LA SIRVIENTA PERVERSA (preámbulo)
Nora y su hijo Carmelo, se acababan de mudar a la costa malagueña, disponían de un chalet que usaban como segunda residencia, abandonaron Madrid y todo su círculo de amistades después de su traumático divorcio, las desavenencias, malos tratos y por último la infidelidad y abandono de su marido por su joven secretaria, él se quedo el piso de Madrid y ella y su hijo la segunda residencia y una buena cantidad económica.
El chalet necesito una buena reforma y durante 3 semanas se desplazaron a otro chalet propiedad de unos suecos que habían vuelto a su país dejando a una empleada filipina, cuando volvieron a su reformado chalet, les llego la noticia que los suecos no volverían durante un buen tiempo y posiblemente de forma definitiva, Nora se dio cuenta que las reformas habían dejado muy sucio el chalet, aquella noche hizo sus números y se dio cuenta que podía mantener a la empleada sin ningún esfuerzo económico. Nora empezó a trabajar en una notaría y por las tardes colaboraba en las oficinas de la urbanización.
Las tres primeras semanas transcurrieron con absoluta normalidad, su hijo acudía a la universidad y Nora trabajaba e iba al gimnasio. Agwa que es como se llama la empleada, les preparaba la comida, les preparaba la ropa y les tenía el chalet limpio y cuidado. Por cómo estaba diseñada la casa dos habitaciones daban hacia un lado y otra habitación hacía otro lado y separadas por el comedor, la cocina y un trastero y un pequeño aseo, Nora decidió que su hijo estuviese en la habitación más alejada y que disponía de su cuarto de baño, ella ocupaba la habitación más grande y Agwa la colindante, pero tenían que compartir el amplio baño que estaba dentro de la habitación de Nora.
Una tarde Nora llego a casa temprano, escucho ruido en su habitación y vio como Agwa se estaba duchando, entro y la saludo, vio el cuerpo de Agwa y su pelo suelto debajo de la ducha y cayéndole el agua por encima, no pudo evitar mirar su cuerpo, era una chica joven, tenía 30 años, era delgada y un poco más bajita que ella, con unas buenas caderas y unas tetas muy pequeñas y unos pezones muy marcados y oscuros, piel muy morena y unos pies diminutos, su sexo estaba bien rasurado y formaba un triangulito con su rajita en el centro, Nora la observo en silencio, sintió una extraña inquietud, la encontró muy atractiva y sexy, nada que ver con la empleada que vestía con un atuendo muy formal y el pelo recogido, Nora espero en la cocina tomando un café a que saliese Agwa que aquella tarde la tenía libre.
Agwa salió vestida muy informal con unas zapatillas converse, unos pantalones tejanos y una camiseta, Nora tuvo la misma sensación de inquietud y observo atentamente a Agwa, se tomaron un café y charlaron animadamente, esa fue otra sorpresa para Nora que descubrió que no era la empleada sería y educada, si no una persona divertida y atrayente que hablaba perfectamente el castellano y revelo que era viuda y tenía una hermana trabajando en Barcelona, cuando se fue Nora la obsequio dándole 50€ para que se comprase algo, Arwa se lo agradeció dándole dos besos y dándole un abrazo, Nora volvió a sentir aquella inquietud y una extraña sensación eléctrica recorriendo su cuerpo, aquella noche Nora después de cenar y irse a la cama tuvo que masturbarse incomprensiblemente.
A partir de aquel día la conexión con Agwa fue más cercana y intima, una noche después de cenar y que Nora se fumase un cigarro se dispuso a ver una serie de netflix sentada en el sofá, su hijo se fue a su habitación, Agwa se despidió para irse a dormir y Nora le pidió que la acompañara a ver la serie, Agwa se sentó cohibida al lado de Nora, pronto le confesó que con los suecos no se tomaba esas libertades, Nora se rio y le dijo que con ella no sería así.
Empezaron a ver la serie y Agwa le levanto los pies a Nora y los puso en su regazo y empezó a masajearlos, Nora le dedico una sonrisa y un gesto de aprobación.
- ¡Si me haces eso! - le dijo Nora sonriendo - no te voy a despedir nunca.
Su hijo que paso hacía la cocina las vio sentadas en el sofá y como Agwa masajeaba los pies a su madre.
- ¡Yo también quiero un masaje! - dijo Carmelo bromeando - ¡Buenas noches!
Awga siguió masajeando los pies de Nora y empezaron a pasar de la serie y a hablar entretenidamente, Nora le contó cómo se había divorciado y poco su vida.
- ¡Ya encontraras otra persona! - le sugirió Agwa - eres una mujer muy atractiva.
- ¡No quiero otro hombre! - dijo Nora riéndose.
- Deberías probar con una mujer - dijo Agwa provocando un silencio, sus manos subieron de los pies a la tibia y el peroné.
- ¡Te confieso una cosa! - le susurro Nora y Agwa se quedo en silencio haciéndole un gesto con la cabeza - ¡Acostarme con una mujer fue una de mis fantasías sexuales!... ¡Pero tengo otra y no te la voy a decir!
Nora se encontraba a gusto y animada charlando con Agwa, hacía tiempo que no se encontraba tan bienhumorada.
- Eres una mujer muy atrayente y sexy - le susurro en voz baja mientras sus manos ya subían por encima de la rodilla.
Nora era muy sagaz y en temas sexuales, una mosquita muerta, los halagos que le daba la estaban excitando y sentirse deseada, tenía 39 años, medía 1.60 y pesaba unos 70 kilos, conservaba un buen cuerpo, con unas tetas erguidas para su edad y un buen culo, aunque con unas caderas muy anchas (su marido siempre se lo afeaba), no era muy atractiva, pero su pelo rizado la hacía muy sujestiva y en su cabeza le sobrevino la duda de si aquella chica la estaba provocando y seduciendo.
- Una hembra como tu tiene unas necesidades - le susurro con voz lenta y sensual - tu ahora estas muy sola.
Nora se quedo paralizada, Agwa se estaba insinuando, su mano le acaricio los muslos y de pronto los agarro con fuerza y los araño con los dedos, Nora soltó un gritito de sorpresa seguido de un profundo suspiro, la mano de Agwa se alargo a través de el muslo y le acarico el coño por encima de las bragas, Nora volvió a soltar un grito sordo y se hecho hacía atrás, Agwa se le volvió a acercar.
- ¡Solo una mujer te puede producir más placer que un hombre! - le murmullo Agwa mientras la dio dos tiernos besos en la rodilla y luego le dio un lametazo, aquello dejo a Nora descompuesta, quería chillar pero su podía oírla y por otro lado su cuerpo estaba en ebullición, hacía mucho tiempo que no estaba tan caliente, pero aparto la cara de Agwa con la mano haciéndole un gesto de negación.
Agwa aparto su cara de la rodilla de Nora y se puso el pie de Nora en su pecho y se quedaron mirando las dos en silencio, la mirada de Agwa era morbosa y sensual y Nora se giro instintivamente y alcanzo a mirar el pasillo que llevaba a la habitación de su hijo, la puerta estaba medio abierta y no quería que apareciese por allí y ver a su madre en aquella delicada situación.
Agwa se llevo el pie de Nora a la boca y lo beso tiernamente mientras Nora emitía un pequeño ruido señalando a la puerta del pasillo, la boca de Agwa lamio los dedos y le paso la lengua entre los dedos, Nora solo le hacía gestos negativos con la cabeza, pero interiormente estaba muy caliente y excitada, cuando Agwa se metió el dedo gordo en la boca y empezó a chuparlo, Nora soltó un gemido fuerte, Agwa le tapo la boca con la mano en tanto su boca y su lengua le provocaban una lujuria nunca antes experimentada.
Se escucho un ruido que provenía del pasillo, Nora supuso que su hijo iba al lavabo y Agwa se quito el dedo de la boca y Nora se levanto del sofá y se fue a su habitación, se encerró y se quedo de espaldas a la puerta respirando con fuerza, no podía creer lo que acababa de pasar, se llevo su mano a su coño y se paso un dedo por la raja, estaba muy mojada, se agacho y se quedo agazapada con la espalda oprimiendo la puerta, se quito las bragas, abrió sus piernas y empezó a masturbarse, sintió unos golpecitos en la puerta y seguidamente como querían abrirla desde fuera, Nora siguió masturbándose y al correrse se le escaparon unos gemidos, noto unos pasos alejarse y se quedo sentada en el suelo un buen rato, luego se metió en la cama y se volvió a masturbar y se quedo profundamente dormida.