Hace muchísimo tiempo la zorra y el león cazaban y comían juntos. El león solía siempre transportar lo capturado. Sólo que un día cazaron un ciervo y díjole el león a la zorra: -Llévalo tú.
-Llevarlo lo llevo -respondió la zorra-, pero queda un trabajo difícil que hacer: lamentarse. ¿Lograrás hacerlo tú?
El león meditó: «Qué vergüenza si yo, el rey de la selva, tuviera que ir lamentándome detrás de esta pobre zorra», por lo que replicó: -Oh, quejarme no sé. Llevaré yo todo, de lo de quejarse te encargas tú.
El león se cargó el ciervo en el lomo y, mordisqueándole las patas, marchaba ufano. La zorra lo siguió todo el camino quejándose. Lo siguió hasta la guarida, donde junto a él de esta misma carne comió sin reparos.