Un día que estaba sentado en el sofá de mi casa viendo televisión me puse a cambiar los canales. Ya estaba harto de tanta basura política que nos meten por boca y naríz todos los días como si este país fuese estúpido y no se diera cuenta de que, de todas maneras, no hay alternativas en cuestión de elegir una mierda de político o otro igual de corrupto pero con otro color. Entre canales y canales llegué hasta el canal 4 sin mas remedio que ponerme a ver un programa de chismes donde una anciana fea , un mamarracho y un gordo estúpido se reían de cualquier estupidéz. No sé que tenía esa vieja orrible que, al verla, no pude dejar de mirarla. No se si era su pelo, su boca, o su manera tan analfabeta al hablar, pero me volvió completamente loco.
Un día decidí hacer una locura de la cual no me arrepiento. Después de tantos años de haber tenido mi pene en coma, por fin tuve una erección gracias a esa anciana ...
Como soy un apuesto hombre de 72 años de edad con su caminar muy derechito, decidí ir hasta el canal de televición para conquistarla. Allí le dije a uno de los guardias que venía a ver a unos amigos que trabajaban de mantenimiento en el lugar por lo que no tuve ningún problema y entré.
Caminé por los pasillos en busca del estudio desde donde se transmitia en vivo el programa, hasta dar con él. Cuando me asomé, ví como un mono feo y asqueroso que estaba encaramado detrás de la silla de mi amada la atacaba metiendo su mano por detrás de ella. Yo, por defender lo que amo soy capáz de sacrificar hasta mi vida por lo que al ver esta injusticia me lanzé sobre el y lo ataqué con furia. Cuando estaba a punto de ahorcarlo el gordo maricón me atacó haciendo que me sacaran a patadas del canal mientras que el mamarracho repetía como una grabadora todo lo que el mono feo y asqueroso me decía.
Por la madrugada, volví al canal y entré sin que nadie pudiera verme. Cuando entré en el estudio, no pude contener el llanto al ver a mi amada con la cabeza colgando, sin piernas y una sola mano clavada a la silla. Corrí hacia donde ella gritando: "¿Que te hicieron mi amor?, ¿que te hicieron?" La tomé fuertemente entre mis brazos y le dije con amor: "No te preocupes, ya estoy aquí". Cuando miré sus hermosos ojos brotados, comenzé a sentir una intensa erección dentro de mis pantalones. Me avergonzé un poco, pues tuve miedo de que ella lo notara y se molestara con migo pero, al ver su mirada ardiente, entendí que ella me deseaba.
Sin disimulo abrí el zipper de mi pantalón y saqué mi herramienta de amor. Ella, al verlo, se quedó muy callada pero con su boca muy abierta, como si esperara algo. Yo no pude aguantar la tentación de esa coqueta invitación y le puse mi amiguito en su boca. El sentir esa boca tan acojinada fué una experiencia inesplicable. Luego de un largo rato de tan intenso gozo le dije: "Mi amor, ahora quiero darte ese placer oral". Cuando levanté su traje no pude encontrar su fruta jugosa. "Esto no puede ser, mi vida. Pobrecita de tí; ¿que te han hecho estos depravados anormales?" Entonces se me ocurrió ir por detrás de la silla, pero había un fuerte olor a saliva que me retorció el estómago... Me paré frente a ella, muy fustrado, y le expresé con mi mirada mi fustración por no hacerla gozar. En su mirada aún había exitación, por lo que me dí cuenta de que el sexo no era solo penetración. Nuevamente subí su traje y comenzé a besarla toda allá abajo. De pronto, encontré una rajita escondida por lo que me puse muy contento y le dije: "Vaya que eres una traviesa. Me la habias escondido, perrita mía". Luego me puse de pié y le puse mi herramienta en su entrada y comenzé a penetrarla con muchas ganas. Sus ojos me decían que querían más y más y eso era lo que yo le daba. Al cabo de unos minutos sentí como si fuera a explotar del extasis. Miré para todas partes y lo único que pude ver fué un termo de café, por lo que lo tomé y descargué en su interior toda mi energía. Lo coloqué en su sitio y le dije a mi amada: "Disculpa que no te la diera a tí, pero es que no quisiera embarazarte sin que nos conocieramos un poco más". De repente escuché que alguien se acercaba por el pasillo y me escondí por un momento detrás de la silla apestosa. Al rato salí de mi escondite y le dije a mi reina: "No te preocupes mi cielo, ya nos volveremos a ver", luego salí por donde mismo entré y escapé muy satisfecho.
Al día siguiente ví como mi amada Comay, el mamarracho y el gordo maricón brindaban con una taza de café...
_Comay, este café está muy bueno -dijo el mamarracho saboreándose-.
_Tienes razón, Héctor. Es el mejor café que he tomado -dijo mi amada simulando no saber nada-.
_Lo mejor es la babita del fondo -dijo el gordo maricón sin saber que tomaba de mi sazón-.
Desde que hize el amor con la Comay no he podido olvidarla. A veces me siento celoso de que el mamarracho esté tan pegado a ella. Por lo menos sé que ella me ama a mí y que su fruta prohibida es solo mía...
Este cuento esta bien loco como el que lo escribio, pero muestra el lado obscuro de Cobbo Santarrosa, Leo Fernandez y el lambon de Hector Travieso.