fuerte por las mejillas.
Mi cabello empezó a caer. ME ESTABAN RAPANDO EL PELO al cero !
También el pelo de mi coño era rasurado por una navaja sin ningun tipo de lubricación, por otras manos que no veía a quien pertenecían.
Me estaban dejando completamente desnuda, sin ni siquiera una mata de pelo que protegiera mi coño.
Mi sentimiento de desnudez, de vergüenza, de indefensión, de humillación era total. Lloraba e intentaba suplicar a través de la bola que amordazaba mi boca. Todo en vano, me escupían, me insultaban y me golpeaban. Me trataban como a la bestia en que me estaban convirtiendo.
A golpes me desataron de la mesa y me tiraron al suelo. Mientras ellos me golpeaban, yo intentapa proteger y tapar mi cabeza rapada. A patadas y rodando por los suelos me arrinconaron en una esquina de la habitación.
Cesaron los golpes y todos se apartaron de mi.
De repente, un fuerte chorro de agua helada a presión mojo mi cuerpo completamente desnudo.
Yo quedé apretada contra el rincón. El agua helada regó todo mi cuerpo. Cuando cesó, alguien me agarró de un brazo y me colocaron argollas metálicas gruesas, en manos y pies. Se cerraban con una especie de tornillos que iban coronados por unos candados.
Alguien me cogió las manos con las argollas en mis muñecas y las unió a un gancho que estaba atado a una cuerda. Tiraron de ella y mi cuerpo quedó separado del suelo. Todo mi peso era aguantado por mis muñecas, y las argollas metálicas se clavaban en ellas.
Ataron cuerdas a las argollas de mis pies y los abrieron. Me tenían colgada como a un jamón. Estaba suspendida en el aire, con mi cuerpo tirante y abslutamente indefenso a merced de aquel grupo de sádicos.
Empezaron a azotarme con un látigo. El cuero de clavaba en mi cuerpo y rasgaba mi piel. Me quitaron la mordaza para que pudiera chillar.
Mi cuerpo se extremecía a cada golpe y el dolor era cada vez más intenso. Vi mi sangre en el suelo. Ya no sentía nada y, al rato, me desmayé.
Cuando desperté continuaba colgada. El cuerpo me dolía horriblemente y me picaba mucho. Me estaban frotando todo el cuerpo con vinagre y sal.
Cuando acabaron, se entretuvieron en quemarme mis pezones con sus cigarrillos. Chillé, chillé y supliqué, pero solo podía oir sus risas.
De repente me desatarón. Primero los pies y luego me desplomé en el suelo. Alguien me puso su zapato en el cuello, apretándolo contra el suelo. No hacía falta, ya que yo era incapaz de moverme.
Me ataron las argollas de mis manos a la espalda, y La Dama cogiéndome por la argolla mi collar me arrastró hasta la camilla donde, un rato antes, me habían torturado.
AHORA VOY A ENCULAR A ESTA BESTIA dijo, dirigiéndose a los demás asitentes, mientras me apoyaba sobre la camilla.
Me separó las piernas y un fuerte dolor sacudió mis entrañas. Mientras me follaba mi culo, por detrás, se cogía a mis tetas, aplastadas sobre la mesa y no hacía más que repetir:
Que buena que esta esta puta, que buena que está. Probadla, probadla.
Al apartarse, un hombre ocupó su lugar y entró directamente en mi coño con una enorme polla. ahora mi placer era intenso y con su leche inundó mis entrañas, yo también orgasme.
La otra mujer se subio en la mesa y empezo a introducirme su lengua en mi boca y a manosearme la cara y los pechos, mientras los demás asistentes continuaban follándome. Cuando todos estuvieron satisfechos, me dejaron tirada en el suelo mientras ellos bebían refrescos y hablaban de lo bien que se lo había pasado usándome. .y de la suerte que tenía mi nuevo Amo, y por el poco dinero que me había comprado.
Con un atizador de chimenea empezaron a pincharme y me hicieron avanzar hacia la jaula que colgaba del techo y que alguien hizo bajar a ras de suelo.
Era una jaula muy pequeña y yo no cabia en ella, pero me hicieron entrar a cuatro patas. Abrieron una especie de puerta en un lateral frontal y me hicieron pasar mi cabeza rapada al exterior. Mis brazos, que sobresalían por los lados, los ataron a los laterales y mis piernas, que sobresalían por detrás, las encadenaron juntas.
Hubiera querido regresar al auto, aunque estaba hecha un guiñapo. Seguía atada y amordazada, y además ahora estaba dentro de una jaula. Carecía de vestiduras y ataron una correa a mi cintura por la cual tenía una extensión que pasaba por mi entre pierna con unos consoladores ajustados en mi coño y mi ano , yo ya no sentía mis partes pudendas pues el maltrato recibido me las habían dejado entumecidas, y el que sería mi Amo, que al parecer me había comprado a buen precio, aún no había aparecido.
Mi preciosa gatita, dijo La Dama , ahora se la mamarás como nunca lo haz hecho en tu vida a todos los que hemos contribuido a ajustar más tu físico a la perra que debes ser.
Dicho esto, la jaula se elevó del suelo y me tomo de la argolla metálica de mi cuello y me obligó a abrir mi boca, que quedaba a la altura de sus grandes miembros.
Entreabrí los labios en el momento que se acercó la primera polla, y ella empujó mi cabeza con tal brusquedad que casi me ahoga con el miembro. No se cuantas veces se vino en mi boca mientras la jaula se balanceaba.
Dijo que aquel semen que recibía en mi garganta sería mi único alimento durante los próximos días, que lo apurara y que no dejara que una sola gota se derramara.
Cuando todos estuvieron satisfechos se fueron, dejando la jaula suspendida en la oscuridad y a mi en su interior.
No se si pasaron horas o días. El silencio era absoluto, y mis músculos, doloridos por la incómoda postura en la que me hallaba, no me dejaban descansar. Los barrotes de la jaula presionaban las partes de mi cuerpo que se apoyaban en ellos.