Fui con Lara (mi mejor amiga) a Valencia, pensábamos pasar un fin de semana increíble, ella conocía a un chico aquí e ibamos a su casa, pero nada más llegar me dejó tirada porque discutimos durante el trayecto final, ¿y ahora qué iba a hacer? perdida en Valencia un sitio que desconocía completamente, muy lejos de mi casa y sin ningún lugar a donde ir, apenas tenía dinero y no podía presentarme en casa de ese chico, no le conocía, además era el ligue veraniego de Lara. Así que con mi mochila y algo de dinero fui en busca de una pensión barata donde dormir el fin de semana, ya que estaba allí tenía que aprovechar.
Llegué a una pensión de mala muerte, pequeña, llena de suciedad, pero barata, que era lo que me interesaba. Me abrió la puerta una mujer vieja hablándome en valenciano, le dije que era extranjera, pero español si hablaba, conseguí una habitación con baño compartido a muy buen precio por todo el fin de semana y aún me quedaba dinero para comprar un billete de vuelta a casa, porque Lara seguramente pasaría de mi. Entré en mi cuchitril, era muy pequeño, sólo una cama, una mesilla con dos cajones, una silla al fondo de la habitación, una ventana que daba al patio interior y una puerta que llevaba a la habitación contigua con la que compartía el baño, ..., me desnudé y me metí en el baño, el viaje me había cansado bastante y quise darme una ducha. Abrí el grifo y el agua era más bien de color amarilla, me dio asco, pero no podía quedarme todo el fin de semana sucia, así que hice de tripas corazón y me metí en la bañera con aquel agua. Poco a poco el agua iba cambiando de color hasta quedar transparente, -"por fin, agua normal"- pensé. Cerré los ojos y empecé a enjabonarme mientras tarareaba una canción. Alguien abrió la cortina de la ducha sin que me diera cuenta, me dio un soplo de aire y cuando miré hacia atrás vi a un hombre sentado en una silla mirándome enfermizamente, no me dio tiempo a cubrirme, así que me agaché y dije:
- ¿Pero qué está haciendo ahí? váyase rápido - pero él inmóvil siguió mirándome - voy a llamar a la dueña - le amenacé, pero ni por esas, se quedó quieto, con los brazos cruzados por encima del pecho, encendió un cigarrillo y lo fumó tranquilo - por favor, váyase ahora mismo - le dije, pero como no me hacia ningún caso, cerré la cortina de la ducha como pude y seguí limpiándome, pero ahora no podía tararear ni estar tranquila, sabía que aquel hombre estaba allí, podía verle algo difuminado a través de la cortina, cuando terminé cogí la toalla (menos mal que no me la había dejado en la habitación, porque no hubiese podido salir desnuda a recogerla) y salí envuelta en ella, aquel tipo seguía mirándome, pero no dijo nada ni intentó nada, cuando salí del baño le oí coger la silla y moverse.
Entré en mi habitación y cerré con llave la puerta de la habitación y la que daba al baño, y si a aquel hombre se le ocurrí entrar de noche ¿? ... estaba algo asustada, pero sólo podía pensar en qué iba a hacer ..., me vestí lo más deprisa que pude y salí en dirección a la estación para comprar el billete de regreso, por lo menos el dinero que llegó para el billete, aunque ahora poco más podría hacer, así que volví a la pensión y decidí no salir de allí hasta el domingo por la mañana.
Cuando llegué aquel hombre estaba sentado en el portal en la misma silla, pasé a su lado y me cogió fuerte de la muñeca.
- ¿Qué quiere? - le dije.
- ¿De dónde eres? - me preguntó y soltó mi muñeca.
- De Roma.
- Hablas muy bien el español - me alagó.
- Mi madre es española y me enseñó - le dije rabiosa.
No dijo nada más y yo me fui corriendo escaleras arriba como una quinceañera enloquecida, cerré la puerta y me aseguré de que la del baño permanecía cerrada que por suerte así fue.
Me tumbé en la cama de golpe maldiciendo mi mala suerte, sonó el móvil, me giré y lo cogí, era Lana:
- Hola ¿qué tal? - me dijo.
- Pues .. ¿tú qué crees? - la respondí - gracias por dejarme tirada en medio de la nada, ¡menuda amiga estás tú hecha! - le dije - estoy en la pensión "Covado" si quieres .....
- No me interesa, no quiero verte más bonita, el domingo no me esperes me quedo aquí unos días más con Jorge.
- No te preocupes ya tengo un billete para volver a casa, no contaba contigo.
- No me preocupa en absoluto lo que hagas, búscate la vida, adiós - y colgó.
Tiré el móvil contra el suelo de la rabia, si en ese momento la hubiese tenido delante la habría golpeado hasta dejarla inconsciente. Me tumbé de nuevo y cerré los ojos esperando que el tiempo pasara rápido hasta llegar el domingo, abrí los ojos y miré el reloj que había encima de la mesilla, pero estaba lleno de polvo y no se veía nada, tuve que levantarme y mirarlo más de cerca, eran las doce de la noche -"que despacio pasa el tiempo"- me dije a mí misma, me eché otra vez y cerré los ojos, pero esta vez no pude dormir, oí unos ruidos en la puerta del baño, alguien estaba intentando abrir girando el pomo, seguramente sería el hombre de antes, me levanté despacio y abrí la puerta de golpe para asustarle:
- ¿Quién es? - grité.
Era él otra vez, se quedó quieto mirándome de arriba a abajo, se me transparentaba todo debajo del camisón, no me había dado cuenta.
- ¿Qué quiere? - le dije, escondiéndome detrás de la puerta.
Se acercó y entró en mi habitación, me eché para atrás y me siguió, hasta que di con la cama y me senté de golpe, él ando más y se colocó encima de mi sin tumbarse del todo, ....
- ¿Pero qué hace? - le dije cubriéndome con las manos, no contestó, acercó la cara lentamente y me besó suavemente en los labios sin apenas ejercer presión, se incorporó y salió de la habitación cerrando la puerta del baño, oí como echaba el pestillo, no pude ni quejarme ni moverme, me había dejado helada, ..., si digo la verdad no me disgustó, aún sentía el calor de sus labios sobre los míos y su aroma, una mezcla de colonia y tabaco, me senté en la cama y respiré profundamente, intentando analizar lo que acababa de pasar, pero no pude, ya no pude volver a dormir, me levanté e intenté abrir la puerta del baño para hablar con él, pero la había cerrado ¿porqué lo habría hecho? ....
Esa noche dormí con un ojo abierto por si volvía a aparecer, pero no fue así, aunque me hubiese gustado verle de nuevo y ....
Al día siguiente me desperté a las nueve de la mañana, la cama estaba llena de pétalos rojos, ... ¿habría sido él? ¿habría entrado cuando yo dormía? .... fui al baño con la intención de pasar a su habitación, entré en el baño y me lo encontré dentro de la ducha, no me había oído, así que me senté en la vide y le observé en silencio, era un hombre no un chico joven, de unos 30 años, moreno de piel blanca, ojos oscuros, alto, fuerte, ... la verdad es que no estaba nada mal.
Se dio la vuelta y me vio, sólo se me ocurrió saludarle con la mano, sonrió para si mismo:
- ¿Qué haces aquí? - dijo.
- No lo sé - le dije - dímelo tú.
Cogió el jabón y me lo enseñó:
- ¿Quieres? - preguntó, pero no tuvo que decir nada más, me levanté, cogí la pastilla de jabón y le enjaboné, tenía la piel suave, un culo redondo y duro que parecía esculpido en mármol, se dio la vuelta colocando su miembro enfrente de mi cara, estaba excitado ... había tenido valor al hacer aquello, pero esa zona ya me daba más vergüenza.
- Tranquila que no muerde - dijo, levantó los brazos y le enjaboné las axilas, después el torso, la tripa y pasé a las piernas - te has dejado algo - dijo mirando en dirección a su pene, no me atreví, él cogió mi mano y la llevó, la zona era aún más suave, estaba muy excitado, me asustaba aquello yo aún era virgen, me había liado con dos o tres, pero nunca había pasado de los besitos y las caricias, jamás había tocado un pene y la experiencia me estaba gustando ..., él gemía cada vez que pasaba la mano y la rozaba suavemente, así que no hacia más que pasar la mano, me excitaba oírle gemir de aquel modo, tiré la pastilla a la bañera y la cogí con las dos manos.
- Hay que enjabonarla bien ¿no? - le dije mirándole, él tenía la cabeza hacia atrás y los ojos cerrados, me miró y asintió.
Empecé a pasar la yema de mis dedos por todo su falo, cogí el mando de la ducha y le quité el jabón, pero no paré de tocarle, acaricié su glande y él gimió más profundamente, tenía un pene enorme, duro, inclinado hacia la izquierda, aquello me llamaba la atención, estaba empezando a encontrarme muy húmeda, deseosa de que me cogiera allí mismo en la ducha y me hiciera lo que quisiera, ..... él no debió de darse cuenta de que era mi primera vez, así que jugaba con algo de ventaja, además no me había dicho nada.
- Para - dijo - para un poco.
- ¿Porqué? - le pregunté, con lo que me estaba gustando.
- Vamos a la habitación - salió de la ducha, me cogió de la mano y me llevó a su habitación, me sentó en la cama, se tumbó a mi lado y comenzó a besarme, había soñado toda la noche con el sabor de sus labios, ahora le deseaba desesperadamente ...., me quitó el camisón y me dejó desnuda en un momento.
- Que cuerpo más bonito tienes - dijo en voz alta - me gustó desde que te vi en la ducha.
Acercó su boca a mis pechos y lamió mis pezones como si fuesen caramelos, los mordisqueó suavemente haciéndome gemir como nunca nadie me lo había hecho, sacó su húmeda lengua y la pasó por mi ombligo hasta mi sexo, latente y ardiendo como nunca, comenzó a lamer mi sexo despacio, le cogí de la cabeza y apreté su boca un poco más, él estaba absorto, hacia lo que yo quisiera y entonces sentí como me humedecía más y explotaba como un volcán entre gemidos y aullidos de placer, él había conseguido lo que quería, se colocó encima de mi y me penetró, no sentí ningún dolor, todo lo contrario mi sexo ardiente deseaba frenéticamente que me penetrara, quería llegar hasta el final, me penetró despacio, poco a poco para no hacerme daño, quería que lo hiciera más fuerte, pero en vez de pedírselo, moví la cintura y él se dio cuenta entonces comenzó a hacerlo más deprisa, más fuerte, más profundo y sentí como me venía otra vez, él también lo notó y lo hizo más fuerte aún hasta que dejé de gemir tan violentamente, paró y me dio la vuelta, se pudo detrás de mi y empezó a lamerme de nuevo, apretó su pene en mi y esa postura aún me gustó más, podía sentirla bien dentro de mi, moviéndose rápidamente, él me cogía de los pechos y empujaba más fuerte, comenzó a hacerlo tan rápido que me vine otra vez y él también .... nos quedamos en esa posición un rato, mientras yo seguía teniendo espasmos con su pene dentro de mi y él respiraba en mi nuca excitándome aún más. Nos levantamos teniendo cuidado de no manchar nada y fuimos al baño, nos metimos en la bañera.
- ¿Te has gustado? - me preguntó.
Le miré y con la mirada se lo dije todo -"me ha encantado" - le respondí.
Esta vez me enjabonó él a mí, tocando cada rincón de mi cuerpo con sus grandes manos, cogiendo mis pechos y restregando su pene por mis glúteos, se excitó de nuevo, lo noté, yo también seguía excitada, así que me coloqué detrás de él y le cogí el duro miembro, le besé la espalda mientras le masturbaba hasta que noté que ya estaba preparado, me puse delante, levante el culo y le dejé que me penetrara como quisiera, me agarró de las caderas y me penetró, esta vez lo hizo más fuerte, me gustó, sentí como me llegaba hasta dentro y rozaba mi útero con su enorme pene, sentí que me venía otra vez, no me lo podía creer, era mi primera vez y me estaba encantando, él no tardó en irse, un poco después de que yo hubiera llegado, después nos duchamos otra vez y salimos a comer algo.
Al lado de la pensión había un restaurante, nos sentamos uno enfrente del otro y pedimos dos menús, mientras comíamos le acariciaba la pierna con mi pie descalzo, subía y subía hasta que llegué a su pene, lo tenía bien duro:
- Estate quieta - dijo - no voy a poder contenerme - me aseguró.
- No importa - respondí - nunca lo he hecho en un sitio público - me miró con ojos lujuriosos.
- ¿Y te gustaría probar? - me preguntó, bajé la cabeza y lo pensé fríamente.
- Sí - dijo rotundamente - sí.
Se levantó y me dijo que le siguiera, entramos en los servicios del restaurante, en el de hombres, se sacó el pene y yo me arrodillé para lamerlo, nunca antes lo había hecho, pero Lana me había explicado como, menos mal que para algo había sido útil tener esa amiga, me cogió me puso contra el lavabo mirando hacia el espejo y me penetró, gemí y me cogió del pelo para que me mirase en el espejo.
- Mírate - dijo - me excita verte la cara, tienes una cara de viciosa - me decía mientras me golpeaba con su miembro duramente. En cuestión de unos minutos terminamos exhaustos encima del lavabo, menos mal porque en el momento en salí un chico entró, me miró y me dijo ha que había equivocado de servicio, me metí en el de mujeres para disimular, salí y fui a la mesa, me senté y después llegó él, nos miramos y reímos, nos trajeron la comida y tranquilamente nos la comimos.
Cuando terminamos me llevó a la playa, nos tumbamos bajo el sol abrasador de Valencia y hablamos durante horas, se llamaba Ian, era de allí valenciano, su madre era la dueña de la pensión y le pregunté si solía entrar en las habitaciones de las chicas solas, me dijo que no, pero que cuando me vio entrar por primera vez no pudo resistirse a conocerme. Nos bañamos en el mar y volvimos a la pensión.
Esa noche la pasamos juntos, haciendo el amor hasta el amanecer, me acompañó hasta la estación y me volví a casa, aún seguimos escribiéndonos y nos vemos de vez en cuando.
Eres muy buena redactora te felicito tu relato , me hiso sentir que estaba ahi contigo ..........