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Ese día no encontraba a nadie que me follara, ni con quien pudiera desahogar la calentura que llevaba.
Tenía un empalme de campeonato, y cada minuto que iba pasando, la polla me crecía más y más. Sabía que o descargaba aquello, o terminaría con dolor de huevos, como ya me ocurriera otras veces.
Aunque no era muy tarde para lo que yo acostumbraba a andar por esos lugares, aquel día era mucha la calentura que llevaba encima; estaba salido a más no poder. Cuando de pronto, vi llegar a un viejo; el viejo iba paseando por los jardines; seguro que buscaba algún maricón que le chupara la polla, o chuparla él; mientras se iba acercando, yo saqué la polla, haciendo que meaba a los pies de un árbol, dejando que me pudiera ver la polla, cuando se acercara.
Al llegar el viejo a mi altura, se paró quedando mirando, pero sin decidirse. Pasó un rato mirando, pero nada, no se decidía.
Cuando se cansó de estar allí mirando mi polla, siguió su camino.
Guardé la polla, y a distancia iba siguiendo al viejo, no fuera a ser que allí no le gustara el sitio.
De vez en cuando el viejo se volvía, y miraba si lo iba siguiendo. Cosa que me hacía ir detrás de él, a ver que pasaba.
Ya habíamos salido de los jardines, llevando un buen trozo de camino andado, en dirección al parque de Santa margarita. Supuse que esa era la idea que tenía aquel viejo, pero no, no se encaminó hacia dicho parque. Cruzó la avenida de Finisterre, siguiendo por el camino que iba al paseo de los puentes; aquella era una zona que estaba sin edificar, y que en su día había pertenecido al parque de Santa Margarita; allí pudiera ser que el viejo se animase.
El camino que había era de tierra, habiendo lugares de sobra para hacer lo que pretendía; al menos yo.
Se quedó parado el viejo a la altura de unos matorrales que había, esperando que me acercara. Cuando llegué a su altura, volví a sacar la polla, haciendo que meaba. Dio unos pasos acercándose hacia mí, cuando llevó la mano a mi polla agarrándola a la vez que me decía: andas bien salido maricón, mientras me acariciaba la polla. Fue entonces cuando me abrazó, y empezó a bajarme los pantalones. Primero desabrochó el cinturón, siguiendo luego con el pantalón.
Una vez me hubo desabrochado, metió las manos por mi culo, tirando por los slips y pantalón hacia abajo.
Joder maricón, andas bien salido, menudo empalme que tienes me decía, mientras me sobaba la polla y culo, dejando caer los pantalones y slip hasta los tobillos.
Se puso de pie frente a mí, metiendo las manos por el vientre, hasta subir al pecho, apretando las tetillas y pellizcando los pezones; andas caliente como una perra pedazo de maricón, me soltó.
Acercó su boca a la mía, metiendo su lengua en mi boca, saboreando mi lengua, para seguido bajar hasta mi polla metiéndola en la boca.
Me agarró los huevos con una mano, mientras me iba chupando la polla. Te gusta eh, te gusta maricón. Ahora soltaba los huevos, llevando su mano a mi culo. Con un dedo buscaba mi hoyito. Cuando lo tuvo a su alcance, metió el dedo en él, haciéndome suspirar, ¡oooohhh!
Te gusta eh, sí que te gusta. Andas bien caliente maricón.
Se levantó, empezando a sacar su polla por la abertura del pantalón. Cuando la tuvo fuera, me agarró la cabeza, llevándome hasta ella, mientras me decía: métela en la boca, maricón, y chúpala.
Abrí la boca, metiendo aquella polla, para empezar a chuparla. el empujaba mi cabeza, marcándome el ritmo de la chupada, mientras yo con una mano me sujetaba en su cintura, y la otra, iba buscando sus huevos, terminando por sacárselos, acariciarlos y jugar con ellos-
Fue en ese momento, que por el camino apareció un joven, que seguramente iba para casa, después de haber salido del trabajo, y había escogido aquella ruta, que no era normal fuese nadie, a esas horas de la noche.
Se quedó parado al ver aquella escena.
Estaba viendo como un jovencito maricón, tenía los pantalones y slip bajados hasta los tobillos, estando inclinado, chupando la polla a aquel viejo.
Dale por el culo si quieres, le soltó el viejo. Anda salido y bien caliente el muy maricón.
El joven no se iba, pero seguía mirando.
Me vino siguiendo desde los jardines, le decía el viejo, seguro que quiere que le den polla por ese culo que tiene. Mira como lo tengo, no suelta la polla de la boca, mira como la chupa.
Se acercó el joven, mirando cómo me tenía el viejo, sin dejar que sacara la polla de la boca.
Dale por el culo mientras me la chupa, dale una buena follada al maricón, le decía el viejo.
Me acarició el culo con una mano a la vez que se desabrochaba el cinturón, bajó el pantalón, sacando su polla, que ya estaba bien dura, y sin pensarlo dos veces, me agarró el culo con ambas manos, llevó la polla a mi agujero, una vez puso la cabeza de la polla en la entrada a mi culo, me la enterró de un golpe.
¡Dios!, me dio tal embestida, que tragué la polla del viejo hasta los huevos. Me había pasado la campanilla la polla del viejo, haciéndome atragantar.
¡Joder! casi se traga los huevos, con esa embestida que le has dado. Le he dejado la polla en la garganta, dijo el viejo.
Echó la mano el joven a mi polla, la agarró con la mano, y fue bajando hasta los huevos, para tocar como me tenía clavada su polla en el culo.
Joder que gusto, tienes el culo bien caliente, decía, mientras acariciaba mi polla con su mano. Estás bien empalmado, cabrón, tienes la polla bien tiesa.
El joven me tenía ahora agarrado por la cintura, empezando a meter y sacar su polla en mi culo. Ay que gusto, ay que gusto, decía el joven, enterrando su polla en mi culo.
Cada vez iba más rápido, empezando a oírse el golpeo de sus huevos y pelvis contra mi culo.
Plas, plas, se oía, mientras yo no paraba de tragar la polla del viejo.
El viejo ahora se agarraba fuerte a mi cabeza, embistiendo con su pelvis mi cara, mientras me tragaba su polla; ¡aaahhh! chupa maricón, chupa ¡aaaahhh! ya me corro, ya me corro.
Me había llenado la boca de semen, y no sacaba la polla de mi boca el muy hijo puta. Me hizo tragar todo, hasta que por fin sacó su polla.
Que gusto maricón, que gusto me has dado, hasta te has bebido toda mi leche.
El joven que me estaba dando por el culo, empezó a gemir fuertemente, mientras me enterraba más su polla, a la vez que iba aminorando sus embestidas; eran más profundas y lentas; ¡ooohhh! que gusto, que gusto me da me corro, me corro.
Me tenía bien ensartado con su polla, mientras me sujetaba con las manos por las caderas, e iba terminando de descargar todo su semen en mi culo.
Mientras me tenía metida la polla en el culo, llevó su mano a mi polla, me la agarró, empezando a hacerme una paja, para que terminara de correrme; ¡ooohhh! ya ya, ya me corro, gemía yo, soltando toda la leche que tenía en los huevos.
Mira como gime y que corrida está soltando el muy maricón. Sí que le gusta que le den por el culo, decía el viejo.
Nos acomodamos la ropa, ellos marcharon rumbo al agra del orzán, y yo en sentido opuesto, a mi casa.
Iba por fin aliviado, con el culito bien abierto, la polla descansada, y repleto de leche, tanto en mi culito, como en mi estómago.
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