Estábamos en su auto y sin mirarme me dijo “Ya sé lo que vas a decir”, era mi primer novio y me había engañado. Si lo quería o no ya no importaba mucho, se había aprovechado de un momento difícil en mi familia para ir a meterse en las piernas de otra persona, no podía estar pendiente de él todo el día, perdón pero estaba muy ocupada enterrando a mi familia, ¿Y ahora sales con que el engaño fue mi culpa? Me dijo que en realidad ella no le gustaba, que le gustaba la atención que le daba, que le prestó dinero, que ella era fea, que ella se obsesiono con él y bla bla bla, pura palabrería sin importancia, pero lo más bajo fue venir a llamarla fea delante mío como si eso fuera algo bueno, como si debiera de sentirme alagada por eso.
En realidad ella me había escrito la noche anterior para decirme que compartiamos novio, dijo que ya no más, que ya era “solo mío”, pero no le creí y en cierto modo eso me dio tristeza, que ella siguiera con él después de cómo él hablo de ella. Pero sobre todo, me mandó capturas de sus conversaciones, lo que me sorprendió fue que eran sucias, sexuales y explícitas, no me lo podía creer de él, justo porque conmigo nunca intentó nada. Se presentó casi casi que como un santo, nada fuera del matrimonio, nada de mentiras, que detestaba la infidelidad, y yo como una tonta le creí.
No pasabamos de besos que yo no terminaba de disfrutar del todo, pero que aun asi me dejaban mojada, algunas veces al llegar a casa solo me limpiaba y la vida continuaba, pero otras me tocaba pensando en él, esperando que él fuera mi primera vez.
En mis imaginaciones estábamos en un cuarto oscuro, posiblemente un motel, con él arriba de mi, tan grande con sus 100 kilos de peso y sus casi dos metros de altura, yo no soy tan baja ni tan delgada, pero debajo de él me sentía pequeña, indefensa y a su merced, lista para complacerlo en todo. Sus grandes manos apretando mis pechos y pellizcando mis pezones, tocando la piel más suave en la cara interior de los muslos hasta llegar a mi vagina, en ese momento intentaba introducirme un dedo pensando que era su pene, pero esto nunca lo lograba ya que aun era virgen, y ante la mínima sensación de dolor retrocedía pero seguia tocandome. Contaba hasta veinte mientras mi mano hacia círculos rápidos sobre mi clítoris, luego la quitaba, sintiendo el orgasmo inminente que intentaba retrasar, contaba quince segundos donde mi mano hacia movimientos suaves mientras me acariciaba los pechos, y luego otra vez volvía con fuerza, ponía mi otra mano en mi boca para intentar no gemir y mi espalda se arqueaba de placer, y asi podia durar más de una hora, masturbandome y retrasando ese orgasmo que cuando llegaba era tan intenso que quedaba sin aliento y cansada de tantos espasmos que sufría por todo el cuerpo. Y llegado a ese punto, terminaba olvidando que era él el motivo de mi búsqueda de placer, pasaba a un segundo plano, pero siempre era él lo que iniciaba todo.
Durante las siguientes semanas no me podía sacar de la cabeza a ambos, a él lo soñaba a diario, tanto sueños tiernos como más calientes, a veces conmigo, a veces con esta chica. Veía sus fotos y a diferencia de él yo no la creía “fea”, su cara era normal, tierna incluso, tenía el cabello rubio, seco de tanto producto pero eso solo se notaba si te fijabas mucho, y sobre todo era más baja de altura y voluptuosa que yo, usaba pantalones y blusas entalladas que no dejaban mucho para mi ágil imaginación.
La podía ver desnuda, con sus pechos colgando por su peso, con esos pezones que no terminan de ser rosas pero tampoco cafés, tan grandes que no terminan de caber en las manos, flácidos, con tanto movimiento que los puedes hacer como tu quieras, apretar, pellizcar y amasar, llevar de aquí para allá. La ponía como en las pornos que solía ver en mis noches más patéticas, noches donde intentaba aprender algo para cuando llegara el momento de hacerlo con él, pero ahora la veía con sus pequeños ojos de cervatillo en su gran cara mirando a la cámara ficticia, tomando su pecho derecho y llevándolo a su boca con facilidad, la punta de su lengua jugueteando con el pezón que rápidamente se volvió duro y la saliva chorreando por todos lados.
Su sexo se perdia entre los pliegues de su piel, cubierta de un vello negro espeso sus labios eran varios tonos más oscuros que el resto de su piel, y su vagina que se abria con las manos para esta camara fantasma era de un color rosa fuerte que chorreaba un delgado hilo de flujo. Ahora pienso que él la hubiera visto como yo la veo nunca hubiera dicho esas cosas tan horribles de ella, incluso que yo puedo quererla mejor de lo que él alguna vez pudiera.
Una noche releía las capturas tirada en mi cama, solo por el puro afán de seguir torturándome, llegando a esas partes obscenas, con palabras de mal gusto pero que una parte de mi deseaba que hubieran sido dirigidas a mi. ¿Cómo sería la primera vez que cogieron?¿Estarían ebrios o ambos serían completamente conscientes de sus actos? ¿Pensó él en mí en algún momento?
Mi imaginación rápido los puso en los baños sucios de un bar, besandose con la boca tan abierta como podían, apretando sus cuerpos sobre una pared llena de graffitis y manchas sospechosas, con la rodilla de él metida entre sus piernas, haciendo un movimiento de vaivén, masturbandose a través de la ropa con sus manos buscando por todos lados algo a lo que aferrarse.
O en algún cuarto oscuro de un motel, con ella en cuatro mostrando su gran trasero pálido y abriendo sus nalgas con sus manos, mostrando cómo palpitaba toda, ardiente de deseo. Me deje llevar por las imágenes que veía al cerrar los ojos, completamente húmeda, sentía como el flujo corría por mi vagina hasta perderse en mi trasero, cualquier movimiento me provocaba un espasmo, desesperada yo también por empezar a tocarme contraía mi vagina torturándome aún más.
Él llegaba por detrás suyo y la azotaba con saña, cada nalgada ella gemía de placer y dolor, se balanceaba hacia adelante y sus pechos me mecían sin control, sus brazos no soportaban más su peso y su torso caía con pesadez sobre el colchón, con la mirada perdida y el rostro completamente rojo, suspiraba con los labios abiertos.
— Apúrate. — gemía con un tono que intentaba ser sexy pero que caía en lo desesperado.
Por mi parte yo ya había tomado mi vibrador, abrí mis labios y lo dejé ahí sin prender aún, cerré las piernas y empecé a mover mi cadera anhelando que el punto más duro de ese aparato rozara mi clítoris ya adolorido de tan excitada que estaba.
Él diría algo, algo sucio, lo podía ver moviendo sus labios pero las palabras no lograba escucharlas, tomaba su pene y lo presionaba contra su entrada, jugaba pasándolo por toda su vagina y meneandolo con su mano, pero sin detenerse donde ella quería haciéndola desesperar aún más. Un “Por favor” se quedaría atorado en su garganta cuando él entrara de una y sin avisar, sus ojos se abren de par en par al igual que su boca por la sorpresa, intenta tomar aire pero no lo logra, sus manos se aferran a las sabanas y de manera instintiva sus caderas se van hacia delante, intentando sacarse el objeto extraño que le causa tanto placer como dolor. Con las manos en sus caderas, él la fuerza a quedarse, la atrae a él y empieza con estocadas fuertes, casi que con rabia, contraía el rostro y se mordía los labios como intento de no emitir ningún ruido que lo mostrara como débil.
Al mismo tiempo en el que ella lleva su mano derecha a su clítoris, y con la palma entera hace círculos rápidos sobre él con tanta presión que podía sentir en su mano el ritmo de las estocadas, al mismo tiempo, yo encendí mi vibrador que me provocó un espasmo acompañado de un gemido tan alto que temí despertar a alguien, lo coloqué sobre mi clítoris y empecé a seguir el mismo ritmo de ellos en mi imaginación, lo veía todo como en primeros planos, como su pene salía y entraba, como se perdía dentro de ella, sus manos apretando su trasero y toda la carne suave de ella que en ese momento era toda para él. La mano de ella masturbandose con furia y con la otra apretando su pecho izquierdo con fuerza y sin nada de delicadeza. El sudor corriendo por sus frentes, el sonido de los cuerpos al chocar, la escuchaba gemir más y más fuerte, yo aumenté la velocidad de mi vibrador y de mis caderas, el orgasmo ya venía.
Yo me retorcí de tanto placer, como pez fuera del agua. Ella transformó sus gemidos en gritos y empezó a tener espasmos tan fuertes que parecía convulsionar. Él cerró los ojos con fuerza, y dejó salir de sus labios algo parecido más a un gruñido que a un gemido. Los tres terminamos juntos. Se había corrido dentro de ella, sin condón ni nada, y al sacar su pene, se podía ver como su semen salía de su vagina en cada contracción que dejaba el orgasmo y este corría por sus muslos.
Después de recuperar el aliento volví a la realidad, estaba sola en mi cuarto mirando al techo y con un desastre entre las piernas. Me sentía patética, pero al mismo tiempo, con un sentimiento confuso, empezaba a enamorarme de esa chica que me había robado a mi primer novio, o al menos, de la imagen de ella que estaba creando en mi cabeza.