Al día siguiente, me desperté, por unos minutos no sabía ni dónde estaba, me quedé ahí en la cama, sumida en mis pensamientos, y recuerdos de la noche anterior. Un rubor subió a mis mejillas cuando recordé que me había entregado a aquel hombre, y que ahora era mi Amo. La verdad es que no sabía ni lo que me esperaba.
Mientras seguía ahí, entro en la habitación vestido solamente con los pantalones, lo cual hizo que mi cuerpo respondiera nada más verlo. Pero ¿qué me pasaba? ¿Ese hombre tenía tanta influencia en mí? Sacudí un poco mi cabeza, mientras vi cómo se paraba en medio de la habitación.
J: Traigo tu desayuno, pequeña zorrita, ven aquí y arrodíllate.
Me levanté de la cama rápidamente y me puse de rodillas frente a él. Instintivamente abrí mi boca y saqué la lengua, a la espera de lo que fuera a darme. Vi como cogía una cuerda y me ataba las manos a la espalda, me acarició la cabeza y me dijo “buena chica”. Volvió a ponerse delante de mí, y se desabrochó el pantalón, liberando su erección, mientras a mí se me hacía la boca agua, y pequeños ríos de saliva caían por mis labios, hasta mis pechos, y continuaban bajando.
La tenía en su mano y la masturbaba lentamente, mientras veía en mis ojos cómo crecía mi deseo de tenerla completamente en mi boca, de atragantarme con ella, de saborearla... J: - Esta es tu nueva vida, mi sumisa. Ahora me perteneces, y ha de ser así.
Me la metió en la boca y caí rendida a sus pies, me había desarmado. Me daba lo que quería justo cuando lo necesitaba. Sin usar las manos, empecé un movimiento lento de cabeza, metiéndola y sacándola, y una de las veces la saqué de mi boca rozándola suavemente con los dientes, y dando pequeños lametones en la punta.
Abrí mi boca, dispuesta a introducirla, cuando me agarraste el pelo y echaste mi cabeza hacia atrás, escupiendo en mi boca, y luego metiendo con dureza tu polla en mi garganta. Lo hacías con fuerza, y muchas veces las arcadas eran constantes, pero a ti te daba igual y veías como yo disfrutaba, y me mojaba. Poco después, te corrías en mi garganta yendo directo tu elixir a mi estómago. La sacabas despacio y dejabas que la limpiara de los restos que quedaban en ella. J: Espero que tu desayuno te haya gustado pequeña.
L: Sí Amo, me ha encantado.
J: Ahora te vamos a lavar, como a las buenas perras, para estar lista para mi.
L: Sí Amo.
Me puso la correa enganchada a mi collar, y cuando vi que me levantaba, me dio un azote para dejarme de rodillas.
J: Las perras van a cuatro patas zorrita, no lo repito más.
L: Sí Amo.
Me llevó al baño y me metió en la bañera a cuatro patas. Me hizo una seña, y entendí que sería ahí donde haría mis necesidades. ¿De verdad había llegado a esto? ¿Qué me había hecho este hombre? ¿Por qué esto me gustaba tanto? Estaba tan cachonda y a la vez mi mente desbordaba placer, la verdad es que desde que me había despertado no había tenido que decidir nada, sólo limitarme a obedecer, y eso me tenía empapada. Poco a poco veía cómo caía en sus redes. Mee ahí mismo, caía sobre mis piernas, y en vez de darme vergüenza, solo me producía placer. Miré a mi Amo, y vi una pequeña sonrisa en su cara, algo tramaba. Puso su mano en mi chorro de pie, y empezó a extendérmelo por el cuerpo, y finalmente en la cara, y al final me hizo lamer su mano. Se rio un poco, viendo la sumisa tan guarra que había conseguido, pero eso le lleno más de satisfacción.
Templó el agua de la ducha, y estuvo lavándome como si lavase a un perro, pero me encantó y me dejé hacer, sentía que me habían quitado grandes pesos de encima. De repente noto algo entrando en mi culo, y al principio me asusto y siento cierta molestia, pero me acaricia la cabeza y me tranquiliza. J: Vamos a lavarte ese culito, no te preocupes pequeña, pronto habrá pasado. Es solo agua tibia en tu interior, que luego expulsarás, y repetiremos hasta que el agua salga limpia.
La verdad es que estuvimos bastante tiempo ahí, pensé que no se acababa nunca. Limpió los restos que quedaban sobre mi cuerpo, tiró de mi correa levantando mi cabeza, y me besó suavemente. Tiró de mi correa y salgo de la ducha, yendo detrás de él a cuatro patas. Se sentó en mi sofá, y yo me quedé en posición de sumisa frente a él.
J: Espero que te esté gustando tu nueva vida perrita.
L: Sí Amo, me encanta.
J: Hoy estás siendo muy obediente, te mereces un pequeño premio. Súbete a esa mesita, ábrete de piernas para mí, y deléitame hasta que te corras zorra.
Me subí a la mesita, me puse boca arriba y abrí mis piernas para él. Me empecé a masturbar, me gustaba mi nueva vida, sin decisiones q tomar, solo estando por y para mi Amo, y con ello me corrí.
J: Deja que saboree tu mano, con tus flujos de puta.
Le di mi mano y el saboreo hasta la última gota, acaricio mi cabeza mientras me recostaba a su lado en el suelo. Cerré los ojos, y me dormí, mientras él ya maquinaba algo.